BITÁCORAS.

 

Somos únicos en el ejercicio de la comunicación. Personales e intransferibles. Nadie se parece a nosotros cuando usamos la palabra, cuando con ella dejamos un cabo suelto a la espera de que sea recogido. También somos únicos, totalemente originales, cuando en vez de emisores, somos los receptores de la palabra. Sujetos que encontramos un cabo del que nos es inevitable no tirar. Este mundo de bitácoras es el mundo de los cabos en espera. De la palabra esperanzada en su acogida. Cuando decides ser receptor, acercarte al otro y dejar en su ventana un comentrario,  independientemente de la controversia, aceptación o crítica que lances, ahí puedes notar el grado de libertad, de acogimiento, que tiene tu presencia como receptor y analista de contenidos; como otro. Comienza entonces el escenario de la sorpresa. Y al igual que en botica, te encuentras de todo.

Existen personas totalmente abiertas; al lado de su palabra, la tuya se encuentra agusto. Se da cierto estar en la palabra, en el contenido que dejan, sientes una temperatura que reconoces cercana a la tuya, cómoda, cercana, ávida por ser diseccionada. Dejas un comentario _ puede ser perfectamente un comentario crítico_ y tus palabras se sienten el centro, serán aceptadas o no, pero en la respuesta notas que por un minuto, fueron el centro de la mirada que habita el respeto. Una mirada atenta, educada, asertiva. Que no tiene  impedimento para dar totalmente la vuelta a tus argumentos, y que transformará desde la sinceridad tu palabra. En esos espacios se siente la libertad, la necesidad de comunicar plena, sin cortes ni recortes, con debate y respeto. Ahí la palabra, es ávida por ir a colocarse. 

Es entonces cuando comienza la dependencia, sí, sí, el enganche a los blogs. Eso que a los ojos de nuestra familia nos convierte en un poco raritos... Sientes esa prisa por la respuesta, por la certeza o la no certeza de lo que contienen tus palabras ante la mirada del otro. Buscas necesariamente la certeza del otro, la diferencia de la suya con la tuya. Sabes que el otro, ahí, en su ventana, tendrá muchas cosas que decir, que enseñarte, que sopesar ante tu palabra quizá equivocada, ignorante, limitada. La vida de los otros es algo que puede enriquecer la nuestra de una manera insospechada. Qué estupendo sería entonces tener de frente al interlocutor, poder romper la muralla de estas ventanas virtuales, y hacer posible con la presencia de los ojos, de la voz, el debate de la palabra. El pensamiento en las ideas, en los sentimienos, en la experiencia; las tuyas y las del otro, Frente a frente.  Poder centrarnos así en el mundo, en el día a día, en las horas y sus segundos y quizá, quizá... sacarle un poco de humanidad a ese mundo. Quizá toda realidad empiece en la palabra del otro, porque solos, solos está visto que no somos nada. La palabra como modo de estar en el mundo. Un mundo que a veces parece ir a la deriva, que ha demostrado muchas veces el error y el horror. ¡Ay, si fuera siempre posible el diálogo!

Qué difícil es el diálogo, la puesta en escena ante el otro de todo aquello que nos preocupa, que nos hace llorar, lo que nos hace felices también. Qué difícil nos resulta estar al lado del otro cuando su palabra es ruín, soberbia, inequívoca, solitaria y maleducada. Porque de esto también hay, en el mundo de las bitácoras. Que regusto agrio dejan las palabras cortantes, esas que no tienen argumentos, sólo imposición. Esas que por su inseguridad, por su no sentimento _contenido pueden tener, y mucho_  no están necesitadas de mezclarse con el otro, de descubrir al otro, de acercarse a él tan siquiera. Son como cabos que quedan a la espera de ser recogidos, sí,  pero no para encadenarse a la palabra del otro, para descubrir el lado que desconocen, sino simplemente, para anularlo, dejarlo ahogado con su palabra muda, desconcertado y desconectado, sin saber muy bien qué párrafo ha podido ofender o causar semejante acritud. A veces sucede... entonces procuras recoger tu palabra sin hacer mucho ruido, sin la necesidad de hacer ninguna pregunta, y educadamente te vas.

Cuánta necedad en la palabra, te dices. Y piensas que  lo necio siempre, siempre es soberbia, orgullo y prejuicio. También tiene lo suyo de soledad, demasiada soledad... piensas, y te quedas un poco así, entre triste y perplejo. También un poco dolido, porque tu palabra no se ha sabido entender. Sentimiento que tan sólo dura unos minutos. Así es la palabra; ávida por ir al encuentro de quienes la saben acoger _ la entiendan o no_ nerviosa por encontrar la casa de ese otro que espera, de esa persona que la deja espacio. Es así como la palabra siempre se queda a la espera de ser además de leída, transformada.

** Dedicado a las bitácoras en las que mi palabra se sintió como en casa. Ellos saben de sobra quiénes son. Respecto a los otros, si lo saben o no, la verdad es que bien poco me importa.

8 comentarios:

  1. Me tiro al vacío, Ana. No tengo ningún comentario de referencia;-) no sé qué habrán entendido los que te leen y te siguen... Creo que has hecho una exposición preciosa del amor y los desencuentros cuando la palabra llega a una "ventana". Detrás de cada signo existe todo un mundo de experiencias personales... formas de vivir y de entender la vida. Y hay palabras muy ricas... mucho. Pero para descubrirlo, valorarlo e integrarlo ... casi te diría en la propia vida del que está detrás de la bitácora, es indispensable una predisposición. Cada idea es algo valioso para quien lo ha escrito... Apreciarla en su justa medida es lo mínimo para quien la recibe. Lo otro... lo otro es un monólogo. Que cada cual es libre de tener una casa virtual para sí mismo. Para gustos, colores. Lo que es indudable es que esa comunicación que aporta, genera una corriente de afecto sin darte apenas cuenta al principio... hasta llegar a querer a través de la VOZ... no tiene precio.

    En mi vida existe un antes y un después en muchos aspectos gracias al blog.

    Un beso, querida leonesa.

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  2. Dices de una manera tan pero tan acertada lo que a veces pienso sobre las relaciones que se establecen entre blogs... Comentar? No comentar? Se entenderá mi opinión?
    Desde luego si no te arriesgas luego no puedes saber si habrá devolución a tu comentario o no, si será entendido o por el contrario censurado. Ahí está lo divertido también de esta virtualidad, no?
    Como dice Sunsi hay un antes y un después de tener un blog :)
    Leonesa, cómo andamos de frío?
    saludos mediterráneos,

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  3. Estoy contigo en que a veces, y siempre con determinadas personas con las que he llegado a un cierto grado de complicidad, me gustaría saltar los límites de la pantalla y atravesarla para ponerme cara a cara frente al que está al otro lado, pero como todo esto también es un arma de doble filo.¿Y si entonces llega el desengaño?
    ¡Cuánta razón tienes hoy!
    Besos

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  4. ... me comentaron una vez que existe un precioso lugar, le llaman el "parque del tubo" al parecer si eres capaz de pasar por ese tubo, es como si realizaras un viaje a través del tiempo ...

    Las bitácoras también permiten viajar, no solo en el tiempo, sino a aquella dimensión que quieras llegar.

    **Me gustaría ser uno de ellos, si fuera de los otros no sé si podría soportarlo...

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  5. Profundo y precioso dibujo de los blogs-bitácoras, Ana.
    Al menos en mi experiencia, eso de "romper la muralla de las pantallas" siempre ha sido muy positivo , la realidad siempre ha mejorado lo virtual.

    Un besico.

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  6. Ana, yo siempre he visto los blogs como un retal de lo que la "realidad" es. Lo cierto es que pienso que en los blogs nace una nueva literatura, y lo digo sin pretensiones, pienso que no se había inventado hasta ahora nada parecido a estos bits de información extraída de la reflexión, de la actualidad, del pasado y del presente, de los gustos de quien habla... y que, a demás, es interactivo e incluso puede ser efímero y cambiante. Chica, es mucho en tan poco espacio.
    Besines

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  7. Es bonito lo de escucharte, una vez más, precisamente por relatar lo que pasa todas las otras veces que te escucho. Que las tuyas acaban transformadas en las mías. No por el comentario que pueda hacerte, la mayoría de las veces mis palabras no se van a los dedos, son las que empiezan a crecerme dentro para, inevitablemente, pasar a escucharme.
    Lo que empiezan siendo unas orejas abiertas (en este caso ojos que leen) se transforman en oídos internos. Es curioso sí, que oír a otro nos permita oírnos mucho por dentro. Aunque como dices eso no lo consiguen todos. Qué tendrán los blogs que en algunos, directamente, se asoma esa magia concreta de la que te hablo.
    Luego está el siguiente paso del proceso, habernos oído intimamente y según el caso, volver a llevar a los dedos las virtudes y agonías internas para devolvérselas al otro, al que causó el desenlace. Y así, ser protagonista de un ex-monólogo y acabar siendo actor principal de conversaciones entre dos.
    Ese es el tipo de palabra que busco en los blogs, los que me mueven a escucharme dentro. Ahí dejo casi siempre mi proceso, te leo y paso a leerme. No es mejor o peor que luego me vuelque de nuevo en los comentarios, son diferentes maneras de hacerlo.
    Tú me has entendido, no? :)

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  8. Y en el fondo no hablas de bitacoras, hablas de la comunicación en general, todo es extrapolable a la vida real, al hablar, al comunicarse, al ser escuchado y sobretodo al escuchar.

    Y eso, volviendo a la blogsfera, donde el único soporte es la palabra, ni una mirada, ni un gesto, ni una sonrisa que matice el mensaje. Es por ello que a veces os envidio, a muchos de vosotros que tenéis el don de la palabra, de la letra, de comunicar exactamente lo que queréis.

    Y es por eso que nos leemos, supongo.

    Besos

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