1 DE ENERO

Era un día de niebla suave. Te acercaste lentamente hacia el Misterio, hacia ese Belén tan hermoso que adorna la plaza de tu querido pueblo; con sus animalillos vivos colocados en pequeños establos para que no tengan frío, el puente, el ruido del agua, allí, en plena Plaza Mayor. Escenario de Silencio. Y de repente viste los ojos de María. No te pudiste desenganchar de ellos ya.

Allí, en aquel pobre establo, representada la Luz del Mundo, María miraba con sus ojos de profundidad incontable a Su Hijo, lo sostenía en sus brazos acunándolo con suavidad, y de sus labios además de una sonrisa que parecía sostener la esencia de lo eterno, salía un sonido de silencio, una nana jamás antes entonada, apenas susurrada.

Ella sólo se sentía madre. La Luz del mundo ante sus ojos, pero ella sólo se sabía madre. En los ojos de María quizá esté el secreto, esa forma de posar la mirada para ir rectamente hacia el corazón de las cosas. Ella no se engrandeció, no se sintió la Reina de los Cielos. Allí, en aquel pesebre, su corazón latía de amor de madre silenciosa. Su pobreza no era tal, ella sabía que lo tenía todo. Y sacó un mantillo de algodón para envolver bien al Niño, y unos borreguitos muy mullidos. Removió también la paja del cajón que servía de cuna. Nada le faltaba a ese Niño que nació tan pobre, allí, a su lado, estaba Su Madre. Y Ella, la más grande, sólo se supo entender como una madre más. Si pudiéramos tener la mirada de María, si pudiéramos sostener nuestros ojos como ella sostuvo los suyos, seríamos entonces capaces de sujetar firmemente la vida de nuestros hijos. En Su mirada se sostenía todo el Amor y la Libertad del mundo. Ojalá puedan nuestros ojos ser contagiados con semejante semblante: poder habitar el amor y la libertad en nuestra mirada. Poder mirar a nuestros hijos así, desde la libertad de la que son dueños, desde el amor que tan hondo nos nace. Suceda lo que suceda.

Seguía la niebla. Hasta te parecía oír el tambor de un pastorcillo, de ese chiquillo saltarín que con su viejo tambor, hizo sonreír al Niño. Pero en lo que más te quedabas, en lo que pensabas ante la escena de aquel pesebre, era en María, en cómo sería Su mirada en ese primer momento en que acogió a Su Hijo, en ese momento en que tendió sus brazos hacia el Niño y le miró a los ojos, en el primer encuentro entre esas DOS MIRADAS: ¿Cómo serían cuando se posaron por primera vez? ...


... ¿Cómo sería la profundidad en los ojos de María cuando se encontró por primera vez con los de ese Niño que un día le anunciara un ángel?


Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.

Pueri concinite Nato regi psallite Voce pia dicite Apparuit quem genuit Maria Sum implenta quae praedixit Gabriel Eia, Eia, virgo Deum genuit Quem divina voluit clementia Hodie apparuit Apparuit in Israel Ex Maria virgine natus est Rex!
1 ENERO: Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la octava de la Navidad del Señor.

p.d.: Este blog se queda unos días en silencio... FELIZ AÑO.

DESCAMINARSE.


He aprendido a darle la vuelta a las cosas que me bloquean los sentidos, las que bloquean mis sentimientos, el movimiento de mis manos, el sonido firme de mi garganta, que desmontan todo lo que yo soy. He abierto cada uno de los cajones en los que recogía las cosas que me agarrotaban el alma, las he sacado y les de dado la vuelta. Aprendí a leer de detrás hacia delante. Pude ver los renglones torcidos de mi tiempo como líneas infinitamente rectas. Hace tiempo que me he atrevido. Y sé que ya no volverá a haber ningún cajón cerrado, ningún bloqueo consentido. Nunca. Esa nada sólo presentida, esa sensación de inmovilidad que ha sido vencida, se ha convertido en una melodía que poco a poco ha ido construyendo una historia. La mía. Y dándole la vuelta a esos cajones, me he llegado a encontrar con el yo que realmente soy.

(...)

Mi vida no tiene más remedio
Estaré engañándome diciendo que
Todavía es posible el futuro que soñé
Tengo absoluta certeza que
Nada de lo que aprendí fue en vano
Siento dentro de mí que
Tener un sueño no significa nada
No podría decir jamás que
Mi futuro puede ser brillante
Siento cada vez más que
Ya no tengo esperanza
Y jamás volveré a mentir que
La vida es una gran fiesta
Hoy reconozco que es verdad que
Vivir es no dejarse llevar por la ilusión...

Poema de Clarice Lispector.



Lee este poema primero de arriba hacia abajo, después al revés, de abajo hacia arriba. La perspectiva cambia, también la intensidad y la mirada sobre la percepción del propio yo en el mundo. Quizá sea esto lo le que sucede también a nuestra vida; que no es lo mismo interpretarla desde el inicio al fin, que cuando lo hacemos desde el fin a sus inicios. Quizá en este segundo recorrido se encuentre la verdad; la certeza profunda para intuir ese yo que realmente somos. Ese yo que tantas veces nos sorprende cuando con el pulso firme, le damos vuelta a las cuentas de nuestra vida. Sin miedo.


PIEDRAS


A río revuelto, ganancia de pescadores. Y siempre le acaba tocando al mismo.

(…)

Mi brindis hoy va por todas aquellas personas que sostienen el entrañable toque familiar que tienen estas fechas. A todas aquellas personas que no descansan para que los otros puedan estar, divertirse y comer bien, reunirse. Ellas saben bien de qué hablo. Y si tú no lo sabes, haz un repaso. Rememora por unos minutos estos días pasados… qué comiste, por qué te reíste, por qué estuviste tan bien al lado de los tuyos. Indaga quién, con más o menos silencio, estuvo detrás. Quién hizo que la mesa estuviera completa, quién fue a buscar el cordero a aquel pueblo, quién lo preparó, lo marinó y lo metió en el horno, quién compró el vino, el champán y la sidra, o ese estupendo "panetone" para el día de Navidad que tan rico te supo con el café.

Estamos rodeados de personas que con sus pequeños detalles nos hacen la vida alegre. Se esfuerzan para que todo salga bien; asumen las tareas que no pensaban tener que hacer. No ponen mala cara ante los contratiempos. Tengamos siempre una palabra amable. Y no les recordemos alguno de sus defectos, que también los tienen. Podrían ser aún mejor anfitriones, podrían haberlo hecho mejor, es cierto. Quizá no comprendamos su manera de actuar. quizá tuvieran algo de prisa, nervios, o simplemente estaban cansados. Nadie es nunca un mal anfitrión aunque las cosas no salgan perfectas. Nadie se merece ese juicio así si te ha abierto su casa, si lo ha hecho lo mejor que podía, si hizo un hueco en su mesa para nosotros. Pensemos, rememoremos todas las tareas que había pendientes y cuántas de ellas hicimos nosotros.

Hoy mis palabras van por todas esas personas que en silencio intentan hacer que estos días puedan ser de reunión para todos sus seres queridos. Que intentan hacer las cosas lo mejor posible para que todo esté armonioso, alegre y engalanado para su familia. No puedo por menos que brindar en silencio por ellos, por su esfuerzo, porque están ahí, incluso a pesar de algún que otro desencuentro no esperado, que quieren que todo esté bien. Que quieren que en caso de necesitarse, no deje de haber un sitio al que acudir.

Un brindis por todas esas personas que abren sus casas a la familia, que dejan sus puertas abiertas y que tienden las manos para dejar la mesa llena y con sitio para todos los suyos. Que se sientan en la mesa con una sonrisa estupenda a pesar del esfuerzo. Esas personas son la piedra fundamental de cada familia, a pesar de que esa familia, no sea muy consciente del reto que supone. Hoy, mi copa se alza por cada una de ellas. Por su esfuerzo y su sonrisa. Especialmente por las de mi casa.

REDENCIÓN



«Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. » (Jn 3, 16-17).




Desde la verdad; esto es, ser pobre. No pretender que nada nos cubra de esplendor, ni aparecer de ninguna manera ante nadie, apreciar sólo lo necesario sin darle importancia.
Ir rectamente hacia el corazón de las cosas.
MARÍA ZAMBRANO

AINSSSSSSSSSS...

... O CUANDO LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN.

DE ESPERA

Me gusta cuando habitas mi casa. Se convierte en una preciosa caja de sonidos tranquilos, en una especie de ventana por la que siempre entra el sol. Cuando no estás, el silencio es diferente. No tiene sentido, perspectiva, significado. Cuando permaneces en mi casa, se sabe habitada. Se sabe consolidada en su esencia; es más casa que nunca.

Hoy no estás. El silencio es mudo. Reverbera en las paredes todo aquello que no te puedo decir, aquello que se me queda bailando entre las manos; esa verdad que sostenemos y que sólo se hace camino en la ausencia. En el vacío que dejas cuando no estás.

Necesito tu regreso. Saber que volverás. Que la luz de la mañana volverá a tener ese olor a café, esa luz filtrándose por algún recoveco de la persiana. Necesito el olor a pan recién hecho que dejan tus mañanas a mi lado. También el sonido de la música que sale de tu presencia, tu concordancia cuando habitas las cosas. Armonía. Serenidad.

Hoy esta casa te echa de menos. Y mi presencia, muda de percepciones, busca entre palabras los recuerdos de los sentidos. Las escenas que dieron sonido al ruido de mi presencia. Hoy, el espacio vacío de tu permanencia tiene un eco somnoliento. Y quisiera uno no tener que despertar, por lo menos, hasta que volviera ese olor a café tan mañanero. Tan al comienzo del día.

Me doy media vuelta en la cama, miro el pequeño rayo de luz que entra por la persiana y me quedo mirándolo despacio, perpleja. De ausencia sorprendida, así está hoy la mañana. Y me quedo esperando a todo eso que late, y que aún está por venir. Y permanezco lenta, entretenida, de espera, en el silencio de mi casa.



LO ES.

Mira que es hermosa, inmensa. Armonía en el desencuentro. Líneas de infinita belleza. Devastación, locura, sueño y anhelo. Tragedia sostenida en el color. Y en ella, el sonido de la incertidumbre en el latido del hombre. La Tierra.
El espacio del sueño eterno, de la tragedia y del misterio.
Sobrecogedora belleza. Insonsable desencuentro.
Grito en el silencio.


INVIERNO


En sus inicios el invierno es triste, se olvida del todo la luz otoñal; ya no quedará recuerdo de esos amarillos y ocres salvadores que nos ofrecían los días del otoño, esa luz que tiene el poder de avivar nuestra mirada ya no tendrá resquicio por el que colarse. En los días cortos del principio invernal ya no hay tabla de salvación. No hay rastro de luz, de color. En los inicios, incluso el azul del cielo se deja aplastar por el gris de la niebla y la inquietud de la humedad.

Se convierte entonces en un invierno adulto, triste, carente de brillo. Ese es el inicio del invierno. Nos empuja a la tristeza, al abotargamiento de los sentidos, y uno llega a sentirse como el sonido más sólo del mundo. Nadie nos oye ya. Nuestro respirar está hecho entonces de soledad, de silencio, de recogimiento absoluto, de voz sin sonido. Y a veces, ocurre; esa tristeza que nos rodea sólo pueda ser salvada por las palabras, en el invierno adulto ya no queda luz a la que agarrarse. Y te das cuenta que es cierto, que sin los cuentos, sin las historias, el mundo sería aún más frío.

El invierno avanza. Y conforme lo cubre todo, la luz de las cosas se modifica, se va intensificando. El sol tiene arrestos de valentía, así que conforme el invierno va llegando a su final, se mantiene una lucha de grises y azules. Al final el azul sale vencedor. Conforme nos aproximamos al final del invierno, surge el azul poderoso, lleno de infancia. Un invierno infantil y soleado que a pesar del frío nunca es gélido. Ya no hay soledad, ni silencio. Ahora todo está cubierto de luz, y de risas, porque los niños, a pesar del frío, siguen jugando en la calle. Sólo bastan unos rayos de sol para que los puedas oír. Y ese azul infinito y su sonido de infancia espolean la mirada, el alma, que deja de relamerse las heridas y empieza a mirar fuera de sí misma. Todo empieza a tener mirada de infancia.

Y sabes que después del invierno, se vuelve al mundo renovado, con una sed enorme por transcender ese inicio inviernal, por aposentarlo y poder por fin descansar los ojos en el azul. Al final del invierno, presentiremos una vez más la renovación. La que está por llegar.


AL LADO DE LOS OTROS.

Recuerdo que fue una noche, estaba planchando y echaban por la tele esta película: Soldados de Salamina. Sin haber tenido intención de verla, me ví atada al hilo de la historia. Y fue en esta escena cuando de repente se paró el tiempo: Alguien rompe la tensión. Un ser con su gesto, con una canción, hace que aflore la calidez de lo cercano, de algo que se siente propio. Y en ese momento, las almas que sufren pueden sonreír. Y yo sé que esto, esto, a veces sucede...

Recordé otros escenarios, otros momentos, otros instantes de intensidad y congoja. En esos momentos en que he sido testigo de ese "algo" que nos hace sabernos iguales, en ese minuto intenso en que se desdibujan las diferencias y se perfila la mirada del contrario como un igual. Instantes en los que sólo se siente el latido de la esencia, de ese "ser" que late en cada uno de nosotros.

Y ocurre... Suelen ser momentos de incertidumbre, miedo y desolación. Y también de consuelo.
Es en esos momentos cuando verdaderamente nos sentimos al lado de los otros. Son instantes que se cuentan con los dedos de la mano.


HOMENAJE

Tiempo de carreras,
de ratos de costura
mientras se hace la cena...
Este hilo no le pega, pon aquel de allá,
al menos, lucirá más.
Y las lentejas que se pegan,
mientras suenan campanas prenavideñas,
al son de la máquina de coser.
¡Mamá, mamá!... ¡Qué bonito el disfraz!
¡Me lo quiero poner ya!
¡Ay!... ¡Mamá!

*... a todas esas mamás, que corren, corren, corren, y ya no pueden más.

INSTANTES PERDIDOS

De repente te dio por escribir. Decías que era el momento, tú ahí, en ese instante, lo esperado a estas alturas de tu vida. Eso era lo que tu imaginación te pedía a gritos, no dejarlo, que tenías que seguir, seguir… Te veía absorto, perdido en un infinito laberinto de palabras. Me asustaba tu ausencia de las cosas que se tocan, de esas que se pueden ver, sentir. Inventaste tres proyectos a la vez, tres universos, tres pistas para la huída. Nos decías que ahí estaban esas dos novelas que llevabas a cuestas desde hacía ya tiempo, y que había de ser ahora. Y aquel ensayo... Tenía que ser necesariamente.

_ Aquí, en estas manos están._ Entonces las mirabas como si fueran mágicas. Las apretabas y continuabas con tu certeza. _ Ahora ya todo está. Sólo necesito tiempo. _ Y lo decías altivamente. En tu mirada se podía sentir la pasión, el sufrimiento, pero también la agonía.

Te regalé el tiempo.

Tu mente iba y venía, zozobraba entre historias ajenas. Entre universos perdidos, en mundos que estaban a kilómetros del que habitábamos los que a tu lado queríamos sostener la esperanza de volverte a ver cuerdo. La escritura, ese mundo de mentes preclaras, altivas, mundo también de almas perdidas_ lo he pensado muchas veces._ Ese mundo de seres arrastrados por el desencuentro y la zozobra de su sentir. No habitar el mundo, eso me parecía, que no lo habitabas, ese mundo que te rodeaba, que te quería querer. Y tú tan lejos. Fue así de doloroso.

Te quedaste en el mundo de los que no saben de asideros reales. Perdido entre nubes de trayectorias laberínticas, de vidas inventadas, que quizá palpitan a nuestro lado, sin sentirlas, pero que tú sabías bien que estaban. Que están. Y decidiste dar el paso, ese que te acercó a ellas y te alejo definitivamente de nosotros.

Te regalé el tiempo.

Te aislaste. Sucumbiste al ruido del olvido, al ruido de lo que sólo tú necesitabas escuchar. Te regalé mi lamento. Y hoy te preguntas que a dónde han ido a parar aquellos momentos que hoy echas de menos. Entonces me quedé perpleja y mirándote como ausente, fui consciente de que ya no había significado, ya no pude encontrar el hilo que tantas otras veces me conducía a ti.

Sólo dije:

_ No han ido a ningún lado, Constant. Simplemente no existieron.

Y recordé cada una de las historias que no nacieron a tu lado, que vieron la luz en un espacio deshabitado por ti. Pienso en cada uno de los momentos que yo sí puedo sentir en el alma pero que no están en la tuya. Mis lágrimas hoy afloran desconsoladamente por todos estos instantes que habito, en los que no estás tú. Deshabitada tu vida en la mía desde ese instante en que decidiste que otro mundo vivía en tí. Te fuiste sin darte cuenta. Desde entonces tú ya permanecías en otra parte: estabas trabajando.




* Dedicado a todas aquellas personas que pierden lo "necesario" por conseguir lo "importante". Con afecto. Y para que no se haga demasiado tarde.

LIMITACIONES

En el tiempo en que vivimos aquí, como seres vivos que somos, el cuerpo es el que nos delimita. Y lo hace con profundidad, biográficamente. Yo soy esta masa en concreto y no otra. Sólo puedo ser para los otros, sólo puedo ser yo desde el cuerpo que me es dado. Creo que es una de las limitaciones más concretas, más evidentes, la primera, con la que nos encontramos. Pero también somos alma, aquella que transcenderá cada una de las circunstancias que vayan aconteciéndole a nuestro camino. Que también sabrá elevarse sobre cada una de las limitaciones físicas con las que ese cuerpo, se ha de encontrar.

Olvidar esto es olvidar que somos simple y llanamente, seres humanos. Con errores, limitaciones, con muchas grandezas y miserias. Olvidar nuestra condición de seres creados, libres pero limitados, nos encumbra, y nos hace colocarnos demasiado distantes de la comprensión y la empatía hacia el otro, hacia ese otro que es igual que yo, que tiene la misma posibilidad de errar.

La equivocación como posibilidad habita en cada uno de nosotros. Nadie es más que nadie. Detrás de todos esos seres humanos que se olvidan de lo más evidente, está la soberbia. La soberbia es uno de los sentimientos más alienantes que pueda albergar el ser humano. Esa equivocada percepción del yo que nos lleva a sentirnos en legítima autoridad para guiar a los otros, que nos hace ver siempre la paja en el ojo ajeno, antes que la viga que tenemos metida en el nuestro. La soberbia es una bofetada a la caridad, a la humildad. El problema se hace evidente cuando se predican unas supuestas verdades con tal desvergüenza, que ponen en evidencia el desprecio que se tiene sobre el juicio ajeno, y que supone un total acto de marginación y aislamiento del otro que debería provocar en nosotros siempre una vergüenza bochornosa. Y no siempre sucede así. Lamentablemente.
(…)

“No discutas nunca; Cristo nunca discutió, predicaba y reuía toda discusión. No rebatas nunca las opiniones ajenas porque eso es querer aparecer más fuerte que tu prójimo y domeñarlo. Expón con sinceridad y sencillez tu sentir y deja que la verdad obre por sí sobre la mente de tu hermano; que le gane ella, y no que le sojuzgues tú. La verdad que le profieras no es tuya; está sobre ti, y se basta a sí misma.”
Miguel de Unamuno


DESPEDIDA

Allí estabas, pero tu mente se había ido lejos. Escuchabas su voz desde tan lejos, que sólo era un rumor, la percepción de alguien muy lejano. Su sonido se confundía con la presencia de las olas. Te preguntaste si quizá eran así las despedidas cuando a quien se despide se le sabe ya punto final. Serenidad. El principio de un adiós se hacía presencia frente a ese sonido de mar. Tu alma se dijo a sí misma que aquello era un desasirse, un dejar de ir a la deriva, que por fin se abriría un camino, sin necesidad de tregua, sin sentir la necesidad de mendigar. Desasirse y convertirse en brisa marina. Sin el eco de esas reminiscencias de afecto que tanto te han arrastrado siempre, hasta dejar de ser tú. Nada quedaba ya. Sólo la oscuridad y el tímido sonido de un adiós.Te levantaste tranquilamente y te viste paseando. Te apetecía bordear aquel mar, aquel Atlántico que había sido principio, y que ahora, en una noche sin luna, te traía palabras de final.
_ Las cosas un día se acaban. _ te dijiste sin pronunciar palabra alguna. Sólo el rumor de la noche te pudo oir.
Y aquella que no imaginaste ser nunca, eras. Esa era tu mirada real, la del abandono. Te sentaste en el borde de una roca. Sólo permanecía una oscuridad plena; sólo el rumor del agua, y tu pensamiento, que parecía habitar aquel escenario sin presencia. Habías dejado de ser impaciente y desencontrada . Tu mirada buscaba un punto fijo ante aquella oscuridad, un punto visible. Necesidad de certeza. Parecías buscar algo serenamente. Y ocurrió. Allí mismo, a solas, fuiste capaz de llorar ante aquella oscuridad tan honda, fuiste capaz de encontrarte con el eco de una voz; la tuya. Y tus lágrimas comenzaron a brotar limpias, serenas, abundantes. Fluían solas, muy solas. Soledad del agua; lágrimas y mar. Sabor a sal. Y allí, en aquella serena noche de mar profundo, por fin, supiste que habías llegado al final. Por fin podías sostenerlo en tus labios. Y sentiste en ellos el temblor de una inusitada oración.
_ ¿Nos vamos? _ Te dijo bajito, sin querer romper el silencio.
_ Sí claro. _ Te levantaste disimulando, en silencio. Y sin palabras, caminaste el resto del sendero. Ya sólo querías llegar; llegar a casa.

PRIVILEGIO

La vida tiene momentos de infinita inteligencia. Hoy lo he visto. La inteligencia de esas miradas que se enfrentan altivas a la batalla más cruel que nos puede ser dada: la de sonreír cuando se sabe finito el tiempo que nos pertenece. Esas personas saben mejor que nadie que este presente no es eterno, que aunque lo parece, certeramente saben que no lo es. Día a día hay algo que se lo recuerda, y sin embargo, sonríen. Lo hacen profundamente. Y nosotros, desde la soberbia de nuestro día a día sin interrupciones, lo hemos olvidado. Olvidamos que somos creadores de un tiempo concreto, y también, que debiéramos sonreír. Nos olvidamos de sonríer tan a menudo…

Yo quisiera poder describir cómo es esa sonrisa, la de aquellos a quienes el llanto les ha hecho infinitamente alegres, pero me es imposible. He aprendido que para sonreír de verdad, se necesitan agallas, se necesita mucho valor, pues una sonrisa así sólo puede ser sostenida por un dolor infinito que ha sido domesticado desde la esperanza. Esa esperanza que nos hace entender que aunque hayamos perdido todo, aún nos queda la risa. Que somos eternos a pesar nuestra biografía finita.

He estado a menudo al lado de personas que saben de esa ausencia de futuro, que podrían tocar con sus manos la finitud de sus días, y ahí están, con su locura inagotable, esa que quiere ganarle la afrenta a ese enemigo cruel que un día se instaló en su camino. He visto el milagro que es verlas sonreír a cada paso. He tenido el privilegio de hacerlo a su lado. Y me ha sido concedido el milagro de aprender a medir mis días como ellos lo miden, en su exacta valoración. Hoy es hoy. Y en este momento, la eternidad.

Esta mañana en una habitación de un hospital sucedió una vez más. Sonreír delante del abismo. Hoy encontré de nuevo a Cristina. Y allí la complicidad, esa compañera de viaje que nos sorprende cuando menos lo esperamos. Simplemente se habló de la peluquería, de estos pelos, de aquellos tintes, y de estas canas. Sencillamente. La vida fluía alegre. Cristina nos trajo fotos de otros ingresos. De otros momentos. De silencio, de lágrimas y risas. La vida hoy, a las nueve de la mañana en un hospital, se respiraba en un susurro, en un cotilleo de querer estar más guapas. Como si en esa habitación no hubiera entrado jamás la tormenta. Y me dije a mí misma, esto, esto es la esperanza. Los ojos azules de Cristina. Cuando lloran, cuando ríen…

Una vez más me fue concedido el privilegio. El de ver habitar la Esperanza en este fastidiado mundo. Esa esperanza de los que habiendo perdido el futuro, aún no han perdido la risa. Ahí la huella del Soplo Eterno. Silencioso se hacía sentir en aquellos ojos azules. Y sentí una honda gratitud por ello. Por el regalo que fue verla sonreír. Estar a su lado.

Mi silencio y mi oración hoy están con ellos. Con cada uno de ellos. Ellos me han regalado la esperanza que me ayuda. Su esperanza camina conmigo. Ese es mi privilegio. El que me es concedido por cada risa y llanto compartido. Ellos me han hecho mejor persona. Siempre. Y me hacen grande, ellos me hacen grande cada vez que un nuevo ingreso supone unas risas por aquello de estos pelos y estas canas… y sí, te digo que me voy a rizar las pestañas… gracias Cristina. Por las risas de hoy. Si tú no te rindes… yo tampoco lo voy a hacer.



¡HE VISTO TANTA INFINITUD EN ESAS SONRISAS!

ENCUENTROS

Te presentaste quietamente, como si con tu llegada se sintiese el arropo de una brisa serena. Tus palabras se acercaban con una sonoridad sorprendente. No había imaginado tu presencia tan serena. Incluso me sentí un poco ridícula ante la mía; tan diferente, tan intranquila y nerviosa. Y luego los ojos; serenos, como perdidos en un infinito que parecías tocar en ese momento. Me hubiera gustado saber en qué color descansan cuando se pierden así. En tu presencia se notaba el reposo de la palabra amigo, de la palabra amor, de la palabra imposible. Los inicios siempre nos descolocan un poco, me dije, nos sentimos extraños y no sabemos muy bien cómo hablar ni de qué. No sabemos muy bien cómo colocar nuestro semblante, tampoco las manos saben donde reposar. Incluso sentimos que no estamos, que nuestra presencia cotidiana en ese momento no nos acompaña, que nos ha traicionado ese yo que normalmente nos habita.

Entonces empezaste a hablar, comentabas cosas triviales, con tu tono, con tus palabras, y lo vi. Eras verdad. Y hoy, cuando laten esos traicioneros momentos de tristeza, de soledad y desencuentro, echo de menos la presencia de tu mirada. Y más aún, la brisa de tu presencia. Hoy, pocas personas son ya lo que parecen. Así que, muy a menudo, te recuerdo. Amigo inesperado. Nadie, nadie es tan verdad así, en ese primer momento, en ese instante en que se mira al otro por primera vez.




's wonderful! 's marvelous!
You should care for me!
's awful nice! 's paradise!
's what I love to see!

(...)

DERECHOS EN INTERNET


Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que...

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

UNA CANCIÓN PARA TI

(...)

You make me feel so grand
I wanna give the world to you
You make me understand
Every foolish little dream I'm dreaming
Every scheme I'm scheming

PASADO

Cada vez que nos regalan un recuerdo, se podría sentir el soplo de la eternidad. Nada ha terminado. Es como si todo pudiera continuar, como si encontraras un eslabón en la mirada del otro para no morir del todo. Con nuestra memoria, al reconstruir el poso del recuerdo, somos de nuevo. Volvemos a ser, al lado de alguien, quienes un día fuimos. Cuando narramos nuestro recuerdo, ese algo que un día vivimos, volvemos a sentir. Reencontramos un sentimiento tal cual lo vivimos... Recreamos nuestras historias para el otro, aquellas que nos dibujan en el pasado. Y a la vez reinventamos. Para no morir del todo, puede ser. Querer dar lo que fuimos es un encuentro con el otro, ese interlocutor exacto que nos tiene que ser dado, ese que nos haga sentir que quizá, sólo a nosotros nos estaba esperando. Y cuántas veces hemos sido también ese interlocutor que espera impaciente, ese que insistentemente, tira y tira del hilo...

_ Que no me líes... que siempre me estás liando. _ decimos, o nos dicen.

Ocurre que no siempre hemos sido presencia en el tiempo de los otros, de esas personas a las que sin voluntad, y sin a veces saberlo, queremos tanto. Y no se sabe por qué. Lo que sabemos es justamente eso, que necesitamos su recuerdo. La remembranza de lo que en un pasado fueron... eso que late presentido, pero que no se sabe.

Un día te dejan una canción, y sucede. Sientes. Te recuperas. Reinventas el tiempo. El tuyo, el de los otros. Vuelves a sentir. Sí.


PAUSAS

De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.
(Mario Benedetti)


Necesidad de mirarse, de volverse hacia los adentros. Mirar lo cercano detenidamente. Esto que ahora toco, esto que en algunas ocasiones, pasa tan desapercibido. Tiempos de pausa. Pausas de tiempo. Y silencio. Siempre esa necesidad de un tiempo para el silencio.

VAGABUNDEAR ...

... eso quisiera. Llegar a la rosa de los vientos, buscar entre cielo y mar ese rostro que habite la paz. Irme a los montes, los ríos, y el mar. Llegar a quienes me enseñaron a amar. No ser extranjero, y no olvidar. Irme sin despedirme, sabiendo que siempre se va a estar. Eso son los amigos. Y no lloro porque no te quedes más, sonrío simplemente porque estás. Es hermoso partir así, sin decir adiós. Firme la mirada, serena la voz. Dando siempre la vuelta a las palabras, aquí y allá. Y da igual. Estamos. Estás. Y el mundo sigue girando, y a mí, también me gustaría vagabundear.


Harto ya de estar harto... ya me cansé,
de preguntarle al mundo por qué y por qué...

** gracias mqm

DESEMBOCADURA

Seguir en nuestra tarea,
en esa cotidianeidad,
ver cómo se derrama la vida... en agua.
En un suspiro regalado al infinito misterio
de nuestra presencia rutinaria,
de esa melodía cansina, que se repite
hoy, y mañana.
Somos corriente.
Y desembocadura.

UN LUNES DE NOVIEMBRE


Se ha levantado el día con una espesa niebla... ¡qué terrible parece entonces noviembre nada más comenzar el día! Y sin embargo, a pesar de lo evidente, ahí estaba esa diminuta intuición; el sol saldría esplendoroso. Mañana de niebla, tarde de paseo... oigo el eco de una voz. La voz de mi padre. Y efectivamente, poco a poco el sol ha ido inundando la mañana.

Y con el sol, las ganas de ir poniendo orden al otoño; una estación que en mi cabeza es lenta, triste y sin horizonte. En noviembre, se van dejando de lado las cosas, importantes o no. Se olvidan. El alma cae irremediablemente en un tiempo basal. Supervivencia. El más mínimo movimiento. La actividad normal necesita de un mayor esfuerzo, todo se hace cuesta arriba en noviembre. Y sin embargo hoy no... hoy el sol ha roto con todo, ha rasgado la inapetencia y la ha convertido en polvo brillante . Y de repente, toca colocar armarios. Y es curioso como al ir recolocando cada cosa en su sitio, la armonía se hace sentir. Retirar lo que ya no nos sirve. Adecentar aquello que necesitamos y que está un poco olvidado, metido en cualquier rincón. Se necesita tranquilidad para poder reorganizar los armarios. Silencio y soledad. Lo mismo ocurre con el alma, tan pesarosa en este mes, alma jadeante que no recuerda consuelo alguno, que se siente pesarosa, sin rumbo y atolondrada. Noviembre, lunes; toca recolocar los armarios. Revisar las estancias de este pequeño espacio que habito: los huecos de los armarios, los del alma. Voy a ir abriendo cada caja, a desdoblar cada jersey, a seleccionar proyectos, a crear espacio.

Y a lo tonto, he recordado una pequeña candela; la relectura. Volver a aquellos párrafos que un día me hicieron sentir. Volver a lo ya sido, y mientras doblo jerséis me digo que quizá para eso sirva noviembre. Para volver a ser. Para colocar armarios, para ir colocando las intuiciones del alma, para dejarse llevar de nuevo por aquellas historias con las que una vez levantamos la mirada. Noviembre, el tiempo de los espacios nuevos, el mes creador de estancias vacías. Noviembre; tiempo de espera, intuición de eso que no se sabe pero que ha de llegar, que se anhela. Noviembre; presentimiento del porvenir.

How many roads must a man walk down... before you call him a man?

How many times must a man look up... before he can see the sky?
How many years can a mountain exist... before it's washed to the sea?

The answer, my friend, is blowin' in the wind...


PIECE BY PIECE

Pieza a pieza, nos vamos encontrando. Vamos colocándolas en los huecos de nuestra presencia. Intentamos que no nos falten las más necesarias. Recomponemos la presencia de nuestra soledad paso a paso. Encontrar el espacio adecuado. También el tiempo. Y el ritmo. Compases desencontrados en la canción de este día. Pieza a pieza busco el descanso. Incertidumbres que han de ser colocadas en pequeños espacios, al lado de piezas que confirman certezas; y así no caer del todo. Piezas que buscan el ritmo exacto de mi camino. Piezas que quieren llenar el hueco del sonido no reencontrado. Una pieza falta, otra sobra. A pasos, recomponemos el puzzle de nuestro tiempo creador. Pieza a pieza. Y luego... el descanso. Necesitamos mirar nuestro tiempo, nuestras manos, y esas piezas que se quedan así, como bailando entre los dedos. Esas piezas de brillo sin consuelo, no sé si por haberlas tenido, o por no haberlas podido encontrar aún el hueco exacto. Nadie que falta sobra. Bailan en mis manos, cual lágrima sustentada en la sonrisa. No saben el lugar que ocupan, aún no saben la pieza que son, aún no tienen ritmo, ni espacio. Y sin embargo está ahí, la melodía, la intuición de la melodía.

Descanso. Silencio. Espacio. Música.

I´ll shed like skin,
our memories of lazy days,
and fade away the shadow of your face
Piece by piece,
is how I´ll let go of you.
Kiss by kiss,
will leave my mind one at a time
... One at a time
... One at a time

... One at a time

MADRIGUERAS

Yo también, curiosa de mí, entré en una madriguera... aún hoy, estoy en el intento de poder salir de ella con el anhelo de reposar de nuevo en el halda de mi hermana. Sé que así será. Pero mientras, ahí sigo, curioseando entre llantos y alegrías. Y por encima, la mirada divertida de mi hermana.

_Loca Alicia de mirada lunera es ésta_ se dice a sí misma.

Y me pierdo de nuevo entre lágrimas y risas, y a momentos, entre algún que otro recuerdo. Aún siento su eco. Aún el motivo. Aún el espacio y aquel olor. Y sigo entretenida, entre llantos y risas, hasta que encuentre la salida. Todos somos Alicia.

MADRUGADA

Vamos avanzando, sin parar, llenos de proyectos, de objetivos que cumplir. Y de repente una madrugada se nos queda inmóvil, pétrea, enquistada en el alma. No se nota el latido del tiempo. Todo se ha parado, sólo el silencio tiene ruido. Y de repente el sonido de esa noche, en su desolación, nos regala resonancias de antiguas palabras. Una noche que nos deja sin luz, en la sombra, sólo el sonido de otro tiempo. Y la percepción certera de que el tiempo se va, que no hemos sido como imaginamos un día. Noche certera en la que asoman los restos de aquel alba que un día vimos comenzar, que quisimos modelar, a nuestro modo. Nunca fue así. Vivificados por ese dolor, este nuevo alba que nos sorprende, se recoge de otro modo, como si se tratase a la vez de una pequeña ofrenda. Dar y recibir. Y te quedas mirando tus manos. Y eres consciente de captar ese instante del día, cuando todo aún está por poder ser nombrado. Vulnerabilidad y soledad. Llanto infinito. Consuelo en esa nueva luz que quiere comenzar. El alba, es la luz del alba. Y empiezas de nuevo, a caminar, mientras de tus labios sale una oración que nunca antes había sido entonada.

MIRADAS

Ahí está el mundo, en esos ojos, en ese brillo, en la profundidad, en esa presencia que sonríe. Miradas en busca de un espejo que las pueda sostener, siquiera un ratito. Qué poco solemos mirar de frente a los ojos que nos hablan, sobretodo, a aquellos que sabemos esperan algo de nosotros. Una parte de lo que somos se esconde ante unos ojos así. Miedo a que los otros sepan de nuestra insignificancia, por eso no miramos. Ojos que miran, que nos interrogan. Ojos a los que ignoramos. Mirada huidiza, no profunda, lejana. Mirada cobarde la nuestra, esa que se entorna para no tener que responder, que se recoge en sí misma sostenida sola, en la soberbia. Miradas sin punto fijo, escondidas en el abismo.

Ojos inocentes. Para mirar así, con ese brillo, se necesita mucha presencia escondida. Se necesita reconocerse pequeño. Sólo los ojos que miran desde lo insignificante son así de grandes. Ojos de infancia. Ese saberse sin grandezas, ser uno más, sin más brillo que la dignidad de lo que es humilde. Belleza. Ese mirar que no es otra cosa más que una llamada al el otro, una sencilla invitación a la sonrisa. Pero a nosotros, de no saber mirar de frente, se nos ha encojido el alma. Y no, no nos brillan así los ojos. Y ya a veces, ni siquiera recordamos sonreir. Sólo los niños pueden. Así son esos ojos. los de quienes sabiéndose nada, son capaces de
darlo todo.

Y sólo la sabiduría es capaz de mirar así.


INVISIBILIDAD

Siempre imperceptible, vas y vienes, te quedas un rato, y te vas. Nada importa que no haya realidad al otro lado, nada. Sólo el latido de unos minutos y su recuerdo son verdad. Un día, te enfrentas a lo incomprendio, a lo inasible, a aquello que nunca hubiera querido mirar. Y de repente, ante la pérdida de todo lo querido, aparece tu sonido. Esa presencia que los demás no pueden ver, ese lado que no te sale dar. El lado amorfo de los momentos inesperados. Ese que tu soberbia no puede habitar. Tú, tan poco comprendido. Nosotros, en nada parecidos.

Incomprensión. Invisibilidad. Percepción no presentida.

Cómo podrían si no han latido en la misma risa, en el mismo sonido, en el mismo llanto. No han habitado la frontera del abismo. Esa frontera imbatible que nos hace caer, en la oscuridad, sin remedio. Profundo, profundo y sin asidero. Acantilado imprevisto. Tú y yo, caminantes de pasos lentos y dormidos, sin destino. Eso hemos sido. Tú, el sonido de una voz que se para, que no tiene prisa y se queda. Permanencia insonora. Una voz que no deja de querer, que no olvida, ahí, desde la nada de mi presencia, en esa nada de lo que mi mirada reflejaba. Y tú te quedaste en ella, a pesar de tu abismo, y sostenías el sonido de mi risa. Instantes amorfos de soledades percibidas. Dos abismos confrontados a la resonancia de la risa. Eso somos. Eso seremos.

Y hoy es noviembre, y hoy ha amanecido un día triste; gris y silencioso. Y yo sólo sé ser lo que soy. Recuerdo. Despedida. Memoria. Eso late hoy en el silencio de este gris. Sin final, te ataré con todas mis fuerzas…

Permite que te explique, que no tengo prisa,
no importa que tengas algo mejor que hacer,
así nos podemos quedar toda la vida,
así si me dejas, no te dejare de querer .
..y al final,
te ataré con todas mis fuerzas,
mis brazos serán cuerdas al bailar este vals
... y al final,
quiero verte de nuevo contenta,
sigue dando vueltas
... si aguantas de pie.


Y UN DÍA...

... En sus notas, un punto de inflexión inesperado, y allí, delante de mí, el futuro, mi futuro, mi tiempo... En esos acordes estaba la magia, aquella que hablaba de comienzos, que me ponía delante de una idea: ahora comienzas. Final de duelo. Principio y libertad. Aún hoy, cuando la oigo, resuena aquel sentimiento en mi memoria: una especie de ilusión que despliega las alas, y que consiguió que aquel invierno, no fuera un invierno tan frío.

Yo aún puedo sentir aquella magia. Aún... la alegría de aquella magia, tan infantil, tan fuera de la realidad. Y mis manos, tan llenas de tiempo. De un tiempo que latía impaciente ante esa senda jamás imaginada.

Gracias mqm.

AGRADECIMIENTOS Y POSIBILIDADES


Primer agradecimiento y una matrícula de honor, para Isabel. Mil gracias. Por abrirnos la puerta de tu casa y también la de tu olla a quienes no se sabía muy bien de dónde habíamos salido... Mi casa es tu casa. Os espera. Siempre.

Driver; prestidigitador, ilusionista, mago... estratega insuperable. Gracias por el espacio, por la posibilidad de conocer a Sunsi. Por todos tus desvelos para que las cosas salieran tan sorpresivamente. Me encantó ser la indigente que te encontraste de camino a casa...

Luis; mi absoluto reconocimiento, si me lo permites. No te diré un igual, porque no tuvimos mucho tiempo... pero algo intuyo. Tan pronto como nos pusimos a hablar del camino, vamos, de toda la vida nos conocíamos ya... Sé que nos diferencian unos añitos de nada, pero te diré que ví ese "igual" que a la vez es muy diferente, y que sí, hemos visto lo mismo (esto que te lo explique Sunsi). Así que fuera preocupación. Y por cierto... nos encontramos en el camino, en ese, en el de Santiago... o quién sabe, quizá mucho antes... ojalá... dándole el gusto a la Sarracena con las morcillas de Matachana.

Sarracena, sin algodones, alto y claro: no tienes nada de sarracena. Se te nota la geografía, hija mía. Sólo el palabrerío que te sale por aquí es sarraceno, porque tu mirada y tu presencia no lo son. Lo siento. Y eso... te digo lo ya dicho... que nos encontraremos algún día en ese camino. Sarracenamente (las dos). O comiendo morcillas... tan ricamente.

Sunsi... ¿y qué te digo yo que ya no sepas?... ¿eh?... ¿eh?... ¿eh?... Dejémosle al silencio, por lo menos aquí, que si no las almas sarracenas se nos alteran, y cabe la posibilidad de colapso cerebral...

Y por último, gracias a Miguel, taxista insuperable... sarraceno incomprendido... gracias, hasta más allá del infinito... pero que mucho más allá (mira que le sale la bordería... ainssss... es el norte, que lo tiene metido en la sangre).

Y también mil gracias a Juan, que aunque no sale en esta historia, porque su historia es otra, hizo de estupendo guía buena parte de la tarde del domingo, hasta dejarnos colocaditas en el bus... a las dos.

La verdad es que regresa uno ligeramente agotado... pero inmensamente feliz. Así, tan contenta, como con zapatos nuevos. Ha sido un estupendo fin de semana. Sí. De Madrid, además del cielo, vosotros. Y mi tierra, que os espera ya, os busca.



DUENDES Y PRINCESAS

Yo sé cómo es ese campo, dónde habitan sus duendes, sé del sonido de sus trasgos, en qué aguas se esconden sus ondinas... y recuerdo aún el calor de esas viejas casas de barro y paja. Jamás se me olvidó cómo se mira un horizonte de esos, con olor a paja, a cigarras y a cielo inmensamente azul. Recuedo la verdad en aquellas historias interminables. Y el olor de aquella infancia.

Siempre es emocionante recibir una canción. Gracias anónimo, cual duende desde el silencio. Trasgo de música. O quizá misteriosa ondina de melodías preciosas.

PARADOJAS

No pensé que complicarse la vida, y cuando digo complicarse la vida, digo exactamente, tener la vida apergollada, totalmente apergollada... pues bien, jamás pensé que complicarse la vida así, fuera a ser algo tan genial. Ahogadita y feliz. Paradójicamente.


Y vamos creciendo. Las dos.

TOCA FIN DE SEMANA GILMORE...

MI PEQUEÑA ALDEA GLOBAL


Hoy brindo por un imposible. Quisiera alzar mi alegría por todos estos hilos internautas que entrelazan palabras, que nos regalan encuentros en la imaginación, que nos hacen intuir manos extendidas, que nos acercan a ese otro desconocido que habita el otro lado de nuestras palabras. Palabras y amistad. Presencia no imaginada, la amistad, que nacida como un imposible en este espacio, ya se sabe, "no te fíes, que hay cada pájaro en internet... en fin... lo mejor de cada casa", un día se nos presenta real, sorpresiva, inesperadamente. Un día ocurre; la amistad nace con toda su vitalidad, titánica, ilimitada. Imposible de borrar ya su intuición, su huella. Es presencia. Y te dices, vaya que sí... ya lo creo que está lo mejor de cada casa en este mundo. Y yo tuve la suerte de dar con ellos. Porque yo, yo al menos, no hubiera imaginado jamás unos lazos así. Que mi presencia se sintiera tan cerca de alguien que vive a kilómetros de distancia, que mi oído necesitara tanto de una voz que viene de tan lejos y de la que no conozco el caminar de su color. Jamás pensé que unas palabras me unieran tanto a una persona. Que unas palabras fueran capaces de ponerle fuerza a mi presencia, vitalidad, consuelo. Amistad que había nacido como un imposible, porque lo real, la vida, parecía ser de otra manera, y parecía lo único, y sin embargo ahí estaba ese otro desconocido.

Y de fondo, un sueño, ese que quiere poder compartir algún día el espejo de las miradas; mirar frente a frente a es personas que de un modo diferente a lo conocido, han sostenido nuestro mundo. Hoy brindo especialmente por los ojos que leen al otro lado de este blog; los conocidos y los que aún me quedan por conocer. Y también, por todas esas presencias de mesenguer, tan necesarias. Por la risa, por las lágrimas y por los sueños que han sido compartidos. Y por los que aún nos quedan por vivir. Y alzo mi copa especialmente por toda esta aldea global, a veces, tan poco reconocida. Y pienso una y mil veces... que ocurrirá, que algún día, podremos decirnos con los ojos lo que las palabras ahora ya saben. Y que nos quedan en el tintero aún muchas, muchas palabras por compartir.


p.d.1: Sunsi... algún día será...
p.d.2: MQM... coge aire y suéltalo despacio, no te vaya a dar la urticaria invalidante... ;))
p.d.3; Javier, Islas Galapagar, gracias por enviarme un día la canción de J.Taylor..
p.d.4: Driver, gratitud por todas tus palabras volanderas, y por muchísimas cosas más.

AL MORIR DON QUIJOTE


Es una historia esencialmente sencilla. Así la he percibido, y sin embargo, ahí estaba la vida. He ahí las cuestiones fundamentales; la libertad, la justicia, los sueños, las aventuras, la permanencia, la eternidad. A través de la ausencia de D. Alonso Quijano podemos sentir la verdad de una locura, la valentía de saberse loco. Ausencia que es presencia, y es que nunca se muere del todo. También nos acercamos al vacío que habita en toda cordura, vacío por la no presencia de los sueños, de las ilusiones, vacío por no poder ser el yo que presiento en mí. Y en el fondo siempre una realidad; esa certeza sentida, ese conocimiento de la honda locura como sabiduría impoluta, la locura que surge ante los grandes dilemas de la vida, la única que es además, capaz de afrontarlos. Vivir loco y morir cuerdo. Sabiduría, esa risa loca que nos hace mirar al futuro con alegría, a pesar de la tragedia. Porque es cierto, hay momentos en que sólo la locura sería capaz de ponernos de nuevo en el camino. En ese camino de la vida, ese que nos acercó a la tragedia, y que sólo a través de la locura sabremos dar por vencida. Tener arrestos suficientes para ese regreso al la hora del alba de nuestra vida, a esa hora en que todo está aún por nacer. Abismo. Todo ha de ser comenzado de nuevo cuando la finitud dice su última palabra. He ahí la responsabilidad, el ser humano. La locura. Vivir.

Me ha encantado este paseo por las vidas ajenas, por el tiempo de los que echan de menos la locura de un hombre, D. Alonso Quijano, el Bueno. La perspectiva de su mirada, de cómo observan esa locura que hizo posible la libertad, la mirada honda, la tragedia de encaminarse al alba de su tiempo. Porque era esa… la del alba. Esa seria lo hora, aproximada, de su libertad. Y saber que nunca, nunca, se muere del todo. Quizá la eternidad sea eso: el eco que dejaron los pasos de mi locura después de haber finalizado el tiempo que me fue dado.

Leí un día, no recuerdo dónde, que Trapiello consideraba fácil equivocarse con una novela de alto riesgo como la suya, pero que intuía, que Cervantes sería generoso misericordioso on él, que le disculparía sus muchos errores. Yo estoy convencida de que es así, que si ha habido error, será minimizado. Y me quedo recordando el eco, el eco de aquel que aceptó su tragedia como bandera y la hizó a lo más alto desde su locura. Una locura de ecos, de infinitos espacios. Una ausencia de cordura que fue la historia más ingeniosa jamás contada.



“… porque así como en las armas el que estoquea, estoquea; el que mata, mata; y el que vence, vence; en esto de las letras nunca son suficientes los buenos propósitos, y no se sabe si un libro fue o no discreto, digno de elogio, o lo ocntrario, hasta pasados muchos, muchos años. Para entonces uno ya ha muerto, y no puede disfrutar de esos laureles. Y no digo censuras y vituperios, porque nadie, puestos a soñar, sueña catástrofes ni cosecha chiflas. Al contrario, le gusta imaginar los futuros aplausos que no oirá y mil coronas de laurel que habrían de coronar su calavera. Así es el hombre de ilusorio. Si fuese por los elogios y vituperios del día ni un solo hombre se molestaría, no siendo un necio, en mojar la pluma.” Andrés Trapiello.

NIÑA

Niña de ojos profundos, de brillos infinitos reposados en la luz del sol. Tú, pequeña princesa; la niña que empieza a abrir su mirada a ese azul de mundo abierto, tan inmenso. Ese mundo que hoy empiezas a mirar con dolor, con valentía a pesar del temblor. Tú, mi niña. De azules inciertos y resonancia infinita. Tú así, tan valiente.

Niña, princesa de sueños y nubes, de sonrisa bailarina. Tú, la dueña de todos esos sueños de espirales infinitas y sonoridades rotundas. Tú, mi niña azul, para tí mis silencios, y mi sonrisa. Y esta cálida paciencia que siento nacer ante el sonido de tu tiempo. Para tí también, las canciones nacidas en sueños de infancia. Tú, mi princesa de ensueños, de sonidos y silencios, de ojos infinitos. Tú, las nubes y el viento. Y esta vida que no cesa, tu alegría. Esta que hoy descubres. También ahí la tristeza. Hoy. Ahí, en los albores de tu mirada de incomprensión. Ahí, a pesar de todo, una esperanza.

Mírame princesa; sólo tienes que darle la vuelta. Ya sabes. Sube a tu luna, y observa desde allí, lo podrás mirar todo mejor. Mi niña azul, de mirada en desconcierto, y así todo, azul. Siempre azul. Y dame un beso, desde allí, desde tu luna. Tu beso, ese que siempre espero; el que siempre recuerdo.



Oh sit there, ah go on, go on and count your fingers.
I don’t know what else, what else honey have you got to do. And I know how you feel, and I know you ain’t got no reason to go on and I know you feel that you must be through. Oh honey, go on and sit right back down, I want you to count, oh count your fingers, ah my unhappy, my unlucky and my little, oh, girl blue. I know you’re unhappy, ooh ah, honey I know, baby I know just how you feel.

INTEMPERANCIA

Quizá la inquietud sea más inteligente que la mansedumbre, y sin embargo, esto, no nos lo ha dicho nadie. Todo nos indica siempre que lo correcto está en la mansedumbre, en la quietud, en no ser revoltoso. ¡Niño, estate quieto! ¡Deja de revolotear por ahi! Y un día, se descubre. La intemperancia como forma de ser inteligente. Esa falta de templanza, esa incapacidad de asumir las cosas tal cual son, se torna vida. Esa ausencia en la moderación que nos obliga a no permanecer en la conformidad, en la quietud, así, sin dar un paso más, ese paso diferente, ese que un día surge sorpresiva e irremediablemente. Que ya está bien... Y sin quererlo se descubre. Ahí está. Y se camina: se da un paso y luego otro. Y es cuando nos acercamos un poco más a nosotros mismos, es cuando descubres tu propio yo, así, de la mano de esa intemperancia tan poco valorada. De esa inquietud, esa, que siemrpe es mirada desde la desconfianza por el rabillo de los ojos del otro. ¡Que es que no te sabes amoldar, no, no sabes!... dicen, dicen y dicen...

Pero es sorprendente el otro lado de las cosas. Siempre. Cuánta gratitud por la intemperancia sentida.

REALISTA QUINO


Hombre moderno del Siglo XXI
Con el paso de los siglos el ser humano ha incorporado nuevo valores que se ajustan a los tiempos que corren.

OTOÑO Y PALABRAS

Era ya un otoño maduro, conservaba esos últimos rayos de sol que sin ser cálidos, dan vida a la apariencia de las cosas cuando su luz se posa sobre ellas. Otoño de colores ocres, rojizos y luz clara. Salió del café con ganas de llorar. Aquel cafetín era como una casita en un bosque. Se dirigió caminando hacia la salida del parque, y sin ser consciente, su movimiento se hizo muy lento. Como si ningún lugar concreto fuera posible como destino. Ir a la nada por ningún camino, ese quizá fuera el palpable destino. Esa era quizá su certeza más acuciante. Caminó despacio golpeando suavemente las hojas secas, observándolas una a una en su forma, en su movimiento, en cómo se quedaban después si el aire les daba reposo. Caminar lento, pausado, que hacía retroceder más y más a su alma. Alma perdida. Eran pasos de silencio, ausentes y de una melancolía que casi se podría tocar. Alma añorada.

Sin rumbo, sin palabras, con la necesidad de aquéllas que jamás fueron encontradas y con la consciencia de esa certeza, la de su necesidad de palabras, siguió dando pequeños pasos. Uno detrás de otro, en orden, con armonía, sin perder el ritmo. A la vez seguía observando las hojas que se alborotaban con el movimiento de sus pies. Se dirigió sin ser consciente de ello a la pequeña biblioteca. Cuando se quiso dar cuenta, ya la tenía enfrente. Esa recóndita biblioteca que había en su pueblo; un espacio habitado tantas veces por su inquiera imaginación de niña. Entonces fue consciente de algunos de los momentos de su infancia habitada, de los latidos de su juventud intemperante, de las pequeñas y grandes derrotas de su madurez. Su memoria se deslizó sobre cada uno de esos instantes cuidadosamente, como sin querer ser sorprendida. Y sonrió.

El viejo edificio de la biblioteca era sólido, y decidió que sería un buen espacio para seguir respirando todos esos recuerdos. Para poder habitarlos siquiera un ratito. Para poder madurarlos, que algunos se había quedado así, como en el aire. Para poder sentir que se ha vivido, y sobretodo, que se ha de seguir viviendo. No había mejor lugar, esta era otra certeza, no hay mejor lugar para reposar la mirada del recuerdo que esa biblioteca de infancia habitada, de juventud expectante. La madurez ya no: no tuvo ee espacio, no tuvo tiempo. Quizá por eso se quedó como habitada por una cortina gris. Infinitamente gris. Que se permaneció bailando y batida por mil vientos.

Siguió descansando la mirada por las diferentes estanterías y observó el orden de los libros. Recorrió las especialidades, las materias: biografías, matemáticas, filosofía… Y como siempre recaló en la literatura. El mundo de las historias, de las personas. La tragedia y la comedia. Miraba lentamente los títulos, el nombre de los autores, la editorial. Y pensó mientras sostenía una leve sonrisa que eran lugares especiales estos donde se guardan los libros, que tienen un olor especial, como
a eternidad.

Así lo podía sentir ella. Olor a lo de siempre, a todo aquello que necesita ser contestado, a lo que necesita ser aprehendido, a la incógnita que para siempre nos vapuleará el alma. Y se quedó perdida en ese olor que tienen los libros almacenados. Pensó que entre todas ellos podían estar las palabras no encontradas. Esas que harían de trampolín para sus sentimientos, que serían precipicio en su mirada, afrenta para esa perspectiva, hoy, tan desconcertada. Siguió mirando cada título, cada autor, y acariciando los lomos. Y pensó en cada uno de los abismos que en esos lomos podía estar sostenido.

Cambió de pasillo, y despacio se iba acercando a la letra K: tan sonora y rotunda. La K, a veces tan huidiza. Y fue entonces cuando sus ojos se abrieron rotundamente. Allí estaban, en aquella sorprendente biblioteca, dos obras que tanto había buscado; descatalogadas y ya olvidadas. Obras ya de silencio que ahí estaban, delante de sus ojos. Recuerda el tesoro de aquel instante, la luz de aquel momento en que se encontró de frente con ellas. Recuerda cómo su respiración se hizo honda, profunda, llena. Los pidió en préstamo y decidió salir a dar un paseo antes de comenzar su lectura. Necesitaba reposar el descubrimiento.

Ya no había lentitud, ni melancolía, ni rastro del gris en su mirada. Era como si esa tenue luz del otoño se hubiera posado en su alma. Y pensó para sí que quizá, sí, quizá, aún quedara una posibilidad. Reposo para un alma en ausencia, que se hacía ya sentir en ese desconocido y en ese regreso, en el sonido de esas palabras que estaban por leer. El Regreso. El desconocido. Los había encontrado después de tanto buscar. Y era lo mismo, lo mismo, que haber encontrado a un viejo amigo. Y penso que era sorprendente la biblioteca de su pueblo. Y se la imaginó como un arca que cobija pequeños tesoros.

Salió de nuevo al otoño de la calle. Ya sólo latían los rayos débiles de la última hora de la tarde. Un aire frío se posó sobre su frente y ella respiró sin pausa. Con pasos ágiles, nerviosos y desencontrados se dirigió a su casa. Y mientras, pensaba en los latidos de las palabras que aún estaban por encontrar al lado de esos dos viejos amigos. Y supo que en ese minuto de su tiempo, todo estaba por empezar. Que aún quedaban arrestos en su alma: sueño y destino.


* a Javier, que sabe de otoños:

* a Carmen Kurtz: que sabe de palabras. In memorian.

(Barcelona, 1911- id., 1999) Novelista española. Autora de cuentos infantiles, ha simultaneado una obra narrativa para adultos: Duermen bajo las aguas (1954), El desconocido (1956, premio Planeta), Detrás de la piedra (1958), El becerro de oro (1964), Entre dos oscuridades (1970), Cándidas palomas (1975).


Duermen bajo las agua (fragmento):

" Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos y de las cuales ya no guardamos recuerdo, duermen bajo las aguas. Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su turno para salir a flote. Las cartas que hemos roto, las no recibidas y las veces que hemos dicho adiós. La pena que sentimos y que ahora, al recordarla, nos parece pequeña. La risa o el llanto que no llegó a brotar. La amistad que buscamos en el momento dificil y que resultó más débil que nosotros, más falta de ayuda. La persona a quien quisimos consolar y nos sirvió de consuelo... Todo duerme allí, en ese fondo. "