Hoy es sábado, el día de la semana que más disfruto. Sin embargo, he acabado la mañana con cierto perceptible cabreo. He estado estudiando, mirando temas que me interesan y que quiero entender. He podido hacerlo porque ayer dediqué unas cuantas horas a poner la intendencia de mi casa al orden. Sí, esas pequeñas cosas que hacen que la rutina de los días no nos ahogue. Vosotras sabréis de qué hablo seguro, y vosotros, lo dudo más. He dejado colocada la ropa de la niña, su uniforme preparado para el lunes, realizado la limpieza semanal de la casa, he provisto el congelador de viandas, ido a la compra, preparado comidas que se puedan congelar. Me siento agotada de solo recordarlas. En esas anduve ayer viernes por la tarde. La peque medio hacía sus deberes, bueno, a saber qué hacía realmente. Hoy el día era para mí. La peque se ha ido con su papi a casa de los abuelos. El día era para mí y la intendencia estaba al orden. Lo único que he hecho es poner una lavadora; la última de la semana.
Una estupenda mañana que empezó con el sol entrando por los ventanales de la sala. Y allí me instalé, en la sala; toda una mesa despejada para colocar mis bolis, mis libros, mis cuadernos. Olor a café, lectura, escritura y estudio. Proyectos, esquemas y posibilidades. Fui por mi segundo café a la cocina y ahí pude oír el suave click que avisa que la lavadora ha terminado. Y caí en la cuenta, fue como si me hubiera despertado de golpe y hubiera perdido un sueño maravilloso. Me empecé a debatir entre no tender la ropa o sí hacerlo. Qué mal me sabe que la lavadora acabe justo cuando yo estoy en proceso de deleite y proyección de ideas. Me dije con rotundidad _no la tiendo_. Seguí con la lectura y mi café, pero no me quitaba del pensamiento la ropa del bombo, así que definitivamente, me puse a tenderla. Si no, estaría desaprovechando las horas de dol, y al plancharla, me entraría un enorme cabreo por culpa de mis afinidades lectoras y de disfrute personal. De nuevo primero lo demás, todito; luego ya cuento yo. Y mientras la tendía salió esta entrada.
¿Cuántas horas de mi vida empleo en actividades cotidianas que no me gustan? Poner la lavadora, sacar la ropa y tenderla, plancharla, recogerla, planificar la compra, ir al supermercado, traer las cosas a casa, colocarlas, limpiar los baños, pasar la mopa, quitar el polvo de las estanterías, limpiar los cristales, bajar la basura, reciclar cada cosa en su contenedor, fregar la cocina... Lo único que me gusta de verdad es cocinar, empezar a recolectar viandas para convertirlos en platos comestibles y ricos. Llenar el congelador de cosas que sé que un día van a gustar. Y he comprobado que me gustan no en sí mismas, sino porque la radio hace de la cocina una estancia acogedora y llena de proyectos. Mientras cocino, mi mente está en muchos lugares a la vez. Como cuando escribo, leo o simplemente escucho música.
Odio las labores del hogar, esa rutina a la que nos obliga, ese tiempo que se siente perdido. Hoy ya véis, me he puesto chulita. Porque valiendo lo que valgo aquí estoy, quejándome del tiempo que mi mente privilegiada pierde entre fregonas, planchas y cocinitas. La de cosas que dejo de leer, de escribir, o de estudiar. Y no, hoy no vale eso de la importancia de las cosas pequeñas. Que le den tila a las cosas pequeñas, al menos por hoy. Por supuesto que me gusta cuidar de mi gente, sí, que mi casa no sea tan sólo la suma de cuatro pareces, no. Pero también necesito y quiero ser yo. Y yo, si soy sincera, no he nacido para esto. No, no, no, nonononó.
Pues tienes toda la razón del mundo en quejarte; sí señor. ¿Te has planteado que el polvo protege los muebles? ;-pp
ResponderEliminarIntenta dedicarte un poquito más de tiempo a ti misma.
Mil besos a las dos, querida Ana.
En las palabras que me definen en mi perfil hago saber: "...ama de casa por obligación" Es lo peor que me ha tocado en todo esto de ser mujer desde que tengo uso de razón, porque mis hermanos siempre estuvieron tan chipis y no tuvieron las obligaciones que mi hermana y yo...
ResponderEliminarSí, me reconozco en tus palabras. A mí me toca mañana guisar para toda la semana, lavadoras ya llevo unas pocas hoy. Besos miles
Hola, me llamo Ana y desde ayer a las 4 de la tarde he puesto 6 lavadoras. He dicho 6. Menos mal que a mí la ropa me gusta...
ResponderEliminarYa forma parte de mi existencia. He buscado ayuda para las tareas de la casa, porque no tengo tantas horas en mi día, pero la ropa es mi territorio. A cambio no me ocupo jamás del jardín, ni de los bricolages variopintos.
Mientras plancho, escucho música y bailo. Y la ropa no la guardo nunca yo.
Algo es algo...
Un besin
Anita... Con este "ataque" de sinceridad me ha entrado la risa. Perdona, ¿eh? No es tu culpa. Es que recuerdo viejos tiempos. Tiempos en los que los ciudadanos eran tan pequeños que todo pasaba por NUESTRAS manos. Toooodo. Se entiende que ahora no, claro. Fíjate que digo NUESTRAS. El jefe ... la intendencia. Que no es moco de pavo cuando habitan 6 en una casa.
ResponderEliminarRecuerdo que me pasaba el tiempo que me quedaba después de las clases...¡adelantando! No me gusta cocinar, así que hacía lo que tú. Mucha comida de vez y al congelador repartidito todo en tupers. Los fines de semana con la fijación de los uniformes. Le cogí el truquillo a la secadora para planchar lo menos posible. El orden...muy mal. Muchos años tropezando con juguetes, piezas de puzzles, fichas de dominó.
A mí tampoco me gustan naaaada las labores de la casa.No se terminan nunca. Cuando crees que el tema ya está más o menos...suena el pitido de UNA LAVADORA y resulta que tú estás enfrascada escribiendo... Pero... sí me gusta la casa. Me gusta ese calorcillo de hogar, reciclar algún mueble que tenía una función y acaba por tener otra...me gusta pintar paredes, colgar cuadros, cuidar el jardín...incluso limpiar baños.
¿Tú lo entiendes? Pues hija... me debato entre pasar horas escribiendo o dedicarme a trasplantar, podar, barnizar...
Conclusión: el día tiene 24 h. y hay que ir alternando. No soy superwoman.
Feliz domingo, leonesa. Qué bien huele ese café...
Ja,ja,un toque de rebeldía genial. Me alegra saber que personas como tú, amantes de libros y palabras exquisitas, también sufren ataques de marujeo y mosqueos con la lavadora!. Yo me considero una esquizofrénica: a veces me encanta la vida doméstica y otras, puaf, no tiene ningún sentido volver a limpiar lo que ya limpié ayer y volveré a limpiar mañana......Hoy me revelo contigo! y si alguien quiere comer que vaya a la nevera y coja un yogur!
ResponderEliminarHe reenviado el video a mis hijas...nociones básicas de la realidad; que no digan luego ¿pero ésto que es?, que no caigan de la higuera creyéndose cuentos de la vie en rose.
Que a gusto me has dejado!
Besos
En un siglo XXI que dicen que imperará por las nuevas tecnologías "esas" porque no habrá un invento que lo haga todo y por favor aprenda tambien hacer cafetines.
ResponderEliminarBesines utópicos, Irma.-
Lo mío no es limpiar el polvo.
ResponderEliminarLo odioooo
Besos
Sí, la verdad es que me he sublevado. Ahora, como medida de educación en la igualdad del día a día, me he propuesto hacer todas estas cosillas domésticas cuando diminuta no está en casa; pocas veces me ve hacer labores de intendencia del hogar. Y cuando hacemos algo, poco más bien, lo compartimos. Lo demás, lo hago todo a tragalaperra en ese escaso tiempo del día en que no estoy en el trabajo y ella aún no ha regresado del cole. Vamos, todo un reto. Cuando ella llega, se encuentra todo tranquilo y estupendo. Como por arte de magia ahí está; el hogar dulce hogar. El día de mañana, lo tendrá que hacer ella, y no se morirá mientras lo aprende, de eso estoy segura. No sé si con esto logro enseñar algo coherente, pero me da igual. Creo que es mejor que me vea leyendo, escribiendo, estudiando o incluso relajada con una labor de punto. Con esas actividades, al menos no me sale el rictus... jajjajaja.
ResponderEliminarFreia, eso intento, pero oye, siempre sale algo a última hora que se complica...
Pesoleta, vaya... yo imposible. Ufff...
Sunsi, te puedes debatir entre mil cosas, pero siempre que te gusten. También me encanta tener la casa "guapina"... es entonces cuando comienza el disfrute, pero vaya que si se meten horas en el intento. Y oye... es un privilegio ese NOSOTROS. Pocas lo pueden contar...
Marta, te asombrarías de conocer quién está detrás de esas palabras que tu describes como exquisitas.... jajajaja. Lo confieso; soy cascarrabias, a veces incluso gruñona, y una auténtica e inquieta payasa... en el sentido cómico de la palabra. ¡Tolojoro!
Irma... que me he dado un paseo por tu blog... y la de cosas que existen que te juro no me entero. Menos mal que he llegado a tu ventana. Ya estaré al día. Un abrazo.
Montse, lo mío no es nada... la verdad. Creo que en este aspecto padezco el síndrome de Peter Pan. Soy una niña del País de Nunca Jamás Ponerte a Hacer Laborcitas Domésticas del Hogar... Quisiera haber podido ser siempre hija... la verdad.
Hace tiempo, desde que tenía 20 años y ya ganaba suficiente dinero mientras estudiaba, decidí pagar a alguien que hiciera todas esas cosas que también detesto por mí, eso me duró hasta los 34 años en que por temas económicos ya no pude tener a nadie que hiciera todas esas cosas por mí. He descubierto con los años, que soy muy capaz de mantener una casa amplia en condiciones, pero que el tiempo que me roba de estar con los míos, no se lo perdono, así que mi casa y yo, hemos llegado a un acuerdo, a un pacto de no agresión. Ella se mantiene lo justo, yo la mantengo ordenada. Ella no crea vida inteligente en los rincones y si lo hace, yo los dejo vivir. Llegó un momento en que tenía que decidir si era mi casa o yo, y la elección fue fácil. :) Yo :) En casa repartimos las labores, entre mi marido y yo y mi hija se apunta a hacer algunas cosas porque ella quiere y le gusta. Yo le pido apenas que tire la ropa sucia en la cesta de la ropa y que no tire los juguetes por el suelo, ¿Lo demás? Que estudie, juegue y sea feliz y eso no tiene nada que ver con planchas, cocinitas y esas cosas así que ya tendrá tiempo de aprenderlo cuando sea mayor, como mismo lo he hecho yo. Besos.
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