Hay fotos que no puedo mirar. Quizá no sea un no poder, porque a veces las miro, pero siempre me dejan un poso de tristeza. Fotos que paradójicamente recogen minutos maravillosos de mi vida y sin embargo, son fotos en las que no se puede recostar la mirada porque sabe que si se quedara un ratito ahí, el semblante del corazón cambiaría. Irremediablemente. Frágiles fragmentos de vida se caerían perdidos por el suelo.
Y sin embargo mis momentos vividos están ahí. Son yo misma. Lo que fui. Lo que soy. Lo que se quedó en el camino… y la valentía que me queda para defender los momentos que llegarán.
El pasado vive con nosotros. Somos muchos momentos perdidos. Cada minuto que pasó forma parte del esqueleto de nuestra existencia. Y a veces es mejor no mirar atrás. Es necesario saber que todos esos recuerdos nos sostienen, que son nuestra estructura, los cimientos en los que se sujeta nuestra presencia, pero el hoy, el sentimiento que nos hace saber que estamos vivos, se alimenta con el oxígeno del presente. Vivimos porque sentimos el latido de la acción que en un momento dado está entre nuestras manos.
No puedo mirar algunas fotos, pero sé que ellas recogen lo que soy. Que son el significado de lo que al final quedará de mí cada vez que se pronuncie mi nombre. Por eso a veces necesito posar mi pensamiento en ellas, y dejar que mi corazón cambie de de semblante. Quisiera poder mirarlas sin llorar.
También sé que aún quedan muchas fotografías por enfocar.
Una vez di un paseo por tus colores, y sin querer ahí encontré mis fotos más preciadas, las que puedo mirar y las que no me atrevo a mirar tanto. Pero el corazón tuvo un semblante equilibrado, sereno, vibrante otras veces, pero nunca, nunca, se sintió desbordado. La emoción serena pudo evitar la fragmentación de mi alma. Mi nombre al lado de tus colores, fue un todo. E intuí lo que queda por saber de lo que será mi nombre cuando alguien lo pronuncie y yo ya no esté para oírlo.
Mi nombre aún no ha concluido, aún soy, y tus colores me hicieron ver parte de la esencia que no soy capaz de ver serenamente en mis fotos. Gratitud por la parte de mi vida que hay en tus colores.
Y sin embargo mis momentos vividos están ahí. Son yo misma. Lo que fui. Lo que soy. Lo que se quedó en el camino… y la valentía que me queda para defender los momentos que llegarán.
El pasado vive con nosotros. Somos muchos momentos perdidos. Cada minuto que pasó forma parte del esqueleto de nuestra existencia. Y a veces es mejor no mirar atrás. Es necesario saber que todos esos recuerdos nos sostienen, que son nuestra estructura, los cimientos en los que se sujeta nuestra presencia, pero el hoy, el sentimiento que nos hace saber que estamos vivos, se alimenta con el oxígeno del presente. Vivimos porque sentimos el latido de la acción que en un momento dado está entre nuestras manos.
No puedo mirar algunas fotos, pero sé que ellas recogen lo que soy. Que son el significado de lo que al final quedará de mí cada vez que se pronuncie mi nombre. Por eso a veces necesito posar mi pensamiento en ellas, y dejar que mi corazón cambie de de semblante. Quisiera poder mirarlas sin llorar.
También sé que aún quedan muchas fotografías por enfocar.
Una vez di un paseo por tus colores, y sin querer ahí encontré mis fotos más preciadas, las que puedo mirar y las que no me atrevo a mirar tanto. Pero el corazón tuvo un semblante equilibrado, sereno, vibrante otras veces, pero nunca, nunca, se sintió desbordado. La emoción serena pudo evitar la fragmentación de mi alma. Mi nombre al lado de tus colores, fue un todo. E intuí lo que queda por saber de lo que será mi nombre cuando alguien lo pronuncie y yo ya no esté para oírlo.
Mi nombre aún no ha concluido, aún soy, y tus colores me hicieron ver parte de la esencia que no soy capaz de ver serenamente en mis fotos. Gratitud por la parte de mi vida que hay en tus colores.
* para J.L.Quereda.
Qué cierto es, Ana... A veces te encuentras por casualidad, entre unos folios, entre las páginas de un libro, en un cajón perdido, una fotografía de antaño.
ResponderEliminarY se te encoge el alma al activarse en tu recuerdo aquel instante y todo lo que le rodeaba.
Lo perdido, lo encontrado, lo vivido, lo no vivido...
Cuesta mirar algunas fotografías sin que se empañen los ojos. Te pellizcan el corazón.
Buenas noches, Ana!
Buenas noches, Rocío.
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