NO QUIERO ESCAPAR


No, no lo quiero. Tampoco quiero llevar un traje que no soy, que nunca seré. El disfraz que me pongan los de allí, es su circunstancia, no la mía. Normalmente quien juzga suele vivir en la lejanía y en la ignorancia de lo que necesita juzgar. No sabe sobrevolar por encima de la presencia de las personas, querer sin más juicios; nunca han amado, nunca han sido amados. Nunca. Su batalla no es la mía. Yo sólo una cosa tengo clara; que me quedo en el vagón de mi tren, que hoy no quiero volver atrás, que sigo. No quiero escapar. Que sólo me interersa una batalla; y tú eres la más querida. Lo demás, me importa un bledo.

Quiero permanecer al lado de mis días, lo que me toca vivir es mío. Es esto de aquí, ahora; y tan mío, que sólo yo seré capaz de recomponer el puzzle de las piezas que he ido recolectando. Aún quedan huecos que son la perspectiva del destino, de lo que aún queda por cumplir. Hoy es tarde de domingo. Después de toda una mañana durmiendo toca recomponerse de nuevo en el día. Cambian los horarios, voy colocando las piezas, y entre ida y venida, me quedo así, bailando en la letra de algunas canciones. Sobretodo, en estas tardes de domingo; mientras espero la llegada de lo de siempre; a la espera del eco de la risa de cada día. Y vuelvo a empezar de nuevo la rutina de los días. Y las risas que siempre me dejas, así, como si desde su presencia, fueran un guiño. En estupendo guiño. El de cada día. Con el que despierto cuando comienza el día.

Y volvemos a empezar. Alegres en cada mañana, nos enfrentamos al límite que es cada uno de nuestros días. Cada mañana procuro no pensar que vuelvo a comenzar desde lo que ayer no salió como debiera. Y ahí estoy, intentándolo de nuevo, rotundamente, y en tu mismo vagón, ante la presencia de tu sonrisa que es capaz de hacerme olvidar lo de ayer. Afortunadamente. Va siendo estupendo el viaje, sí, a pesar de los encontronazos y los baches, ahí estamos. Y no, no me quiero bajar, hasta que tú no bajes. Después... ya se verá qué nos depara el porvenir.


EL AGUA Y TÚ.


Hace tiempo que no voy a nadar. Incluso tengo un poco olvidada la sensación de flotar, el equilibrio en el que se instala mi organismo cada vez que está en contacto con el agua. Hay quien se siente ofendido por el olor del cloro. A mí no me molesta, todo lo contrario. Su presencia cercana remueve mis neurotransmisores y enseguida me trasladan a la sensación de plenitud que siempre me rodea cuando estoy nadando.

Armonía entre cada músculo, suavidad en el recorrido de cada movimiento, ritmo en la respiración, en el corazón, en la ejecución de cada brazada. Azul. Cloro. La necesaria levedad del ser. Es como si uno dejara de sentir el peso de las cosas de cada día. Sobretodo el peso de aquellas que más nos preocupan, consciente o inconscientemente. Nadar es olvido. En tu pensamiento se instala la nada. En nada piensas. Eres movimiento, agua y azul. Nada más. Tu pensamiento queda instalado en la levedad que el cuerpo nota al contacto con el agua. Ya no eres. Y no tienes prisa por ser. Lo que haya de ser, ya lo será mañana.

Sales del agua, y es como si siguieras flotando, pero por el aire. El azul se queda instalado en la retina de tu pensamiento. Todo es más fácil, tiene menos peso. Regresas a casa andando, tranquilamente. Te pones cómoda, eliges el mejor sillón, y la mejor novela. Y te olvidas para todo el día del sonido del mundo.

El día más perfecto para nadar es el sábado. Hacerlo ya de mañanita. Es cuando puedo llevar a mi peque también, no hay cole. Le gusta nadar, todo se aprende al lado de los otros, era inevitable que le gustase nadar. Ella también se llevará su parte de equilibrio, aunque aún todavía no sea capaz de nadar con plena armonía. Es un pequeño delfín juguetón. Aún así, se deja contagiar por la flotabilidad, por la levedad y por el azul. Sus ojos salen del agua aún más profundos y serenos. También su alma.

Regresamos a casa siempre paseando, tranquilamente. Cuando llegamos el sol entra a raudales por todo el salón, y nos acomodamos. Entonces es cuando ella dice:
_ Mamá, mamá… coge aire con todos los pulmones. ¿A que después de nadar son más grandes, eh?… Sí, sí… coge aire, mira, mira…

Yo le contesto aunque sé que ella ya no me presta atención, pues su mente se ha instalado ya sobre sus cosas:
_ Sí hija, después de nadar, todo es más grande y paradójicamente, pesa menos.

Y me quedo pensando que nadar es lo mismo que estar a su lado. Todo es más grande sí, y la vida me pesa menos.


DELFINES EN EL OCÉANO.
(Palabras nadadoras de Driver)

Según los científicos, el desarrollo del cerebro de un delfín se encuentra en ciertos niveles por encima del cerebro humano. Y yo me lo creo. Saben comunicarse a través de los ultrasonidos, son cariñosos y familiares y juegan mucho. A pesar de estas cualidades que, parecen propias de seres débiles, son los reyes del mar. Un entorno bello y difícil a un tiempo... Y yo digo, ¿algún motivo para no ser como los delfines?. Si lo pensamos un poco, nos comunicamos sin palabras con la gente que queremos (a veces con simples miradas), una buena manera deenseñar a nuestras crías es jugar con ellas, (un simple rompecabezas hecho entre dos, da lugar a mucha comunicación), y un montón de cosas más que dejo para que te las pienses. Lo que no se puede decir con las palabras, se puede decir con otras formas de expresión. Seamos delfines.


La ilustración pertenece al libro: El gusto del cloro.
Autor: Bastian Vivés.

STAND BY ME


Nunca habrá palabras que puedan explicar con exactitud la realidad de tu presencia en mi tiempo. Eres una personita inquieta, vas creciendo, te impones a rachas, y otras, permaneces así, tan diminuta. A veces no te entiendo, otras sin embargo, te reconozco hasta en el último recodo de tu pensamiento. Infinita en tu sonrisa, también sostienes una mirada de penumbra, de soledad. Le regalas al mundo demasiada sensibilidad, un mundo que lo más seguro no sabrá comprenderte ni descubrirte. Pero tienes tesón, y valentía, y sé que al final encontrarás tu lugar. El exacto escenario que podrá dar reposo a esa mirada tan profunda, tan llena de espacios infinitos. Tus ojos de luna son maravillosos. Y tu risa es risueña, hace que tus ojos, aún brillen más. Te quiero. Tu presencia es y será siempre significado.

No son suficientes mis palabras, ellas, quisieran darte un Todo, regalarte la infinitud de mis sentimientos, pero no pueden. No saben; se se enredan y se pierden. Quisieran transmitirte todo lo que en mi pensamiento salta cuando observo tus idas y venidas. Quisieran dejarte el recuerdo para siempre de mis ojos, de mis manos... para que supieras que siempre estoy, y que siempre estaré. Quisieran poderte regalar la sabiduría, toda, incluída la que me falta a mi. Quiseran regalarte tantas cosas estas palabras que se me quedan siempre como a medio camino...

Vas creciendo, vas perfilando cada vez mejor los límites de tu mirada, la realidad de tus querencias, la sonoridad de tu risa. Y también el dolor de tus pesares. Te observo y me digo a mí misma que soy afortunada, y lo digo incluso, hasta cuando no comprendo. Cuando queriéndome acercar a tu mirada, encuentro un infinito azul marino y ese brillo desolado de tus ojos. Empiezas a ser mayor.

Y yo aquí, a tu lado, queriéndote tanto. Eres el magnífico regalo que yo esperaba. Te quiero.


LA RABIA, LA AMARGURA Y LA SOLEDAD DE LAS PALABRAS.


Quisiera saber por qué te ha salido toda esa rabia así; en tres palabras que nacen concisas, anónimas, y soberbias. Me pregunto qué es lo que realmente te empujó a querer pronunciarlas, a querer expresarlas así, tan rotundamente, tan delimitadas. Quisiera saber también por qué las crees tan certeras. Me llamó la atención tu necesidad de herir. Siempre me han llamado la atención las personas que son como tú; soberbias y con tendencia a juzgar. Es absurdo querer acotar al otro. Es absurdo, por imposible. Podemos ser muchas cosas a la vez, y al mismo tiempo, ser nada. Sólo Dios puede posarse certeramente en cada alma.

La profundidad de la persona no es siempre lo que vemos cuando miramos. Es muy difícil juzgar a quien no se conoce. Es muy difícil saber quién hay detrás de un relato, de las historias que se van inventando a rachas, de este jugar ilusorio que son las palabras de un blog. Las palabras pueden ser soberbias, pueden creer sujetar el todo, pero no. El todo es siempre un misterio. No sabemos nunca nada de lo que hay realmente en el otro lado de cada historia, de cada cuento, de cada blog. Diría más; ni siquiera podremos saber certeramente qué hay detrás de cada persona, sí, incluso de cada una de las personas que tocamos con nuestras manos, con las que hablamos diariamente, e incluso con las que convivimos. No podemos sostener jamás con nuestro pensamiento el misterio del otro, precisamente por eso; porque el otro siempre es misterio insondable.

Cómo hacerte entender que sólo has navegado sobre palabras, por ese mundo que ellas vanidosamente quieren sostener, que lo sujetan ilusoriamente, pues a menudo ni lo consiguen. Son ilusas las palabras. Nos hacen creer algo, pero sólo están jugando. Y a la vez son certeras, porque nos enseñan la esencia sobre nosotros mismos, sobre lo que somos. Aún así, el autor permanece siempre en silencio. Ante una historia, el autor no vale nada. Cuando leemos, interpretamos los espacios desdibujados que construyen las palabras, sus carencias, su ignorancia y su deficiencia, pero lo interpretamos desde el yo. Es el yo el que va saliendo, el yo del lector. El autor permanece invisible, ausente siempre.

Nadie es sus palabras. Ya quisieran nuestras palabras poder ser por sí solas lo que cada uno de nosotros somos. No te dejes engañar nunca. ¿Se podría decir certeramente que el personaje es la persona que lo crea? ¿Personaje y autor son siempre lo mismo? Yo creo que la mayoría de las veces no lo son. Y de serlo, sólo a cachitos… el autor es siempre mucho más que el mundo que sostienen sus palabras. Por eso las palabras son soberbias.

Los cuentos, las historias, incluso la vida, pueden ser de una soledad intensa, también de amargura, dolor y rabia. A los seres humanos, si es que realmente han vivido, no nos pasan desapercibidas ni la rabia, ni la amargura, ni la soledad. Son sentimientos que todos reconocemos… y si no, es que hemos vivido poco, o mal, muy mal. Me alegra infinito que hayas sabido reconocer el dolor en mis palabras. Se ve que tú también has vivido, que sabes reconocerlos. Yo a estas alturas los detecto con la mirada. Me pregunto cómo será tu mirada. Diríase que la caridad se te ha dormido un poco, y sin embargo eres tan desconocido, que a saber… no te podría juzgar. Pudiera ser que la caridad sea algo ejemplar en tu día a día. Quién sabe nada de nadie desde aquí.

La persona es un misterio; dolor, rabia y soledad a veces se unen. Pero también la esperanza, la valentía, la fuerza, el amor y el honor. Afortunadamente. Y así ha de ser. Toda una mezcla de encuentros y densencuentros. Y que sigan siendo. Que no nos falte la intensidad en vivencias en este nuestro tiempo creador. Que al final de nuestra vida podamos decir en alto: ¡vaya viaje!


DESPERTAR



Hoy he madrugado, me he levantado muy pronto. Ante mí, la promesa de un nuevo día. Toda una agenda de actividades rutinarias me esperan, algunas muy simples, otras no tanto. Estas últimas, cuando las miro de frente, me acobardan. A veces uno no sabe cómo encararse a las cosas que nos va regalando la vida. Ni siquera comprendes el por qué de su presencia. Y sin embargo hay algo muy fuerte que late dentro, que te dice: no me vencerá. Esto no me va a vencer. Sabes que sólo es una batalla más. Y que una sola batalla no es suficiente para desgastar el tesón que te mueve, esa fuerza que sientes latir altiva.

He puesto la cafetera, y ya se siente el olor por toda la casa, y su sonido te trae la resonancia de los buenos augurios. Nadie se ha levantado aún. El silencio se deja sentir como un abrazo. Van saliendo las palabras, y me dejo arrastrar por ellas, por esas palabras que no dejan que la derrota sea algo posible en este tiempo. Es tan pronto, que aún no ha amanecido, pero ya se puede sentir el latido de lo que está por nacer. Aún permanece la incógnita de cómo será hoy el día, y me siento arropada en una mezcla de quietud y espectación. El día está a punto de comenzar, se puede presentir el latido del sol. Es cierto olor el que avisa de su cercana presencia. En la oscuridad de esta madrugada el sol es una intuición. Hace mucho frío, y sin embargo ahí estará esa magnífica esfera, regalándonos una vez más la luz de un cielo limpio y azul. Un cielo que nos protegerá.

Se puede presentir ya el estupendo ritmo con que amanece el día... tiene un latido inconfundible.

MÚSICA DE RECUERDO



Y aprendí que sólo del silencio y de la palabra nace el amor. Que sólo el silencio nos lleva a la palabra del otro, y que sólo en ella es posible descansar de verdad. En la palabra. En el otro. En todo ese silencio que nos decimos ante la mirada. El silencio y la palabra. ¡Hace tanto tiempo que ocurrió! Latente hoy su recuerdo. Fue imposible el olvido.

EXCAVAREMOS EN LA PROFUNDA FUENTE DE LAS PALABRAS, PARA BEBER EL ECO CONMOVIDO DE NUESTROS SILENCIOS, PARA VENCER LA SOLEDAD DEL CORAZÓN Y SEGUIR JUNTOS UNA ESTRELLA EN LA BARCA QUE NO NAUFRAGA. M. F. Sciacca.

SOMBRA DE ORO


Una silueta que se lleva el dedo índice a los labios y con esa inscripción por encima: Silentium. Es esa cantidad de silencio la que exalta a un novelista y le permite construir un personaje.
GIOVANNI MACCHIA en Il silenzio de Moliére.

UN DEDO EN LOS LABIOS. José Jiménez Lozano.

Cada retrato es un poema, en sus palabras laten mujeres hermosas, mortales, fugaces y de una belleza dolorosa. Ausencias, esencias, carencias y defectos que sólo la mirada profunda de quien escribe es capaz de sostener después de oído el silencio. José Jiménez Lozano es esa mirada. Aquella que fugazmente es capaz de ver el resplandor efímero que siempre tiene la hermosura, esa que se posa en seres tan desnudos de significado en nuestros días. Seres de olvido que con su sola sonrisa sostienen la mirada del mundo, seres de compasión y dolor sujetando la belleza. Seres de silencio. Apacible y ameno. Sereno e infinito. Así es “Un dedo en los labios”. La historia de muchos olvidados, de aquellos seres tan llenos de vida y ensueño, de carencias y lamento. De Luz. Sólo se necesita pararse a mirar, oír el eco de su sencillo murmullo. Y siempre, desde el silencio.

(…)
LA LUISILLA
Era como un gorrioncillo, y siempre estaba sentada en la escalera, en un descansillo, contra la pared para no hacer estorbo; y miraba a todos con aquellos ojos tan grandes que le comían media cara y eran tan azules; tan rubio y sedoso su pelo, tan triste su sonrisa.
No tenía manos, y ponía sus muñones sobre el halda para mirárselos interminablemente; y, cuando los que pasaban por allí le preguntaban qué miraba, ella respondía:
_ Un pájaro.
Pero nadie veía allí, en su halda, un pájaro, ni nada, sino sus muñones. Aunque esto era porque no sabían que ella quería bordar un pajaro que había visto un día, con una corbatilla roja al cuello. Sólo que no tenía manos la Luisilla, pero ¡le veía tan bonito! Tal y como ella le bordaría, si pudiera.

EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE.

AÑO1983 DIRECTOR Peter Weir GUIÓN C.J. Koch, David Williamson, Peter Weir (Novela: C.J. Koch) REPARTO Mel Gibson, Sigourney Weaver, Linda Hunt, Michael Murphy, Bill Kerr, Noel Ferrier

Impecable. Esta película ha ocupado mi tiempo en esta tarde de domingo. No está nada mal. He vuelo a disfrutar con esta historia.

La trama narra la experiencia de un joven reportero Guy Hamilton (Mel Gibson) cuyo primer destino como periodista es Indonesia. El país está inmerso en una guerra civil, la intensidad de la información es palpable; las revueltas, la pobreza, el poco valor de cada vida… Allí conoce a Billy Kway (Linda Hunt) que será su compañero gráfico, que será la piedra de toque en la mirada de Guy. Trabajará al lado de Kumer, su ayudante, quien le va a recibir al aeropuerto, quien le enseñará el valor de la amistad, siempre por encima de cualquier ideología. También se verá arrastrado por una historia de amor de la mano de Jil Bryant (Sirgoney Weaver), funcionaria de la embajada inglesa.


Me ha impresionado Billy Kwan, interpretado por Linda Hunt, quien ganó un Oscar por esta interpretación: un fotógrafo nativo que será la sombra de Guy. Es una película para pararse absolutamente, quedarse en muchas de sus conversaciones. Yo aquí he elegido las que más me han impactado, pero sin duda, cuando la vuelva de nuevo a ver… me pararé en otras también sorprendentes. Os dejo algunos de esos trozos. Ha sido una estupenda película para el día de hoy, San Francisco de Sales, patrón de los periodistas.



Conversación entre Guy Hamilton y Billy Kwan. Se acaban de conocer. Billy siente que Guy puede ser el amigo…
 Billy _ Y la gente le preguntaba: Entonces… ¿qué debemos hacer?
Guy _ ¿Quién dijo eso?
Billy _ S. Lucas, capítulo 3, versículo 10. ¿Qué debemos hacer?... Tolstoi preguntó exactamente lo mismo. Incluso escribió un libro con ese título. Estaba tan indignado por la pobreza que veía en Moscú que una noche fue a los sectores más pobres y repartió todo el dinero que tenía. Usted podría hacer eso ahora. Cinco dólares son una fortuna para cada una de estas personas.
Guy _ No serviría de nada, no sería más que una gota en el océano.
Billy _ Ahmmmm… a esa conclusión llegó Tolstoi. Y yo no estoy de acuerdo.
Guy _ ¿Y cuál es la solución?
Billy _ Bueno, en mi opinión uno no deber ver los problemas de manera global, debe hacer lo que puede para aliviar las pequeñas miserias que se le presentan cotidianamente.
Guy _ ah…
Billy _ ¿Le parece ingenuo, verdad?
Guy _ Sí.
Billy _ La mayoría de los periodistas piensan así.
Guy _ Hemos de mantener nuestra objetividad.
Billy _ Típica respuesta de un periodista. Le deseo suerte. Mañana la va a necesitar. Váyase a casa y procure dormir.


... pero Billy Kwan llega a su propia reflexión sobre la persona que es Cuy Hamilton.  
"Eres capaz de traicionar. Es posible que me haya equivocado contigo. Abusas de tu posición de periodista y el riesgo empieza a emocionarte. Dibujas cuidadosamente una raya que te separa del mundo. Has convertido tu profesión en una especie de fetiche que imposibilita toda clase de relaciones duraderas porque crees que podrían entorpecer tu carrera… porque no sabes darte… ¿por qué no aprendes a amar? "




Conversación entre Kumer y Guy Hamilton.

Kumer _ ¿Soy un hombre tonto?
Guy _ No.
Kumer _ Entonces… ¿por qué he de vivir como un pobre toda mi vida?
(…) Se despiden.
Kumer_ Suerte. Cuando tome un café, piense en mí. Yo siempre sueño que estoy en un bonito café europeo tomando un café.

ESCRIBIR


Un escritor es...
... algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho porque es imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo de un libro que se está escribiendo. Es imposible. Es lo contrario del cine, lo contrario del teatro y otros espectáculos. Es lo contrario de todas las lecturas. Es lo más difícil. Es lo peor. Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, es eso. El libro avanza, crece, avanza en las direcciones que creíamos haber explorado, avanza hacia su propio destino y el de su autor, anonadado por su publicación: su separación, la separación del libro soñado, como el último hijo, siempre el más amado.
MARGUERITE DURAS


Hoy, día de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, dejo estas palabras que he encontrado apuntadas en un viejo cuaderno de los tiempos de universidad. Palabras que entonces me llamaron la atención, si no, no estarían en este Cuaderno de todo que aún conservo. Cuaderno que ahora titularía gustosamente, Cuaderno de entonces.

Son palabras que hoy leo y releo. Me apetecía compartirlas con la gente que a ratillos asoma por esta bitácora. Al fin y al cabo, para mejor o para peor, hemos sido contagiados por el gusanillo de las palabras. Por esa contradicción extraña y a veces sin sentido que es escribir.

LEJANÍA

“Las mujeres son la única esperanza de África, amigo mío... Sólo damos comida a las mujeres. En los hombres... No confiamos en esos idiotas ni para que nos digan si es de día o es de noche. No señor. Venden nuestras gachas en los mercados. Hacen que sus mujeres preparen bebidas fuertes con ellas. Compran cigarrillos, armas, chicas. Los hombres son unos inútiles. Las mujeres hacen los hogares, los hombres hacen la guerra. Toda África es una gran lucha de sexos, amigo mío. Y la mujeres son las únicas que se dedican a hacer el bien.”
Markus Lorbeer, en “El Jardinero Fiel” de John Le Carré




Cuando ví esta película por primera vez, me fascinó. Me enganché enseguida a la historia. Dejé pasar un tiempo, y me leí el libro. Y quizá porque ya sabía cómo acabaría la historia, o quizá por la falta de los colores de Africa, siempre quise volver a la película. Pocas veces ocurre así, al revés; que la película es mucho más un todo que la historia del libro. Inolvidable.

Hoy que la he vuelto a ver, resuenan aún en mi retina los colores de Africa. Todo su silencio. Allí, donde la vida se pierde entre un lamento de sonoridad insonora. Nadie parece oír. La vida vale muy poco en algunos lugares, para nosotros los occidentales, esas vidas valen muy poco allí y sin embargo, cuando puedes escuchar, te das cuenta de que es impresionante oír el eco de ese continente de dolor. El eco de la sonrisa africana. Más allá de los confines del mundo, resonará ese eco. Y seremos juzgados por ello. Por no oír lo que se nos daba. Por dejar pasar de largo la oportunidad que se nos ofrecía para estar al lado de ese sonido.

Y en esta mezcla de sentimientos, he recordado a la madre de silencio que ayer estaba ingresada al lado de mi hija. Su niño enfermo, su bebé en la cuna, y ella allí, tan ensimismada en el silencio. Madre africana de silencio_ me dije. No conocía mi lengua, evidente que yo tampoco la suya. Me limité a sonreír. Ella permanecía atenta a la la sonrisa que me salía cuando miraba a su bebé tan hermoso. Cómo me hubiera gustado poder cogerlo. No me atreví por miedo a romper una intimidad. Observé qué soledad destilaban sus ojos aun cuando sostenía al bebé en sus brazos. Sólo estuve unas horas a su lado en el hospital, mientras terminaban unas pruebas, luego mi hija y yo nos fuimos sin hacer demasiado ruido para nos despertar al bebé. Dijimos bajito adiós y ella sonrió. Se quedó de nuevo ensimismada en su silencio. Y pensé en lo pequeño que era todo lo que se le ofrecía, qué pequeña toda nuestra sanidad nacional, en relación a lo que había perdido. No le quedaban ya arrestos a su sonrisa africana. Las dos horas fueron de silencio entre gestos amables y sonrisas tímidas. Pero no hubo sonido de risas africanas, no las pudimos sentir. Fueron tragadas por el silencio, y quizá también, por el miedo. Desde su silencio, todo le tenía que parecer hostil, lejano e insonoro.


SIN COMENTARIOS

Me lo ha dejado en el correo la princesa del guisante, ANA .

PUES ESO...

... ATREVÁMONOS.

Vida. Comunicante. Activa. Transformadora. Unidad de acción. Consciencia de la vida. A la vida la unidad le viene de la experiencia. Vivir es actividad incesante aun en la quietud. Transparencia. Búsqueda. Aceptación y resistencia. Transformación y perseverancia. Accion y conservación. Tú y yo. Género y número. Matemática y gramática. Intuición y evidencia. Cosntrucción y reconstrucción. Recuerdo y olvido. Permanecer y decir adiós. Ruido y silencio. Ser y no-ser.

TODAS LAS MIRADAS DEL MUNDO.


COMUNICAR

Un amigo que tiene un blog, en una de sus entradas, se hacía a sí mismo la pregunta de si padecería algún tipo de adicción porque se dio cuenta de que cuando algo le gustaba o le llamaba la atención sentía la necesidad de compartirlo, de escribirlo en el blog, de comentarlo en el facebook, de colgarlo en el youtube. Decía que se había preguntado sobre esta cuestión de las adicciones porque había ido al cine y necesitaba comentar la película que tanto le había gustado en el blog.

Yo respondía en mi pensamiento a la vez que leía su entrada. ¿Es la necesidad de comunicar una adicción? Pudiera ser, pudiera ser una adicción que padecemos los que tanto necesitamos contar, escribir, filmar…

… y a la vez iba recordando las cosas necesarias que se necesitan para ser un buen periodista…

_ Interés por las cosas que le suceden a tu tiempo.
_ Capacidad para saber expresar esas cosas que suceden.
_ Necesidad de contarlas. No poder estar callado una vez que las has estructurado en el pensamiento. E incluso sin estructurar, que a veces es imposible.

Quizá, quizá, amigo Xabi, se trate de una adicción, no lo sé. Lo que está claro es que si nos conocimos donde nos conocimos… es porque esa adicción, o como quieran llamarlo, la teníamos dentro. Y nada tiene que ver con el medio que hoy utilices, si es un blog… el FB… o la cámara que llevas contigo casi siempre. Esta necesidad de querer contar nos viene ya de hace mucho tiempo. Y nada tiene que ver con el medio que al que hoy te enganchas, la adicción, quizá, ya estuviera inoculada, muchos años atrás.


p.d.: Dejo esta canción que me encanta; sus notas sostienen todo lo que aún está por vivir y por contar.
Y se la brindo especialmente a las personas que están detrás de un blog. A todas.

TARDE DE DOMINGO


La tarde del domingo acaba siendo siempre una tarde melancólica, a veces sosegada, otras no tanto, sobretodo si estamos en invierno. Las tardes de domingo son una especie de tiempo ausente, se diría que pasan sobre nosotros como desasistiéndonos; como si nos dejasen huérfanos de algo que no sabemos muy bien qué es. El tiempo no tiene objetivo, meta, y transcurre en un ir haciendo las cosas que se dejaron pendientes, para las que no hemos encontrado tiempo, por lo general son aquellas que nos da más pereza acometer. En mi caso, los domingos, en su mayor parte, acaban con una tarde de limpieza. Y no siempre acaban tan ausentes como empezaron.

Y no es siempre aburrido, poner la casa en orden es una especie de poner al orden también los pensamientos. No acometemos las tareas rígidamente, con obsesión de ser totalmente exhaustivo, empeñados en reflejarnos en cualquier superficie. Son tareas que se van haciendo a salto de mata. Y entre salto y salto hay pausas, tiempos de parada en los que te quedas mirando un libro que leíste hace tiempo, un jersey que nunca tiras porque tiene mucho sentido, te encuentras unos apuntes que andabas buscando… aparecen las cosas desaparecidas como por arte de magia. Y así, entre cosa y cosa, saltas de pensamiento en pensamiento.


Recuerdas muchas cosas que te han sucedido, también, a personas que conociste y que por el discurrir de la vida están en diferente escenario, a algunas especialmente las echas de menos. Y poco a poco te instalas en el presente. En los silencios que le suceden en el día a día de tu vida. En las veces que has tendido la mirada al otro y no encontraste el eco de ningún sonido. Muchas veces te preguntas por ese silencio. Cómo es posible negarse a alguien que ha salido a tu mismo camino, cómo es posible no percibir su mirada; y si la percibes, renegar de ella sin tan siquiera ofrecerle la oportunidad de darse a conocer. Nos lo han hecho, y probablemente, también lo hicimos. Muchas veces me pregunto por qué no estamos interesados en el otro, en ese otro igual que nos encontramos y al que preferimos obviar. Es sorprendente.

Hoy, con buen ritmo de fondo, también he recordado a las personas que hace veinte años comenzábamos un periplo; la universidad. El tan criticado facebook ha sido un estupendo regalo de enero. Los Reyes Magos efectivamente existen. Abrí una cuenta en dicha red social por curiosidad y ¡voilé!... ahí estaban muchos de los de entonces. Y esta tarde, a ritmo de balleta, he recordado a muchos de ellos. Ha sido formidable poder volver a estar en contacto… y saber que está la posibilidad de ese reencuentro. A ritmo de balleta, he rememorado las personas que entonces conocí. Y me alegra infinito haber vuelto a saber de su vida, de saber instalado en mi ordenador la posibilidad de saber, de enviar un salido, y de hacerles saber que se está, que aún se está en la batalla.

Entre lo uno y lo otro, se ha ido acabando la tarde. Y como aún me queda por hacer la cena, a saber qué retahíla le saldrá a mi pensamiento, por qué enredaderas del recuerdo se quedará amarrado. Porque a mí, la mente, se me desabrocha especialmente si cocino con tranquilidad. Así que… a saber por dónde acabarán rondando estos pensamientos de domingo, en esta tarde lluviosa y como olvidadiza del domingo. Eso sí, la hemos pasado con muy buen ritmo. Os dejo una pequeña muestra de lo que sonaba entre balleta, mopa, trapo del polvo y limpiacristales.


INQUIETUD


Vivir es buscar, dejarse llevar por los múltiples despistes que nos han llevado a otro camino, analizarlos detenidamente por inesperados, también por sorprendentes, y atravesarlos conscientemente. Vivir es admitir el error de lo que una vez quisimos con tanta conciencia, es admitir la libertad de nuestra voluntad equivocada. Vivir es embarcarse amablemente a pesar de las intemperancias de nuestras vidas. Es también apalancarse en esos instantes de equilibrio vividos con esa mezcla extraña que le dan el vértigo y la quietud.

Vivir es un viaje. El viaje hacia el que navegas desde tu libertad. Despistados o no, estamos donde hemos elegido estar.
No es fácil viajar, tampoco es fácil vivir. Y sin embargo, no podríamos prenscindir de ninguna de las dos cosas no siendo a costa de quedar instalados en el gris. Aún así, tarde o temprano buscamos, o nos llega sin buscarla, una ráfaga de color que acaba desequilibrando el escenario. Inesperadamente, todo cambia de significado. Entonces es cuando enciende motores la voluntad. Y un día, de repente, te encuentras en un lugar desconocido; ese lugar al que necesitabas llegar, pero eso a priori no lo sabes. Tienes que recoger la vela de tu barco, dejar que la marea te meza, y volver a calzarte las botas. Más adelante ya se verá y se perfilará el tiempo con su significado, con ese significado que tienen las cosas exactas. Sabrás en esos momentos el verdadero contenido de tu nombre.

Sucede a veces. Pero para ello hay que saber qué intemperancias merecen la pena ser vividas. Y vivirlas a pleno pulmón, a pesar del abismo, a pesar de ese desconocimiento del lugar en el que al final nos encontraremos.



INFINITUD

Os propongo un rato de silencio ante estas imágenes. Que dejéis latir sólo al ruido de vuestro pensamiento acompasado por los sentimientos que la infinitud provoca en vuestra alma. Y yo me pregunto... ¿estaremos solos ahí? Siempre, siempre late en mi pensamiento esa esencia de la búsqueda. Ese saber si hay un otro que también nos busca. Y me quedo pensando en lo necesario que es siempre el regreso, más aún ante viajes que son como el infinito: insondables.

Es preciosa esa pequeña bola, vista así, desde ese espacio que sobrecoge. Esa redondez que tiene un latido tan impactante que habita el dolor y la alegría a la vez.

¿Y tú, qué sientes ante semejante infinitud?

ARMARIOS DE SILENCIO



Un día, cuando menos te los esperas, salta la liebre. Caminas en tu ir y venir de los días rutinarios, vas embebido de tu realidad constante. Esa realidad que está hecha de gestos pequeños, de actividades cotidianas, de miles de situaciones con poco sonido, a veces también de esfuerzos titánicos, y sin embargo, inevitablemente sucede: te encuentras con el no olvido. Te encuentras de frente con un armario invisible, intemporal, eterno. El armario donde fuiste colocando cada uno de los recodos de tu imaginación. Y mientras, la vida iba fluyendo, avanzando, dándote aquello de lo que jamás hubieras podido prescindir mientras ibas colocando en el estante de silencio aquello que te hubiera gustado ser, y que ahora aún permanece ahí, latiendo con su silencio. Eso que late, eso que ahora te es dado poder sentir.

Ahora, frente a ti, todo el recuerdo de lo que un día quisiste, la nitidez de todos aquellos proyectos que inventaste, ideas que ibas recreando en los inicios de cada sueño, de cada noche. Y más que nunca eres consciente de que en aqquel tiempo, sólo estabas aprendiendo a jugar con las palabras, y sabes (entonces también lo sabías) que ellas te elevaban muy alto, por encima de horizontes infinitos, de cimas ensoñadas, y ahí, en ellas, todo tu querer ser sin un perfil concreto, sin concretar. Ilusión, posibilidad, proyecto, futuro. Estabas esperando el porvenir.

Y ahora, sin haberlo pensado, te encuentras frente a ti esos instantes infinitos en que te haces consciente del silencio de la vida, de su inteligencia, del valor que en el presente tiene el armario de las posibilidades, cada una de ellas, en su reposo sin sonido, sin estridencias, reposo sereno. Hoy, abres ese armario en que estante a estante fuiste colocando tantas cosas que has ido dejando porque la vida, en su devenir, se iba complicando. Visión inesperada la de cada instante de todo aquello que parecía olvido, pero era eso, solo lo parecía. Y no sabes qué hacer con tantos sentimientos reencontrados, con tantas posibilidades, con tantos silencios que aún están para ser sonido… así, todo ello tan desordenado y a la vez tan colocadito. Armarios de silencio.

El reencuentro ha sido un estupendo regalo de este año 2010. Es cierto, una vez más, llegaron los Reyes Magos; sólo que me ha tocado abrir los regalos un poquillo más tarde. Esta vida es sorprendente. Y me quedo pensando en el reencuentro de todo aquello que se guardó en cada una de esas estanterías. Y observo con emoción su silencio, su permanencia, su no olvido, mientras me sujeto firmemente a todo ese silencio que lo sostiene, a la certeza de que aún es posible ser aquello que aún no somos.



... It's in this room right now
and you've got to fight to
make what's right.
You've got to fight to
make what's right.
You've got to fight to keep
your legendary love...



NIEVE

Sigue nevando. Ojos infinitos que miran la nieve con alegría, esa es la diminuta Ana, estaba feliz por la nieve. Y yo, que me dejaba contagiar. Sorprendentemente. Es bonita la nieve a su lado. Me gusta la nieve si oigo el sonido alegre de su risa, esa risa que a primera hora ya late nada más ver lo blanca que ha amanecido la mañana. Había nevado durante toda la noche y ella votaba de alegría. No había prisas... era el tiempo de vacaciones. Y te dejabas llevar... por ella.

El calor en casa. Afuera todo blanco.
Y un sonido de silencio... cada uno metido en su libro, se lee mucho cuando hay nieve en las ventanas. Era bonita la nieve así, en silencio, al lado de los cinco chiquillos que durante estos días le han puesto sonido a la casa. La nieve vista así, desde este lado de la ventana, se antoja risueña, alegre, cálida. Cada uno de nosotros habitaba infinitos espacios, cada uno sumido en su lectura, y de vez en cuando nos dejábamos alcanzar durante unos segundos por la nieve, justo en ese instnate en que los ojos se tornaban hacia la ventana. Luego se volvían a recostar sobre las palabras de la historia que estábamos habitando, pero se nos quedaba la retina teñida de blanco. Y en los labios una sonrisa.

Sigue nevando. Se me ha quedado en la retina el color blanco de la nieve; infinito, y risueño. Veremos a ver si pienso lo mismo mañana... porque sigue nevando. Y sigue...