HACIENDO DEBERES


Me encuentro sentada en la cocina, la mesa, llenita de libros y cuadernos. Está preciosa la mesa así. A mi derecha, diminuta está concentrada en sus deberes de lengua. La observo siempre mientras hace sus deberes, ¡la de veces que se le sube el pensamiento al cielo! Esto contribuye a que esos mismos deberes que hace un niño en una hora, ella los haga en tres, sobretodo si los deberes son de cálculo. Intento no impacientarme, me quedo en la cocina como ocupada en otras cuitas; saco mis libros y cuadernos. Permanecemos en silencio, cada uno en sus cosas, y me hago consciente de las veces que a mí, también se me sube el santo al cielo. Así que me he prometido a mí misma no volverme a quejar, ni de su pensamiento inquieto, ni de los cielos que visita. De tal palo salió el astilla.  Mientras estoy en esas ella me hace pregunta:

_ Mamá, ¿qué es la melancolía?

_ Me quedo mirándola y le digo, pues… la melancolía, es una especie de tristeza, una tristeza suave que a veces ronda nuestro pensamiento. Y si la miras atentamente, si la sabes observar, sabrías decir qué causa tiene.

_ ¿Es como la tristeza que sentimos hoy porque se han ido los abuelos?...

_ Sí, un poco así, porque les echamos de menos, ¿verdad? Pero no es grave esta tristeza, sólo nos acompaña un ratito. Esa es la melancolía. No es como esa otra tristeza grande y seria, sino que es pequeña y medio sonriente…

Ella vuelve a sus deberes… y yo me quedo balanceando en esa palabra de rasgos serenos y profunda; melancolía.

Es ese sentimiento que nos rodea cuando abrimos el sencillo armario en que hemos ido a guardar, cual ropa bien limpia y planchadita, los proyectos que son ya un imposible. Que fueron vitales y que hoy permanecen en silencio, guardados para siempre en la memoria. Los acaricias suavemente cual toallas limpias y perfumadas, y los vuelves a encerrar en ese armario que es tu memoria. Es entonces cuando reconoces esa melancolía que es siempre sencilla, y que es a la vez una ofrenda.

También es melancolía ese sentimiento ante la lejanía de tus amigos, aquellos que un día estuvieron en tu presente, y que el devenir del tiempo ha ido a colocar en otro espacio. Tristeza que es alegría cuando rememora el recuerdo; cuando perfila tu suerte por haberlos encontrado en tu camino. La amistad que se añora, y que una vez fue vivida y sentida; así es la melancolía.

Como lo es también, ese algo que te atrapa cuando ves fotos de personas que no llegaste a conocer, a las que has querido esencialmente. En su ausencia, latía el amor que ellas sentían por ti. Sientes melancolía por tu abuela, por tus abuelos, y sabes de esa serena sonrisa que se te queda en los labios por la multitud de veces que has soñado con ellos. Tu abuelo te contaba en un sueño el desembarco de Alhucemas, historias del Marruecos español, y tu abuela, te enseñaba a curar heridas, pequeños trucos de entonces, y a bordar con hilos preciosos. Tú soñabas con ellos, y al despertar, siempre esa melancolía con cierto rastro de sonrisa. Habían venido a verte. Y hasta te parecía ver un guiño en las fotos cuando de nuevo la mirabas. Esa era tu melancolía infantil.

Y melancolía presentida por saber que un día estarás lejos, diminuta, lejos de mi protección, tú en pleno vuelo con las alas excelsas de tu libertad. Esa será la más alegre de las melancolías vividas. Se oirá su risa desde más allá del infinito, aunque llore y te eche de menos.

Y me digo a mí misma, que la melancolía es uno de los diversos tesoros que puede albergar nuestra mirada. Es esa impresión certera que te hace consciente; puedes amar y te aman.

La melancolía, es también una tristeza que se convierte en naciente esperanza. Detrás de su presencia,  yo presiento siempre a la esperanza, con toda su timidez. Una intuición que nos dice que una vez puestos a resguardo los proyectos no vividos, los recuerdos almacenados, y la idea de tu ausencia; quedará espacio para vivir con alegría el porvenir que nos espera.

La melancolía, me digo, es una especie de tristeza que espera. Que sale al encuentro de un significado. Una tristeza que permanece a la espera de respuesta, de realidad, de sentido. Una melancolía en cierto modo alegre.

_ Diminuta, mira, ya lo sé… la melancolía es una tristeza esperanzada, porque mira, sabemos que los abuelos van a volver…

Pero tú ya estás en otra cosa, me miras desde tu profundidad y me dices:

_ Mira mamá, los planetas. Yo me los imagino todos en el universo, y el universo como si estuviera en una caja cerrada que nunca se abre. El que brilla es el sol. ¿Y sabes quién cuida esa caja? Un niño. Pero nunca la abre ¿eh? Sólo la cuida.

_ Eso que imaginas es muy bonito, diminuta.

Y me pregunto, que qué nos quedará de todo esto. De la melancolía, de la esperanza, de nuestros enfados mientras estudias, y de ese niño que cuida la caja sin abrirla. Y pienso en que todas las cosas tienen un inicio y un final, esa es mi melancolía de hoy; todo, un día finaliza. Siempre recordaré con melancolía estos momentos que hoy me regalas, estos ratos en que te miro mientras haces los deberes. Sempre querré volver a ellos. Pero mientras llega esa futura melancolía, me digo que es una suerte vivir a tu lado. Te quiero, diminuta.


10 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho lo de la tristeza esperanzada ...

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  2. Darling, tengo melancolía de ti.

    (Creo que también tenías que haberle contado que para sentir melancolía es imprescindible el amor)

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  3. "Mira mamá, los planetas. Yo me los imagino todos en el universo, y el universo como si estuviera en una caja cerrada que nunca se abre. El que brilla es el sol. ¿Y sabes quién cuida esa caja? Un niño. Pero nunca la abre ¿eh? Sólo la cuida."
    Melancolía por volver a ser la niña de años atrás...
    Un abrazo!!!

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  4. ¡que no dejen de preguntar!

    ...de esas preguntas es cuando más aprendemos todos todos todos

    ah!

    melancolía no suena a melodía??

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  5. Tienes razón en que la melancolía se desnuda cuando la miras de frente. Lo malo es cuando dejamo que nos posea, sin mirarla, y no nos deja entendernos a nosotros mismos.

    Besos!

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  6. Tristeza esperanzada cuando ves las fotos de ellos, tan mayores, cuando eran como tu dimninuta. Y recuerdas esas preguntas que ya no formulan...

    Un beso, Ana.

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  7. Deberes en la cocina salpicados de nocilla...ummm,melancolía.
    La tabla del 4 y se queman las croquetas. Los ríos y afluentes, hay que bajar a comprar más pan. ¿Dónde está mi lápiz?, debajo de la mesa, vamos a poner la mesa. ¿Plato de sopa también? si, 6x2=¿12platos mami?. Si las cocinas hablasen... Besos!

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  8. Ay, Ana,te leo en un día en el que lo más animado que me atrevo a escuchar musicalmente hablando es «Balada de otoño» de Serrat. Sí, melancolía, esa que me tiene entre sus garras y de la que no puedo soltarme.
    Hoy ha salido el sol, aunque hace frío. Espero que ese sol caliente un poco esto que siento.
    Besos miles, Ana.

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  9. Melancolía de los días felices, de los amores perdidos... melancolía de los días en que creíamos que todo era posible, melancolía por la inocencia que un día se perderá, por las sonrisas que serán menos con los años, pues los adultos nos volvemos más tacaños con ellas. Melancolía del yo joven que un día soñó también como hoy lo hace ella. Melancolía de nosotros mismos, que a veces nos somos infieles por mirar más lejos buscando lo que teníamos en realidad a nuestro lado. Melancolía, oh sí, melancolía inspiradora de esta entrada maravillosa tuya. Besos.

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  10. Jooo... como valoro cada uno de vuestros comentarios... y aquí estoy, a la carrera limpia sin poder contestaros como os merecéis.

    Son una sabiduría honda, los niños, y sí, Tomae, que no dejen de preguntar. La perspectiva de sus cuestiones le da alas a nuestra mirada. Aprendemos a su lado, ante sus incógnitas, con sus cuestiones... y nos devuelven un poco aquello que de niños fuimos, y que somos sin saberlo.

    NoSurrender, un abrazo especial para tí, porque esa melancolía que a veces nos arrebata nuestro mejor yo, la sientes cercana. Espero que tu amiga esté muuuucho mejor. Otro abrazo sentido para ella.

    Lisset, Lola, Marta, Sunsi, Silvia, Ana, Modestino... un saludo; melancólico porque no estáis cerca, y esperanzado... porque algo que dice que lo estaremos.

    Abrazos.

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