1 DE ENERO

Era un día de niebla suave. Te acercaste lentamente hacia el Misterio, hacia ese Belén tan hermoso que adorna la plaza de tu querido pueblo; con sus animalillos vivos colocados en pequeños establos para que no tengan frío, el puente, el ruido del agua, allí, en plena Plaza Mayor. Escenario de Silencio. Y de repente viste los ojos de María. No te pudiste desenganchar de ellos ya.

Allí, en aquel pobre establo, representada la Luz del Mundo, María miraba con sus ojos de profundidad incontable a Su Hijo, lo sostenía en sus brazos acunándolo con suavidad, y de sus labios además de una sonrisa que parecía sostener la esencia de lo eterno, salía un sonido de silencio, una nana jamás antes entonada, apenas susurrada.

Ella sólo se sentía madre. La Luz del mundo ante sus ojos, pero ella sólo se sabía madre. En los ojos de María quizá esté el secreto, esa forma de posar la mirada para ir rectamente hacia el corazón de las cosas. Ella no se engrandeció, no se sintió la Reina de los Cielos. Allí, en aquel pesebre, su corazón latía de amor de madre silenciosa. Su pobreza no era tal, ella sabía que lo tenía todo. Y sacó un mantillo de algodón para envolver bien al Niño, y unos borreguitos muy mullidos. Removió también la paja del cajón que servía de cuna. Nada le faltaba a ese Niño que nació tan pobre, allí, a su lado, estaba Su Madre. Y Ella, la más grande, sólo se supo entender como una madre más. Si pudiéramos tener la mirada de María, si pudiéramos sostener nuestros ojos como ella sostuvo los suyos, seríamos entonces capaces de sujetar firmemente la vida de nuestros hijos. En Su mirada se sostenía todo el Amor y la Libertad del mundo. Ojalá puedan nuestros ojos ser contagiados con semejante semblante: poder habitar el amor y la libertad en nuestra mirada. Poder mirar a nuestros hijos así, desde la libertad de la que son dueños, desde el amor que tan hondo nos nace. Suceda lo que suceda.

Seguía la niebla. Hasta te parecía oír el tambor de un pastorcillo, de ese chiquillo saltarín que con su viejo tambor, hizo sonreír al Niño. Pero en lo que más te quedabas, en lo que pensabas ante la escena de aquel pesebre, era en María, en cómo sería Su mirada en ese primer momento en que acogió a Su Hijo, en ese momento en que tendió sus brazos hacia el Niño y le miró a los ojos, en el primer encuentro entre esas DOS MIRADAS: ¿Cómo serían cuando se posaron por primera vez? ...


... ¿Cómo sería la profundidad en los ojos de María cuando se encontró por primera vez con los de ese Niño que un día le anunciara un ángel?


Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.

Pueri concinite Nato regi psallite Voce pia dicite Apparuit quem genuit Maria Sum implenta quae praedixit Gabriel Eia, Eia, virgo Deum genuit Quem divina voluit clementia Hodie apparuit Apparuit in Israel Ex Maria virgine natus est Rex!
1 ENERO: Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la octava de la Navidad del Señor.

p.d.: Este blog se queda unos días en silencio... FELIZ AÑO.

DESCAMINARSE.


He aprendido a darle la vuelta a las cosas que me bloquean los sentidos, las que bloquean mis sentimientos, el movimiento de mis manos, el sonido firme de mi garganta, que desmontan todo lo que yo soy. He abierto cada uno de los cajones en los que recogía las cosas que me agarrotaban el alma, las he sacado y les de dado la vuelta. Aprendí a leer de detrás hacia delante. Pude ver los renglones torcidos de mi tiempo como líneas infinitamente rectas. Hace tiempo que me he atrevido. Y sé que ya no volverá a haber ningún cajón cerrado, ningún bloqueo consentido. Nunca. Esa nada sólo presentida, esa sensación de inmovilidad que ha sido vencida, se ha convertido en una melodía que poco a poco ha ido construyendo una historia. La mía. Y dándole la vuelta a esos cajones, me he llegado a encontrar con el yo que realmente soy.

(...)

Mi vida no tiene más remedio
Estaré engañándome diciendo que
Todavía es posible el futuro que soñé
Tengo absoluta certeza que
Nada de lo que aprendí fue en vano
Siento dentro de mí que
Tener un sueño no significa nada
No podría decir jamás que
Mi futuro puede ser brillante
Siento cada vez más que
Ya no tengo esperanza
Y jamás volveré a mentir que
La vida es una gran fiesta
Hoy reconozco que es verdad que
Vivir es no dejarse llevar por la ilusión...

Poema de Clarice Lispector.



Lee este poema primero de arriba hacia abajo, después al revés, de abajo hacia arriba. La perspectiva cambia, también la intensidad y la mirada sobre la percepción del propio yo en el mundo. Quizá sea esto lo le que sucede también a nuestra vida; que no es lo mismo interpretarla desde el inicio al fin, que cuando lo hacemos desde el fin a sus inicios. Quizá en este segundo recorrido se encuentre la verdad; la certeza profunda para intuir ese yo que realmente somos. Ese yo que tantas veces nos sorprende cuando con el pulso firme, le damos vuelta a las cuentas de nuestra vida. Sin miedo.


PIEDRAS


A río revuelto, ganancia de pescadores. Y siempre le acaba tocando al mismo.

(…)

Mi brindis hoy va por todas aquellas personas que sostienen el entrañable toque familiar que tienen estas fechas. A todas aquellas personas que no descansan para que los otros puedan estar, divertirse y comer bien, reunirse. Ellas saben bien de qué hablo. Y si tú no lo sabes, haz un repaso. Rememora por unos minutos estos días pasados… qué comiste, por qué te reíste, por qué estuviste tan bien al lado de los tuyos. Indaga quién, con más o menos silencio, estuvo detrás. Quién hizo que la mesa estuviera completa, quién fue a buscar el cordero a aquel pueblo, quién lo preparó, lo marinó y lo metió en el horno, quién compró el vino, el champán y la sidra, o ese estupendo "panetone" para el día de Navidad que tan rico te supo con el café.

Estamos rodeados de personas que con sus pequeños detalles nos hacen la vida alegre. Se esfuerzan para que todo salga bien; asumen las tareas que no pensaban tener que hacer. No ponen mala cara ante los contratiempos. Tengamos siempre una palabra amable. Y no les recordemos alguno de sus defectos, que también los tienen. Podrían ser aún mejor anfitriones, podrían haberlo hecho mejor, es cierto. Quizá no comprendamos su manera de actuar. quizá tuvieran algo de prisa, nervios, o simplemente estaban cansados. Nadie es nunca un mal anfitrión aunque las cosas no salgan perfectas. Nadie se merece ese juicio así si te ha abierto su casa, si lo ha hecho lo mejor que podía, si hizo un hueco en su mesa para nosotros. Pensemos, rememoremos todas las tareas que había pendientes y cuántas de ellas hicimos nosotros.

Hoy mis palabras van por todas esas personas que en silencio intentan hacer que estos días puedan ser de reunión para todos sus seres queridos. Que intentan hacer las cosas lo mejor posible para que todo esté armonioso, alegre y engalanado para su familia. No puedo por menos que brindar en silencio por ellos, por su esfuerzo, porque están ahí, incluso a pesar de algún que otro desencuentro no esperado, que quieren que todo esté bien. Que quieren que en caso de necesitarse, no deje de haber un sitio al que acudir.

Un brindis por todas esas personas que abren sus casas a la familia, que dejan sus puertas abiertas y que tienden las manos para dejar la mesa llena y con sitio para todos los suyos. Que se sientan en la mesa con una sonrisa estupenda a pesar del esfuerzo. Esas personas son la piedra fundamental de cada familia, a pesar de que esa familia, no sea muy consciente del reto que supone. Hoy, mi copa se alza por cada una de ellas. Por su esfuerzo y su sonrisa. Especialmente por las de mi casa.

REDENCIÓN



«Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. » (Jn 3, 16-17).




Desde la verdad; esto es, ser pobre. No pretender que nada nos cubra de esplendor, ni aparecer de ninguna manera ante nadie, apreciar sólo lo necesario sin darle importancia.
Ir rectamente hacia el corazón de las cosas.
MARÍA ZAMBRANO

AINSSSSSSSSSS...

... O CUANDO LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN.

DE ESPERA

Me gusta cuando habitas mi casa. Se convierte en una preciosa caja de sonidos tranquilos, en una especie de ventana por la que siempre entra el sol. Cuando no estás, el silencio es diferente. No tiene sentido, perspectiva, significado. Cuando permaneces en mi casa, se sabe habitada. Se sabe consolidada en su esencia; es más casa que nunca.

Hoy no estás. El silencio es mudo. Reverbera en las paredes todo aquello que no te puedo decir, aquello que se me queda bailando entre las manos; esa verdad que sostenemos y que sólo se hace camino en la ausencia. En el vacío que dejas cuando no estás.

Necesito tu regreso. Saber que volverás. Que la luz de la mañana volverá a tener ese olor a café, esa luz filtrándose por algún recoveco de la persiana. Necesito el olor a pan recién hecho que dejan tus mañanas a mi lado. También el sonido de la música que sale de tu presencia, tu concordancia cuando habitas las cosas. Armonía. Serenidad.

Hoy esta casa te echa de menos. Y mi presencia, muda de percepciones, busca entre palabras los recuerdos de los sentidos. Las escenas que dieron sonido al ruido de mi presencia. Hoy, el espacio vacío de tu permanencia tiene un eco somnoliento. Y quisiera uno no tener que despertar, por lo menos, hasta que volviera ese olor a café tan mañanero. Tan al comienzo del día.

Me doy media vuelta en la cama, miro el pequeño rayo de luz que entra por la persiana y me quedo mirándolo despacio, perpleja. De ausencia sorprendida, así está hoy la mañana. Y me quedo esperando a todo eso que late, y que aún está por venir. Y permanezco lenta, entretenida, de espera, en el silencio de mi casa.



LO ES.

Mira que es hermosa, inmensa. Armonía en el desencuentro. Líneas de infinita belleza. Devastación, locura, sueño y anhelo. Tragedia sostenida en el color. Y en ella, el sonido de la incertidumbre en el latido del hombre. La Tierra.
El espacio del sueño eterno, de la tragedia y del misterio.
Sobrecogedora belleza. Insonsable desencuentro.
Grito en el silencio.


INVIERNO


En sus inicios el invierno es triste, se olvida del todo la luz otoñal; ya no quedará recuerdo de esos amarillos y ocres salvadores que nos ofrecían los días del otoño, esa luz que tiene el poder de avivar nuestra mirada ya no tendrá resquicio por el que colarse. En los días cortos del principio invernal ya no hay tabla de salvación. No hay rastro de luz, de color. En los inicios, incluso el azul del cielo se deja aplastar por el gris de la niebla y la inquietud de la humedad.

Se convierte entonces en un invierno adulto, triste, carente de brillo. Ese es el inicio del invierno. Nos empuja a la tristeza, al abotargamiento de los sentidos, y uno llega a sentirse como el sonido más sólo del mundo. Nadie nos oye ya. Nuestro respirar está hecho entonces de soledad, de silencio, de recogimiento absoluto, de voz sin sonido. Y a veces, ocurre; esa tristeza que nos rodea sólo pueda ser salvada por las palabras, en el invierno adulto ya no queda luz a la que agarrarse. Y te das cuenta que es cierto, que sin los cuentos, sin las historias, el mundo sería aún más frío.

El invierno avanza. Y conforme lo cubre todo, la luz de las cosas se modifica, se va intensificando. El sol tiene arrestos de valentía, así que conforme el invierno va llegando a su final, se mantiene una lucha de grises y azules. Al final el azul sale vencedor. Conforme nos aproximamos al final del invierno, surge el azul poderoso, lleno de infancia. Un invierno infantil y soleado que a pesar del frío nunca es gélido. Ya no hay soledad, ni silencio. Ahora todo está cubierto de luz, y de risas, porque los niños, a pesar del frío, siguen jugando en la calle. Sólo bastan unos rayos de sol para que los puedas oír. Y ese azul infinito y su sonido de infancia espolean la mirada, el alma, que deja de relamerse las heridas y empieza a mirar fuera de sí misma. Todo empieza a tener mirada de infancia.

Y sabes que después del invierno, se vuelve al mundo renovado, con una sed enorme por transcender ese inicio inviernal, por aposentarlo y poder por fin descansar los ojos en el azul. Al final del invierno, presentiremos una vez más la renovación. La que está por llegar.


AL LADO DE LOS OTROS.

Recuerdo que fue una noche, estaba planchando y echaban por la tele esta película: Soldados de Salamina. Sin haber tenido intención de verla, me ví atada al hilo de la historia. Y fue en esta escena cuando de repente se paró el tiempo: Alguien rompe la tensión. Un ser con su gesto, con una canción, hace que aflore la calidez de lo cercano, de algo que se siente propio. Y en ese momento, las almas que sufren pueden sonreír. Y yo sé que esto, esto, a veces sucede...

Recordé otros escenarios, otros momentos, otros instantes de intensidad y congoja. En esos momentos en que he sido testigo de ese "algo" que nos hace sabernos iguales, en ese minuto intenso en que se desdibujan las diferencias y se perfila la mirada del contrario como un igual. Instantes en los que sólo se siente el latido de la esencia, de ese "ser" que late en cada uno de nosotros.

Y ocurre... Suelen ser momentos de incertidumbre, miedo y desolación. Y también de consuelo.
Es en esos momentos cuando verdaderamente nos sentimos al lado de los otros. Son instantes que se cuentan con los dedos de la mano.


HOMENAJE

Tiempo de carreras,
de ratos de costura
mientras se hace la cena...
Este hilo no le pega, pon aquel de allá,
al menos, lucirá más.
Y las lentejas que se pegan,
mientras suenan campanas prenavideñas,
al son de la máquina de coser.
¡Mamá, mamá!... ¡Qué bonito el disfraz!
¡Me lo quiero poner ya!
¡Ay!... ¡Mamá!

*... a todas esas mamás, que corren, corren, corren, y ya no pueden más.

INSTANTES PERDIDOS

De repente te dio por escribir. Decías que era el momento, tú ahí, en ese instante, lo esperado a estas alturas de tu vida. Eso era lo que tu imaginación te pedía a gritos, no dejarlo, que tenías que seguir, seguir… Te veía absorto, perdido en un infinito laberinto de palabras. Me asustaba tu ausencia de las cosas que se tocan, de esas que se pueden ver, sentir. Inventaste tres proyectos a la vez, tres universos, tres pistas para la huída. Nos decías que ahí estaban esas dos novelas que llevabas a cuestas desde hacía ya tiempo, y que había de ser ahora. Y aquel ensayo... Tenía que ser necesariamente.

_ Aquí, en estas manos están._ Entonces las mirabas como si fueran mágicas. Las apretabas y continuabas con tu certeza. _ Ahora ya todo está. Sólo necesito tiempo. _ Y lo decías altivamente. En tu mirada se podía sentir la pasión, el sufrimiento, pero también la agonía.

Te regalé el tiempo.

Tu mente iba y venía, zozobraba entre historias ajenas. Entre universos perdidos, en mundos que estaban a kilómetros del que habitábamos los que a tu lado queríamos sostener la esperanza de volverte a ver cuerdo. La escritura, ese mundo de mentes preclaras, altivas, mundo también de almas perdidas_ lo he pensado muchas veces._ Ese mundo de seres arrastrados por el desencuentro y la zozobra de su sentir. No habitar el mundo, eso me parecía, que no lo habitabas, ese mundo que te rodeaba, que te quería querer. Y tú tan lejos. Fue así de doloroso.

Te quedaste en el mundo de los que no saben de asideros reales. Perdido entre nubes de trayectorias laberínticas, de vidas inventadas, que quizá palpitan a nuestro lado, sin sentirlas, pero que tú sabías bien que estaban. Que están. Y decidiste dar el paso, ese que te acercó a ellas y te alejo definitivamente de nosotros.

Te regalé el tiempo.

Te aislaste. Sucumbiste al ruido del olvido, al ruido de lo que sólo tú necesitabas escuchar. Te regalé mi lamento. Y hoy te preguntas que a dónde han ido a parar aquellos momentos que hoy echas de menos. Entonces me quedé perpleja y mirándote como ausente, fui consciente de que ya no había significado, ya no pude encontrar el hilo que tantas otras veces me conducía a ti.

Sólo dije:

_ No han ido a ningún lado, Constant. Simplemente no existieron.

Y recordé cada una de las historias que no nacieron a tu lado, que vieron la luz en un espacio deshabitado por ti. Pienso en cada uno de los momentos que yo sí puedo sentir en el alma pero que no están en la tuya. Mis lágrimas hoy afloran desconsoladamente por todos estos instantes que habito, en los que no estás tú. Deshabitada tu vida en la mía desde ese instante en que decidiste que otro mundo vivía en tí. Te fuiste sin darte cuenta. Desde entonces tú ya permanecías en otra parte: estabas trabajando.




* Dedicado a todas aquellas personas que pierden lo "necesario" por conseguir lo "importante". Con afecto. Y para que no se haga demasiado tarde.

LIMITACIONES

En el tiempo en que vivimos aquí, como seres vivos que somos, el cuerpo es el que nos delimita. Y lo hace con profundidad, biográficamente. Yo soy esta masa en concreto y no otra. Sólo puedo ser para los otros, sólo puedo ser yo desde el cuerpo que me es dado. Creo que es una de las limitaciones más concretas, más evidentes, la primera, con la que nos encontramos. Pero también somos alma, aquella que transcenderá cada una de las circunstancias que vayan aconteciéndole a nuestro camino. Que también sabrá elevarse sobre cada una de las limitaciones físicas con las que ese cuerpo, se ha de encontrar.

Olvidar esto es olvidar que somos simple y llanamente, seres humanos. Con errores, limitaciones, con muchas grandezas y miserias. Olvidar nuestra condición de seres creados, libres pero limitados, nos encumbra, y nos hace colocarnos demasiado distantes de la comprensión y la empatía hacia el otro, hacia ese otro que es igual que yo, que tiene la misma posibilidad de errar.

La equivocación como posibilidad habita en cada uno de nosotros. Nadie es más que nadie. Detrás de todos esos seres humanos que se olvidan de lo más evidente, está la soberbia. La soberbia es uno de los sentimientos más alienantes que pueda albergar el ser humano. Esa equivocada percepción del yo que nos lleva a sentirnos en legítima autoridad para guiar a los otros, que nos hace ver siempre la paja en el ojo ajeno, antes que la viga que tenemos metida en el nuestro. La soberbia es una bofetada a la caridad, a la humildad. El problema se hace evidente cuando se predican unas supuestas verdades con tal desvergüenza, que ponen en evidencia el desprecio que se tiene sobre el juicio ajeno, y que supone un total acto de marginación y aislamiento del otro que debería provocar en nosotros siempre una vergüenza bochornosa. Y no siempre sucede así. Lamentablemente.
(…)

“No discutas nunca; Cristo nunca discutió, predicaba y reuía toda discusión. No rebatas nunca las opiniones ajenas porque eso es querer aparecer más fuerte que tu prójimo y domeñarlo. Expón con sinceridad y sencillez tu sentir y deja que la verdad obre por sí sobre la mente de tu hermano; que le gane ella, y no que le sojuzgues tú. La verdad que le profieras no es tuya; está sobre ti, y se basta a sí misma.”
Miguel de Unamuno


DESPEDIDA

Allí estabas, pero tu mente se había ido lejos. Escuchabas su voz desde tan lejos, que sólo era un rumor, la percepción de alguien muy lejano. Su sonido se confundía con la presencia de las olas. Te preguntaste si quizá eran así las despedidas cuando a quien se despide se le sabe ya punto final. Serenidad. El principio de un adiós se hacía presencia frente a ese sonido de mar. Tu alma se dijo a sí misma que aquello era un desasirse, un dejar de ir a la deriva, que por fin se abriría un camino, sin necesidad de tregua, sin sentir la necesidad de mendigar. Desasirse y convertirse en brisa marina. Sin el eco de esas reminiscencias de afecto que tanto te han arrastrado siempre, hasta dejar de ser tú. Nada quedaba ya. Sólo la oscuridad y el tímido sonido de un adiós.Te levantaste tranquilamente y te viste paseando. Te apetecía bordear aquel mar, aquel Atlántico que había sido principio, y que ahora, en una noche sin luna, te traía palabras de final.
_ Las cosas un día se acaban. _ te dijiste sin pronunciar palabra alguna. Sólo el rumor de la noche te pudo oir.
Y aquella que no imaginaste ser nunca, eras. Esa era tu mirada real, la del abandono. Te sentaste en el borde de una roca. Sólo permanecía una oscuridad plena; sólo el rumor del agua, y tu pensamiento, que parecía habitar aquel escenario sin presencia. Habías dejado de ser impaciente y desencontrada . Tu mirada buscaba un punto fijo ante aquella oscuridad, un punto visible. Necesidad de certeza. Parecías buscar algo serenamente. Y ocurrió. Allí mismo, a solas, fuiste capaz de llorar ante aquella oscuridad tan honda, fuiste capaz de encontrarte con el eco de una voz; la tuya. Y tus lágrimas comenzaron a brotar limpias, serenas, abundantes. Fluían solas, muy solas. Soledad del agua; lágrimas y mar. Sabor a sal. Y allí, en aquella serena noche de mar profundo, por fin, supiste que habías llegado al final. Por fin podías sostenerlo en tus labios. Y sentiste en ellos el temblor de una inusitada oración.
_ ¿Nos vamos? _ Te dijo bajito, sin querer romper el silencio.
_ Sí claro. _ Te levantaste disimulando, en silencio. Y sin palabras, caminaste el resto del sendero. Ya sólo querías llegar; llegar a casa.

PRIVILEGIO

La vida tiene momentos de infinita inteligencia. Hoy lo he visto. La inteligencia de esas miradas que se enfrentan altivas a la batalla más cruel que nos puede ser dada: la de sonreír cuando se sabe finito el tiempo que nos pertenece. Esas personas saben mejor que nadie que este presente no es eterno, que aunque lo parece, certeramente saben que no lo es. Día a día hay algo que se lo recuerda, y sin embargo, sonríen. Lo hacen profundamente. Y nosotros, desde la soberbia de nuestro día a día sin interrupciones, lo hemos olvidado. Olvidamos que somos creadores de un tiempo concreto, y también, que debiéramos sonreír. Nos olvidamos de sonríer tan a menudo…

Yo quisiera poder describir cómo es esa sonrisa, la de aquellos a quienes el llanto les ha hecho infinitamente alegres, pero me es imposible. He aprendido que para sonreír de verdad, se necesitan agallas, se necesita mucho valor, pues una sonrisa así sólo puede ser sostenida por un dolor infinito que ha sido domesticado desde la esperanza. Esa esperanza que nos hace entender que aunque hayamos perdido todo, aún nos queda la risa. Que somos eternos a pesar nuestra biografía finita.

He estado a menudo al lado de personas que saben de esa ausencia de futuro, que podrían tocar con sus manos la finitud de sus días, y ahí están, con su locura inagotable, esa que quiere ganarle la afrenta a ese enemigo cruel que un día se instaló en su camino. He visto el milagro que es verlas sonreír a cada paso. He tenido el privilegio de hacerlo a su lado. Y me ha sido concedido el milagro de aprender a medir mis días como ellos lo miden, en su exacta valoración. Hoy es hoy. Y en este momento, la eternidad.

Esta mañana en una habitación de un hospital sucedió una vez más. Sonreír delante del abismo. Hoy encontré de nuevo a Cristina. Y allí la complicidad, esa compañera de viaje que nos sorprende cuando menos lo esperamos. Simplemente se habló de la peluquería, de estos pelos, de aquellos tintes, y de estas canas. Sencillamente. La vida fluía alegre. Cristina nos trajo fotos de otros ingresos. De otros momentos. De silencio, de lágrimas y risas. La vida hoy, a las nueve de la mañana en un hospital, se respiraba en un susurro, en un cotilleo de querer estar más guapas. Como si en esa habitación no hubiera entrado jamás la tormenta. Y me dije a mí misma, esto, esto es la esperanza. Los ojos azules de Cristina. Cuando lloran, cuando ríen…

Una vez más me fue concedido el privilegio. El de ver habitar la Esperanza en este fastidiado mundo. Esa esperanza de los que habiendo perdido el futuro, aún no han perdido la risa. Ahí la huella del Soplo Eterno. Silencioso se hacía sentir en aquellos ojos azules. Y sentí una honda gratitud por ello. Por el regalo que fue verla sonreír. Estar a su lado.

Mi silencio y mi oración hoy están con ellos. Con cada uno de ellos. Ellos me han regalado la esperanza que me ayuda. Su esperanza camina conmigo. Ese es mi privilegio. El que me es concedido por cada risa y llanto compartido. Ellos me han hecho mejor persona. Siempre. Y me hacen grande, ellos me hacen grande cada vez que un nuevo ingreso supone unas risas por aquello de estos pelos y estas canas… y sí, te digo que me voy a rizar las pestañas… gracias Cristina. Por las risas de hoy. Si tú no te rindes… yo tampoco lo voy a hacer.



¡HE VISTO TANTA INFINITUD EN ESAS SONRISAS!

ENCUENTROS

Te presentaste quietamente, como si con tu llegada se sintiese el arropo de una brisa serena. Tus palabras se acercaban con una sonoridad sorprendente. No había imaginado tu presencia tan serena. Incluso me sentí un poco ridícula ante la mía; tan diferente, tan intranquila y nerviosa. Y luego los ojos; serenos, como perdidos en un infinito que parecías tocar en ese momento. Me hubiera gustado saber en qué color descansan cuando se pierden así. En tu presencia se notaba el reposo de la palabra amigo, de la palabra amor, de la palabra imposible. Los inicios siempre nos descolocan un poco, me dije, nos sentimos extraños y no sabemos muy bien cómo hablar ni de qué. No sabemos muy bien cómo colocar nuestro semblante, tampoco las manos saben donde reposar. Incluso sentimos que no estamos, que nuestra presencia cotidiana en ese momento no nos acompaña, que nos ha traicionado ese yo que normalmente nos habita.

Entonces empezaste a hablar, comentabas cosas triviales, con tu tono, con tus palabras, y lo vi. Eras verdad. Y hoy, cuando laten esos traicioneros momentos de tristeza, de soledad y desencuentro, echo de menos la presencia de tu mirada. Y más aún, la brisa de tu presencia. Hoy, pocas personas son ya lo que parecen. Así que, muy a menudo, te recuerdo. Amigo inesperado. Nadie, nadie es tan verdad así, en ese primer momento, en ese instante en que se mira al otro por primera vez.




's wonderful! 's marvelous!
You should care for me!
's awful nice! 's paradise!
's what I love to see!

(...)

DERECHOS EN INTERNET


Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que...

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

UNA CANCIÓN PARA TI

(...)

You make me feel so grand
I wanna give the world to you
You make me understand
Every foolish little dream I'm dreaming
Every scheme I'm scheming

PASADO

Cada vez que nos regalan un recuerdo, se podría sentir el soplo de la eternidad. Nada ha terminado. Es como si todo pudiera continuar, como si encontraras un eslabón en la mirada del otro para no morir del todo. Con nuestra memoria, al reconstruir el poso del recuerdo, somos de nuevo. Volvemos a ser, al lado de alguien, quienes un día fuimos. Cuando narramos nuestro recuerdo, ese algo que un día vivimos, volvemos a sentir. Reencontramos un sentimiento tal cual lo vivimos... Recreamos nuestras historias para el otro, aquellas que nos dibujan en el pasado. Y a la vez reinventamos. Para no morir del todo, puede ser. Querer dar lo que fuimos es un encuentro con el otro, ese interlocutor exacto que nos tiene que ser dado, ese que nos haga sentir que quizá, sólo a nosotros nos estaba esperando. Y cuántas veces hemos sido también ese interlocutor que espera impaciente, ese que insistentemente, tira y tira del hilo...

_ Que no me líes... que siempre me estás liando. _ decimos, o nos dicen.

Ocurre que no siempre hemos sido presencia en el tiempo de los otros, de esas personas a las que sin voluntad, y sin a veces saberlo, queremos tanto. Y no se sabe por qué. Lo que sabemos es justamente eso, que necesitamos su recuerdo. La remembranza de lo que en un pasado fueron... eso que late presentido, pero que no se sabe.

Un día te dejan una canción, y sucede. Sientes. Te recuperas. Reinventas el tiempo. El tuyo, el de los otros. Vuelves a sentir. Sí.