Observas desde tu sillón el ruido de las palabras. Recuerdas algún que otro momento de bullicio en el que no sabes muy bien qué parte eras o si tan siquiera eras parte _es sabia la intuición_. Ahora empiezas a discernir claramente qué era carcasa y qué era interior. Lleva su tiempo saber qué es lo que en verdad mueve a la palabra, incluso uno mismo a veces no es capaz de definir su propio texto. Lo único que te queda claro es la necesidad de sentido, la sed de significado que llevas, la necesidad de encontrar un buen interlocutor. Han sido pocas las nueces a pesar del ruido. Sólo el tiempo llega a descubrir la nuez cuyo ruido era el esperado, aunque esto entonces ni lo imaginases. Su ruido a veces imperceptible, ha sido una constante. Siento una enorme gratitud por esas nueces que nunca se fueron _literarias, virtuales o reales_.
La palabra, Ana tiene dos caminos, el de ida y el de vuelta. De nuestra intención depende que su sonido sea el que buscamos.
ResponderEliminarUn abrazo
Ser nuez de poco ruido, con presencia constante pero no impertinente... De palabra sobria y concepto claro... amable. Casi un proyecto de vida. Un placer leer esta entrada. Gracias, Ana.
ResponderEliminarY es que en el ámbito de la comunicación, al margen del medio, en este caso la palabra tan esenciales es el emisor como elreceptor, y en la plena compenetración de ambas partes hallaremos esa nuez con el ruido deseado.
ResponderEliminarUn abrazo
Si soy sincera, estoy aburrida de las palabras. Las palabras no son más que vocablos, letras que se lleva el viento, si no van acompañadas de hechos. A mí ya no me sirven; las escucho, pero sé que detrás de ellas suele haber engaño, aunque vayan revestidas de buenas intenciones. No existe ese interlocutor, es una fantasía que nos fabricamos para sobrevivir. Al final, todo es sólo una cuestión de mera supervivencia. Siento ser tan pesimista, pero ésa y no otra es mi experiencia.
ResponderEliminarNueces, ruido, utopía, incluso a veces se oyen silencios a voces, la palabra puede cambiar un hecho creo que es cuestión de moverse e intentar hacer realidad nuestras propias utopías.
ResponderEliminarUn abrazote utópico, Irma.-