Allí, en aquel pobre establo, representada la Luz del Mundo, María miraba con sus ojos de profundidad incontable a Su Hijo, lo sostenía en sus brazos acunándolo con suavidad, y de sus labios además de una sonrisa que parecía sostener la esencia de lo eterno, salía un sonido de silencio, una nana jamás antes entonada, apenas susurrada.
Ella sólo se sentía madre. La Luz del mundo ante sus ojos, pero ella sólo se sabía madre. En los ojos de María quizá esté el secreto, esa forma de posar la mirada para ir rectamente hacia el corazón de las cosas. Ella no se engrandeció, no se sintió la Reina de los Cielos. Allí, en aquel pesebre, su corazón latía de amor de madre silenciosa. Su pobreza no era tal, ella sabía que lo tenía todo. Y sacó un mantillo de algodón para envolver bien al Niño, y unos borreguitos muy mullidos. Removió también la paja del cajón que servía de cuna. Nada le faltaba a ese Niño que nació tan pobre, allí, a su lado, estaba Su Madre. Y Ella, la más grande, sólo se supo entender como una madre más. Si pudiéramos tener la mirada de María, si pudiéramos sostener nuestros ojos como ella sostuvo los suyos, seríamos entonces capaces de sujetar firmemente la vida de nuestros hijos. En Su mirada se sostenía todo el Amor y la Libertad del mundo. Ojalá puedan nuestros ojos ser contagiados con semejante semblante: poder habitar el amor y la libertad en nuestra mirada. Poder mirar a nuestros hijos así, desde la libertad de la que son dueños, desde el amor que tan hondo nos nace. Suceda lo que suceda.
Seguía la niebla. Hasta te parecía oír el tambor de un pastorcillo, de ese chiquillo saltarín que con su viejo tambor, hizo sonreír al Niño. Pero en lo que más te quedabas, en lo que pensabas ante la escena de aquel pesebre, era en María, en cómo sería Su mirada en ese primer momento en que acogió a Su Hijo, en ese momento en que tendió sus brazos hacia el Niño y le miró a los ojos, en el primer encuentro entre esas DOS MIRADAS: ¿Cómo serían cuando se posaron por primera vez? ...
... ¿Cómo sería la profundidad en los ojos de María cuando se encontró por primera vez con los de ese Niño que un día le anunciara un ángel?
Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.
p.d.: Este blog se queda unos días en silencio... FELIZ AÑO.