Henri Cartier-Bresson |
Comunicación es el contenido entre un tú y un yo. Aquello que late y que empieza por saciar la necesidad de ser narrado. Primero empezamos con la existencia en torno a nuestro ombligo. Tocamos con nuestras primeras palabras la realidad que vemos. La que nos toca y sentimos. La que nos hace llorar o reir. Después vamos elevando la mirada, y nos encontramos con los otros, los cercanos. Aquellos que comparten circunstancias, emociones, sentimientos y tiempo. Ocurre que nos encontramos con un interlocutor. Alguien nos devuelve el sonido de nuestras palabras de otra manera, con un ritmo siempre mejorado. Y la mirada se eleva, pero de repente, aquello que era nuestro mundo se torna demasiado pequeño. Nos dejamos absorver por el recipiente, por todo el recipiente. Deja de ser importante mi circunstancia porque aparece lo necesario; el mundo. Nos encontramos con cada una de las miradas que el otro refleja. El otro ya lejano, desconocido, pero que está hecho de la misma pasión. La narración del otro, de esos otros tan diferentes, late de la misma manera que lo hacen mis ojos. Dejamos de ser emisor para ser el receptor de la narración del otro. Y junto al otro, el mundo. De improviso, mi patio se torna insignificante, pequeño, necesitado de silencio. Mi mundo vuelve a su lugar. Ya no dejará de interesarme el continente, el mundo, y yo me siento el receptor de toda las historias que necesariamente han de ser contadas. Mientras mi mundo vuelve al silencio, a su exacta medida, siento la vorágine que es la pasión en el mundo en el que vivo. La pasión por la vida, y su irrenunciable necesidad de ser.
Comunicación o ese encuentro necesario con el otro. De como un yo se vuelve pequeño para encontrar al tú comunicativo, para saber del mundo como recipiente y de la vida como pasión. Fascinante.
Sí lo es, miles de voces narrando su mundo, el nuestro y el de ellos. Desde su prisma, como tú hablas desde el tuyo y yo desde mi pequeña ventana. Un besico, chica.
ResponderEliminar...el chiste fácil es aquél que ocurre cuando tengo una necesidad imperiosa de decirte algo, te llamo por teléfono y...comunica :( ! Besotes!
ResponderEliminarLa palabra, la mirada, una sonrisa, un abrazo ...
ResponderEliminar¿Qué sería de nosotros sin la comunicación?
No seríamos ni la mitad de humanos.
Un abrazo
Leonesa... Creo que acabas de dar con lo que distingue a la persona del resto de los seres vivos. "Nuestro" signo lingüístico. ¿Recuerdas "El milagro de Anna Sullivan?" ? Una niña aprisionada, ciega sorda y muda, por no poder cominicarse.
ResponderEliminarPrecioso post, Ana.
Y yo que creía que había dejado aquí un comentario. En fin a veces una mirada comunica más que tres horas hablando.
ResponderEliminarY me pasaba por aquí porque estoy leyendo Retorno a Brideshead y acabo de llegar al libro tercero y me preguntaba si tenía algo que ver con tu blog o es simple coincidencia.
Un abrazo
Es que ni siquiera somos nosotros mismos sin los demás, sin la mirada de los demás, sin la referencia de los demás. Somos un continente, como decía Hemingway.
ResponderEliminarBesos!
Un saludito desde mi medio-ausencia. Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarAna, qué curioso el mundo de las ventanitas ¿verdad?
Tomae... ¿siempre comunica? Vivo al lado de una Diminuta no tan diminuta ya, quizá sirva de explicación... :)))))
Montse, es cierto, qué sería de nosotros sin el receptor, ¿verdad? Aunque sinceramente, hablar sólo a veces viene pero que muy bien... :)))
Sunseta, la soledad puede ser muy bien representada por esa palabra que nadie recoge... Y la soledad absoluta, es siempre un abismo. Un besazo.
Sese ha sido coincidencia, no sé muy bien de qué hablas... ¿Qué relación ves entre la novela y este tirandodelhilo?... ;) Un abrazo.
NoSurrender, quien mejor define quiénes somos es el modo en que nos hemos ido a colocar al lado del otro, qué gran verdad. Un abrazo.