_ Qué extraño eres... Te han pasado cosas como para estar amargado y desencantado, y sin embargo, no eres infeliz, quiero decir, interiormente. ¿Me equivoco?
_ No.
_ Pero entonces, ¿qué te consuela?
_ La certeza de mi libertad interior,_ respondió Maurice tras un instante de reflexión_ que es un bien precioso e inalterable, y de que conservarlo o perderlo sólo depende de mí. De que las pasiones llevadas hasta el extremo, como ahora, acaban por apagarse. De que lo que ha tenido un comienzo tendrá un final. En una palabra, de que las catástrofes pasan y hay que procurar no pasar antes que ellas, eso es todo. Así que lo primero es vivir; Primum vivere. Día a día. Vivir, esperar y confiar.
* Párrafo de Suite Francesa, novela de Irène Nemirovski.
Suite francesa es la mirada sobre el ser humano, sobre su comportamiento ante las circunstancias históricas en las que le es dado vivir. Es el hombre en sus infinitas posibilidades. El ser humano dibujándose como un ser único que sobrevuela por encima de cualquier ideología, nacionalismo o percepción del mundo. Es la libertad de ser por encima de la realidad que nos ha sido dada, y de cómo el sufrimiento, nos da la medida del exacto yo que somos. Ese yo que como decía Vitor Frankl, ha creado las cámaras de gas, pero también es ese se que ha entrado en ellas, musitando una oración.
Suite Francesa es una obra inconclusa, Irene Nemirovski no pudo terminar nada más que dos partes de las cinco que imaginaba. Le fue arrebatado su tiempo. Murió en Auschwitz, en 1942. Detrás de sus palabras se intuye una persona inteligente, sensible, y capaz de mirar la vida que le rodea con la sabiduría de la distancia. Me ha conmovido su historia personal de una manera intensa. Y pienso en las historias personales jamás conocidas de Auschwitz. Y de lo necesario que es el no olvido, para conocernos un poco mejor; no, no somos tan grandes, ni tan sufridos, ni somos ejectures de una vida ejemplar. Yo al menos en mi circunstancia, sé que no lo soy. La memoria del pasado delimita mejor nuestro presente, y con ello, nuestro propio ser.
Hay una verdad ineludible en su palabra; somos biografía. Somos consciencia, podemos ser excelsos, pero también absolutamente lamentables. Seres honestos o seres detestables que se van delatando en momentos clave. Personas que muestran su medida exacta en los instantes de crisis y necesidad. Es una novela profunda y conmovedora, de una sensibilidad latente, de una inteligencia sincera, y de una capacidad de observación exquisita. Un libro escrito por alguien que tan siquiera llegó a conocer el final de la atrocidad que le tocó vivir. Y la imagino, inteligente como era, musitando una oración...
Esta lectura ha sido un pequeño tesoro para este otoño que se ha presentado tan así; tan lleno de cosas, de quehaceres, de carreras y también, de lecturas. No es el primer regalo del otoño, ni será el último. La lectura vuelve a ser hoy, como esos pequeños pasos que sin apenas ser sentidos, nos encaminan hacia orillas comprensibles, hacia ese lado que es nuestra verdadera orilla, tan poco visible a veces en la retina del ojo que observa el día a día, sus carreras y sus prisas.
Sé que apenas estoy aquí. Escribir me resulta imposible. Quisiera poder transcribir todo eso que mi mente sujeta, todo lo que mi cabeza va procesando y que me temo quedará perdido. Sé que este batiburrillo de ideas y sentimientos diarios habitará en el silencio y en la no-palabra. No importa. También tenemos que aprender a desaparecer, a no respirar, a ser ameba. Es muy difícil a veces abrazar la palabra que sostiene eso que sentimos. Hoy, ese mirar una hoja en blanco y sentir la inconsciencia de las propias palabras revoloteando el pensamiento es mi presente, y parece una limitación. Pero sólo es apariencia. Esa palabra perdida que al no poder decirse parece un vacío vive conmigo, pero no la siento como un lastre. Es simplemente mi silencio. Un no espacio para ningún hilo del que poder tirar. Aunque no esté y parezca perdida... sólo es silencio.
*Saludillos a todos lo que habéis estado por aquí, aunque yo apenas hubiera estado.
...yo me conformo con los saludillos, y según de quien vengan me reconfortan aunque suenen como de lejos. Puede que no nos demos cuenta, pero que estemos en el pensamiento de alguien ya es mucho... que luego se de la circunstancia de escribirlo, o de transmitirlo, no deja de ser una circunstancia al margen de que estemos...
ResponderEliminarUn Abrazo fuerte Ana!
Recuerdos a Diminuta.
(en la mente, y en la escritura...)
¡¡¡Alabaaaaado sea Dios!!! Pero jamía... Mira que te ha costado jajajaja... Pero, claro, como lo bueno se hace esperar... aquí llegas pisando fuerte. Una entrada magnífica, ana.
ResponderEliminar"Es la libertad de ser por encima de la realidad que nos ha sido dada, y de cómo el sufrimiento, nos da la medida del exacto yo que somos" Con esto hay tela para tiempo.
Gracias por volver, mi querida amiga leonesa. Te he echado mucho de menos.
No has podido elegir mejor tema para reiniciar tu blog que la "Suite francesa", una delicia de lectura.
ResponderEliminarFeliz domingo¡¡¡
Me ha encantado y más tenerte de nuevo por estos lares.
ResponderEliminarUn abrazote utópico, Irma.-
La compré para el verano, pero había demasiado ruido para concentrarse. Ahora en plena vorágine otoñal, es complicado. Me la he llevado al silencio del hotel, por si estos tres días me da tiempo a hincarle el diente, porque ¡promete! Bienvenida, me alegra mucho encontrarte en tu casa. Besos
ResponderEliminar"Personas que muestran su medida exacta en los instantes de crisis y necesidad"
ResponderEliminarBienvenida de nuevo, y ya sabes que el silencio no es incomunicación, simplemente es silencio.
Un abrazo
Gracias por estar del otro lado. Es un placer leer cada uno de vuestros comentarios.
ResponderEliminarGracias.