La primavera con todo su esplendor, a veces resulta difícil. Hemos de aprender a salir de nuevo al sol después de un duro invierno, y en cierto modo, es un esfuerzo enorme. Los inicios de la primavera siempre me encuentran perdida en el ensimismamiento; de repente soy consciente de que mi ritmo es lento y el día es demasiado largo. Me siento enormemente cansada. Permanezco en niveles mínimos de ánimo para afrontar días así; largos y quizá demasiado luminosos. Son días que se esperan desde hace tiempo, que se empiezan a desear cuando el invierno nos ha cubierto con su lado más crudo. Y aún así, aunque sean tan esperados, la primavera siempre me encuentra atrapada por la melancolía, el cansancio. De repente la vida, cuesta mucho esfuerzo, y necesito parar, dormir, ser lenta. Desasirme de todo aquello que me agobia, por muy necesario que sea.
Es en esta época en la que la lectura se convierte en un gesto necesario; podría decir que casi vital. Esta primavera he vuelto a leer a Soledad Puértolas. En momentos de desazón, de decaimiento, uno no se puede permitir leer cualquier cosa; se precisan palabras de una realidad sentida, algo cercano. Así que volví a una de mis autoras favoritas; y ha sido un reencuentro magnífico.
Es en esta época en la que la lectura se convierte en un gesto necesario; podría decir que casi vital. Esta primavera he vuelto a leer a Soledad Puértolas. En momentos de desazón, de decaimiento, uno no se puede permitir leer cualquier cosa; se precisan palabras de una realidad sentida, algo cercano. Así que volví a una de mis autoras favoritas; y ha sido un reencuentro magnífico.
Es una autora que con sus relatos nos regala lo rutinario, el latir sencillo de cualquiera de estos días. Nada suele resultarnos extraño, nada nos es ajeno, incluso esas historias que en nada se parecen a la nuestra podrían ser perfectamente la nuestra. En su narración la introspección es una constante; el ensimismamiento, el aislamiento con que podemos vivir a veces nuestro tiempo, es algo cotidiano. En sus relatos la vida es sencilla, sin acontecimientos que nos puedan resultar extraños. La rutina de su tiempos es como la nuestra. En ellos la vida se presenta tal y cual se nos presenta a nosotros; un viaje, una mañana de piscina, una tarde en la biblioteca. Su escenario bien pudiera ser el que vivimos ayer por la mañana.
En su visión se plasma el desencuentro de nuestro tiempo, su sinsentido; la incoherencia de la vida moderna, la interrogación sobre su significado. Sus palabras ponen sobre la mesa muchas de las dudas y temores que a veces asoman en el ir y venir de nuestros días. Sus personajes permanecen en constante descubrimiento de sí mismos, reflexionan sobre su papel en la vida, sobre la posibilidad de construirse a sí mismos, o de aceptar roles establecidos intentando redescubrir algo nuevo, algo que aún está por ser desentrañado, que le de un sentido nuevo a lo de siempre. Su historias personales son de búsqueda. Tratan de recolocar la mirada sobre la soledad, cuestionan el verdadero sentido de la soledad, del destino que pueda tener el silencio de esa soledad. Mientras navegan por lo rutinario, sus personajes buscan su propia existencia; necesitan verazmente dar significado a la incertidumbre de su vida. Son como nosotros, late en ellos una constante; la búsqueda de la felicidad.
Soledad Puértolas tiene el don de reflejar el ritmo de la vida, el ruido de nuestro presente, los límites de nuestro ahora, y con ello, encontrar su sinrazón a través de historias que parecen no tener desenlace. Una narración no concluída que nos lleva a buscar un final, el sentido de su discurso; s0n situaciones que ponen cara a los interrogantes de nuestra propia vida. Los límites de nuestra propia existencia; a veces ya conocidos y otras, entrevistos por primera vez. Eso que late ahí eres tú. Y te haces consciente, un poco más, de tu yo.
A través de la sugerencia, de esa puerta entreabierta que construye su palabra, la autora deja espacio a la posiblidad de la nuestra, a la libertad de nuestro tiempo, y a ese proyecto que nosotros como personas somos; sus historias se convierten en la posibilidad de ir descubriendo nuestra vida, día a día, de descubrir un poco más la historia de ese personaje en construcción que cada uno de nosotros somos. Y es que la literatura, cuando se la oye bien, siempre pone las cartas de nuestra propia historia sobre la mesa. Luego sólo queda mirarla, colocarla, aprenderla. Aceptarla.
Y así, con la narrativa de su mundo, nadando a través de la existencia y la introspección, es como he comenzado esta primavera. He navegado un poco perdida, es cierto, pero al lado de esa línea de flotación que siempre ha sido en mi tiempo la lectura. Y hoy, desde mi pequeña ventana, os animo a acercaros a esta autora, a que conozcías mejor su narrativa, su mundo, y sus interrogantes. Deseo que os guste.
Solía tener pánico a la primavera. Este año me he reencontrado con ella y he empezado a mirarla con otros ojos y no he hallado sino hermosura. Sin embargo, al igual que tú, la encuentro excesivamente luminosa. Hay demasiadas horas de luz, lo que te lleva a hacer más cosas de la cuenta y a acabar agotada. Si a las 8 fuera de noche, sería perfecto.
ResponderEliminarNo conozco la obra de S. Puértolas, pero tal y como la describes me están entrando unas ganas tremendas de hincarle el diente. Gracias por la recomendación.
Gracias por la sugerencia, me apetece conocer este punto de vista, esta introspección. La primavera es época de ventilar los armarios adormecidos de nuestra mente, y no siempre el arranque es fácil. Desde luego, un libro como los de S. Puértolas parecen ser una buena compañía para eso.
ResponderEliminarUn besico.
Primavera es agitación, y la agitación -lógicamente- cansa. Pero es el cansancio que nos demuestra que estamos vivos, anhelantes de luz (en dosis progresivas).
ResponderEliminarLa literatura es otra forma de luz. Gracias por tu recomendación para esta primavera.
Saludos, Ana.
He leído 'Compañeras de Viaje' y esperaba más...
ResponderEliminarQuizás estoy en un momento más activo o vertiginoso como los relatos de Quim Monzó...
Recomiendo 'El porqué de las Cosas'
Buen finde Ana
Zambullida, siempre hemos de intentar darle la vuelta a la tortilla. Y ojalá te guste la narrativa de Soledad Puértolas. Un beso.
ResponderEliminarPesolet... te digo lo mismo, espero que te guste. Y bueno... que lo importante este año... ES EL VERANO!!!! :)))))) Un beso.
Javier... estamos vivos!!!!! Siiii. Un abrazo.
Santa, "El por qué de las cosas" de Quim Monzó lo leí hace tiempo. Y si no recuerdo mal se hizo una versión cinematográfica del libro. No lo recuerdo de manera especial, pero también es cierto que aquellos, eran otros ojos. Volveré sobre ella... y si sigue sin ser especial, me confirmará que las miradas son muy diferentes, en nosotros, en los demás... y que siempre es bueno tenerlas cerca. Gracias por entrar en mi ventana. ;)
Lo apunto para el verano, que ahora tengo dos entre manos.
ResponderEliminarA mí la primavera me encanta. Mucho más que el verano, porque soy como los perros del polo, que el calor me mata.
Un abrazo y gracias ;)
Montse... yo no, para mí siempre... el verano!!!
ResponderEliminarClaro que el verano de aquí es una gozada, que si me cambian de altitud... ay,ay,ay.
Un abrazo.
Yo no he leído mucho a Soledad Puértolas pero siempre me ha parecido muy sugerente, tal y como tú la describes.
ResponderEliminarSu último libro lo regalé hace poco y yo lo tengo pendiente, por la devolución que me han hecho, aunque puede que algún relato sea más irregular, hay otros que hacen que te sientas tan identificada que puede llegar a doler.
Un saludo,
La identificación en el relato. Allí estamos... Es un reencuentro, y en cierto modo, también un consuelo.
ResponderEliminarY pienso certeramente que cuando la Literatura pone nuestras cartas sobre la mesa, y duele, comenzamos a crecer. Siempre. Es un gran reto. Y también, un privilegio.
Un abrazo.
Una de las pocas ventajas de no tener ni puñetera idea de nada, es que puedes hacer cosas nuevas para tí, o para los demás.
ResponderEliminarUN PASEO INCORRECTO.
Érase una vez un hospital.
Y no pasaba nada.
Los enfermos entraban, algunos fallecían y otros tampoco.
Y no pasaba nada.
Los seguratas de la puerta escuchaban los partidos de fútbol por la radio, los cirujanos te rajaban desde arriba hasta abajo y las enfermeras, ladronzuelas por naturaleza, te robaban una sonrisa a media mañana.
Y no pasaba nada.
...
De no pasar nada, de ser domingo y de que cada uno fuera a su bola, no me siento responsable.
Y si lo soy, me da igual; pues desde que entré a las ocho de la mañana hasta que volví a las tantas de la madrugada, nadie me preguntó por mi identidad.
No tienen de mí ni la más ligera idea.
Simplemente no he existido para ellos.
Una sombra en un pasillo, un domingo.
...
Primavera, mi amigo estaba hemipléjico, estaba a punto de perder mi trabajo y era domingo.
¿Quién se iba a fijar en mí?
Ni el Tato, en mí no se iba a fijar ni el Tato.
...
En el ascensor pulsé el número cuatro. La máquina me llevó a la planta cuarta.
Gracias chica, olvídate de mi cara.
...
Me planté en la puerta de la habitación trescientos uno.
Miré el pasillo y no habían cámaras, ni vigilancia, ni enfermera jefe.
Ni Dios. Allí no había ni Dios.
...
En las ultimas dos horas habían nacido unos gemelos, y un jubilado había cascado.
Los primeros descansaban en neonatos.
El segundo en el mortuorio.
...
Y yo era una sombra que pasaba desapercibida.
Con un trabajo a punto de perder, alergia primaveral, en domingo, y con un amigo hemipléjico.
Durmiendo en la habitación trescientos uno de un hospital.
Tras la puerta que tenía enfrente.
Mi cara era la de un perdedor.
ResponderEliminarNo porque lo fuera, sino porque me sentía un perdedor.
...
"Buenos días señor. Todavía no es la hora de visita. Debe esperar hasta la once en la salita del fondo".
Mentí.
"Vengo a reconocer un cadáver, y la verdad es que estoy muy confuso".
"Baje usted al sótano y pregunte. Es allí".
Y me volví a quedar solo.
Ya nadie me preguntó nada.
No molestes a quien va a reconocer un fiambre.
...
Vale, soy un perdedor.
Y un mentiroso.
¿Y qué?
¿Acaso tú eres mejor que yo?
¡Venga hombre!, ¡seamos serios!
...
Lo que pasó a continuación no os lo voy a contar, porque soy un perdedor, un mentiroso y encima estoy muy enfadado porque es domingo, voy a perder mi trabajo y detrás de esa puerta duerme mi amigo.
Así que te vas a quedar con las ganas de saberlo.
Tendrás que imaginártelo.
...
Nadie se fija en una sombra, un pasillo, un domingo cualquiera.
Y es entonces cuando puedes elegir: hacer algo ilegal, algo útil, o no hacer nada.
Es tu decisión.
No tienes que contárselo a nadie.
Por supuesto, conozco a esta escritora, pero no he leído nada de ella. Ahora, con la magnífica narrativa de tu recomendación, no me queda otra que sumergirme en sus textos para poder sentir lo que sientes tú cuando la lees.
ResponderEliminarGracias hermosa Ana. Besos miles
Gracias Ana, por la recomendación, no la conocía y estoy deseando ponerle los ojos encima a sus letras. ¡Que los colores y olores de la primavera te acompañen y te obliguen a quitarte el abrigo del invierno! Besos mil.
ResponderEliminarPrecioso post... La primavera. Me gustaría decir , como Zambullida, que me he reencontrado con ella. Me gustaría...
ResponderEliminarY el vídeo. La obra literaria se escribe en la clandestinidad. Un horizonte. Cultura es tener criterio. Otro.
Soledad Puértolas: definitivamente mi asignatura pendiente.
Gracias, Ana. Siempre señalando horizontes nuevos.
Bsssss
Holas... espero que disfrutéis de esas lecturas por lo menos la mitad de lo que yo lo hago.
ResponderEliminarHoy incluso, porque yo lo valgo, me he regalado un libro suyo que no tenía "Cielo nocturno"... la portada es AZUL. :))))))))
Quiero terminar un par de cosillas que aún tengo pendiente, y me lanzo de cabeza a sus palabras.
Feliz Sábado!!!!
hola Ana,
ResponderEliminarummmm la primavera, ¡cómo te entiendo! tan explosiva, tan agotadora, tan esperada...
Anoto recomendación de lectura, un abrazo fuerte, fuerte!
Marta... ya has vuelto!!!
ResponderEliminarSe te ve los pies muy descansaditos... claro que así cualquiera...
... todo el santo día passeando en moto!!!!!
Un abrazo.
Me ha encantado como sugieres y describes. Agradecida por hacerme descubir la literatura de Soledad Puértolas. Ya está el la lista de los "I want to read".
ResponderEliminarGracias!
Hay una gran distancia entre lo que nos dicen y lo que sentimos, sí. Y esto pasa a ser drama cuando en ese hueco nuestro Yo intenta encontrar al Otro. Ese es el hábitat de la literatura, lo explica muy bien Soledad Puértolas.
ResponderEliminarNo he leído aún nada de ella, pero voy a tener que hacerlo. Por el momento, la autora española contemporanea que más me ha interesado es Belén Gopegui.
Besos!
Hola Monty, encantada de leerte por aquí. Espero que esta autora te guste. Un abrazo.
ResponderEliminarNoSurrender, el hábitat de la literatura, ese hueco donde la búsqueda de interlocutor es siempre una constante... el otro, siempre descansamos en el otro. Por fin.
De Belen Gopequi he leído dos libros. "La escala de los mapas" y "El lado frío de la almohada". Ante el primero me quedé como sin nada, creo que algo se quedó perdido, que no supe leerlo. Es un libro que catalogaría de desconocido; no me llegó a tocar.
El segundo fue diferente, podía intuir que algo mío estaba ahí, a pesar de no poder identificarlo.
Belen Gopequi es una autora que me atrae mucho a pesar del desencuentro que he sentido con sus obras. Quizá por ello voy retrasando una nueva lectura. La siento lejano, y me digo a mi misma que probablemente sea porque en su palabra hay algo mío que yo ni siquiera me sabría contar. De ahí quizá esa atracción.
Y la volveré a leer. La literaruta no es más que ese espacio de encuentro; es un descubrimiento. No siempre nos acercamos a las cosas en un buen momento. Y tu comentario me obliga un poco más a leer aquello que no sé muy bien cómo se coloca en mi pespectiva, aunque en cierto modo, puede que ya esté. Habrá que descubrilo y descubrirse.
Un abrazo fuerte Lagarto.