Querida Ana, fue un placer encontrar los ojos adecuados para verlo... ¿Recuerdas que hablábamos un día en el chat de las cabezas amuebladas? Qué gusto reencontrar la tuya, y conocer a la de Sunsi. Besos grandes
Efectivamente, frío, niebla soledad. Esa es mi manera de ver las cosas Santa. La maldad es eso, una ausencia de saber mirar al otro, una incapacidad para la empatía, para mirar de verdad al otro. Y sí, también creo que estamos hechos a imagen y semejanza se Dios, pero somos libres y bien pudiéramos optar por no ser como es El. La realidad es que a ello optamos. Libremente. Sin consecuencias inmediatas. La libertad también es ese miedo que mencionas, pero no la cobardía. La cobardía es otra ausencia, es la incapacidad de seguir siendo hombre. De tirar hacia delante con las consecuencias de saberse hombre. De ver en los otros uno como yo.
Sabemos de consecuencias... sí. Esa es la pena, las consecuencias del mal. Lamentablemente. Y también conocemos las consecuencias de habernos quedado mirando.
Una cosa más... la maldad es la ausencia de amor, ausencia de Dios, pero no toda ausencia de Dios es maldad. Nunca. Hay personas ateas con una mirada totalmente dirigida al bien de los otros... eso no es otra cosa que saber que cada uno es quien debe ser desde su libertad. Otra vez la libertad. También he de decir, que las personas más generosas que yo he conocido son creyentes. Pero no es menos cierto que las he conocido también no creyentes que a mí, siendo creyente, me dejan en nada. Pero en nada de nada.
No juzguemos, simplemente intentemos ser mejores de lo que somos. Todos, cada uno desde lo que cree ser, desde su interpretación del mundo. Y si por no ser injustos procuramos no juzgar al otro, a ningún hombre, tampoco juzguemos a Dios. Somos demasiado limitados para erigirnos en jueces de nadie. Seamos simplemente mejores, o al menos , intentémoslo.
Santa, perdona... la retahila. Y un abrazo. No eres silencio, eso se nota. Gracias.
¡Toma ya! Menos mal que conocía el texto, anita... Si no, a dos velas.
ResponderEliminarPara que luego digan que pensar no sirve... o no es útil.
Gracias, a ti y a la princesa del guisante.
Bssssssssss
Querida Ana, fue un placer encontrar los ojos adecuados para verlo...
ResponderEliminar¿Recuerdas que hablábamos un día en el chat de las cabezas amuebladas? Qué gusto reencontrar la tuya, y conocer a la de Sunsi.
Besos grandes
¿Qué provoca la ausencia de Amor en las personas?
ResponderEliminar¿El frío?¿La niebla?
¿las matemáticas o el cálculo?
¿Dios; porque estamos hechos a su imagen y semejanza?
¿El miedo?¿La cobardía?
Lo único que sabemos son las consecuencias de carecer de él ¿No?
Un beso cálido
Efectivamente, frío, niebla soledad. Esa es mi manera de ver las cosas Santa. La maldad es eso, una ausencia de saber mirar al otro, una incapacidad para la empatía, para mirar de verdad al otro. Y sí, también creo que estamos hechos a imagen y semejanza se Dios, pero somos libres y bien pudiéramos optar por no ser como es El. La realidad es que a ello optamos. Libremente. Sin consecuencias inmediatas. La libertad también es ese miedo que mencionas, pero no la cobardía. La cobardía es otra ausencia, es la incapacidad de seguir siendo hombre. De tirar hacia delante con las consecuencias de saberse hombre. De ver en los otros uno como yo.
ResponderEliminarSabemos de consecuencias... sí. Esa es la pena, las consecuencias del mal. Lamentablemente. Y también conocemos las consecuencias de habernos quedado mirando.
Una cosa más... la maldad es la ausencia de amor, ausencia de Dios, pero no toda ausencia de Dios es maldad. Nunca. Hay personas ateas con una mirada totalmente dirigida al bien de los otros... eso no es otra cosa que saber que cada uno es quien debe ser desde su libertad. Otra vez la libertad. También he de decir, que las personas más generosas que yo he conocido son creyentes. Pero no es menos cierto que las he conocido también no creyentes que a mí, siendo creyente, me dejan en nada. Pero en nada de nada.
No juzguemos, simplemente intentemos ser mejores de lo que somos. Todos, cada uno desde lo que cree ser, desde su interpretación del mundo. Y si por no ser injustos procuramos no juzgar al otro, a ningún hombre, tampoco juzguemos a Dios. Somos demasiado limitados para erigirnos en jueces de nadie. Seamos simplemente mejores, o al menos , intentémoslo.
Santa, perdona... la retahila. Y un abrazo. No eres silencio, eso se nota. Gracias.
Hola Ana, buenos días... que casi me acabo de levantar... salí de guardia. Un beso y gracias.
ResponderEliminarSunsi... coge a los ciudadanos de tu casa y traducción simultánea... tú puedes... Un beso.
Un niño con las ideas claras.
ResponderEliminarLos niños y los borrachos, siempre dicen la verdad ;)
Un abrazo
Gracias por tu visita Amig@mi@, y que tengas un feliz viaje.
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