DE NUECES Y RUIDO.






Observas desde tu sillón el ruido de las palabras. Recuerdas algún que otro momento de bullicio en el que no sabes muy bien qué parte eras o si tan siquiera eras parte _es sabia la intuición_. Ahora empiezas a discernir claramente qué era carcasa y qué era interior. Lleva su tiempo saber qué es lo que en verdad mueve a la palabra, incluso uno mismo a veces no es capaz de definir su propio texto. Lo único que te queda claro es la necesidad de sentido, la sed de significado que llevas, la necesidad de encontrar un buen interlocutor. Han sido pocas las nueces a pesar del ruido. Sólo el tiempo llega a descubrir la nuez cuyo ruido era el esperado, aunque esto entonces ni lo imaginases. Su ruido a veces imperceptible, ha sido una constante. Siento una enorme gratitud por esas nueces que nunca se fueron _literarias, virtuales o reales_.

JUNIO.

Entramos en el tiempo en que todo queda en entredicho. Uno se hace más consciente del escepticismo, de la relatividad, de la no consistencia de lo vivido, lo aprendido, incluso lo ya destartalado. No me cabe duda alguna, la educación de nuestros hijos es lo que más horas ha ocupado nuestro pensamiento, nuestro tiempo y cada hora. La gran esperanza que ellos son y que no siempre el sistema es capaz de detectar, diagnosticar ni comprender. La lucha por su expresión es nuestra premisa, también la motivación para no dejarse vencer ante los desafíos. Y mucho menos ante los errores, que lejos de anularnos, pueden llegar ser tremendamente enriquecedores. Aún así, el camino es duro, largo y a veces totalmente un desatino. Eso sí, en ningún momento ha perdido su riqueza. Creatividad, pasión y ganas de descubrir el mundo; ojalá no se pierdan nunca. Ojalá.

UN VERANO MEMORABLE Y OTRAS HISTORIAS.



Ed. menoscuarto.






"Algo excepcional sucede siempre, en un abrir y cerrar de ojos, algo que casi no da tiempo a presenciar o que permanece invisible..." Antonio Muñoz Molina.


¡Qué sería de nosotros si no nos saliesen al paso las pequeñas cosas! En esas temporadas de prisas, agobios, desorden y poco concierto de vez en cuando hay que parar. Pero no siempre sabemos. Sólo somos capaces de sentir la desorientación, el mundo vertiginoso, sin saber en qué terminará todo ese desencuentro; como si ese escenario que habitas fuera un barco inestable en plena tormenta al que no le queda más alternativa que naufragar. Hasta que en un momento dado das con una diminuta realidad, una historia, un detalle que te hace parar en seco. Si yo tuviera que definir este libro lo haría así; la narración de aquello que siendo parte de ti no alcanzarías jamás a contarte. Ese algo que parece no existir aun cuando es tu sombra a lo largo de las horas de tu vida. Todo está aunque tú no lo sepas nombrar.

El universo del relato corto es sólo el brillo de lo que está por ser identificado. Todo aquello que te habita pero que no puede decirse es siempre un pequeño relato; eso que no puede ser sacado a la luz nada más que como un brillo. Narraciones de silencios, de verdad, íntimos; escondidos sentimientos que no encuentran la palabra exacta porque en verdad no existe palabra que los sostenga. La palabra perdida... ¡Qué sería de nosotros sin las  pequeñas historias!

Hacía tiempo que lo había leído. Su profundidad y la huella que han dejado en mi esos relatos no son fáciles de acotar, de limitar, de describir con un "esto era aquello". El otro día, reordenando libros, lo volví a tocar. Hay libros que son el inicio de un mundo, de una comunicación inesperada que reordenará tu mirada. Así son estos relatos de Mario Lacruz; el silencio que encuentra la palabra exacta para decir aquello que tú jamás sabrías nombrar. Y al lado de las palabras, el mundo se hace siempre más habitable. El discurrir de los días vuelve de nuevo a estar mejor dibujado.

EN LOS ALEDAÑOS.



No sabes lo que quieres a tus hijos hasta que llega junio, el innombrable _como dice Lolo_ . Eres consciente de lo que les adoras cuando ves que por tus poros sale toda la rabia inimaginable _la causa del arrebato; ellos, sólo ellos son capaces de sacarte así de tus casillas_ y no te meneas, te la comes y tratas de disimular. Cuando entregas el tiempo que no tienes, y con él, todo eso que esperabas hacer y no haces. Eres consciente de que el amor más grande es tu hijo porque sacas la paciencia que nunca tuviste y la empleas en asuntos que no imaginaste. Pues bien, estamos en los aledaños de junio. El cansancio por todo lo arremolinado se deja notar; el fardo pesa. Además has de sobrellevar una astenia primaveral insolente, aguantar el ritmo de los días planificando horas que no sabes muy bien si te saldrán como esperas. Siempre hay imprevistos con estos ¿adolescentes?, ¿niñatos?... da igual, al lado de estas personas que tanto adoras. Tiempo de estudio, de preguntas, de repaso, de... ¡ainsss, pero qué pesada eres! 

No me hago ilusiones, a saber cómo se afronta todo esto y cómo salimos de ello. Lo que no depende de uno, pues eso, depende de los otros. Y ahí no cabe voluntad propia, es la ajena la que verdaderamente cuenta. Y si el otro no, pues da igual que tú sí. Sólo sé que que a estas alturas de mi vida ya no sé nada. Bueno, no, me sé sexto de primaria de cabo a rabo. Y también que esa es la medida de lo que te quiero, Diminuta. Jamás pensé que un amor como este me dejara tan descolocada como estoy, ni en un escenario tan, tan... ¿desconocido? Vivir para ver. Anda que si me lo cuentan... ¡no!, ¡qué va!, ¿¿¿cómo me iba a tocar esto a mí!!!... Pues eso, que ya estamos en los aledaños del innombrable. Ánimo pues...