"Todos conocemos a alguna persona susceptible. Quizás hasta nosotros mismos lo seamos, con o sin conciencia de ello. (...) Alguien susceptible puede ser alguien quisquilloso pero también es aquella persona muy, muy, pero muy sensible. Le decimos algo que no nos gusta de él o ella, por ejemplo, y llora. Entonces, llegado el caso, nos cuidamos mucho de lo que vamos a comunicar. Sea porque se enojan, se sienten atacados por "nada" o perciben rechazo y desamor en cualquier puesta de límites -por leve y amable que esta sea-, los suceptibles ganan terreno y dominan al mundo.
Efectivamente, llegado el caso, los grupos humanos empiezan a manejarse de acuerdo con los límites que marca el susceptible. (...) Como si fueran polvorines que consideran que toda actitud del prójimo es una "chispa" que hace doler, enojar o angustiar, los susceptibles suelen paralizar las reacciones de quienes los rodean, y marcan el terreno con su ánimo, sea éste genuino o fraguado. Pueden ser jefes susceptibles, amigos susceptibles, cónyuges o hijos. (...)
La energía que roba el susceptible es mucha, pero se compensa cuando la mirada se amplía, se redimensionan las cosas a través del sentido común y se honra aquella frase de Artigas que decía que 'con la verdad, no ofendo ni temo', frase que, bien entendida, será salvavidas para muchos que están perdidos en el laberitno de susceptibilidades propias y ajenas."
Párrafo extraído del artículo “susceptibles”, del psicólogo Miguel Espeche.
Leyendo por la red, encontré este párrafo. ¡Ay, las tiranías del vivir! Sí, esas tonterías a las que le damos a veces demasiada importancia cuando en verdad no la tienen. Te pasas un buen rato pensando en cómo podrías hacer o decir las cosas para que no se salgan de su natural límite y, nada, no atinas. Siempre fallas. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez?, agobiado por el sentir del otro, incomodado por haber dado lugar a una situación tensa que la verdad, no piensas te mereces. A veces, incluso te sorprendes diciéndote a ti mismo que a ver por dónde te va a salir el tiro esta vez. Eso es que ya lo has detectado, inconscientemente; tienes enfrente a un tipo susceptible. Y es para ponerse a temblar. Y es que al lado de un susceptible, nunca, nunca, se sabe. No hay normas. No hay costumbres, preferencias, conocimiento del otro. Todo es aleatorio. No hay cosas que no le gusten o le gusten especialmente. Todo depende de un momento, de un minuto, del día que tengan, o de cómo salió la luna. A saber si quiera de qué hilo depende. Y nunca, nunca, das en la diana. O sí, das de pleno y se te enfurruñan que no veas tú el espectáculo. Eso sí, estarás pensando todo el santo día en cuál ha sido el detonante, qué puede ser la diana en que has dado tan finamente, porque a priori, no tienes la menor idea. Si te lo tomas con humor, puede ser hasta cómico. Incluso divertido. Pero por experiencia sé, que la mayor parte de las veces duele. Duele no saber muy bien a qué verdad esencial has fallado, duele no saber muy bien por qué te sucede semejante afrenta. Los susceptibles quizá tengan el ego muy grande, o puede que no, que lo tengan muy pequeño. La verdad es que no lo sé. Sólo sé que ante la susceptibilidad, lo mejor, es echar a correr. Para nada te va a servir el razonamiento, el diálogo, la asertividad o simplemente, pedir perdón, aunque no sepas nunca muy bien por qué lo pides. Yo de ti, echaría a correr, sin mirar atrás. Algo me da en la nariz que incluso esa verdad que se menciona, también se queda corta. Así que, una vez hayas echado a correr, ni se te ocurra echar la vista atrás. Mira que somos complicados, la verdad.
Efectivamente, llegado el caso, los grupos humanos empiezan a manejarse de acuerdo con los límites que marca el susceptible. (...) Como si fueran polvorines que consideran que toda actitud del prójimo es una "chispa" que hace doler, enojar o angustiar, los susceptibles suelen paralizar las reacciones de quienes los rodean, y marcan el terreno con su ánimo, sea éste genuino o fraguado. Pueden ser jefes susceptibles, amigos susceptibles, cónyuges o hijos. (...)
La energía que roba el susceptible es mucha, pero se compensa cuando la mirada se amplía, se redimensionan las cosas a través del sentido común y se honra aquella frase de Artigas que decía que 'con la verdad, no ofendo ni temo', frase que, bien entendida, será salvavidas para muchos que están perdidos en el laberitno de susceptibilidades propias y ajenas."
Párrafo extraído del artículo “susceptibles”, del psicólogo Miguel Espeche.
Leyendo por la red, encontré este párrafo. ¡Ay, las tiranías del vivir! Sí, esas tonterías a las que le damos a veces demasiada importancia cuando en verdad no la tienen. Te pasas un buen rato pensando en cómo podrías hacer o decir las cosas para que no se salgan de su natural límite y, nada, no atinas. Siempre fallas. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez?, agobiado por el sentir del otro, incomodado por haber dado lugar a una situación tensa que la verdad, no piensas te mereces. A veces, incluso te sorprendes diciéndote a ti mismo que a ver por dónde te va a salir el tiro esta vez. Eso es que ya lo has detectado, inconscientemente; tienes enfrente a un tipo susceptible. Y es para ponerse a temblar. Y es que al lado de un susceptible, nunca, nunca, se sabe. No hay normas. No hay costumbres, preferencias, conocimiento del otro. Todo es aleatorio. No hay cosas que no le gusten o le gusten especialmente. Todo depende de un momento, de un minuto, del día que tengan, o de cómo salió la luna. A saber si quiera de qué hilo depende. Y nunca, nunca, das en la diana. O sí, das de pleno y se te enfurruñan que no veas tú el espectáculo. Eso sí, estarás pensando todo el santo día en cuál ha sido el detonante, qué puede ser la diana en que has dado tan finamente, porque a priori, no tienes la menor idea. Si te lo tomas con humor, puede ser hasta cómico. Incluso divertido. Pero por experiencia sé, que la mayor parte de las veces duele. Duele no saber muy bien a qué verdad esencial has fallado, duele no saber muy bien por qué te sucede semejante afrenta. Los susceptibles quizá tengan el ego muy grande, o puede que no, que lo tengan muy pequeño. La verdad es que no lo sé. Sólo sé que ante la susceptibilidad, lo mejor, es echar a correr. Para nada te va a servir el razonamiento, el diálogo, la asertividad o simplemente, pedir perdón, aunque no sepas nunca muy bien por qué lo pides. Yo de ti, echaría a correr, sin mirar atrás. Algo me da en la nariz que incluso esa verdad que se menciona, también se queda corta. Así que, una vez hayas echado a correr, ni se te ocurra echar la vista atrás. Mira que somos complicados, la verdad.
mmm
ResponderEliminarsentido y susceptibilidad, me ¡suena a película! de Emma Thomson... perdón Sentido y Sensibilidad
mmm, mejor otro día
buenas noches anatirandodelhilodeseda
(inglo)
Ay, qué penica, cuando nuestros niños llegan a esa edad complicada en la que son susceptibles por naturaleza. Luego, a algunos se les pasa, y a otros no. Entonces, entran en el grupo de lo que nos contabas. Buena reflexión.
ResponderEliminarUn achuchón y un beso
Tú lo has dicho impecablemente: ante la susceptibilidad, lo mejor es echar a correr. Ni el humor sirve para estos casos; o peor, puede agravarlos.
ResponderEliminarYo lo hago desde hace tiempo y me va muy bien.
La vida es muy corta para perderla con quebraderos de cabeza y gastos de energía mental inútiles.
Caramba la susceptibilidad ... una enfermedad con la que he tenido que luchar desde siempre. Con el tiempo aprendes a reirte de tí mismo, a darte cuenta que lo importante no es lo que piensen de tí los demás, sino lo que tú mismo pienses de tí, que Dios te hizo como eres y ya está¡¡¡ ...
ResponderEliminarPero no es fácil vencer el orgullo, la egolatría.
Buen post, Ana.
Yo soy susceptible la verdad, me hieren con facilidad la autoestima... quisiera decir que no, pero es así. Los comentarios negativos sobre mi, me afectan, de hecho bastante fácilmente. Me siguen doliendo igual a pesar de los años y que se supone que con la madurez se superan estas cosas, pero yo lo único que consigo es proponerme ignorar a quien me hace daño con lo que me dice y poco más, especialmente si no es alguien a quien quiero o admiro. Lo demás, ha sido en vano, soy así, no puedo evitarlo.
ResponderEliminarEs complicado...
ResponderEliminarEllos sufren realmente, y salir corriendo no es la solución, pero ayudar sin herir susceptibilidades es también complicado.
Creo que la medicina se llama Paciencia.
Un abrazo
;)
Ana, un tesoro tu post. Lo guardo.
ResponderEliminarEl susceptible con ego enorme...me da risa. Me hacen sufrir los que carecen de autoestima, duele mucho saber que haces daño, y no saber cómo evitarlo.
Creo que casi todos tenemos "brotes" de susceptibilidad...yo me miro al espejo y me hago la burla...se me cura riendo. Un beso, y mil gracias.
Las sensibilidades exhacerbadas tienen su lado complicado Tomae... un saludo.
ResponderEliminar;)
Pesolet, yo ni me planteo en qué grupo estará la diminuta... tiempo al tiempo. Deseo que en este no... pero en fin... ah de la libertad!!!... Un beso enorme.
Fernando... creo que me has entendido. Siempre mejor dejarlo estar, y que nos pille un poco fuera. Un saludo.
Modestino, no me refería a la susceptibilidad en la que en un momento u otro podemos encontrarno en más o menos medida todos. Me refería más a la susceptibilidad acentuada... acaba por convertir a la persona en una auténtica tirana... y todo el mundo permanecemos pendiente de si esto o lo otro le puede molestar. Una actitud así agota y además siempre lleva a momentos desafortunados. Esa es mi experiencia. Por lo demás, cada uno tenemos las nuestras, pero no nos llevan a la manipulación... y ojo, a veces ni siquiera ellos son conscientes de todo lo que manipulan... Un abrazo fuerte.
Lisset... creo que te diría algo parecido a lo anterior: todos somos susceptibles, pero hay quien por ser siempre un "niño mimado" o "una personalidad poco discutida a la que siempre se le han reído las gracias o se le ha silenciado sus no-gracias" se cree el ombligo del mundo, y por tanto, es susceptible a todo y domina. Pues cualquiera no es capaz de aguantar sus arrebatos. No pareces tú alguien así... la verdad. Un abrazo muyy fuerte.
Montse... hoy por hoy, lo tengo claro. Yo desaparezco... no es de mucha caridad... pero lo hago. Me va mucho mejor así. Si te quedas, tarde o temprano metes la pata hasta el mismito cuello y no sabes muy por qué... y te caer la tormenta... Ahora tengo unos pies rapidillos... qué quieres que te diga... ainssss.
Mariapi... para llegar a reírse así de uno mismo... hay que haber andado un cuanto. Y llorada también. Me recuerda a una frase de un libro que Oriana Fallaci. Decía algo así sobre su madre: Para tener una risa como la suya se necesita haber llorado como sólo ella ha llorado. Pues eso mismo, quien se ríe de sí mismo, sabe muy bien del precio de una lágrima. Y por eso quizá, intuye a la primera de cambio a ese susceptible tiránico... Un beso Mariapi.
Bueno, la frase de Oriana Fallaci mereceria un spin off en tu blog, eh, nena... Qué mensaje tan interesante.
ResponderEliminarBesines
Todo lo exarcebado tiene su lado negativo.
ResponderEliminar@ Lisset: No importa si eres susceptible, orgullosa, murmuradora o mentirosa. Todos somos todo, todos estamos hechos de la misma pasta. Esos daños de los que hablas son por heridas que todavía no has curado. De todas formas, cuando alguien te haga daño con sus palabras ,piensa que está hablando de sí mismo porque no hacemos sino proyectarnos sobre los demás, constantemente. Habla de él o de ella, no de ti. Simplemente, no personalices. Y no pasa nada si eres susceptible; seguro que tienes un millón de razones para serlo (algunas es probable que ni siquiera las conozcas, o al menos no conscientemente). Eres perfecta, estate tranquila. Un abrazo.
Por supuesto un suceptibilidad extrema, que domina la situación y a la persona es uhna tiranía difícil de hacer llevadera la vida, que ya cuesta bastante llevarla a veces... Pero creo que muchas veces se equivoca 'suceptibilidad' con 'falta de tacto': la verdad no se debe de imponer sólo porque sea verdad; la opinión de uno no debe caer como caiga. Se debe de buscar la forma de decir las cosas, de ponerse en el pellejo de otro al escucharlas. Procurar ser delicado con las verdades.
ResponderEliminarLa 'tiranía del suceptible', cierto, pero también el 'despotismo del sincero', del que enarbola la bandera del 'yo voy con la verdad por delante, caiga quien caiga'
Estupenda entrada, Ana... ¡qué bien escribes!
Besos miles
Corrección:
ResponderEliminar«...muchas veces se equivoca 'suceptibilidad del que escucha' con 'falta de tacto del que opina'...»
Sí... a veces metemos las patas a base de bien. Y al final lo acabas sabiendo, reconoces que no deberías haber dicho algo en ese momento, o que las formas quizá no fueron las adecuadas, o el medio que utilizaste.. o con el tiempo, reconoces incluso que tu verdad estaba equivocada. Siempre acabas siendo consciente de tus propias meteduras de pata. Y pides perdon. Y se vuelve a empezar. Así es la vida.
ResponderEliminarPero esta entrada no iba tanto por ahí, como por esas otras situaciones que son dominadas por la inteligencia de un susceptible tirano... ainnnnsss... son un dolor, la verdad. Y dominan, ya lo creo que dominan. Primero porque te al intentar aislarte de ellos, tienen todo el campo a sus anchas; y segundo, porque se montan en un par de obsesiones que alimentan con mentiras y navegan largo y tendido. Y tú callas.
Hasta que un día llega el tiempo con su vara de medir... el tiempo nos coloca a todos, esa es la verdad. Afortunadamente. Y se acabó. Ya no hay más.
Un beso Lola, espero que regreses pronto a la aldea de tus palabras, a tu blog. Y qué bien que has encontrado un ratito para entrar aquí!
El tiempo siempre nos coloca a cada uno en el lugar que nos corresponde. SIEMPRE. En vez de tomarnos la justicia por nuestra mano (aunque, a veces, apetezca mucho), es mejor esperar. Los resultados te sorprenderán. Un abrazo, ana.
ResponderEliminarPor cierto, hasta ahora no había podido escuchar la magnífica canción de Los Beatles. Es fantástica. Gracias.
Zambullida, que te salté antes... hoy esto no creas que me funciona bien, me caigo de la red un montón... así que lo dejé, porque paciencia, lo que se dice paciencia con las máquinicas... 0!!!!
ResponderEliminarQué razón tienes!!! Tiempo al tiempo; la vida cae sobre nuestras miradas con toda su justicia e inteligencia.
Un abrazo fortísimo.
Ana, qué bien lo has explicado. A veces, la susceptibilidad es enfermiza, no sé si consecuencia de un ego cada vez más pequeño, o cada vez más grande (no sé lo que es peor). No siempre la solución es salir corriendo (aunque es lo que apetece), sino la paciencia; más dolorosa, pero en ocasiones, también más eficaz que al huida.
ResponderEliminarArs Vitar, es cierto... salir corriendo no es la solución, pero... personalmente me parece que ésta es muy complicada. En fin... que somos limitados. Yo lo soy. Y a día de hoy, sólo me sale correr.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bien socia, te lo contaré pues merece la pena.
ResponderEliminarLo recuerdo perfectamente, como si hubiera sucedido ayer.
Mi mejor amigo emprendía viaje.
Mujer, tres hijos y una tonelada de maletas.
Medio de transporte: pequeño utilitario de limitadas dimensiones.
Ubicación: domingo por la tarde en capital de provincias.
Personajes reunidos en el evento: padres y mujer.
Excusa por la que todo el mundo se puso a discutir con todo el mundo, en un tono más que elevado y en la vía pública: ya nadie la recuerda, si acaso alguna chorrada sobre lo que había que llevar y lo que se tendría que quedar sin viajar.
Forma de comunicarse entre los humanos allí reunidos: el ancestral grito, acompañado con aspavientos, amenazas, miradas de odio y un sin fin de detalles que convertían la despedida y el comienzo del viaje en la antesala del mismísimo infierno.
...
Me puse en lugar de mi amigo, y vívamente afectado por la escena, pensé que yo si hubiera sido el protagonista directo de la escena, el suicidio hubiera sido una salida más que digna.
...
Pero no. Jose María se me acercó, al fondo el sonido de sables y amenazas verbales entre los miembros de su familia llegaba a cotas inalcanzables para la mente común.
Se me acercó, y mirándome con la entereza del guerrero antes de la batalla, me dirigió una frase que guardo en mi mente por si el destino me deparara semejante o peor destino.
"Diego, recuerda que cualquier situación de la vida, por muy enrevesada que te parezca, es susceptible de empeorar.
Podría ponerese a llover ahora mismo".
Nos reímos ambos con ganas.
Los miembros del evento, acalorados como estaban, al vernos reir nos dirigieron mirada inquisitoria, empapadita de reproches.
Y entonces fue cuando nos dio la risa de verdad.
...
Ése fue el día en el que dejé de ser susceptible.
O así lo recuerdo al menos.
Date por besada, socia.
Querida Ana: perdón por no haber comprendido bien el sentido... y es verdad, al releer detenidamente compruebo con "arrobo" que el sentido era otro que el que yo capté... me traicionó la subjetividad.
ResponderEliminarUna cosa sí me gustaría matizar de todo lo que se ha añadido, muy sabiamente por cierto, por todas las partes en este hilo: No, no estoy de acuerdo en que el tiempo SIEMPRE pone a todos en su lugar. No. La vida, a veces, es buena con los que no lo merecen y acaban sus días en una mullida cama rodeados de lo que más aprecian. No, hay veces que la justicia no hace nada con los malvados que se quedan impunes. Yo he visto a varios y no dejo de preguntarme ¿por qué? Y, además, no tengo una fe ciega en nada que me proporcione ningún tipo de consuelo de penas y castigos en la otra vida.
Estoy pesimista. Será el exceso de obligaciones que me nubla.
Este es uno de los mejores blog que conozco, Ana. Y este blog, eres tú y tus amigos que lo adornan.
Besos miles.
Ana, gracias :) Entiendo a qué te refieres con ese tipo de personas susceptibles..No, no me considero entre ese grupo, pero sí susceptible y supongo que es que a ratos se me olvida, que todos tenemos algo maravilloso y que si bien, no somos perfectos, los defectos que tenemos también son parte de nosotros y en muchos casos corregibles. De todo se aprende, de los desengaños y las heridas, también. Pero tengo un deseo profundo, siempre lo he tenido, de que me resbale la opinión ajena... de momento, no lo he conseguido. :)Besos.
ResponderEliminarZambullida, gracias, gracias, gracias :*** Si no soy perfecta, hoy me siento un poco más cerca de la perfección. Gracias por tus palabras. Un abrazo.
Ana ya es otro día y he digerido el post, lo entiendo y lo sufro.
ResponderEliminarMe siento ¡susceptsensible en general! a estas alturas ni me importa reconocerlo ni exponerlo, como dice Modestino, "enfermedad con la que se debe luchar..."
Al ser sensible el mundo exterior, le afecta a su interior de una forma sobredimensionada... por ello es suceptible, añado si esa afectación no sólo es al espíritu sino a su alma, aparecen los escrúplos...otra enfermedad. Entiendo que el sensible-suceptible-escrupuloso sea-seamos un auténtico "latazo"...mejor no seguir.
Como dice Driver, ojalá llueva, o llueva café en el campo o me lluevan "cántaros" y así me reiré me reiré de mis ..."cosillas", me irá bien.
Ana gracias por tu hilo, ¡pero no tires tanto que me lío!
(undis)
Es cierto, Driver, un día, dejamos de ser susceptibles... La vida con su ironía consigue que te rías de ti mismo hasta más allá del infinito, pero que mucho más allá... y sucede, dejas de darte importancia y te ríes, fundamentalmente de tu propia sombre. ;)) Un abrazo socio.
ResponderEliminarLola... qué estupenda charla nos saldría a raíz de todo esto, la vida y su inteligencia. No todas las apariencias tienen el peso que tratan de decirnos que tienen... para saber de la inteligencia de la vida tendrías que bucear un poco más profundo. Y podrías sentir cómo la vida desde su inteligencia nos coloca. Tarde o temprano. Que luego, ya se verá... Y ánimo con todas tus ocupaciones... espero que tengas pronto unos días de descanso. Y muchas gracias por estar aquí a pesar de tu vida "a la carrera limpia"... un abrazo.
Lissete, de todo se aprende sí. Respecto a las susceptibilidades, todos tenemos nuestras rachas... pero cuando consigues reírte de ti mismo disminuye mucho ese umbral de susceptibilidad. Al menos esa es mi experiencia. Y no se consigue de golpe... sino dando tiempo al tiempo... qué sabiduría nos trae el tiempo!!! Un abrazo.
Tomae... pues hay que empezar a reírse de uno mismo... pero ya... y no por lo bajo... sino en alto y "al lado de". Siempre es al lado de alguien como aprendemos a ser mejores.
Objetivo: empezaremos por conseguir contar a otra persona, una historia con alguna anécdota ridícula y propia. Contarla de tal manera que provoques una auténtica carcajada en el otro. Todos tenemos patinazos que nos ponen arrebatadoramente coloraos. Pues cuéntalo y haz que se rían pero a base de bien, por ejemplo: se lo cuentas a tu mujer, a tu mejor amigo, o si quieres un reto mayor, a alguien menos conocido... Comienza por sacar las risas del otro con los trozos "coloraos" de tu vida. Y ríete. Dejarás de tener importancia, porque siempre es más importante ver sonreír al otro. Siempre.
A ver si lo consigues...
Un abrazo enorme Tomae.
Si no te importa, voy a exponer otro punto de vista. Pienso que la persona susceptible lo es por algo, buen por poseer un ego elevado, bien por carecer de autoestima o cualquier otro motivo. Pero creo que, cuando tu dices algo a este tipo de personas, el problema es que dices una verdad, y por la causa que sea, el susceptible no la admite, no la reconoce, no quiere reconocerla, le duele, o tal vez tenga miedo y se defiende de esta manera. Necesitan a los demás y aprendieron a hacerlo asi porque les da resultado. Nos da resultado. No, yo no creo que haya que echar a correr, entonces le apoyas y huyes de ti mismo, lo dificil es hacerle ver las cosas de forma natural, sin tener que emplear esas herramientas (gritos, enfados, lloros, etc etc). Todos somos susceptibles, unos mas y otros menos, pero cuando nos damos cuenta de lo que hemos hecho...no te preguntes el porqué, pregúntate para qué.
ResponderEliminarSí Noemí, todos somos susceptibles. Todos estamos alguna vez al otro lado. Pero a mí me es inevitable quedarme... porque algo me dice que no voy a conseguir nada. Salir corriendo es un decir. Pero lo cierto es que me alejo, discretamente... y desaparezco.
ResponderEliminarLas personas con una susceptibilidad exacerbada no son fáciles para mí, y prefiero alejarme: primero por no hacer daño, porque no sabes nunca bien qué es lo que les ofende y yo soy un poco "bocas", y segundo, porque al final suelen ser unos excelentes manipuladores. Todos acabamos bailando a su son para evitar que se sientan lastimados, incluso lo hacemos gustosamente a veces, pero fallas y nunca sabes en qué has fallado.
Yo dudo mucho que una persona como tú sea así. Tu palabra no es así, al menos.
Muchísimas gracias por tu perspectiva, ayuda a intentar comprender. Y todos somos limitados con nuestra mirada.
Un abrazo.
Ana, es cierto que son expertos manipuladores, yo he sufrido esa manipulación por otro tipo de personas (los cínicos). Pero yo tambien aprendí por circunstancias vitales a ser una persona muy callada, una persona fria y calculadora, hasta que alguien escuchó mi silencio. Me han dado una oportunidad. Eso me ha permitido ir cambiando muy despacito, ir llevando mi proceso interior e ir viendo que, al igual que yo con el silencio, otros lo tienen, en este caso del que hablamos, con la susceptibilidad. Es muy dificil, pero las herramientas son la paciencia y la paciencia y no permitirles todo, ir poco a poco intentando hacerles comprender que con sus arrebatos no se consiguen las cosas... Este es mi punto de vista, nada más. Y gracias, porque es cierto que no soy una persona que se caracterice por su susceptibilidad.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminarTodos tenemos nuestro "meollo". Supongo que lo ideal es encontrar el roto que acepte nuestro descosido... y viceversa. Estar al lado de la persona que no nos moleste con su manera de ser, no porque sea mejor ni peor, sino porque tenemos la virtud necesaria para estar al lado de su "meollo". Que nuestras virtudes hagan pequeño ese "meollo" ajeno.
Con mi crítica no me siento ni peor ni mejor que los susceptibles, sino que me siento distante, y me gusta estar así, distante, a la otra punta. Estoy muy a disgusto al lado de personas tan manipuladoras. No tengo paciencia con ellas y sacan lo peor de mí, y lamentablemente hasta hace cuatro días he sido capaz de darme cuenta de su manipulación... y se sufre mucho.
Supongo que el el punto clave de mi incomodidaz este justo ahí, en mi impaciencia. En ningún momento me siento mejor que ellos, yo también tengo lo mío en la espalda. Pero yo prefiero prefiero desaparecer. Y lo hago.
Gracias por tu mirada. Me ha hecho ser menos "chulita" con el otro... perdona si sonó a algo así, a prepotencia, no era mi intención. Sólo el tono de la entrada...
Ainsss...
No tienes que pedir perdón por nada, tu expones tu punto de vista y yo el mio. Lo bonito es que aun siendo diferentes, los aceptamos y los toleramos. Gracias a ti por descubrirte.
ResponderEliminarAnita... ya sé que es un poco tarde para descolgarme en esta entrada. Sólo decirte que comparto tu punto de vista... y que quizá la susceptibilidad es esa flor que ha sido abonada con mucho EGO. Tiene pinchos y no sabes exactamente dónde. Nunca atinas. Y si atinas porque fíjate por dónde has atinado y probablemente también provoca suspicacias...
ResponderEliminarUna buena reflexión, hedbana diminuta.
Bs
Opiniones aparte, me ha encantado la tertulia que ha generado este tema. ¡Que bonita es la diversidad! Me encanta este blog tuyo, preciosa.
ResponderEliminarNoemi, es un gran lujo que tus comentarios descansen en esta ventana. Muchas gracias por venir.
ResponderEliminarSunsi, ay, la vida y sus personas!!! Y si yo tuviera más paciencia...
Lisset, creo que el gusto por el blog ajeno es recíproco; a mí me sucede lo mismo con el tuyo. ;)))