El imposible olvido de tu sombra de gigante,
esa sombra que dio cobijo a cada uno de los días de mi infancia.
Esa sombra a la que cada uno de los días de mi vida
querré retornar, en busca de consuelo.
Si me quedan restos de valentía cuando no estés,
será por el recuerdo del cobijo que siempre fue tu mirada.
esa sombra que dio cobijo a cada uno de los días de mi infancia.
Esa sombra a la que cada uno de los días de mi vida
querré retornar, en busca de consuelo.
Si me quedan restos de valentía cuando no estés,
será por el recuerdo del cobijo que siempre fue tu mirada.
Tú, que tienes el semblante de la persona batida y endurecida a base de historias, que nos conquistas con cada palabra, con cada una de tus risas. Y querer escucharte siempre. Que sigas con tus historias, esas que ya son un poco nuestras, aunque sean repetidas.
Si cuando ya no estés me quedan arrestos de risa, será por el recuerdo de la tuya.
Sé que te buscaré siempre.
(...)
"Puede que no te acuerdes. Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez. Incluso pueda ser no que haya ocurrido. Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre la llanura.
Un día tú eras pequeña. Apenas dos o tres años. Todo el universo, un descubrimiento diario. Cada avatar, un castillo de fuegos artificiales. Sorpresa sorpresiva.
Y allí estabas tú, pegada al latido de tu madre. Unidas por un cordón invisible. Y estaba él, que venía empujando. Quería hacerse notar. Pardillo total.
No pienses que fue fácil.
Le tuvo que dar vueltas a la cabeza durante varias madrugadas. Hasta que encontró un truco. Lo suficientemente potente para que no se te olvidara. Te cogió de la mano y te llevó al coche familiar. Solos tú y él.
Condujo un buen rato. Aparcó lejos de las dunas, para no encallar el vehículo. Dejó caer el sol. Tu piel blanca no era la adecuada para el brillo intenso. A eso de las cinco y media empezó a canturrear. Era como una nana, pero en plan padre. Un soniquete repetitivo y grave. Agradable y fuerte.
Aquel hombretón no tenía vergüenza cuando veía cerca el oleaje. Y se dio el gustazo de presentarte a su mejor amigo. Te cogió en brazos y avanzó tranquilo por la duna, por el matorral, la arena húmeda. Buscó la zona más tranquila de la bahía. La bella bahía.
Tú estabas acostumbrada al ritmo pausado de la luz del dormitorio. Al dominio de las distancias cortas.Y de pronto, él lo hizo. Te agarró por debajo de los brazos. Elevándote sobre su cabeza te ofreció la mejor de las perspectivas. Sin dejar de canturrear, lo hizo. Con dos años vistes por primera vez el mar.
Él fue quien te lo enseñó. Aquella avalancha de color azul se quedó prendida en tu mente. Eternamente. Puede que no te acuerdes. Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez. Incluso pueda ser no que haya ocurrido. Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre ti. Esté donde esté. Es tu padre."
* gracias Driver.
PADRE
ResponderEliminar"Puede que no te acuerdes.
Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez.
Incluso pueda ser no que haya ocurrido.
Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre la llanura.
…
Un día tú eras pequeña.
Apenas dos o tres años.
Todo el universo, un descubrimiento diario.
Cada avatar, un castillo de fuegos artificiales.
Sorpresa sorpresiva.
Y allí estabas tú, pegada al latido de tu madre.
Unidas por un cordón invisible.
Y estaba él, que venía empujando.
Quería hacerse notar.
Pardillo total.
No pienses que fue fácil.
Le tuvo que dar vueltas a la cabeza durante varias madrugadas.
Hasta que encontró un truco.
Lo suficientemente potente para que no se te olvidara.
Te cogió de la mano y te llevó al coche familiar.
Solos tú y él.
Condujo un buen rato.
Aparcó lejos de las dunas, para no encallar el vehículo.
Dejó caer el sol.
Tu piel blanca no era la adecuada para el brillo intenso.
A eso de las cinco y media empezó a canturrear.
Era como una nana, pero en plan padre.
Un soniquete repetitivo y grave.
Agradable y fuerte.
Aquel hombretón no tenía vergüenza cuando veía cerca el oleaje.
Y se dio el gustazo de presentarte a su mejor amigo.
Te cogió en brazos y avanzó tranquilo por la duna, por el matorral, la arena húmeda.
Buscó la zona más tranquila de la bahía.
La bella bahía.
Tú estabas acostumbrada al ritmo pausado de la luz del dormitorio.
Al dominio de las distancias cortas.
Y de pronto, él lo hizo.
Te agarró por debajo de los brazos.
Elevándote sobre su cabeza te ofreció la mejor de las perspectivas.
Sin dejar de canturrear, lo hizo.
Con dos años vistes por primera vez el mar.
Él fue quien te lo enseñó.
Aquella avalancha de color azul se quedó prendida en tu mente.
Eternamente.
…
Puede que no te acuerdes.
Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez.
Incluso pueda ser no que haya ocurrido.
Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre ti.
Así que felicítalo. Esté donde esté.
Es tu padre."
Sólo decirte que te he leído... y a ti también, Driver. Esta vez no puedo escribir... Demasiada dulzura, ternura acompasada con un ritmo lento que mece el alma. No quiero romperlo.
ResponderEliminarBesos
Tus palabras nunca rompen nada, Sunsi. Nada.
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