DESCANSO






FELICES FIESTAS!!!
Y PRÓSPERO AÑO 2011

NAVIDAD.

Era un día de niebla suave. Te acercaste lentamente hacia el Misterio, hacia ese Belén tan hermoso que adorna la plaza de tu querido pueblo; con sus animalillos vivos colocados en pequeños establos para que no tengan frío, el puente, el ruido del agua, allí, en plena Plaza Mayor. Escenario de Silencio. Y de repente viste los ojos de María. No te pudiste desenganchar de ellos ya.

Allí, en aquel pobre establo, representada la Luz del Mundo, María miraba con sus ojos de profundidad incontable a Su Hijo, lo sostenía en sus brazos acunándolo con suavidad, y de sus labios además de una sonrisa que parecía sostener la esencia de lo eterno, salía un sonido de silencio, una nana jamás antes entonada, apenas susurrada.

Ella sólo se sentía madre. La Luz del mundo ante sus ojos, pero ella sólo se sabía madre. En los ojos de María quizá esté el secreto, esa forma de posar la mirada para ir rectamente hacia el corazón de las cosas. Ella no se engrandeció, no se sintió la Reina de los Cielos. Allí, en aquel pesebre, su corazón latía de amor de madre silenciosa. Su pobreza no era tal, ella sabía que lo tenía todo. Y sacó un mantillo de algodón para envolver bien al Niño, y unos borreguitos muy mullidos. Removió también la paja del cajón que servía de cuna. Nada le faltaba a ese Niño que nació tan pobre, allí, a su lado, estaba Su Madre. Y Ella, la más grande, sólo se supo entender como una madre más. Si pudiéramos tener la mirada de María, si pudiéramos sostener nuestros ojos como ella sostuvo los suyos, seríamos entonces capaces de sujetar firmemente la vida de nuestros hijos. En Su mirada se sostenía todo el Amor y la Libertad del mundo. Ojalá puedan nuestros ojos ser contagiados con semejante semblante: poder habitar el amor y la libertad en nuestra mirada. Poder mirar a nuestros hijos así, desde la libertad de la que son dueños, desde el amor que tan hondo nos nace. Suceda lo que suceda.


Seguía la niebla. Hasta te parecía oír el tambor de un pastorcillo, de ese chiquillo saltarín que con su viejo tambor, hizo sonreír al Niño. Pero en lo que más te quedabas, en lo que pensabas ante la escena de aquel pesebre, era en María, en cómo sería Su mirada en ese primer momento en que acogió a Su Hijo, en ese momento en que tendió sus brazos hacia el Niño y le miró a los ojos, en el primer encuentro entre esas DOS MIRADAS: ¿Cómo serían cuando se posaron por primera vez? ...

... ¿Cómo sería la profundidad en los ojos de María cuando se encontró por primera vez con los de ese Niño que un día le anunciara un ángel?


(...)

Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.



*Esta entrada fue ya publicada el año anterior, la vuelvo a repetir.
No quiero que este día especial, en el que he estado muy atareada,
pueda pasar desapercibido en mi blog. :)

¿NAVIDAD EN EL LOGO DE GOOGLE?


Sí, sí. He abierto todas las ventanas de las postales. He mirado en todas ellas dos veces, pensando que no lo veía bien.Y mirando, he encontrado paisajes preciosos y colores que evocan la alegría de estos días; dibujos que representan ricos postres en la sabiduría culinaria francesa, nieve adornada con los colores de los edificios rusos, un cielo precioso en el Partenón de Grecia, la muralla china cubierta de lo que parecen fuegos artificiales, la alegría de la música mejicana, el colorido y pausa de las sonrisas y los bailes orientales, la paz de dos musulmanes en una noche en el desierto al lado de una pequeña vela, o puede que sea incienso, la apacible Venecia iluminada de mil colores, una mesa preparada para reunir a varios comensales que desean compartir su alegría, y cómo no, al divertido Papá Noel repartiendo sus regalos incluso parece oírse el inconfundible sonido de su voz: ...  ¡¡¡ ho, ho, hó!!!

Y???????????????????????????????????????????????????????????

¡¡¡...  No he encontrado al Niño Jesús!!! Ese Niño responsable primero y último de la Navidad no está. Tampoco los humildes pastores que fueron rápido a darle cobijo, ni la mula ni el buey. Tampoco el tamborilero. Nadie está. ¿Alguien me ayuda a encontrarlos, por favor? Y me ha sido inevitable pensarlo de nuevo, una vez más lo afirmo. Siento mi acritud en la víspera de Nochebuena, lo siento, pero lo digo: estamos rodeados de anormales. Y esto me recuerda a una pavisosa de esas que son famosillas en la tele por nada, una que un día dijo que en su casa siempre se ponía el árbol de Navidad porque era lo que mejor la simbolizaba la Navidad. _¡Madre mía!_ pensé, _ ¿Esta pobre no ha visto en su vida un Belén o qué?_ Lo dicho, estamos rodeados de ignorantes. Porque mira que hay que ser ignorante para olvidarse en Navidad del Niño Jesús. Cualquier niño de los primeros cursos de primaria es más coherente que todos nosotros juntos.

Seas cristiano o no, la Navidad siempre será la Navidad. Tanto si la celebras por el mundo, como si no, no te olvides de recordar lo que realmente significa; te lo creas o no es la mismísima Natividad del Señor. Eso es lo que es la Navidad, es lo que celebra. Anda que... vaya patinazo. Creo que Google dejará de ser mi página de inicio... ay, ay, ay. Aunque bueno, voy a esperar... seguro que mañana, mañana... aparece un Niño Precioso. Sí, sí, será eso... que aún no ha llegado el día ni la hora exacta. Esperaré a mañana, que es la Gran Noche. Me niego a creer que Google sea tan ignorante y olvidadizo como la teleñeca esa que pone el árbol todos los años por Navidad. Por cierto, yo también lo pongo, el árbol, ...eh? y en él dejo colgados los deseos y la mirada de la gente que me importa. Muaks. Luego el Misterio hará el milagro. Es Navidad, :)

IN MEMORIAM

Tenía en la memoria esta entrevista a Miguel Delibes de Castro, y he querido dejarla aquí en estas fechas  entrañables, vividas en familia. Me encantó. Me gustó el recuerdo tan maravilloso que deja el biólogo de su padre; el gran escritor castellano. Es una  corta y entrañable entrevista. Miguel Delibes Jr. rememora los últimos años del escritor; ese tiempo de vejez en que quizá ya es muy difícil acometer la ilusión por algo, un tiempo en que quizá la biología por sí misma no es capaz de empezar algo sin el empuje de los otros. Austeridad, emoción y permanencia. Así es su testimonio de hijo. Sobretodo cuando habla de lo que supuso escribir al lado de su padre ese libro; La tierra herida. Libro que habla del futuro que heredarán nuestros hijos.

La entrevista es emocionante por todo ese "adentro" que se narra, esa admiración de un hijo hacia su padre. Pero lo que realmente llamó mi atención, y lo hizo muy especialmente, es la enorme capacidad que a veces tenemos los hijos para crear un escenario y un tiempo que tenga totalmente entretenido a nuestros padres ya mayores. La generosidad de meternos en historias que quizá no nos importen mucho, pero que ilusionan a nuestros padres. Ese inventar cosas; ahora vamos a hacer esto, o mejor no, mejor hacemos aquello otro. Y le pones tanta emoción, que a ellos no les queda más remedio que dejarse arrastrar. Y se dejan arrastrar, eso no lo dudas, porque te quieren. Y como tú sabes eso, pues te inventas una labor, un recado, una receta, una necesidad o un libro. Qué enorme acicate es entonces para ellos sentirse útiles. Saberse necesarios cuando ya piensan que lo único que son es un trasto un poco torpe, despistado y que no tiene muy claro qué hacer en el tiempo de su presente anciano. Todo late en esta entrevista: la generosidad, el agradecimiento hacia las personas que un día nos lo dieron todo, la disponibilidad, la mirada, las manos. Ese saber estar cerca de esas personas que cuando abrigaban tu mundo de infancia, eran ya espejo. Porque tú querías ser así, como ellos; valiente, fuerte, listo, grande. Tú querías ser así como ellos porque sabías que ser grande era así; ser ellos. Y decías orgulloso esto y aquello, _ Pues mi padre es... _ y presumías, _ Mi madre sabe... _ Y luego has tenido a tus hijos, y recuerdas a todas horas su ejemplo: es cómo que había sido tu infancia para poder repetirla un ratitco, para poder dejar a tus hijos al menos la mitad de lo que te dejaron a tí. Porque fue mucho lo que te dieron a tí tus padres, sí. Tú querías se como ellos. Querías ser mayor desde su ejemplo.

Es enorme el recuerdo que tiene Miguel Delibes Jr. de aquel tiempo en que compartía con su padre el proyecto de un libro sobre la tierra, esa Tierra a la que tanto amó su padre.  Y tuvo tanto sentido para la vida del escritor, que para animarlo ya a sus 84 años y una vez terminado el libro, se hablaba como medio en bromas de la necesidad de inventar otro. Otra cosa. Es grande este tipo de generosidad que algunos hijos fabrican para sus padres, y pienso, también, que muy escasa. Hoy vemos mayores muy solos, demasiados solos.

Me ha encantado la personalidad de este hijo de Miguel Delibes; por la pasión aún infantil que siente hacia su padre, y también, por ese gran amor que ha sabido tener a lo largo de su vida por su profesión; la biología. Esa pasión con la que habla del Parque de Doñana es indescriptible. Se le nota muy metido en y por lo que hace, por esps proyectos que en su vida ha acometido como biólogo. Sin duda, el sabio Miguel Delibes, ha sabido dejar huella en sus descendientes. Es emocionante saber que su obra siempre estará, y también su misma mirada sobre el mundo, que permanecerá además de en sus libros,  en las acciones y vidas de quienes le suceden.

Es una entrevista muy cortita, pero es en sí misma un todo. Por el recuerdo del escritor, y por los valores que en esas respuestas se transmiten. Sin duda el escritor tenía que sentirse inmensamente afortunado con sus hijos. Gracias, Miguel Jr., por tu testimonio.


Gracias Miguel. Yo soy hija de la Tierra.
Los ojos de mi padre han levantado ese cielo, de tanto mirarlo...
y lo cotidiano es el escenario de mis sentimientos. Gracias por tu palabra.

MI AMIGA LA CONDESA.

Y bien doy fe de ello; ella es así. Mi amiga la Condesa siempre sonríe, y su risa es como el cristal. De eso me pude dar cuenta enseguida, en el mismo momento del encuentro en un Madrid soleado y siempre acogedor. A su lado el reír humano me pareció la más excelsa de las bellezas. Ciertamente la sonrisa ilumina el rostro y deja salir el alma. Y te reencuentras, no sabes muy bien con qué, pero te sientes ante un descubrimiento. Eres más y mejor. Al lado de alguien que ríe te sientes en casa, aunque tu casa en verdad se halle a cientos de quilómetros. Mi amiga la Condesa es así; cristalina, cálida  y sonora. No he olvidado su sonido, tampoco su ritmo, y estoy a la espera de un nuevo reencuentro. El reconocimiento de las miradas es así, y siempre surte el mismo efecto; ya en la despedida, te recreas en la intuición de lo que será el nuevo reencuentro. Y ese es uno de tus deseos; volver a compartir una cervecita, unas tapas, y una conversación en cualquier tasquilla madrileña con esa risa y el sonido de esa voz. O buscar a su lado lugares nuevos; por ejemplo un Barrio Húmedo de conversaciones abrigadas. El lugar, quizá, es lo que menos importa. Lo que en verdad se quiere, se espera y se desea es la conversación. Esa que está aún pendiente... pero que late por ser verdad.


*Condesa, a pesar de mi silencio... NO OLVIDO. Nos reencontraremos... :)

TAN SOLO UNA TARDE.

Y si estuvieras aquí conmigo esta noche, yo sería feliz y tú lo sabes. Estaría mejor también la luna, ahora más pequeña que nunca. Se quedaría a un lado también la nostalgia que desde lejos regresa para llevarme. De nuestro amor sólo queda  un rastro que el tiempo borrará. Nada sobrevivirá. No te olvides de cada una de mis costumbres,de mis gestos, de la forma de mis manos. Estuvimos juntos y no es un pequeño detalle. No te olvides nunca de mi, de esta historia que no ha sido escrita. A veces todo se consuma un poco, y sin preaviso se vá. No te olvides nunca de mí... mañana.

¿ES SÓLO UN REY MAGO?

Educar en la autonomía me parece algo básico. Saber que nuestros hijos van a tener la capacidad de defenderse solos, que van a manejar los acontecimientos de su vida con seguridad a pesar de la incertidumbre o de que les tiemblen un poco las ideas. Que serán por ello capaces de ser responsables ante los acontecimientos de su vida, pues son conscientes de que ellos, y sólo ellos, son los ejecutores de sus actos. Y creo, rotundamente, que una capacidad así se construye paso a paso y durante largo tiempo; exactamente el tiempo que dura toda su infancia y adolescencia.

Hoy todo se lo ponemos muy fácil a los niños. El jueves pasado, al salir del cole, mi hija me llama por teléfono al trabajo. Me comenta que tiene que ir a comprar arcilla blanca para hacer una figura del Rey Gaspar, que es la figura que le ha tocado para hacer un Belén en clase. Yo me puse un poco nerviosa, ya se sabe, las culpas de las madres trabajadoras por no estar siempre al lado de sus retoños. Tranquilamente (al menos eso intentaba transmitir) le dije que fuera con el abuelo a comprar lo que necesitase. Como ella no sabía bien por donde empezar me preguntó que qué compraba. Yo le dije que lo que viera necesario, nada más. Y le orienté. Le dije que comprara la masa, o que también lo podía hacer con plastilinas de colores. Que mirara primero qué cosas tenía en casa para saber qué cosas necesitaría comprar. Terminamos nuestra conversación y ella se quedó con su tarea y yo con la mía.

No voy a mentir. Estuve pensando todo lo que quedó de tarde en cómo se las arreglaría ella sola, al fin de cuentas el abuelo qué sabría de nada de esto. Él ya hacía bastante con llevar los euros y acompañarla a la tienda. Me emociona pensar en esa estampa, los dos gestionando la compra.

Sinceramente, me sentía fatal por no poder estar a su lado echándole una mano esa tarde. Para tranquilizarme un poco pensé que si no le quedaba bien, yo le ayudaría a mejorarlo un poco... si se podía y la masa no se había secado del todo. Aunque mucho tiempo no había, pues yo hasta las diez y media de la noche no terminaría mi guardia. Y aunque pensé que verse sola en cosillas así le venía muy bien, pues esto de verse solita ante la responsabilidad de pequeñas cosas es una afrenta, sabía que ella no lo vería tan positivamente como yo. Para ella no eran simples cosillas; tener un Rey Gaspar hecho para el día siguiente era una gran responsabilidad. Era su tarea.

Cuando llegué a casa, me encontré el Rey Gaspar más bonito que he visto en mi vida. Perfecto. Era el Rey realizado por una niña de 10 años. Y esa perfección infantil era entrañable. Mi admiración fué total, pero a ella no le contagié mucho. Yo no hacía más que mirar lo bonito que era, y le decía a Diminuta que qué bonito el cofre, y el pelo, y las manitas... pegamos un poco un bracito porque parecía que se iba a caer, pero era un Rey perfecto. Ella no estaba muy convencida, pero yo le dije que era precioso, porque lo había hecho ella sola. Le había puesto bolitas de collares a la capa que le daban majestuosidad, el pelo era ondulado, las manitas preciosas, el cofre con sus detalles dorados... todo. Lo tenía todo. Y lo había hecho ella sola. Y que eso era lo más valioso. Que ella sola se las había ingeniado para buscar el material, darle forma, buscar la pintura adecuada... colocar las bolitas, pintarle los ojos, la boca, hacerle una corona preciosa. Y que había dejado la cocina igualita a como estaba antes de empezar su obra. Todo recogido. Le dije emocionada que era una niña increíble, y que el Rey era el más bonito del mundo. Ella no estaba muy convencida...

Al día siguiente, cuando fuimos al cole, llevaba su Rey con toda la emoción. En una cajita para que no se tambalease, y sujeto con las manos y todita la mirada para que no se rompiera.  Me despedí de ella con un guiño y con un susurro (la emoción noñísima que sentí no la cuento, me la reservo), le dije: eres genial.

Cuando regresó del colegio le pregunté que qué tal todo... Ella seguía pensando que su Rey no estaba muy bien. Que los otros dos Reyes del Nacimiento estaban mejor. Y yo le pregunté que quién había hecho los otros Reyes. Me contestó; Fulanito y Menganito, pero se lo hicieron sus papás.

Y le dije que precisamente por eso no estuviera triste. Que por eso el suyo era el mejor, porque era obra SUYA, sólo suya. Y que eso es un gran valor., Que ahora ella no se daba cuenta, pero que ser independiente es un valor muy necesario. Yo no sé si me habrá entendido toda la retahila que le solté. Y me pregunto si todo esto de la autonomía lo valorarán también en el cole, porque tengo la sensación de que hoy, a los niños, se les encargan tareas no para que ellos las desarrollen desde su independencia, sino para que las hagan muy bien. Para que lleven una labor casi perfecta, y que lo que menos  va a importar es quién realiza de veras esa labor. Exactamente pienso que muchas de las cosas que les mandan hacer es para que las hagamos nosotros (y quiero pensar que lo que buscan es que estemos con ellos, prefiero no pensar tergiversando las cosas). Pero por otra parte me parece un error, porque en lo que hacemoa los padres, ponemos siempre nuestra perfección adulta, y se pierden todos esos detalles que la mano de un niño es capaz de darle a las cosas. Y lo digo en serio, que no es pasión de madre, (o sí, claro que lo es... por supuesto, pero esto no disminuye la perfección de su obra); era el Rey más entrañable que he visto jamás. Y es seguro que el Niño Jesús está encantado de ver llegar al pesebre a un Rey así.

Deseo de corazón que los profesores valoren la capacidad de los niños: esa autonomía que tienen para ser responsables de sus cosas, de darles el cariz y la perspectiva que sólo su mirada tienen, pues ya solo por eso, son obras perfectas. Que se valore su capacidad de creación, que aunque no es esa perfección de un adulto, siempre va mucho más allá. A veces esa esa no-perfección es lo más grande, pues en ella están impresas la mirada, la sonrisa y el amor que sólo nuestros hijos son capaces de sostener. Siento mucho no poderos enseñar el Rey Gaspar de la clase de 5º A porque no me dió tiempo para pensar en hacerle una foto. Pero la tendréis, eso es seguro, porque lo pienso fotografíar. Solito y formando parte del Belén. En ese Rey están los ojos, el pensamiento y las manos de mi Diminuta... ¿puede haber algo más grande? Para mí no.

TE QUIERO DIMINUTA,
Y ME ENCANTA TU DIMINUTA AUTONOMÍA.
Observar cómo te defiendes solita debajo de tu propio paraguas...    ;)


DIFERENCIA

La riqueza de un sociedad tiene como base la diferencia que entre sí tiene cada uno de los ciudadanos que la forman. Mi identidad, (eso que yo soy, que tú eres), esa diferencia que es irrepetible (ese yo único que soy, lo soy únicamente yo), es la base de esa riqueza. Mi diferencia aporta algo que el otro no tiene. O lo que es lo mismo;  lo que me diferencia del otro y que veo en tí, es lo que yo recibo como un tesoro. Pienso que la más denigrante de las injusticias, y la más rotunda, es aquella que nos iguala. La igualdad es la más absoluta de las afrentas, pues no ve a la persona, a ese ser excepcional que todos somos en potencia. Os animo a leer el blog de Lola Montalvo. Os animo a leerlo siempre, pero hoy incido en ello especialmente. Clickar en la foto e iréis a la entrada que habla de Esperanza, una niña nerviosa que empieza su ser social; es su primer día de cole.

Gracias Lola, por una entrada tan mesurada, tan de la vida... y tan bonita.

Pincha en la foto.

JUST ME


Caminamos con nuestras rutinas, sobre ellas. También sobre nuestras ruinas. Día a día afrontamos el ir y venir obligado de nuestros día; afrontamos eso que hoy es importante. Terminamos el día y el silencio tiene eco, lo puedes sentir; es entonces el eco de lo necesario. Aquello que a pesar de ser olvido, aún suena. Y piensas en ello, en qué es lo que te impide ser. Latir. Renacer.

A veces no somos más que significado incierto. A veces sólo somos eso, instantes de nada. Una simple rutina con inercia, sin paso firme, llena de miedos, incertidumbre y carencias. Una rutina agotadora y destructriva. Eres sin aliento, eres sin tu yo. Sólo habitas en la imaginación. Y el presente es  aquello que no has sido, aquello que se dejó marchar, o que simplemente, no se quiso. O que no te quiso. Nunca se sabe bien la verdadera etiología de lo que fue pasado. Simplemente sabes que lo has vivido. Y el presente es la nada en esta hora; es un instante de vacío. Limitación. Olvido.

Procuras no pensar, no mirar, no deletrear el sonido de tu vida. Sigues adelante, aunque con la mirada siempre sientas que el deseo se quedó en tu pasado, aquello que un día fuiste. Hoy sólo te sabes un instante de nada. Y te lo dices sin histrionismo; sin victimismo, ni pesadumbre. Tu esencia siempre ha sido así, mesurada. Y así es tu fracaso. Hablas en tu interior y te dices a tí mismo_  Eres. Eres simplemente esto._ Y te quedas como acariciando ese instante que es de nada... tu presencia de nada.

It's just me Lord,
pray I'm able

I am, the nothing man,
I am, the nothing man.

EL OTRO LADO DE LA ESCRITURA.


Hoy ha sido una tarde de andar por la cocina, entre preparativos del menú de mañana y la cena de hoy. Siempre tengo la radio encendida, es una gran compañera de cuitas caseras. Estaba escuchando las noticias cuando una vez finalizadas, ha comenzado la retransmisión del discurso de Mario Vargas Llosa ante la Academia Sueca. Me ha dejado literalmente pegadita a la radio. Lo escuché en toda su integridad. Me ha parecido un discurso impecable; palabras que nos regalan un recorrido emocionante y emocionado por los recuerdos, pensamientos y mirada de este autor. Una lectura pausada que hablaba fundamentalmete de la pasión por la literatura, de la historia, de la persona que él es y de su mundo más familiar. Este fue su discurso. No voy a hablar sobre lo dicho, lo tenéis al alcance con toda su integridad, pero de lo que sí quiero dejar constancia es sobre lo que mi pensamiento fue hilando a raíz de haberlo escuchado.

En un momento dado, el escritor habla de la importancia de una persona, Carmen Balcells. Esto llamó toda mi atención. Menciona a esta persona como un garante rotundo de sus escritos. Carmen era la presencia que hizo posible que en España se publicaron sus libros. "Ella y otros amigos se desvivieron porque mis historias tuvieran lectores", dijo literalmente. Y yo entonces pensé que era la segunda vez que oía hablar de Carmen Balcells. Fue mencionada hace unos días por Ana María Matute, en una de las entrevistas que se le hizo a raíz de ser ganadora del premio Cervantes. La autora comentaba que quien le ayudó a salir de una depresión que le llevó años superar, además de su médico, fue Carmen Balcells, que ella fue quien  le animó a escribir Olvidado Rey Gudú. Y que eso fue la salida de un periodo doloroso y oscuro de su vida.

Entonces pensé en todas las personas que no escriben, pero que están detrás de los libros que tanto nos importan, que tanto nos atraen y necesitamos. Alguien, al otro lado de la escritura, hace posible que las buenas historias lleguen a nuestras manos, que las podamos literalmente tocar. Alguien que las promueve y consigue que tengan forma, que puedan ser leídas por nuestro pensamiento. Y pensé en todos los agentes literarios y editores que son capaces de arriesgar y que luchan por un autor, lo animan y lo publican. Pensé en  la editoriales que publican una historia porque creen que realmente merece la pena. Ellos, quienes las valoran, saben que hay algo en ella, un consuelo, una respuesta, una verdad universal. Y poco importa si el autor es ya conocido, simplemente saben que esa historia tiene un todo que merece ser publicado, aún a costa de saber que jamás será un best-seller, pues una cosa es el mercado de libros  y otra bien distinta la literatura.

Mentalmente hice un brindis por todas las personas que sostienen ese mundo que está detrás de la escritura; un mundo que no por silencioso, deja de ser complicado, difícil y arriesgado. Y sonreí... Agradecida por su valentía para descubrir y apostar por una historia y un autor. Pues de no ser por ellos, yo jamás hubiera leído lo que a mis manos ha venido en forma de libro. Y bien sé que sin esas historias, mucho de lo bueno que hoy soy, no hubiera sido posible.

Por estos derroteros se fue hoy mi pensamiento después de escuchar a Mario Vargas Llosa. Y pensé que Carmen Balcells ha tenido que ser una persona inteligente y sensible, de mirada profunda y lectura amplia, pues ha sabido encontrar en las palabras precisas lo que es esencia; aquello que hace que una historia pueda ser llamada literatura, una historia que necesariamente habría de ser contada. Se me antoja una persona de calado especial, de un talento para descubrir autores impecable, y además me la imagino sencilla. No sé por qué me la imagino así. Y recordé el amor por la literatura que hay alrededor de la escritura; en todas esas personas cuya labor es hacer posible un libro. Desde el editor y director editorial,  hasta la persona que finalmente embala lo libros cuidadosamente en cajas para ser enviados. Todos ellos son el eslabón que hace posible que nuestra mirada llegue a la literatura.

Por estos pensamientos anduve hoy; agradecida, sonriendo y escuchando el discurso mientras cocinaba. Por cierto, las doradas... exquisitas. Y el salpicón en su punto. No podía ser menos en manos de semejante compañia; la literatura. Hoy fue una tarde de provecho.

YO YA LO TENGO...

La literaruta infantil es siempre un gran reto. No es fácil escribir para los peques, y sin embargo, a veces es calificado como un género  menor. Esto no es cierto, y es injusto. Escribir para los niños necesita de un don en la mirada, de esa capacidad para descifrar el todo que un niño entiende y habita. Algunos adultos no lo han perdido, afortunadamente, y son esos adultos-niños, quienes mejor construyen historias infantiles que no sólo leen los niños. Afortunadamente.

Así es "La abuelita necesita besitos"; una historia de niños,con la que ellos abren su mente al mundo de los adultos, mundo que comprenden siempre desde su mirada, y con un corazón enorme. Maite, la protagonista, se siente sorprendida porque su abuela se viene a vivir a su casa, y aunque en un principio está enojada, su corazón enorme es capaz de mirar el mundo con ilusión, y de tomar iniciativas. Ella quiere cuidar a su abuelita, e inventa mil cosas pwqueñas que sin duda, le hacen la vida mejor.

La historia es entrañable. Yo aún diría más; no es una historia sólo de y para niños. Muy bien pudiera ser nuestra historia, el día a día que hoy afrontamos de una manera quizá más velada. Nuestros padres se hacen mayores, y esto, exige siempre un esfuerzo, una adaptación. La historia de esta abuelita nos deja de la mano de la realidad; de esa incapacidad que a veces tiene nuestra vida para la realizar gestos sencillos que cuiden de nuestros mayores. Ahí los níños son un ejemplo, y demuestran, muchísima más sabiduría.

Esas personas que un día lo dieron todo por tí, necesitan vivir, y no sentirse un estorbo, por mucho que nos hayan sorprendido sus deficiencias, sus olvidos o sus limitaciones. Es una historia entrañable que apura la vida, que la descifra, que nos deja entrever lo perdidos que andamos con nuestras carreras de todos los días, de cómo nos vamos olvidando de gestos sencillos que ayudan a muestras personas mayores a vivir, a ser y a sonreír. Es una historia real; al lado de un aumento considerable de la esperanza de vida, a veces, camina el olvido. Las enfermedades "de olvido" están al día, y bien pudiera ser que de tanta carrera que llevamos, se nos olvide un poco el sentido común, esa mirada que para en seco y se adapta a la vida real de las personas que un día nos lo dieron todo.

Deberíamos ser todos como esa niña, Maite; una niña que, una vez pasada la contrariedad que a veces los hechos nos traen, es capaz de sacar una riqueza inmensa de su corazón. Una historia de amor y afecto que Ana Bergua y Carme Sala han hecho posible poder tocar. Deseo que esta no sea única, que sea necesariamente, el inicio de muchas historias más.


 
... Sí, sí. Yo ya lo tengo.
:))))))))))))))))))))))))))


DE LABORES, LECTURA Y NIEVE...

... o la entrada que quiero regalarle a Pesolet porque ella la ha provocado.

"La elección de la lana tiene unas posibilidades de vértigo; las oleadas de colores y texturas tientan con visiones de un jersey o un gorro (y de todos los cumplidos adicionales que esperas recibir), pero no revelan el duro trabajo requerido. Lo más importante es la paciencia y la atención a los detalles. También la buena disposición. El hecho de que suponga un desafío mantiene el interés, pero no elijas una muestra que esté totalmente fuera de tus posibilidades. Escoge siempre el mejor hilo que puedas permitirte y utiliza el tipo de agujas con el que tus manos se sientan más cómodas; yo siempre uso agujas de bambú. Incluso ahora me sigue pareciendo increíble que reuniendo una serie de cosas heterogéneas _ el hilo suave, las agujas puntiagudas, las instrucciones, el ganchillo para pulir la labor, los elementos intangibles de la creatividad, la humanidad y la imaginación_ puedas crear algo que contendrá un pedazo de tu alma. Pero sí puedes."

WALKER E HIJA: LABORES DE PUNTO.
Abierto de martes a sábado.
De 10 de la mañana a 8 de la tarde.
¡Sin excepciones!


Hoy ha caído la primera nevada en mi ciudad. Es una nevada suave. Llegó el invierno, aunque aún no sea 21 de diciembre. Esto lo sabe el alma; también los sentidos, el sentimiento y la mirada. Ya no es otoño, su luz se ha apagado. Es tiempo de recogerse, de encontrar remanso. Hibernamos. Se acabaron las carreras y ese no saber muy bien a dónde se va. Ayer fue un día demoledor, en todos los sentidos. Sólo hubo un momento de paz, el resto del día fue una continua zozobra. Pero hubo un instante de sonrisa pausada, ese instante en que dos libros se quedaron en mis manos: "La puerta de la luna", de Ana María Matute _ :)))) _ y un libro de bolsillo que se me quedó pegado precisamente porque hablaba de hilos, lanas y posibilidad; "El club de los viernes" de Kate Jacobs. El primer párrafo hizo que ya no lo soltase, así que me lo llevé a casa.

He recordado de nuevo esa emoción al reunir el material necesario antes de comenzar una labor. La emoción pausada que ello siempre suscita en el alma, y que se transmite a todo lo que nos rodea; con una labor entre las manos, sin duda, se respira mejor. Recordé aquella tienda de mi infancia. La tienda de mi madre; con todos aquellos hilos, colores, texturas que representaban un millón de posibilidades. Las lanas entonces eran como la vida; era el tiempo en que se esperaba el porvenir. Un tiempo en que aún estábamos en el prólogo de la vida. Ese momento entre la infancia y adolescencia en que vamos reuniendo el material. Tiempo de espera amable y sonriente. Lleno de colores aún por llegar. Y de posibilidades que habrían de ser estrenadas. Alegría y seguridad.

Hoy, con toda esta nieve alrededor, y una vez terminadas las carreras de la mañana, me he sentado en la sala y he sacado el punto. Volví a tejer y a rememorar todas las horas que acompañé a mi madre en aquella pequeña tienda rodeada de colores. Recostada en el recuerdo, volví a pensar en todas las horas de antaño en que siendo aún una niña, empezaba a dar mis primeros pasos con el punto de aguja y el ganchillo. Si recuerdo mi infancia, es inevitable no pensar en ratos de silencio con las agujas entre las manos. Recuerdo especialmente a mi madre con sus labores, el pensamiento en pausa de lo cotidiano, y a saber, pensaba yo entonces, a qué lugares se habría ido a posar la mirada de mi madre mientras se movían sus manos al ritmo de las agujas, punto tras punto. Es un poco hipnotizante este ir y venir de las agujas mientras cada poco acaricias el trozo de ese algo nuevo que va saliendo de tus manos, algo que no dejas de tocar y que te mantiene atada a la esperanza de ese algo nuevo que se crea; unas veces para tí, la mayoría de las veces, para los demás. La esperanza siempre está ahí, de la mano de la costura, espera una estupenda sonrisa. Punto a punto va surgiendo algo nuevo; un pensamiento, una mirada, una sonrisa... Y todo el rato sigue ahí esa pequeña esperanza que está en lo nuevo que está por venir, por ser creado, y que sin duda, acabará en satisfacción. Puntada a puntada, en aquella infancia, iba tejiendo la vida; era inevitable que el pensamiento se fuera lejos, alto, inalcanzable. Y esto, lo podías notar.

Al final, cuando menos te lo esperas, la vida tiene regalos sencillos que de repente simplifican todo nuestro ir y venir. Que son capaces de anular todos esos momentos desaboridos con que la vida a veces nos acecha. De repente, unida a este hilo y con las agujas entre las manos, las cuitas de ayer me parecieron extrañas; esa desazón no pertenecía a mi mundo. Se han alejado tanto de mi pensamiento, que incluso pienso que no, que ese día de ayer existió, que no me sucedió a mí. Con las agujas en las manos, me he levantado, he mirado por la ventana, todo permanecía aún blanco, la nieve no se ha deshecho, pero esta vez  no ha conseguido dejar en mi un estado de tristeza profundo. Quizá porque aún se oye el ruido de la calle; esta vez no se ha paralizado la ciudad. Hoy la nieve no es triste. He dejado el punto en la cesta, he ido a buscar los libros que me compré ayer, y en un ratillo, me dispondré a disfrutar de su lectura.

Es tiempo de invierno ya; de lectura, de labores y de ventanas que encuadran la nieve. En la calle hace frío, pero dentro, en el alma, se queda el calor de la lana, la textura de su cuerpo y las posibilidades que siempre alberga. Y pienso que la vida es así, como un ovillo de lana. Una lana suave que va pasando entre los dedos y se convierte lentamente en una bufanda inesperada. Y este hilo que ahora toco, se entrelaza con otros hilos, que me llevan a la lectura. La vida hoy  es así; suave, pausada, sencilla y larga. De labores, lectura y nieve. Hoy es invierno.

IRRESISTIBLE GEORGE...

... y es que hoy es viernes.



EMOCIÓN

_ ¡Sí que eres maga! Descubriste una luz en el cuarto oscuro y, en silencio, encontraste en los objetos que para los demás no tienen vida la voz de tus personajes, para entablar con ellos, a través de los años, una multitud de diálogos. A tu contacto, yo también siento el hechizo de las cosas, empiezo a oír la voz del silencio de donde ha brotado el título de este libro. _ Ana María Matute: La voz del silencio. Marie-Lise Gazarian-Gautier.



_ He encontrado muchas cosas, pero aún no he encontrado lo que buscaba. Es como la búsqueda del Santo Grial, aunque pueda parecer muy literario decirlo. Es la búsqueda del yo, y a la vez, es llegar a comprender a los demás seres humanos como lo que son, nuestros semejantes. Es una de las razones que me impulsan a escribir... Es tener la sensación de estar siempre a las puertas de algo, quizá, de un "paraíso inhabitado". _ Ana María Matute. Año 1997.


Hablar sobre ella, sería hablar del mundo que habita detrás de mi mirada. Y no me resulta fácil; siempre tendré la sensación de que algo importante se me olvida, que algo esencial se me escapa. Leí su obra hace ya muchos años, después, ha sido inevitable volver a releer sus libros. Acudo a ellos muchas veces. Y también a su mirada. Incluso reconozco, no sin rubor, que no pocas veces ha sido la interloutora imaginaria de mis cuitas. Así de cerca se ha quedado su palabra en mi memoria.

En las diversas relecturas, siempre vuelvo a encontarar un párrafo que me sorprende, al que siento necesario, vital, y muy mío. Es entonces cuando me digo _ ... ¡ah! ... ¡fué aquí donde lo aprehendiste!_  Soy consciente entonces de todo lo que su palabra me ha regalado. No, no me resulta fácil hablar de Ana María Matute, porque yo no lo podría hacer nunca desde el peldaño que utilizaría un estudioso de su obra, un experto en literatura. Yo no soy ese quién capaz de desdoblar sus novelas, de estructurarlas, y de clasificarlas. Yo no. No sabría hacerlo. Pero sí puedo contar todo aquello que su palabra ha dejado instalado en mi mirada, y que no es otra que esa palabra que hoy recibe un reconocimiento vital, necesario y que no debía demorarse más.

Ana María Matute es premio Cervantes. _ Por fín... _ grita mi alma. He sentido una emoción honda, muy honda. Si hace unos día dejé su presencia en esta ventana, no fue porque pensara en el Cervantes, nada más lejos de la realidad.  Si soy honesta, ni me acordaba de ello. Simplemente, necesitaba tenerla en mi ventana. Esa entrada fue la consecuencia de haber estado paseando por un libro que escribió Mari-Lise Gazarian-Gautier. Un libro que nos regala un tú a tú entre Mari-Lise y Ana María; que expresa la mirada, la experiencia y vivencias de la escritora, su visión sobre las cosas, sobre la vida, y especialmente sobre su vida, el tiempo que le ha tocado vivir. Cuando te sientes tan cerca de un autor, necesitas también estar cerca de su vida. Saber. Conocer. Ese libro lo consigue: une la mirada de Ana María Matute a la nuestra, y nos deja entrar un poco en sus sentimientos, en su biografía personal, de una manera precisa y necesaria. Por eso, hace un par de entradas, la protagonista era ella. Ese día estuve paseando por su mirada.

Sí, siento profunda emoción por este Cervantes. He pensado que está muy bien así; que es necesario que en el mundo de hoy, la justicia literaria salga a la luz. Su obra es incombustible. En ella late ese único de eternidad que toda obra necesaria ha de rozar. En su palabra habita aquello que necesita ser nacido; que es belleza, verdad y en su manera de narrar, también magia. Un único que necesita ser palabra y regalo. La esencia de su palabra es la vida, lo he pensado muchas veces. Y la vida, nunca debe quedar de la mano del olvido. Gracias, Ana María, por la mirada que tu vocación por la palabra le ha dejado a mi tiempo. Y por la obra que le regalas a las generaciones venideras. Verdad y magia. Esa magia que tiene la palabra cuando no pierde nunca, el brillo que es infancia.

_El asombro de los doce años ante el mundo no me ha pasado, por eso creo que me detuve a esa edad. No he podido remediarlo. Así, intento, a través de la interpretación de este asombro  a través de la búsqueda de mí misma, llegar a comprender a los demás, llegar a una verdadera fraternidad._
Ana María Matute.


LOS SUEÑOS



"... un sueño que unifica a la par los datos dispersos y confusos de la realidad exterior y la vida del sujeto humano, que es sujeto de padecer y de hacer; de sentir y actuar; y entonces pensamiento y sentir están unificados y surge la voluntad pura, verdadera, es decir, la libertad."
María Zambrano.


Es curioso observar que cuando soñamos con algo, con alguien, con algunas circunstancias o limitaciones, en ese momento del sueño, nuestro subconsciente nos están dando pistas sobre qué es lo que verdaderamente nos preocupa. Sea importante o no, eso a nosotros nos está afectando, a veces, sin que nosotros seamos verdaderamente conscientes de ello.

Hoy me he levantado y he recordado mi sueño. He sido consciente de lo que se me queda en el pensamiento pendiente, nunca dormido del todo, y que aunque en el día a día no parece notarse, está ahí y me preocupa. Hoy he soñado con una persona, con su circunstancia vital. Soñaba que por fin podía hablar con ella. Entonces, al despertar, fui consciente de lo que me preocupa saber que en mis manos hay algo valioso que no puedo entregar. No lo puedes dar porque nadie ha venido a buscarlo, porque nadie parece reclamarlo. Guardas entonces tus manos en los bolsillos, te quedas pensativa, y dices... ya será, ya será. La casualidad siempre es así, una sorpresa. Te quedas pensando que llegará un día en que sí podrá ser engregado. Así, como por casualidad. Y que si al final no puede ser, es porque en realidad no es tan vital parece. Quizá sea esto. Nunca se sabe. Pero hoy, al despertar, supe que aún me preocupa su circunstancia, que no me es indiferente, y que algo lucha por ser entregado, por ser ofrecido. En esa entrega está el juego. Y es en ello donde mi consciente sigue estando. Hoy lo soñé. Y soñar es siempre poner un poco de luz sobre las cosas, sobre la vida, sobre la mirada de lo que nos preocupa. Tiempo al tiempo, me digo a mí misma, supongo que esa actitud hoy, es la más sensata.

Y recuerdo con curiosidad, cómo ese sueño en el que me encontraba con esa persona, se entrelazaban otras. De repente cambiaba el escenario y había allí circunstancias que no son afines. Soñé con personas reales, a las que conozco, y fui consciente de que estaban allí para hacerme saber de mi propia esencia; de esa mirada que es mía y que se posa sobre la vida desde su capacidad y también desde su no-capacidad. Me dije a mí misma _ ¿Lo ves?, eres incapaz de mezclarte con un "nosotros"; incapaz de anular tu yo. Te resulta imposible._ Y entonces me dí cuenta de que en ese sueño latía una verdad; la de mi esencia y mi libertad. Y la de las personas que conociéndome, se sienten agusto por ese yo que no se deja llevar del todo a ninguna parte. Pudiera ser soberbia, quizá.  _¿Pudiera ser?_ 

Me he despertado, estaba alegre, pero también con cierta preocupación por una persona y su circunstancia. Y sobretodo, consciente de la alegría que me rodeaba. Entonces he pensado que hoy es Domingo. Y como toda mañana de Domingo, tendrá algo de mágica y de especial. Aterricé suavemente en mi mundo real, ese en el que un yo busca respuestas, un yo que siempre juega, y que decide hacerlo con sus propios dados; equivocados o no.

NATURALEZA...

... pudiera ser que por exceso de trabajo, por cansancio, por mil frustaciones, nos sintamos mal. Pudiera ser que un día no tuviéramos ganas de jugar con nuestros hijos, no tuviéramos ganas de dejarnos contagiar por su risa, pudiera ser que necesitásemos del silencio y su bullicio no lo vemos como un regalo. Pudieran ser tantas cosas. Somos limitados. Pero por más que pienso, por más que trato de imaginar qué causa una situación así, no le encuentro ninguna explicación. No tiene ni sentido ni razón, y nos convierte en alimañas.

Si ves lo ojos de un niño maltratado, no los olvidas jamás. Así que esta es mi personal petición de hoy; si alguna vez presientes que un niño que conoces es maltratado, acércate a él como sea, probablemente hay mil maneras de hacerlo, utiliza la imaginación y la discreción, pero no le dejes solo. No le abandones a su suerte, nunca. Entre todos podremos ser una red implacable.

A mí aún me pesa no haber dicho cuatro palabras a un padre que iba soltándole una retahila a su hijo tan denigrante como inhumana y sin significado alguno. El niño tan sólo tendría unos 3 años, no decía nada, caminaba calladito al lado de la bestia de su padre, silencioso como un ángel. Los seguí disimuladamente, hasta que se metieron en un portal. Siempre que paso por ahí y veo ese edificio, no puedo por menos que entonar una oración; por el niño que vi, y por mi soberana cobardía. Sé que la próxima vez no me voy a callar, que me acercaré de alguna manera al niño. Y también sé que me pesa, me pesa mi impotente silencio. Aún hoy.

NUESTROS HIJOS

Muchas de las estupendas conversaciones con diminuta tienen como escenario el coche, cuando ella va hablando desdes su posición de copiloto. Hoy me comentaba que había tenido un problemilla con unos niños del cole. Como antecedente, explicaros que diminuta durante este mes, ha organizado un grupo de niños que ha estado haciendo pulseras con cuerdas. Una vez terminadas, las han vendido y el dinero recaudado lo han reunido para dárselo a los pobres. Diminuta es así, una emprendedora nata. Me comentaba en el corto trayecto hasta el cole, sus problemillas y las andanzas del que considera un proyecto propio.

_ Mamá, ¿sabes lo que me ha pasado?, pues que ayer, tres niños, se han salido del proyecto, y me han dicho que se van antes de terminar de hacer todas las pulseras. Yo les dije que bueno, que como quisieran, pero ellos me han dicho que como se van antes, que tengo que darles la paga... ¿No ves eso de que la gente deja de trabajar antes de ser mayor?, ¿tú sabes eso de la prejubilación, eso que te pagan para que dejes de trabajar?, ¿sabes eso?... pues estos niños me pidieron eso a mí... me dijeron que tenía que darles 50 céntimos a cada uno... y ¿cómo les voy a dar una prejubilación si el dinero es para los pobres?...

Yo no daba crédito y no pude evitar soltar una carcajada... la prejubilación!!!! No me lo podía creer, unos niños de diez años y están pensando en que les den la prejubilación antes que estar pensando en unirse  para terminar de hacer todas las pulseras.

_ ¿ Y qué les dijiste tú, diminuta?_ le pregunté entre risas. Ella también se reía, pero creo que lo hacía porque lo hacía yo.

_ Les dije que no, que si querían que se fueran, pero que las pulseras que habían hecho eran para los pobres, que no eran para nosotros. Y que lo que sacáramos por venderlas se lo íbamos a dar todo a los pobres. Hoy mamá, le hemos dado 17 euros a la directora... fíjate, mamá, por lo menos una familia podrá comer digo yo...

Y me quedé pensando entre risas que los niños, son la repeteción más exacta de lo que somos. Me sentí orgullosa de diminuta, y también de mí misma, no lo voy a negar. Y no hacía más que acordarme de la prejubilación de esos niños de diez años... y entre carcajadas, de regreso a casa, me decía a mí misma, que esto no se podía creer. Qué juventud nos espera a la vuelta de la esquina, me decía, y aunque no podía evitar reírme, también alcanzaba a ver el transfondo que tiene todo esto; es para echarse a llorar. Espero y deseo que en el mundo haya más dimintuas que prejubilados... esa es al menos mi pequeña esperanza. Y la posibilidad de una buena vejez estable para todos nosotros... y no sé, no sé...

FOR YOU

No me dejes caer, no dejes que el abismo que contempla mi mirada se instale en mi corazón. Si caen las luces del universo, acompáñame. Prométeme que estarás a mi lado. Hazme saber también que sabes que si caen, yo estaré a tu lado. Y mientras, mientras habite esa seguridad, no volveré a pensar en el mañana. Aquí, ahora, soy. Tú y yo; y la ausencia de nombre.

Si aún puedes sentir el eco del silencio, sabrás que yo caeré a tu lado. Y entre cenizas, frente a frente, sabremos que no existirá derrota que nos hunda, caída que nos humille, ni tropezón que no nos haga soltar una carcajada. Todo se vuelve pequeño a nuestro lado. El mundo que habita entre mis ojos y los tuyos es invencible.

Y quemaremos naves, cada una de las naves en las que nos hayamos ido a subir. Lo haremos sabiendo que en el horizonte siempre habrá una estela que nos reclama; la estela de la libertad, ese camino que recorre el pensamiento cada vez que por un segundo el uno se para en el otro. Y el mundo alrededor. Lejos y cerca.

Tú y yo no tenemos nombre, no somos sustantivo, y sin embargo, se puede oír el eco de eso que nunca fuimos, o que fuimos sin saberlo. Quién lo sabe. La respiración de lo que un día, inesperadamente, nos hizo coincidir es la esencia de la libertad que hoy respiramos. Estamos. Y eso es una certeza.

* gracias Sese, por dejarla primero en tu blog.

LUNA DE JUEVES

Hoy ha sido una tarde de coincidencias. Mientras iba leyendo unos cuentos, he estado pendiente de los deberes de diminuta; hacía unos ejercicios sobre la Luna, el satélite de la Tierra. A saltos, yo iba y venía de mis lecturas a la suya. En uno de esos saltos, entré en el blog de Sunsi; y volví a toparme con una Luna, la mía. Esa que me ha permitido vivir un poco así como del revés, a mi ritmo y sin dejarme arrasar del todo.

Entre ese ir y venir de tareas, al buscar unos apuntes, encontré una carpeta en la que suelo guardar recortes sobre noticias, editoriales o historias que me gustan y que he ido recortando de diversos periódicos y revistas. Me entretuve revisando esos escritos, y zas!... de nuevo la Luna. Así que me ha sido imposible no traerlo a colación en mi ventana. Os lo dejo para que saquéis vuestras propias conclusiones. Es un artículo escrito por Angel Gabilondo que me ha gustado mucho volver a leer. No recuerdo bien cuándo lo recorté, ni que impresiones saqué entonces al leerlo, lo cierto es que me debió de gustar mucho, porque ahí estaba, entre mis papeles favoritos y guardados.

Os dejo un pedazo de luna, de esa luna que tanto me sorprende, y que en este texto, se explica tan sin revés; con una mirada larga y sensible.






SIEMPRE ESTÁ AHÍ, DE MUCHAS FORMAS; LLENA, CRECIENTE Y MENGUANTE; NUEVA Y VIEJA, BRILLANTE U OCULTA ENTRE LAS NUBES. LA LUNA INFLUYE EN NUESTRO JUICIO, EN NUESTRAS VIDAS… SU LUZ NOS HACE PENSAR.

"… Distraídos, descentrados, alejados de la realidad, desvinculados de determinados intereses, quienes parecen estar en la Luna carecen de la capacidad de hacerse cargo de la situación. Se verían tan convocados y afectados por ella, en su extremo, vendrían a ser contempladores de otra realidad, unos lunáticos. Pero no sólo es así, ni siempre.

Mirar la Luna puede llegar a ofrecer nuevas perspectivas. Para empezar, nos libera de quedar fijados en el dedo que la señala, y vamos directamente a lo que interesa. No sólo su embrujo, su hechizo, sino aspectos más materiales, su tamaño su brillo su proximidad influyen en nuestro juicio. Nuestra sangre también se ve afectada como las aguas del mar y sigue el curso de las mareas.

La Luna llena regala buenas noches para nacer o para morir, plenilunios para pasiones y amores. Pero, sobre todo, la Luna se encuentra a la distancia de lo que resulta una cercanía suficiente pero no asequible, la de la imposible posesión, la de lo que no puede tomarse y nos mira, y refleja el ser mirado. Nos vemos en esos reflejos, nos reflejamos en ese mirar. La Luna es reflexión. Nos da qué pensar, nos hace pensar. Nos saca del limitado horizonte de lo inmediato.

Sabemos que esa luz nocturna que tanto precisamos se nos entrega desde ahí, como un cristal que ofrece otros escaparates y abre otras posibilidades, otros inicios. Resuena así en la difícil novedad de cada lunes. Pero, sobre todo, nos requiere para que atisbemos otras pisadas, las que se muestran en un determinado soñar, imaginar, desear, las que sustentan la capacidad de procurar algo diferente; algo mejor. Si no pasamos por ello, si no somos capaces de estar en la Luna de vez en cuando, siquiera como lugar de paso, aunque no de residencia, no hay espacios en los que habitar.

Sin Luna no hay Tierra. Pensar es en cierto modo un distraerse de las ocupaciones, de la utilidad, de la rentabilidad de cada acción, de cada mirada, de cada paso. Sólo si en cierto modo se sabe estar en la Luna, poner los pies en ella, la Tierra es hogar. No hay en verdad una auténtica casa sin puertas ni ventanas, sin la ensoñación de abrir y de cuestionar los límites de nuestra vida, tantas veces vulgar, mediocre y aburrida. El cabrilleo de esa luz despierta la voluntad de nuevas posibilidades."

SIN PALABRAS

... NECESITABA OÍR TODO ESTO. SABER QUE LAS PALABRAS NO SON TAN NECESARIAS. QUE AUNQUE NO SEAS CAPAZ DE ENTENDER MI DISCURSO, SÍ ERES CAPAZ DE VER LO QUE HAGO CADA DÍA POR TÍ, POR LAS PERSONAS QUE ME QUIEREN, Y A LAS QUE QUIERO. Y QUE QUIZÁ NO IMPORTAN TANTO LOS FALLOS, QUE LO QUE CUENTA ES ESTAR. Y ESTOY, A TU LADO. TE QUIERO DIMINUTA.

HILOS INVISIBLES

... esos que nadie ve. Ni siquiera uno mismo. Y sin embargo están, ahí, firmes, inquebrantables, y afianzando nuestra vida.



*gracias Lisset.

TESTIMONIO

RANDY PAUSCH. LA ÚLTIMA LECCIÓN.

PRESENCIAS

He vivido acompañada, siempre. Alegría y llanto, soledades y abrazos. Ellas siempre ahí. Tan diferentes, tan necesarias. Cada una a su manera. Equilibrio, vitalidad, sonido; ritmo en mi mundo. Os dedico esta entrada a vosotras, que no entendéis de blogs, que no los leéis, pero que sabéis verdaderamente del sonido de ese yo que soy. Para ellas esta entrada, y aquí todo lo que la palabra quisiera expresar y no sabe. Ser y estar. En vosotras se sostiene mi pasado, se asienta la fortuna de mi presente y se presiente la fortaleza del futuro. Sois, y eso, es ya más que suficiente.

GENÉTICA, FELICIDAD Y VIDA

Os dejo una recomendación: escuchar a este tipo. Os animo a hacerlo íntegramente, seguir su discurso en los diferentes cortes de youtube. Es genial. Es todo lo que yo hubiera querido saber contar, todo, todo y todo...



* Se lo dedico especialmente a Tomae. ;)

HACIENDO DEBERES


Me encuentro sentada en la cocina, la mesa, llenita de libros y cuadernos. Está preciosa la mesa así. A mi derecha, diminuta está concentrada en sus deberes de lengua. La observo siempre mientras hace sus deberes, ¡la de veces que se le sube el pensamiento al cielo! Esto contribuye a que esos mismos deberes que hace un niño en una hora, ella los haga en tres, sobretodo si los deberes son de cálculo. Intento no impacientarme, me quedo en la cocina como ocupada en otras cuitas; saco mis libros y cuadernos. Permanecemos en silencio, cada uno en sus cosas, y me hago consciente de las veces que a mí, también se me sube el santo al cielo. Así que me he prometido a mí misma no volverme a quejar, ni de su pensamiento inquieto, ni de los cielos que visita. De tal palo salió el astilla.  Mientras estoy en esas ella me hace pregunta:

_ Mamá, ¿qué es la melancolía?

_ Me quedo mirándola y le digo, pues… la melancolía, es una especie de tristeza, una tristeza suave que a veces ronda nuestro pensamiento. Y si la miras atentamente, si la sabes observar, sabrías decir qué causa tiene.

_ ¿Es como la tristeza que sentimos hoy porque se han ido los abuelos?...

_ Sí, un poco así, porque les echamos de menos, ¿verdad? Pero no es grave esta tristeza, sólo nos acompaña un ratito. Esa es la melancolía. No es como esa otra tristeza grande y seria, sino que es pequeña y medio sonriente…

Ella vuelve a sus deberes… y yo me quedo balanceando en esa palabra de rasgos serenos y profunda; melancolía.

Es ese sentimiento que nos rodea cuando abrimos el sencillo armario en que hemos ido a guardar, cual ropa bien limpia y planchadita, los proyectos que son ya un imposible. Que fueron vitales y que hoy permanecen en silencio, guardados para siempre en la memoria. Los acaricias suavemente cual toallas limpias y perfumadas, y los vuelves a encerrar en ese armario que es tu memoria. Es entonces cuando reconoces esa melancolía que es siempre sencilla, y que es a la vez una ofrenda.

También es melancolía ese sentimiento ante la lejanía de tus amigos, aquellos que un día estuvieron en tu presente, y que el devenir del tiempo ha ido a colocar en otro espacio. Tristeza que es alegría cuando rememora el recuerdo; cuando perfila tu suerte por haberlos encontrado en tu camino. La amistad que se añora, y que una vez fue vivida y sentida; así es la melancolía.

Como lo es también, ese algo que te atrapa cuando ves fotos de personas que no llegaste a conocer, a las que has querido esencialmente. En su ausencia, latía el amor que ellas sentían por ti. Sientes melancolía por tu abuela, por tus abuelos, y sabes de esa serena sonrisa que se te queda en los labios por la multitud de veces que has soñado con ellos. Tu abuelo te contaba en un sueño el desembarco de Alhucemas, historias del Marruecos español, y tu abuela, te enseñaba a curar heridas, pequeños trucos de entonces, y a bordar con hilos preciosos. Tú soñabas con ellos, y al despertar, siempre esa melancolía con cierto rastro de sonrisa. Habían venido a verte. Y hasta te parecía ver un guiño en las fotos cuando de nuevo la mirabas. Esa era tu melancolía infantil.

Y melancolía presentida por saber que un día estarás lejos, diminuta, lejos de mi protección, tú en pleno vuelo con las alas excelsas de tu libertad. Esa será la más alegre de las melancolías vividas. Se oirá su risa desde más allá del infinito, aunque llore y te eche de menos.

Y me digo a mí misma, que la melancolía es uno de los diversos tesoros que puede albergar nuestra mirada. Es esa impresión certera que te hace consciente; puedes amar y te aman.

La melancolía, es también una tristeza que se convierte en naciente esperanza. Detrás de su presencia,  yo presiento siempre a la esperanza, con toda su timidez. Una intuición que nos dice que una vez puestos a resguardo los proyectos no vividos, los recuerdos almacenados, y la idea de tu ausencia; quedará espacio para vivir con alegría el porvenir que nos espera.

La melancolía, me digo, es una especie de tristeza que espera. Que sale al encuentro de un significado. Una tristeza que permanece a la espera de respuesta, de realidad, de sentido. Una melancolía en cierto modo alegre.

_ Diminuta, mira, ya lo sé… la melancolía es una tristeza esperanzada, porque mira, sabemos que los abuelos van a volver…

Pero tú ya estás en otra cosa, me miras desde tu profundidad y me dices:

_ Mira mamá, los planetas. Yo me los imagino todos en el universo, y el universo como si estuviera en una caja cerrada que nunca se abre. El que brilla es el sol. ¿Y sabes quién cuida esa caja? Un niño. Pero nunca la abre ¿eh? Sólo la cuida.

_ Eso que imaginas es muy bonito, diminuta.

Y me pregunto, que qué nos quedará de todo esto. De la melancolía, de la esperanza, de nuestros enfados mientras estudias, y de ese niño que cuida la caja sin abrirla. Y pienso en que todas las cosas tienen un inicio y un final, esa es mi melancolía de hoy; todo, un día finaliza. Siempre recordaré con melancolía estos momentos que hoy me regalas, estos ratos en que te miro mientras haces los deberes. Sempre querré volver a ellos. Pero mientras llega esa futura melancolía, me digo que es una suerte vivir a tu lado. Te quiero, diminuta.