VIVIR Y RESPIRAR.




Estás haciéndote mayor, y mientras te observo, te admiro. Aún quedan coletazos de tu infancia, pero es una evidencia que la niñez se está despidiendo en muchos de los destellos que suelta tu mirada, por cada uno de los poros por los que respira tu piel ya adolescente. Te siento un poco perdida, subida cual funambulista a una cuerda tensa que te las está haciendo pasar de a kilo. Primera amiga para siempre, y primera caída en picado. Te ha costado ver, observar, analizar y definir tu escenario, tu actitud, tus pasos. Parece que por fin lo vas haciendo, pero aún con cierta inseguridad. Hasta que de repente te encuentras con la realidad; una mezcla de envidia tonta que busca tu caída. Esa cobardía que a veces habita en los otros y se convierte en un golpe certero en el corazón.

Eres silenciosa, profunda, y lo mezclas todo con los coletazos de tu infancia. Así que no sé muy bien cómo estás enfrentando todo este desencuentro.

Observo tu resistencia, tu resiliencia, tu capacidad de pedir ayuda y tu paciencia. Te obligo a defenderte sola, sin saber muy bien por dónde irás a tirar. Y al final te admiro, profundamente, porque a mi me hubiera gustado ser como tú. He de reconocer que yo era más frágil, que las rupturas me atravesaban tanto que me impedían seguir durante algún tiempo. Tú no. Tú sigues adelante. Tú mantienes tu risa a flote, preservas tu alegría por las pequeñas cosas sin que los acontecimientos las ahoguen del todo. Te admiro sí.

Sólo me queda saber si al final tendrás el tesón, la clarividencia, la voluntad de no volver jamás hacia la persona que una vez nos hizo daño. No es cuestión de no perdón, es cuestión de estar y dejar estar. Es una razón más bien de olvido, de cicatrización, de saber que nuestra presencia es esperada por otras presencias que nos cuidarán mejor. Tengo en el pensamiento una certeza; buscarás el lugar que necesitas, no te quedarás a medias, y caminarás hasta encontrar tu exacto lugar.

Te quiero, mi querida Diminuta no tan diminuta ya. Me cuesta muchísimo despedirme de tu infancia, saber que aquí está su final. Pero los finales son siempre el principio de otra cosa. Y hay, si Dios quiere, mucho por vivir y respirar...

SIN PALABRAS.

 Escultura del artista eslovaco Martin Hudáček en homenaje a los no nacidos.


Impactante. Dolor y perdón. Es imposible no sentir ante la imagen un estallido en el alma que se torna dolor, vacío, soledad y las más absoluta presencia de no-consuelo. Esa escultura es un sueño, porque la realidad es de una soledad absoluta. Imposible el consuelo. Llanto y angustia frente a generosidad y perdón. Aborto vs. maternidad. _¡Ay, si pudieras venir con tu manita a rozar mi pelo!_.

Recuerdo entonces las manitas de mi hija rozando el mío, diciéndome con su vocecilla alegre en un día de tremendo cansancio y total rendición _ ¡Ánimo chica, ya verás como si vamos al tobogán del tubo te animas!_ .Para ella aquel lugar debía de ser el ideal, por eso me lo ofrecía como la solución a toda la tristeza que supongo tenía mi semblante por mucho que intentara disimular. Nos preparamos, cogí su manita en la mía, y hacia el tobogán del tubo nos encaminamos, me senté en un banco y me dejé llevar por la estampa que los niños representaban; con sus subidas, bajadas, caídas, risas, llantos y nuevos intentos. Me dejaba llevar por la presencia de mi hija, sus intentos, sus tropezones, su tesón. Y al volver, comprobé que era verdad. Que si vas de su mano al tobogán del tubo ya no hay problema, angustia o necesidad que puedan con tu alma ni rindan del todo tu semblante.

Y pensé entonces en la ausencia de todo consuelo. En 2010 se produjeron 113.031 abortos en España. Pensé en la atronadora soledad de cada madre, en su no posibilidad de ir con una manita en la mano al tobogán del tubo, en su soledad, fueran conscientes de ella o no. Pero el mayor dolor estaba  en las manitas que no irían jamás al tobogán del tubo, esas manos que siguen prestas a rozar el pelo de su mami para ser consuelo, las puedan sentir o no.

Es tremendo no comprender, porque esta ignorancia llamada aborto, también posible por el insondable miedo o el más puro egoísmo, lejos de ayudarnos, nos lleva a caminos todavía más angostos y tortuosos, nos oscurece el alma, nos achica el corazón, y nos convierte en parte de una sociedad mezquina. Lo pagaremos, porque siempre habremos de asumir las consecuencias de lo que somos, esa sociedad mezquina y demente, de la que soy parte y soy acción, que construyo con mis omisiones, aunque la sombra de una manita que no nos llegó a tocar jamás siga intentando ser consuelo.

VIAJES.









Regresas al escenario de entonces; ya tienes tus billetes preparados, la mirada inquieta y la maleta llena. Será el reencuentro; ayer y hoy. Y a tu lado, los ojos que le dan sentido a todo. A todo lo que quedó perdido, a lo que no pudo ya reconstruirse, a las sorpresas que recibiste, y a todo el esfuerzo que llevas pegado en tu alma. Una vez más, todo cobrará sentido. Significado. Verdad. Aunque muchas veces esa Verdad no llegue a comprenderse del todo. Tus sentimientos están desbocados, prestos no se sabe bien si a reir o a llorar. Vives. Has sobrevivido. Y si Dios quiere, llegarás. Llegarás a donde te propones llegar; aunque no hubieras imaginado jamás ni la forma ni el modo en que ibas a caminar. Sorprendida aún, no dudas de ese quien que hoy eres, porque necesariamente eso que eres lo habías de ser tú; también en ese mismo escenario, con esa exacta luz. Porque eres esa presencia que camina al lado de unos ojos fascinantes, libres, valientes y llenos de esperanza; por nada, por nada cambiarías ese brillo, esa tenacidaz, esa intemperancia conmovedora que es hoy tu hija. Esa que de la mano, camina contigo a tu pasado, te empuja al futuro, y te dice que el presente es ya. Quizá sí, quizá hay cosas que siendo pasadas... aún se puedan tocar. En presente. Caminamos siempre hacia un todo; donde pasado presente y futuro se funden en un yo.

SÁBADO


 "Quién podría calcular el daño que inflingen al amor y la amistad y a todas las esperanzas de felicidad un exceso o una disminución de uno u otro neurontransmisor? ¿Y quién descubrirá alguna vez una moralidad, una ética entre los enzimas y los aminoácidos cuando la tendencia general consiste en mirar a otro lado?" Ian McEwan.






Describir la vida. Un sábado bien puede ser el punto de partida para la narración; el punto de inicio para convertir la historia de nuestros actos en palabras. ¿Qué puede caber en un sábado? _te preguntas_. Todo y nada. Porque la narración de toda una vida puede ser justamente eso; uno todo o la nada más cegadora.

El libro narra a partir de los albores de un sábado la vida de Henry Perowne, un neurocirujano de prestigio que a la vuelta de un sábado, ha visto pasar su vida. Los hechos extraordinarios son así; le dan la vuelta a nuestra vida, la desgajan, la desmienten y la colocan tal cual.

No sé por qué extraña asociación _ni tan siquiera la intuyo_, al terminar este libro he tenido la misma sensación de vacío, la angustia que me quedó tras la lectura de El extranjero de Albert Camus. La trama en nada se asemeja, ni el ritmo ni el escenario de la vida. Las circunstancias son otras, el contexto, las motivaciones y la historia en nada se asemejan. Pero sí la sensación de agujero negro, de abismo insondable al final de su lectura. De vacío y angustia. 

Sábado  es una historia que no ha de pasarse por encima. La historia de este sábado refleja una vida normal, esa que bien pudiera pertenecernos a nosotros; una vida cómoda, llena de rutinas agradecidas, de personas que nos quieren, de trabajo, de alegrías y también de penas. La vida de Henry Perowne está llena de cosas buenas, pero todos tenemos un sábado en el que la propia vida, se nos presenta como narración. El devenir del tiempo; los fracasos y los triunfos que encontramos, el esfuerzo que hicimos, las sorpresas que nos encontramos, el pasado que somos, el presente que vivimos y el futuro que... Significado. Te preguntas dónde está el significado de todo eso que es tuyo, así se debe sentir Henry Perowne, mientras la sombra de Lily se amarra firme al alma. Es un dolor que sabes de dónde viene, pero que no quieres realmente instalar en tu escenario. Porque mañana, Henry, mañana Lily serás tú. O quizá es que Lily, Lily ya eres tú. Todo esto quisiera poder decirle a Henry si pudiera, si yo tuviera presencia a sus ojos. ¿A dónde irán a parar todos esos sentimientos que hoy te protegen? ¿Podrás todavía sentir la estela de su presencia, o te olvidarán como tu has olvidado? Entonces quizá llegues a saber que en toda esta historia, en tu historia, faltaba un poco de corazón, de generosidad, de alma. Tu mirada me entristece, Henry, porque aún no sabes que vacío y ausencia de alma son las dos caras de una misma moneda; la pobreza de espíritu. Claro que vivir con alma tiene su riesgo, sus pérdidas, su soledad sonora. Nada es fácil cuando se pone en juego el significado de nuestra vida. Nada.

No, realmente no hay que pasar por encima de esta novela. Habría que desgranarla, que observarla un poco más. A pesar de la angustia. Y enfrentarla a su otro contrario; a esa codependencia de quien vive la vida con demasiado sentimiento. Y uno se pregunta de la dificultad extrema que es llegar a vivir en equilibrio, en el equilibrio sereno entre el vacío y el alma en vilo, un equilibrio y significado que jamás podrán depender de una enzima: porque estaremos tristes, eufóricos y en la sinrazón, pero la mirada, la mirada aún así, siempre se eleva. Siempre.