_ ¡Sí que eres maga! Descubriste una luz en el cuarto oscuro y, en silencio, encontraste en los objetos que para los demás no tienen vida la voz de tus personajes, para entablar con ellos, a través de los años, una multitud de diálogos. A tu contacto, yo también siento el hechizo de las cosas, empiezo a oír la voz del silencio de donde ha brotado el título de este libro. _ Ana María Matute: La voz del silencio. Marie-Lise Gazarian-Gautier.
_ He encontrado muchas cosas, pero aún no he encontrado lo que buscaba. Es como la búsqueda del Santo Grial, aunque pueda parecer muy literario decirlo. Es la búsqueda del yo, y a la vez, es llegar a comprender a los demás seres humanos como lo que son, nuestros semejantes. Es una de las razones que me impulsan a escribir... Es tener la sensación de estar siempre a las puertas de algo, quizá, de un "paraíso inhabitado". _ Ana María Matute. Año 1997.
Hablar sobre ella, sería hablar del mundo que habita detrás de mi mirada. Y no me resulta fácil; siempre tendré la sensación de que algo importante se me olvida, que algo esencial se me escapa. Leí su obra hace ya muchos años, después, ha sido inevitable volver a releer sus libros. Acudo a ellos muchas veces. Y también a su mirada. Incluso reconozco, no sin rubor, que no pocas veces ha sido la interloutora imaginaria de mis cuitas. Así de cerca se ha quedado su palabra en mi memoria.
En las diversas relecturas, siempre vuelvo a encontarar un párrafo que me sorprende, al que siento necesario, vital, y muy mío. Es entonces cuando me digo _ ... ¡ah! ... ¡fué aquí donde lo aprehendiste!_ Soy consciente entonces de todo lo que su palabra me ha regalado. No, no me resulta fácil hablar de Ana María Matute, porque yo no lo podría hacer nunca desde el peldaño que utilizaría un estudioso de su obra, un experto en literatura. Yo no soy ese quién capaz de desdoblar sus novelas, de estructurarlas, y de clasificarlas. Yo no. No sabría hacerlo. Pero sí puedo contar todo aquello que su palabra ha dejado instalado en mi mirada, y que no es otra que esa palabra que hoy recibe un reconocimiento vital, necesario y que no debía demorarse más.
Ana María Matute es premio Cervantes. _ Por fín... _ grita mi alma. He sentido una emoción honda, muy honda. Si hace unos día dejé su presencia en esta ventana, no fue porque pensara en el Cervantes, nada más lejos de la realidad. Si soy honesta, ni me acordaba de ello. Simplemente, necesitaba tenerla en mi ventana. Esa entrada fue la consecuencia de haber estado paseando por un libro que escribió Mari-Lise Gazarian-Gautier. Un libro que nos regala un tú a tú entre Mari-Lise y Ana María; que expresa la mirada, la experiencia y vivencias de la escritora, su visión sobre las cosas, sobre la vida, y especialmente sobre su vida, el tiempo que le ha tocado vivir. Cuando te sientes tan cerca de un autor, necesitas también estar cerca de su vida. Saber. Conocer. Ese libro lo consigue: une la mirada de Ana María Matute a la nuestra, y nos deja entrar un poco en sus sentimientos, en su biografía personal, de una manera precisa y necesaria. Por eso, hace un par de entradas, la protagonista era ella. Ese día estuve paseando por su mirada.
Sí, siento profunda emoción por este Cervantes. He pensado que está muy bien así; que es necesario que en el mundo de hoy, la justicia literaria salga a la luz. Su obra es incombustible. En ella late ese único de eternidad que toda obra necesaria ha de rozar. En su palabra habita aquello que necesita ser nacido; que es belleza, verdad y en su manera de narrar, también magia. Un único que necesita ser palabra y regalo. La esencia de su palabra es la vida, lo he pensado muchas veces. Y la vida, nunca debe quedar de la mano del olvido. Gracias, Ana María, por la mirada que tu vocación por la palabra le ha dejado a mi tiempo. Y por la obra que le regalas a las generaciones venideras. Verdad y magia. Esa magia que tiene la palabra cuando no pierde nunca, el brillo que es infancia.
_El asombro de los doce años ante el mundo no me ha pasado, por eso creo que me detuve a esa edad. No he podido remediarlo. Así, intento, a través de la interpretación de este asombro a través de la búsqueda de mí misma, llegar a comprender a los demás, llegar a una verdadera fraternidad._ Ana María Matute.
Hablar sobre ella, sería hablar del mundo que habita detrás de mi mirada. Y no me resulta fácil; siempre tendré la sensación de que algo importante se me olvida, que algo esencial se me escapa. Leí su obra hace ya muchos años, después, ha sido inevitable volver a releer sus libros. Acudo a ellos muchas veces. Y también a su mirada. Incluso reconozco, no sin rubor, que no pocas veces ha sido la interloutora imaginaria de mis cuitas. Así de cerca se ha quedado su palabra en mi memoria.
En las diversas relecturas, siempre vuelvo a encontarar un párrafo que me sorprende, al que siento necesario, vital, y muy mío. Es entonces cuando me digo _ ... ¡ah! ... ¡fué aquí donde lo aprehendiste!_ Soy consciente entonces de todo lo que su palabra me ha regalado. No, no me resulta fácil hablar de Ana María Matute, porque yo no lo podría hacer nunca desde el peldaño que utilizaría un estudioso de su obra, un experto en literatura. Yo no soy ese quién capaz de desdoblar sus novelas, de estructurarlas, y de clasificarlas. Yo no. No sabría hacerlo. Pero sí puedo contar todo aquello que su palabra ha dejado instalado en mi mirada, y que no es otra que esa palabra que hoy recibe un reconocimiento vital, necesario y que no debía demorarse más.
Ana María Matute es premio Cervantes. _ Por fín... _ grita mi alma. He sentido una emoción honda, muy honda. Si hace unos día dejé su presencia en esta ventana, no fue porque pensara en el Cervantes, nada más lejos de la realidad. Si soy honesta, ni me acordaba de ello. Simplemente, necesitaba tenerla en mi ventana. Esa entrada fue la consecuencia de haber estado paseando por un libro que escribió Mari-Lise Gazarian-Gautier. Un libro que nos regala un tú a tú entre Mari-Lise y Ana María; que expresa la mirada, la experiencia y vivencias de la escritora, su visión sobre las cosas, sobre la vida, y especialmente sobre su vida, el tiempo que le ha tocado vivir. Cuando te sientes tan cerca de un autor, necesitas también estar cerca de su vida. Saber. Conocer. Ese libro lo consigue: une la mirada de Ana María Matute a la nuestra, y nos deja entrar un poco en sus sentimientos, en su biografía personal, de una manera precisa y necesaria. Por eso, hace un par de entradas, la protagonista era ella. Ese día estuve paseando por su mirada.
Sí, siento profunda emoción por este Cervantes. He pensado que está muy bien así; que es necesario que en el mundo de hoy, la justicia literaria salga a la luz. Su obra es incombustible. En ella late ese único de eternidad que toda obra necesaria ha de rozar. En su palabra habita aquello que necesita ser nacido; que es belleza, verdad y en su manera de narrar, también magia. Un único que necesita ser palabra y regalo. La esencia de su palabra es la vida, lo he pensado muchas veces. Y la vida, nunca debe quedar de la mano del olvido. Gracias, Ana María, por la mirada que tu vocación por la palabra le ha dejado a mi tiempo. Y por la obra que le regalas a las generaciones venideras. Verdad y magia. Esa magia que tiene la palabra cuando no pierde nunca, el brillo que es infancia.
_El asombro de los doce años ante el mundo no me ha pasado, por eso creo que me detuve a esa edad. No he podido remediarlo. Así, intento, a través de la interpretación de este asombro a través de la búsqueda de mí misma, llegar a comprender a los demás, llegar a una verdadera fraternidad._ Ana María Matute.
Felicidades a dos Anas... A Ana Mª Matute por el Cervantes y ti, amiga Ana. Tú, Anita, desde tu casa, has sabido transmitir esa "forma de estar en la vida" de la autora-... su palabra...que se nota tanto que te ha dejado huella.
ResponderEliminarLo ha celebrado con champán;-))) y con la idea de volver a escribir un nuevo libro. ¡Cuánto me alegro!
Un beso. Supongo que tú también lo celebrarás.
Si tuviera el don de la magia en mis manos, haría lo imposible para que tú pudieras tomar sus manos arrugadas y conocer en persona a esa mente tan preclara. Seguro que tú le gustarías. Gracias por acercarme a ella desde ésta, tu ventana. Besos
ResponderEliminarBuen homenaje Ana, lleno de cariño y admiración. Se merece el premio más que nadie...
ResponderEliminarEs hora de buscar por los rincones de mi biblioteca alguno de sus libros y ponerse a leer.
Un abrazo
Creo que la maga eres tú... hace unos días haces una entrada sonora de esta escritora y le dan el Cervantes... ¡Si haces una mía y me publican!
ResponderEliminarBromas aparte. Creo que el premio es merecido. He leído varias obras de esta mujer... pero he de reconocer con sinceridad que no me gusta en absoluto. Pero ello no me impide que me alegre por ella y que recononozca que tantos años de literatura de la buena -porque no me gusta, pero no puedo ni me atrevo a negar a que es una maestra- por fin tienen su recompensa. Besos miles
Este post es como la primera piedra para el Cervantes...;).
ResponderEliminarUn abrazo, Ana.
Sunseta... yo también lo he celebrado... siiiii. Un beso.
ResponderEliminarPrincesa del Guisante... ¿podrías?... ¿podrías acercar sus manos a las mías?... Sería algo enorme. Yo creo en los milagros, en las sorprendentes casualidades de la vida... quizá... quizá... un día... pudiera ser.
Un abrazo fuerte, Pesoleta.
Montse, no lo postergues más. Busca uno de sus títulos y adéntrate en la magia. Un abrazo.
Lola, yo no soy maga... pero eso está hecho. En el momento en que me haga con un ejemplar de Sanatio, aquí estará. Y quién sabe... la casualidad siempre está al acecho. Y sí, aunque no te guste esta autora, es razón de justicia el Cervantes que le ha sido concedido. Ya era hora... Gracias por estar al otro lado. Un beso.
Modestino... jajajajaja, primera piedra para un Cervantes, dice. Yo también te quiero mucho... jajajajaja. De momento, el Cervantes que se lleva mi tiempo, el real Cervantes de mis entretelas, es una diminuta que se sienta todos los días en la mesa de mi cocina... a hacer los DEBERES!!!!! También come, necesita ropa limpia, jugar y muuuuucho tiempo. Por cierto, fue emocionante cuando le dije que a Ana María Matute le habían dado un premio muy importante, el Cervantes. Ella me abrazó emocionada y se fue corriendo a buscar a los abuelos:
_ Abuelos, abuelos, a la amiga de mamá le han dado un premio de novelas muy importanteeeee!!!!_ Iba gritando emocionada.
Y yo sonreí mientras pensaba en lo que ella había dicho_ A la amiga de mamá... le han concedido por fin el Cervantes_
Pues eso Modestino, que yo también te quiero... jajajajaja.
Me avergüenzo, tras leer tus bellas palabras, de no haber leído nada de Ana María Matute, creo que por casa corre Primera memoria, si me la aconsejas sin duda la leeré.
ResponderEliminarSaludos
Pues claro!!!!... Ya... ponte a leerlo ya!!!!
ResponderEliminar:)
Primera Memoria fue el "primer" libro que leí de Ana María Matute, año 89?, ya no recuerdo bien, pero recuerdo exactamente la ciudad, Pamplona... y luego siguieron los demás, en un goteo lento y aprehendido qye duró años.
Fue inevitable.
Cada uno tiene su personal historia con la literatura, no se si te gustará, pero sí, te lo recomiendo. Rotundamente. Ya me contarás.
En ese libro encontré este párrafo inolvidable:
"Deseaba alcanzar sus recuerdos, beberlos, tragarme su tristeza; refugiarme en ella para huir como él, hundida para siempre en la gran copa de vino rosado de su nostalgia que me invadía mágicamente"...
Ana María Matute es soberbia con la palabra.
Un abrazo Sese.