MARÍA ZAMBRANO








Surge amica mea et veni.
Cantar de los Cantares.


Hay que dormirse arriba en la luz.
Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal, de los diversos cuerpos que el hombre terrestre habita; el de la tierra, el del universo y el del suyo propio. Allá en "los profundos", en los ínferos, el corazón vela, se desvela, se reenciende en sí mismo.
Arriba en la luz el corazón se abandona, se entrega. Se recoge. Se aduerme al fin sin pena. En la luz que acoge, donde no se padece violencia alguna, pues que se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aún sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz y de sombra, sin esfuerzo ysin protección.

María Zambrano.

RUMORES

Y un día, desaparece la voz, las palabras que tanto esperas. Esas que son respuesta a tus preguntas, alegría ante tu dicha, confrontación ante tus seguridades, y duda ante su seguridad. Ya no habrá interlocutor. Y te preguntarás mil veces por qué ya no está, adónde ha ido a recoger su mirada, esa que te leía, que te ofrecía perspectiva, que era un mundo. Palabras que ya no te miran. Desaparece la voz que era toda una afrenta para saber de ti mismo. Y sin su sonido, te desdibujas un poco, te quedas en un boceto que clama por ser terminado. No somos nada sin el otro, sin el eco de la voz del otro. Sin el contenido del otro.

Ocurre a veces, un día, tú, interlocutor, quizá ya no estés. Y me preguntaré qué razones te tienen secuestrado en ese silencio. Me preguntaré qué palabra mía te ofenció. Qué agravio dibujé con ellas para que te fueras tan en silencio. Y me diré a mi misma lo que desconoceré, lo que me quedará por saber. La duda. Cuál es la duda que te regalaron sobre mí. Esa duda hija de la falta de caridad, o de la ausencia de escrúpulos, o de la soberbia. Me preguntaré quién te dió elaborado un discurso que no me pertenecía, en el que no estaba yo. Un discurso inventado por quien vive alimentado por la egolatría, y que tú, interlocutor, creíste. O exactamente, tuviste miedo de no creer... porque muy bien, no te lo creías.

Yo una vez habité la duda que me ofrecieron, y así, víctima del miedo a la realidad de esa duda, fui ejecutora de una desilusión, la que provocó mi ausencia, una ausencia de palabras en el lugar en el que habían sido siempre bien recibidas. Ausencia que aunque ha querido redimirse, ya no tiene remedio. Y sólo me queda una lección aprendida; las consecuencias del miedo que engendra una duda son muy difíciles de redimir.




* mobbing:
Objetivo: destruir la estabilidad psicológica de un ser humano, a través del descrédito y la rumorología. Se practica acosando grupalmente de tal manera que la víctima "estigmatizada" no pueda defenderse, que no pueda hablar o que su palabra ya no tenga ningún valor. La indefensión de la víctima proviene de la pasividad de los testigos de la violencia, que permiten la destrucción de otro ser humano de manera indignamente cobarde. ( Marina Parés.2005)

** mobbing en los blogs:
Objetivo: destruir la estabilidad del número de comentaristas de un blog a través del descrédito de su autor. Se practica mediante la rumorología acosando grupalmente de tal manera que la víctima "estigmatizada" no pueda defenderse, no pueda hablar (ni siquiera sabe que es vícitma de semejante rumorología) y se consigue que su palabra ya no tenga ningún valor. La indefensión de la víctima proviene de la pasividad de los testigos de la violencia, que permiten la destrucción de otro ser humano de manera indignamente cobarde.


Imagen: dibujo de Ana María Matute, de la niña que fue.

MINUTOS


Has regresado a la rutina de todos los días, y has vuelto a abrir ese cajón en el que vas recogiendo proyectos. Tu mundo se vuelve a parar. Sonríes, pero no quieres que el olvido arrase con todo. Por eso todos los días durante unos minutos recoges en tus manos ese otro mundo, el que tienes tan fielmente guardado, y te dejas sonreír. Luego retomas este presente de pequeñas cosas, este trozo de realidad que late en tus manos, ese pequeño mundo que se sostiene con tu labor de cada día. Si no lo mirarass de frente, si no te pararas a pensarlo, quizá no quieras sostenerlo más. Sabes que si lo dejas, te dejarás a ti misma también, por eso eres firme cuando lo miras de frente. Y mientras recoges de nuevo esa caja de proyectos sin tiempo, sigues sonriendo. Y sientes un anhelo especial por todo aquello que aún no es olvido.

Te levantas todos los días, eres la primera en dar la bienvenida al sol, o a la lluvia, según como haya comenzado el día. Preparas los desayunos, y vas despertando uno a uno a toda tu gente, a toda esa gente que habita tu mundo, esos que aún no han abierto el ojo. Personitas que remolonean cada mañana y hacen que tu tiempo se estire un poco más. No entiendes muy bien cómo, pero al final todos llegan a tiempo. Regresas al silencio de tu casa, ese que por unas horas, será sólo tuyo. Aún así, seguirás sosteniendo ese pequeño mundo. Ese es el milagro. Cuando ellos regresen todo estará listo. Pero ahora es tu tiempo de silencio. Y te es irremediable volver a abrir el cajón de proyectos. Algunos los acaricias suavemente, aún late sigilosamente su posibilidad. Otros sabes que se quedarán profundamente en silencio. Ya no se moverán de ahí, probablemente. Y sonríes. Sabes que te gusta su silencio, su no posibilidad. Sabes que son la otra cara de una moneda preciosa. Y regresas a esa mañana que tan sólo ha comenzado hace un par de horas, vuelves a mirar tu rutina, y te quedas bailando en la resonancia del pequeño mundo que habitas. Así, sin ruidos, se le puede oír mejor. Y sabes que estás ante la infinitud de un proyecto que aún está por ser, que aún no ha cumplido su verdad. Hoy sólo se puede oír el sonido de sus primeros pasos, sabes que sin ti se derrumbaría, y retornas a la labor de cada día, con una eterna sonrisa, mientras cierras la caja en la que guardas tus proyectos más silenciados. Aquellos que sólo ven la luz, a ratitos.



*Imagen: reloj de la catedral de León.

ISLAS GALAPAGAR

*para J.

Es sorprendente este mundo de la aldea global. Un día, cuando ya en casa todo es silencio, cuando las tareas ya han llegado a su fin, cuando ya sólo oyes la resonancia de lo que queda del día, te sientas delante de esta ventana, curioseas, vas de aquí para allá y te paseas por toda esta aldea global; por toda su música, por sus sonrisas, también por su llanto. Y un día te metes en un chat. Y te dice alguien hola, o se lo has dicho tú, que ya ni te acuerdas. Y alguien, intuyes que con sonrisa amable, te comenta que vive en Galapagar. Y tú, respondes que qué hace un español tan lejos. Y te entra la risa boba cuando te dicen que no, que esas son las Islas Galápagos, que Galapagar está en Madrid.

Entre risas y cierto sonrojo atragantado sigues conversando… Y luego otro día. Y al otro día también, vuelves a conversar. Y un siguiente. Luego no, ya no se da la casualidad, pero vuelves a coincidir de muy tarde en tarde, porque la vida nos tiene a carrerillas, ahí, secuestrados en los ires y venires de las carreras de cada día. Y así siempre. Y sin embargo sabes que da igual. Que cuando vuelvas a conversar con esa persona, todo seguirá como ayer, como si fuera un "decíamos ayer". Y sonríes por la coincidencia, por la casualidad que quieres sentir poética, por aquel segundo de coincidencia en el que alguien te saludó, o saludaste tú, que ya no recuerdas, por aquel segundo en que Galapagar era toda ella un trocito de tierra rodeado de mar. Y entonces un día te ves pensando en el azul, que las casualidades, en Internet, también tienen el color que te gusta. Y sonríes. Y te dices a tí mismo que qué bien, que hay alguien allí, en las islas Galapagar, que sabe de tu presencia. Y sigues sonriendo...

(...)
She has the power to go where
no one else can find me
and to silently remind me
Oo the happiness and the good times
that I know, got to know.
And I feel fine anytime she's around me now,
she's around me now
just about all the time
and if I'm well you can tell she's been with me now,
she's been with me now quite a long, long time
and I feel fine.

And I feel fine.


Tecleo tu nombre y sale una sonrisa, a lo lejos. Si lo escribo, en el borde de un folio, sale una frase. Saludos. Y si me empeño, y te nombro, en voz alta, oigo un eco. Tu eco. Y si me dejo llevar, y grito tu nombre, es posible que aparezcas... Entre la bruma que cubre la isla. De Galápagos. Fuerte color. Azufres. Marrones incandescentes. El vértigo en las colinas.... 
Tecleo tu nombre y sale una sonrisa, a lo lejos.
(Driver)

SABIDURÍA

Imagen de Theano de Crotona. (Grecia, sobre al año 546 a. de C.)

Si bien fue Pitágoras de Samos quien encendió la antorcha, hay que reconocer también que fue una mujer de Crotona, una filósofa, una matemática, una maestra, quien supo mantenerla encendida, y transmitirla a las generaciones posteriores, a toda la Humanidad. (...)

Es un día especial, mi hermana mayor cumple un año más. Mi hermana mayor, esa que ya estaba cuando yo llegué, que ha seguido estando siempre, entre baches y risas, con su silencio y con su no-silencio. A ti, que ya estabas observando la vida cuando yo aterricé con toda mi impaciencia, para ti mis mejores deseos. Para ti hoy mi mejor pensamiento. Vas por delante, siempre por delante.

Ser hermana mayor supongo que no es fácil. Saberse ejemplo y afrenta no debe ser nada sencillo. Saberse ejemplo de los que por detrás vienen, y vienen a su aire, porque a la vez que quieren ser como tú, necesitan desdecirse, perderse por esos atajos para poder decirse bien de uno mismo. Hermana mayor: historia de desencuentros y afectos infinitos. Y me pregunto qué hilos invisibles nos unen, qué hilos nos sustentas tan unidas a pesar de la distancia, de las diferencias, de la desencontrada mirada con la que enfrentamos el mundo. Tu y yo, tan diferentes y tan iguales a la vez.

Mi querida hermana mayor, que sea hoy un día muy feliz. A ti, que ya estabas con tu mansedumbre en aquel instante en que yo llegué con mi intemperancia, te deseo hoy, momentos de plenitud ante el recuerdo de lo vivido. Eres el triunfo de la generosidad, no tienes más que mirar las personas que ahora te rodean, esas a las que has dado tanto. Y me uno a vosotros en este día, sino con la presencia, con el pensamiento… y con el sonido de la risa. Te quiero, hermana mayor, tú, que con tu sola presencia sujetas el mundo a los que llegamos detrás… así, como empujando, tan inesperadamente haciéndonos sitio en tu mundo de princesa. Te dejamos poco tiempo ¿eh?.

Por último, quiero regalarte aquí un recuerdo, un momento de mi vida que aún recuerdo entre emocionada y avergonzada. Sí, lo confieso… fui la única universitaria que llegó el primer día de clase acompañada. Recuerdo aquel día con rubor, y también con una honda emoción que puede hacerme llorar, aquí, ahora. Llorar porque te empeñaste en acompañarme a pesar de mi negativa a que me llevaras a la facultad. Yo quería ir sola, pero no… ahí estabas tú, buscando el camino directo de las cosas. Quizá te empeñaste por el miedo a que pudiera encontrarne algún atajo equivocado y no llegar, o por la desconfianza ante mi mundo lunero… ese que me ha llevado lejos del lugar al que debería haber llegado otras veces. En fin, el caso es que mi primer día de universidad llegué a clase de tu mano… sólo te faltó indicarme la silla en la que me debería sentar. Sólo eso… y sé que en casi todo, has estado detrás. Aunque no te notase.

Hermana mayor, tú, que tantas veces has sostenido el mundo de los que llegamos después… ¡¡¡¡FELICIDADES!!!! Que pases un gran día, tú, que impediste que tantas veces me perdiera, y que sigues haciéndolo, así, tan en silencio y a veces sin yo saber.


* y veo ese youtube, y veo a tres, que tres son tres, TRES los tesoros de mi hermana, y que les oigo cantar. Cantar. Cantar esta canción a coro. FELICIDADES!!!!!!!!

AUSENCIA

... di que me he ido.

*Alfonso, mira si seré cursi, que a mi esto me sigue dejando aún hoy, sin voz.
Y ya sabes... cada día, con su melodía.

;))

INSTANTES

Show me how you do that trick,
the one that makes me scream he said,
the one that makes me laugh he said,
and threw his arms around my neck.
Show me how you do it,
and I promise you I promise that,
I´ll run away with you.
I´ll run away with you.



El mundo a veces tiene demasiado ruido, un ruido hueco y hostil. Es entonces cuando te retiras, te resguardas en tu silencio y te dedicas a observar. No puedes evitar tu ausencia de sonido. Empiezas a percibir con nitidez el sonido de los demás; esa necesidad que tienen los otros de arrasar, de ser el centro de atención, de sentirse la atracción de todas las miradas. Y te preguntas a qué puede obedecer una necesidad así. Y permaneces en tu instante silente, te quedas pensando si te has perdido algo importante, porque tú ya no sabes subir ese escalón en el que los demás están, no sabes estar en el ruido de los demás. Te preguntas si hay algún eslabón que no has encontrado o que has perdido para poder subir a esa historia que comparten los demás. Una historia que te parece incomprensible, a la que no sabes ajustarle el sentido. Y en silencio te dices que quizá tu lugar no sea ese, que estás perdido, que no querrías estar ahí. Y te sientes un ser extraño. Con ganas de regresar a tu lugar de silencio, de palabra y de olvido. Donde el ruido de lo absurdo ya no te va a interrumpir más. La soledad entonces se convierte en sonora. Y descansas. Tu olvido puede por fin reposar. Y regresan a tu encuentro todas esas otras miradas que sostienen la tuya, esas de las que ya nunca vas a saber prescindir. Silencio sonoro. Amistad. Y vuelves a sonreir, porque te sabes en otras presencias, y que lo de hoy, lo que has habitado hoy, es tan sólo un instante. Y te dejas llevar irremediablemente por el poder de otros ojos, por la atracción de otras miradas, por la presión de otras manos. Y sabes que al lado de otras presencias tienes la capacidad infintia de ser tú mismo. Sin otro sonido que interrumpa el tuyo, sin más resonancia que la que tú eres.

A FORÇA DE NITS

A FUERZA DE NOCHES

A fuerza de noches
amo la vida
y la convierto en
mi mejor amiga,
a fuerza de verdades,
a fuerza de mentiras,
un poco me hiere,
un poco me fascina.

A fuerza de noches
invento las albas,
que cada mañana
despiertan la plana
y espero su grito
que me advierta ¡llegó el momento!
para estar a su lado
si sirvo todavía.

Y mientras tanto aprendo
el alfabeto del grito,
el espasmo del llanto,
el precio de un anhelo,
y así consigo que el tiempo
sea mi aliado
y cada segundo me acerca la mañana.

(Bordeaux)




*Bordeaux... tu ventana. Dejo esta melodía al lado de tu canción. :))

WISH YOU WERE HERE

... SO,
SO YOU THINK YOU CAN TELL
HEAVEN FROM HELL


(...)

HOW I WISH,
HOW I WISH YOLU WERE HERE
WE´RE JUST TWO LOST SOULS
SWIMMINGIN A FISH BOW!
YEAR AFTER YEAR.
RUNNING OVER THE SAME OLD GROUND.
WHAT HAVE WE FOUND?
THE SAME OLD FEARS.
WISH YOU WERE HERE.



* Hoy, en que he sido testigo de la más insultante dialéctica, te echo de menos. Tú y yo, una dialéctica tan especial (mqm)


CÓMO DESEARÍA,
CÓMO DESEARÍA QUE ESTUVIESES AQUÍ.
SOMOS SÓLO DOS ALMAS PERDIDAS,
NADANDO EN UNA PECERA,
AÑO TRAS AÑO.
CORRIENDO SOBRE EL MISMO VIEJO SUELO.
¿QUÉ HEMOS ENCONTRADO?
LOS MISMOS VIEJOS MIEDOS.
OJALÁ ESTUVIESES AQUÍ.
(Sunsi, siempre certera)

__________________________

"Ojaláses de los ojaleses,
estuvieras a mi vera,
juntos, surcando mares,
sobre miles de oleajes.

Que no te hubieras ido,
que tu presencia me acoje,
tu sonrisa un brillo,
sin tí, pierdo coraje.

Obligado a navegar,
sobre azules infinitos,
perdí la voz de tu amor,
sólo oigo silbidos.

Ojalá de los ojalases,
fuera el primer día,
cuando te conocí,
sin trampas ni cambalaches.
(Driver, siempre surcando el azul)

EL OFICIO DE ESCRIBIR




Esta temporada he estado inmersa en las palabras de Natalia Ginzburg. Y digo sostenida porque hay palabras que se imprimen en el alma, y que aunque se olviden, permanecen, se quedan ya para siempre como un eco en nuestro pensamiento, en nuestra forma de mirar el mundo. Me ha fascinado la capacidad que tiene esta autora para describir la dispersión de los sentimientos, la realidad del otro, la soledad esencial en la que a veces nos encontramos, la aridez que deja el tacto del olvido.

Querido Miguel, el primero de sus libros que leí es así, de una soledad y sentimientos insondables. El libro nos narra la historia de Miguel a través de la correspondencia que con él mantienen diferentes personas. Miguel, el hijo que un día desaparece y que sin saberlo, lo hará para siempre. Su madre es una de las personas clave, madre que no entiende, que no deja de lamentar la lejanía de su hijo. Y como madre, asume la culpa adulta, el desencuentro y la soledad que los sentimientos no nombrados nos provoca. Cada carta es reflejo de la realidad en la que nadamos cuando las emociones no encuentran reposo porque no aciertan a ser dadas. Y sin embargo las palabras sí saben recoger, ahí está cada carta, rompiendo el silencio en que se sostiene quien la escribe. El libro es un reflejo de lo que es la soledad, y de lo difícil que es a veces hablar de nuestros propios sentimientos, de aquello que nos duele o nos mantiene en tensión. Es un libro que me ha encantado, sobretodo porque la traducción es de Carmen Martín Gaite, y posarme sobre las palabras que ella exactamente ha traducido, es un lujo.

Las pequeñas Virtudes. No sabría cómo hablar de este libro sin desmerecerlo. Me gustaría encontrar las palabras exactas para que os quisierais enganchar a él. Es un libro que reúne textos sobre muy diversos temas. Sublime. En él se habla del oficio de escribir, de la realidad de habitar una guerra, de la experiencia de ser mujer y madre. En esas narraciones palpita la vida vivida, la vida sufrida, la necesidad de escribir, de contar, de reflexionar lo que no has tocado ser, lo que nos ha tocado vivir, lo que nos ha tocado olvidar. Y en esas narraciones, siempre la presencia del otro, la atenta mirada de esa persona que es yo. Generosidad y vuelo en sus palabras. Me he sentido totalmente atrapada ante la mirada de Natalia Ginzburg. También especial atracción por la humildad de sus palabras, por la generosidad con la que mira el mundo, por darle tanta riqueza a lo que aparentemente se nos dibuja pobre. Este libro lo recomiendo especialmente si se quiere uno empapar de la mirada de la autora. En ella encuentras la humildad con la que sentía su oficio: Mi oficio es escribir, y lo sé bien, y desde hace mucho tiempo. Espero que no se me interprete mal: no sé nada sobre el valor de lo que puedo escribir. Sé que escribir es mi oficio. Y después de la lectura de este libro lo que yo sé, es que volveré a él muchas veces, a cada una de sus narraciones cortas.

Y necesité continuar leyendo sus libros. El camino que va a la ciudad. Una historia de una pobreza tan sublime que sólo la mirada de esta autora es capaz de transmitir con tanta belleza, y sólo ella puede elevarla. Palabras que describen un paisaje árido, unas vidas rotas, personas aisladas pero no por ello carentes de emociones, de conflictos, de confesiones. Ahí encontramos a Delia, esa inocencia estéril que no encuentra su destino, que no es capaz de identificar sus sentimientos, que está tan sola. Esos personajes sostienen un contradictorio misterio en la esencia que los habita. Dureza por ese anonimato de personajes olvidados, y también en el olvido reposado del propio paisaje, y en todo aquello que ya ni queremos ni quizá sepamos nombrar, ese intangible pilar que es siempre el dolor en el otro. Una historia dura en su aparente desnudez.

Las palabras de la noche. En esta historia navegó insondable mi mirada. Quizá esta historia no tenga geografía, y sus nombres, sean nombres inventados. Personajes de papel que podrían no haber habitado nunca en ninguna parte. Y sin embargo yo sé que existen. Yo los he visto. Sé cómo es ese pueblo. Sé de las miradas de sus gentes. De las historias de quienes no habitan como anónimos. De esas palabras de la noche; esas, las precisas, las que nos dan la realidad en su medida exacta, esas que nos abren los ojos, que nos regalan la dimensión de nuestro dolor y de nuestra libertad. La autora misma nos confiesa en los inicios: En este relato, los lugares y los personajes son imaginarios. Los unos no se encuentran en los mapas y los otros ni viven ni han vivido nunca en parte ninguna del mundo. Y lo siento porque he llegado a amarles como si fueran reales. Y aún así yo sé que ella, la autora, sólo quiso hacer un guiño. Sé que eso que dice no es cierto. Yo los he visto, a ellos, a esos personajes que caminan sus vidas desde el silencio. Sé cómo es la libertad valiente que habita en un corazón noble. Y que cuando te quedas enredado en las palabras de una noche, ahí, lo encuentras, a esa magnánima libertad del corazón, libertad que habita en muchos de esos lugares que se desconocen, lugares humildes en los que la vida vivida fluye como si fuera un rumor: un simple rumor de vida, como un murmullo.

Sublime ha sido la lectura de su mirada, infinito el enfoque que sólo ella sabe ajustar en cada personaje. Y se me quedan rondando sus palabras en el pensamiento, su idea, su pasión, ante el oficio de escribir. Y sé que la buscaré en otras historias, y que retornaré a éstas ya aprehendidas, ya tan cercanas, tan mías.



"Hay un peligro en el dolor, así como hay un peligro en la felicidad, respecto a las cosas que escribimos. Porque la belleza poética es un conjunto de crueldad, de soberbia, de ironía, de ternura carnal, de fantasía y de memoria, de claridad y de oscuridad, y si no conseguimos obtener todo esto junto, nuestro resultado es pobre, precario y escasamente vital." NATALIA GINZBURG

OLVIDO



Afortunadamente... nosotros sí sabremos, sí recordaremos quiénes han sido ellos. Nosotros, que seremos la memoria de su memoria, la sonrisa de su sonrisa. Ellos, que fueron los últimos para que nosotros pudiéramos ser los primeros. Y cuando observo otras presencias, sé que recordarán mi memoria, la sonrisa que yo fuíi, la memoria que yo habité, aunque yo ya no las recuerde. La vida es una cadena.

(...)

La música blanca es una música extraña. A veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutan bien es como oír el silencio, y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles. La música blanca es algo rematadamente difícil"
Alessandro Barricco.

(...)

Y yo me lo digo ahora todos los días, esas personas de silencio, esas personas de sonido sin camino, que parecen de olvido, no lo son. Todo lo contrario, son plenamente música blanca. Esa inmovilidad que alcanza el sabe ser cuando ya lo es del todo. Música Blanca.

LA VIDA SIGUE

... Y LA ESCENA HA DE CONTINUAR.

Y me doy la bienvenida a mí misma, a la rutina que cada día me bate en esa locura de los ires y los venires, y sobretodo, a las personas que están sostenidas por ella, por mi rutina.
COMIENZA LA FUNCIÓN...
 

Y me digo a mí misma lo de siempre... te quiero libre, libre y sin miedos, respetada, con tu trabajo digno y feliz, mucho de feliz... ay, ay, ay. 

Ilustración de Roberto Flores Yoldi. http://www.robertoflores.com/

ATALAYAS
















 ... Al ir llegando veremos el castillo mucho antes de arribar al pueblo. Se encuentra en lo alto, en silencio; sus ruinas permanecen altivas. Nobleza y firmeza se podrían tocar cuando con tu mirada llegas a él, o más bien se podría decir, cuando el castillo quiere llegar a tí. Un castillo cuya atalaya ofrece un horizonte claro, cuya cumbre encuadra anchas llanuras, que te regala la exatitud de tu vuelo anhelante, ese vuelo que querrías poder realizar si pudieras.

Su torre del homenaje resalta airosa en el azul de cielo. Todo en el castillo se ha derrumbado, y por sus empinados tramos asciendes a lo alto. Allí te sitúas y vuelan libres la mirada y el pensamiento; perfilas nítidamente tu presente, este tiempo que ahora dice ser tuyo, ese tiempo que aclama por seguir latiendo. Este presente que será pasado bien pronto y que aparecerá a otro viajero que pasee por esta altura dentro de cien años, por aquel camino, por este espacio infinito y con esta misma luz, ese tiempo futuro en que alguien se preguntará por los ojos que ahora miran, por tus ojos. Exactamente igual a como ahora yo quisiera poder ver el brillo de los ojos que me antecedieron, poder sentir el milagro de su mirada en la mía, mirada nunca habida y no por ello no necesitada. Es entonces cuando me gusta mirar ese azul del cielo, tocar esa piedra centernaria, respirar esa llanura... porque sé que aquellos ojos que nunca me miraron, también lo hicieron.

La llanura se pierde en esa lejanía tan remota, y surgen los matices, la coloración suave, el cielo. La luz es diáfana, infinita, de una limpidez sublime. Sólo en estas alturas se puede gozar de semejante luminosidad. Y sólo en esta luz el presente, es ver volver. Querer ser pasado un ratillo, si pudiéramos... volver a los inicios por un instante, respirar de nuevo este olor en aquella presencia que fuimos y que nunca nos abandonó del todo. Y sabes, certeramente, que a esa atalaya siempre querrás regresar, que allí habita serenamente el no olvido. Ese castillo que es la vetutsta casa solariega que nunca dejaste de buscar, que se torna el lugar al que siempre querrás regresar.

En este hoy, en el que que veo la mirada de mis padres sobre sus nietos, sé que soy plenamente consciente del vacío que antes sólo era un vacío presentido. Y recuerdo a mis abuelos, esos pilares fundamentales que todo niño debería tener el privilegio de conocer. Y los echo de menos ahora, hoy, en este presente de mi madurez. Y mi memoria se queda balanceada por el silencio de una oración por ellos.






* Libro de atalayas: Castillos de España. Carlos Sarthou Carreres. Ed. Espasa-Calpe. Madrid, 1986.
** Para M y A, abuelos a los que nunca pude mirar, a los siempre eché de menos. Para G, al que no recuerdo pero que me acogió en su mirada. Y para A, tan recordada, mi más honda oración por su humanidad doliente y silenciosa.



SERENADE

Escribir es defender la soledad en que se está; es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que, precisamente, por la lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas. Pero es una soledad que necesita ser defendida, que es lo mismo que necesitar de justificación. El escritor defiende su soledad, mostrando lo que ella y únicamente ella encuentra.
(...)
Acto de fé escribir, y como toda fe, de fidelidad. El escribir pide fidelidad antes que ninguna cosa.. Ser fiel a aquello qu epide ser sacado del silencio. El escritor no ha de ponerse a sí mismo, aunque sea d sí de donde saque lo que escribe. Sacar algo de sí mismo es todo lo contrario que ponerse a sí mismo.
(...)
Solitario de sí y de los hombres y también de las cosas, pues sólo en soledad se siente la sed de verdad que colma la vida humana. Sed también de rescate de victoria sobre las palabras que se nos han escapado traicionándonos. Sed de vencer por la palabra los instantes vacíos idos, el fracaso incesante de dejarnos ir en el tiempo.
MARIA ZAMBRANO.



* para Ginesillo, las palabras y la música, y la soledad que las habita.
SE ESCRIBE PARA NO ESTAR SOLO, PARA PERMANECER, PARA NO MORIR DEL TODO.

WILD IS THE WIND


Hoy algo termina. Nada nos pertenece, esas miradas hoy están, nos acompañan, y un día, desaparecen. De todas esas presencias, queda la resonancia del momento en que habitaron y acompañaron nuestra risa, nuestro llanto, nuestro vivir. A veces dejan de estar presentes de una manera firme, corta y rotunda. Otras... otras no. El olvido se produce después de una larga despedida entre silencios; llegamos al adiós sin ser conscientes de que eso único de nuestra vida se va, que se alza en su vuelo libre hacia otra mirada, hacia otro tiempo, hacia otras estancias.

Queramos o no, todo termina. Principio y fin. Presente y recuerdo. Conscientes o no, seguimos caminando, nos lanzamos de lleno en las pequeñas cosas del día a día, y también con las grandes. La vida sigue con su latido inteligente, con su ruido. Y de repente un día, en un segundo, un color, un olor, un sabor, abren ese recodo de la memoria que ha recogido cual película aquel instante en que fuimos esencia. Ese instante que nos hizo ser, que nos dio la medida de lo que nuestra alma nítidamente es. Y recuerdas, y te balanceas en el recuerdo. Y sonríes para ti mismo. Y te dejas llevar un rato.

Volvemos a empezar todos los días. Parece todo olvidado, pero no, siempre recogemos todo aquello que nos sirvió de sustento para no caer del todo, para poder reír a fondo, para poder sujetar la mirada de nuestros ojos en aquel presente, mirada que nos revela fielmente. Rcogemos lo vivido, y lo colocamos en esa estancia, tan infinita, tan solícita a ser encontrada. Ahí somos. Habitamos fieles en la memoria. Y hoy, en que retorno a lo de siempre cuando ya todo es tan distinto, me acuerdo de todas las despedidas, de todos lo tiempos que habité, de todas las lágrimas y risas que viví. Y pensé en los finales de mi tiempo, en esas despedidas que ya no descansan en la posibilidad del reencuentro, en esa finitud rotunda. Y...

Hoy, en que algo comienza y algo se termina, regreso a la inevitable persistencia de la memoria. Paseo por sus estancias, por muchos de sus recodos. Y puedo sentir el equilibrio. Hoy sé que es adiós. Y sé que también es principio. Y que el susurro del futuro me tiene en sus manos, y que no hay voluntad, que sería una locura no dejarse llevar por el viento.


Imagen: pintura de J.L. Quereda.

DELIRIO Y DESTINO


CONFESIÓN.
Interior y exterior.
Ficción y realidad.
Valentía y cobardía.
Plenitud y ausencia.
Pasión e inocencia.

EXISTES.
Vienes y te vas.
Te quiero y te olvido.
Aurora y esperanza.


PERSONA E HISTORIA.
Tú y yo.
Ser y estar.

Fracaso y exilio.

DELIRIO Y DESTINO

(...)

Imagen: pintura de J.L. Quereda.

MOMENTOS

(... a modo de aclaración)

Si mi vida pudiera ser descrita, en ella encontraríais momentos muy diversos. La mayoría de ellos alegres, aunque de todo hay, como en todas las vidas. La entrada de ayer fue algo claustrofóbica, plomiza, y asfixiante. Desde aquí un abrazo a quienes no pudieron saber que era ficción y no se quedaron pensándolo sin más, sino que quisieron hacer notar su presencia y me preguntaron. Siento la confusión, no haber dado más pistas, esto me confirma como mala escritora... ay,ay,ay.

Os regalo un ratillo de momentos, de realidad instanténea. Cada uno de vosotros sabe cual compartió a mi lado. Sólo la vida sabe qué más compartiremos y al lado de quién, en el tiempo que nos queda por andar. Serán instantes sublimes, grandes y pequeños, alegres y tristes, infinitos y limitados, conscientes e inconscientes. Serán los momentos de nuestra vida, tan nuestros como estas manos que ahora teclean estas palabras.

Gracias por estar. Seáis presente, pasado o futuro, lo importantes es eso: que estáis.

(...)


*(busca tus instantes, mqm)

HEY YOU

Desasosiego, incomprensión, impotencia. Esa es tu presencia en la mía, eso hay en el espejo de tus ojos cuando los miro. No pudiste luchar ya más contra tu alma y decidiste el olvido. Decidiste dejar de ser. Abandonaste tu alma y permaneces con la incomprensión de tu dolor, en el infinito ensimismamiento, aislado siempre, sin salirte ni un segundo de todo lo que te rodea, de aquello que es sólo tuyo, que sólo depende de ti. Ya no oyes otro sonido, sólo el de tu recinto interior. No admites la mirada que no sale de tus ojos, y nos rechazas sólo para no tener que mirar, para no tener que enfrentarte a los nuestros.

Has sabido construir un enorme castillo, en el que habitas, es el muro que te sostiene, que evita que caigas del todo, has sabido permanecer de pie, sin ninguna herida más. No has querido escapar de allí, para no caer, para no tenerte que volver a levantar. Habitas al lado de tu perspectiva sola, aislada. Sólo en la tuya. Recortas todas las posibilidades de tu mirada. Y tus ojos de abismo ya no quieren ver, unos ojos que ya no lloran. Dureza. Abismo. Soledad.

Este castillo es tu todo, tu laberinto personal. Eres indomable, prepotente, y egoísta. Todo lo que no habita tu mundo te es ajeno. Nada quieres ver porque no existe nada más allá de tu muro. Ni siquiera ves mis manos, que buscan ansiosas alguna grieta en tu solidez y poder atravesar al otro lado, manos que te buscan a ti, al que eras. Anhelan poder asirte, engancharse de tu alma para poder confundirla, mezclarla, insertarla en este todo inmenso que aislado en tu castillo te estás perdiendo. Ese todo que no sabes ver, al que no querrás saltar.

Miedo, angustia, parálisis. Eso es lo que me queda cuando te miro. Violencia. Querer romperlo todo, querer aniquilar ese muro tras el que te escondes, obligarte a saltar al otro lado. Tu soledad me paraliza el alma. Y mis manos lloran por el vacío en el que habitan cuando te tocan, por lo que no han sabido darte. Y tú allí tan lejos, tan sobre ti mismo. Sin saber.

VULNERABILIDAD


Un poco de realidad.

Hoy, el sonido de lo que fue un simple estornudo tiene la resonancia del apocalipsis. Hoy, habitamos una susceptibilidad evidente ante la consciencia del riesgo que, desde que nacemos, llevamos sobre nuestra espalda. Ayer parecíamos no ser tan conscientes de ello. Hoy, la realidad de un estornudo es el mayor de los desasosiegos. Y permanecemos perplejos ante lo que es pura y dura lógica: todo tiene un principio y un fin.

Y me pregunto... ¿a qué temeré mañana?... (si es que llego).


(...)

Regresa la peque del cole y me sale darle un beso enorme, pero que bien enorme. Beso que se queda en un intento ante la advertencia sonora de mi hija, que se ve que ha aprehendido responsablemente los conocimientos en Salud Pública que ha recibido el primer día de cole.
_ ¡Mamá, no!... ¡que no me puedes besar! No nos podemos besar, sólo saludar. Nos lo han dicho en el cole. Sólo saludar, lavarnos muy bien las manos... comprar unas toallitas con alcohol... y...
_ Ammm... ya, claro, y... pero... si yo soy tu madre... _ y me quedo la intención en el aire, entre perpleja y como medio tonta.
Ella empieza a caminar, pero se queda como pensativa. Se gira y me dice:
_ Aunque bueno, mamá, nosotras somos familia, y en la misma familia seguro que sí nos podemos besar._ Me da un sonoro beso con brazos incluídos.
_ Menos mal, ufff. Menos mal que hay cosas que no pueden ser arrasadas, pase lo que pase, vayamos por donde vayamos, que siempre están._ Me lo voy diciendo a mí misma mientras caminamos el regreso a casa. Llevo de la mano a mi hija, la aprieto fuerte, muy fuerte... y pienso en mi madre.

PARADOJA


Hoy en día, para casi todo, para cada circunstancia o momento se podría encontrar un concepto. Y yo estoy en una especie de circunstancia entrometida y respondona de la que desconozco el nombre, desde la que quiero organizar los nuevos propósitos del trimestre, y que no sé muy bien por dónde empezar a deshilar. No encuentro el cabo para poder ir tirando del hilo. Y lo más sorprendente es que no me importa demasiado. El sentimiento es reposado, alegre, y con tendencia a la pausa en todo aquello que me hoy propongo como realidad. No hay prisa.

Septiembre; inicio y fin de algo.

Me encuentro ante los primeros pasos del cambio, ante esa necesidad de mudar la mirada, la presencia, los espacios y los retos que nos proponemos. Comienzo a preparar el escenario, la perspectiva. Necesito dar a toda la casa la vuelta para que siendo diferente, todo pueda permanecer. Necesito rehabilitar el espacio, la respiración, la resonancia de mi casa. Comienzo un nuevo periodo y en medio de todo, me encuentro ante este ir al encuentro de otras cosas, de otros espacios, de otro orden, dejar la realidad en que me muevo a medio terminar. Todo se mezcla, lo necesario y lo en absoluto necesario. O sea, que no sé muy bien por dónde comenzar ni dónde estoy. Me sobra todo y la realidad es que no hay casi nada. Quiero colocar cada esquina de mi pensamiento, cada estancia, y mi pensamiento permanece ausente. Estoy y no estoy. De repente la agilidad se hace evidente para desaparecer en dos minutos y volver a la pausa, al elogio de le lentitud. Y en medio de todo las risas, el juego, y un qué más da… todo se irá andando. Todo se irá viendo. Todo.

Y me pregunto… qué concepto será el que pudiera reflejar todo esto, todo este momento que no sé muy bien cómo recoger con palabras, ni como colocarlo ante la perspectiva de mi mundo consciente. Así somos de complejos. Y de inconscientes.
Quizá todos los finales y todos los principios sean algo así… lentos y ágiles, hondos y superficiales, violentos desde su propia calma, y en cierto modo, también inconscientes desde su plena consciencia.

Septiembre; algo está cambiando, las rutinas son otras, la mirada permanece en su reverso, y a la vez, todo sigue igual. Ahí permance, intacto, el desorden de mi orden. Y ante ello avanzo.

(...)



Imagen: pintura de Iman Maleki.

EN SEPTIEMBRE

Hoy hemos celebrado un día emocionante: ha sido el primer día de colegio, de nuevo colegio. Todo han sido risas, carrerillas e incógnitas. Con los nervios, hemos llegamos demasiado pronto. Así que para hacer amena la espera, nos hemos tomado una infusión juntas en el bar de la esquina. Es emocionante para ella; todo. No puedo recoger en palabras lo percibido, se me quedan cortas. Se quedan pequeñas ante la mirada de mi hija, ante esa mirada que sostenía a la vez, nada más entrar al patio, el miedo de la incertidumbre y la alegría de los retos nuevos. Equilibrio absoluto en esos ojos de tan solo nueve años. Pude percibir, en un segundo, la mujer adulta que será; el semblante serio que siempre sostendrá su mirada, y el brillo, el brillo que la alegría le da a esos ojos.

Esa estampa me hizo regresar mucho tiempo atrás, al lado de mi padre unas veces, otras, al lado de mi madre. También iba con mi ilusión y con mis miedos de su mano. Hoy, al dejar a la peque en el cole, no he podido evitar el recuerdo de quienes tanto me han dado. Y me sentí en mitad de un río, ante ese caudal que me ha dado todo, y al que con mi esfuerzo intento devolver al menos, la mitad de lo recibido. Me intuyo en mitad de la corriente, ahí, firme, repitiendo a diestra y siniestra que aquello que se ha posado sobre la rama del árbol es un gorrión. Lo repito mil veces, a veces con poca paciencia, pero lo digo, que aquello que se ha posado en la rama, es un precioso gorrión. Y sonrío. Y me intuyo cómodamente instalada en el enorme privilegio que es esto de tener que repetir mil veces que aquella cosa preciosa que se ha posado en la rama, es un gorrión. Un milagroso gorrión. Y que he nacido para ello, para repetir mil veces que sí… que aquello es un gorrión… aunque a veces salga mi carácter cascarrabias, sé que sí, que estoy donde debo.

Y también sé que éstos, son años de felicidad. Que siempre querré volver a este día, a este primer momento del curso, a esta comida en la que al lado de mi hija y de mis padres, he brindado por este año que comenzamos. Aquí siempre se comienza el año en septiembre.

Y siempre querré volver a este día… sí.