TROZOS DE REALIDAD

(...)
_ Nada, nunca ya va a volver a ser la vida de antes. Todo será distinto. Todo será olvido._ Ella intenta sonreír pero los ojos le brillan. Aun así, sonríe.
_ Todo se renueva, todo se recoloca, se renace, _le digo, mientras intento controlar mi voz emocionada_ Volverás a sonreír, pero hasta llegar allí, aún queda lo peor, la adaptación, el camino, esos pasos que parecen de vuelta, pero que son inicio.
_ Podría haber sido peor ¿verdad?_ Sus ojos buscan el optimismo en los míos, sí, las dos sabemos que podía haber sido mucho peor.

Me mira lentamente, y por fin llora. Sin embargo aún no se ha rendido. Le queda el minuto heroico de la rendición que aún no ha sido posible, todo el peso aún sobre sus hombros, todo el mundo sobre su espalda. Sin olvido.
Tornamos hacia la habitación, entramos sin hacer ruido. Intentamos comunicarnos con él y parece entendernos; intenta reflejar con el movimiento de su cabeza un sí o un no a nuestras palabras. Le saludo. Me da la mano y la aprieta fuerte.

_ Sí, estamos aquí, siempre, para todo lo que necesites_ Le guiño un ojo. Parece no querer soltar la mano pero al final lo hace.

Nos quedamos sonriendo y charlando en la habitación. Al salir ella me acompaña a la puerta.

_ ¿Viste?_ dice tranquilamente_ Es igual que un niño, tiene el mismo miedo.
_Sí... _ y lo expreso sin voz, con un simple gesto casi desapercibido.

Y se queda sonriendo, ella, tan inmensamente sola en su dolor, con todo el peso sobre sus hombros, y sin una sola queja. Regresa a la habitación. Hoy por fin, dormirá. Ojalá el sueño pueda reparar también su alma _me digo_ y continúo con la ronda de noche. Con ese silencio que es como una oración, como un grito, por tanto dolor.

 


2 comentarios:

  1. Uff, Ana... qué nudo en la garganta. Efectivamente... "Cosas que te enseñan".

    Besos

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  2. Ya lo creo que te enseñan... Rocío. Un abrazo.

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