Ana... te he contestado en mi blog... Lo vuelvo a hacer en el tuyo. Te digo lo mismo que Rocío...Cuánto en tan poco espacio...
"¡Crece...!" -"¿Me dejas espacio, por favor?"
-¡Crece! -¿Cómo? -Te iré retirando esos apoyos innecesarios aunque siempre tendrás mi apoyo... te iré restando para que tú puedas poner y sumar solo. Te quito esa muleta porque ya no la necesitas. Pero si te caes no dudes en llamarme. Te puedo explicar cómo me las compuse yo para levantarme... por si te sirve...
-¡Vuela! -Dame las alas... -Te expliqué cómo se construían...¿recuerdas? Si quieres repasamos...
Alas para volar... cada cual las suyas. No podemos "heredarlas".
Rocío, esas palabras son de Jodorovski, las oí un día y parecían ya olvidadas... pero Sunsi en su Pensar de Oficio me hizo recordar... y las quise recoger en mi pequeña ventana.
Parece mentira que un diálogo tan breve y sencillo esconda un significado tan profundo. Decía Rilke, en una frase muy célebre, que "la única patria de un hombre es su infancia"; y tenía razón.
Personalmente, yo creo que para escribir poesía, un discurso lírico que sea verdadero, o, que al menos, contenga un poco de verdad y no sea absolutamente fingido, es necesario un esfuerzo mental que nos haga volver continuamente a la infancia, es decir, a la inocencia. Porque, desde su inocencia, los niños observan el mundo con una capacidad de asombro y una curiosidad inmensas. A mi entender, ambas facultades son indispensables para escribir poesía. Sin embargo, la capacidad de asombro y la curiosidad se van apagando con los años, de manera que nuestra visión del mundo se torna más oscura y borrosa.
Saludos cordiales, Ana. Muchas gracias por seguir leyendo mi blog.
Si no se habita la infancia, no nos será fácil saber habitar la madurez. A veces ocurre, conoces personas deshabitadas. Y es tremendo, porque es algo que no se puede enseñar... no...
!Qué poquitas palabras hacen falta para decir tantas cosas! ¡Y tan bonitas!
ResponderEliminarAna... te he contestado en mi blog... Lo vuelvo a hacer en el tuyo. Te digo lo mismo que Rocío...Cuánto en tan poco espacio...
ResponderEliminar"¡Crece...!"
-"¿Me dejas espacio, por favor?"
-¡Crece!
-¿Cómo?
-Te iré retirando esos apoyos innecesarios aunque siempre tendrás mi apoyo... te iré restando para que tú puedas poner y sumar solo. Te quito esa muleta porque ya no la necesitas. Pero si te caes no dudes en llamarme. Te puedo explicar cómo me las compuse yo para levantarme... por si te sirve...
-¡Vuela!
-Dame las alas...
-Te expliqué cómo se construían...¿recuerdas? Si quieres repasamos...
Alas para volar... cada cual las suyas. No podemos "heredarlas".
Besos, Ana
Rocío, esas palabras son de Jodorovski, las oí un día y parecían ya olvidadas... pero Sunsi en su Pensar de Oficio me hizo recordar... y las quise recoger en mi pequeña ventana.
ResponderEliminarSunsi... las alas no se heredan, no...
Gracias a las dos, por estar...
;))
Parece mentira que un diálogo tan breve y sencillo esconda un significado tan profundo. Decía Rilke, en una frase muy célebre, que "la única patria de un hombre es su infancia"; y tenía razón.
ResponderEliminarPersonalmente, yo creo que para escribir poesía, un discurso lírico que sea verdadero, o, que al menos, contenga un poco de verdad y no sea absolutamente fingido, es necesario un esfuerzo mental que nos haga volver continuamente a la infancia, es decir, a la inocencia. Porque, desde su inocencia, los niños observan el mundo con una capacidad de asombro y una curiosidad inmensas. A mi entender, ambas facultades son indispensables para escribir poesía. Sin embargo, la capacidad de asombro y la curiosidad se van apagando con los años, de manera que nuestra visión del mundo se torna más oscura y borrosa.
Saludos cordiales, Ana. Muchas gracias por seguir leyendo mi blog.
Si no se habita la infancia, no nos será fácil saber habitar la madurez. A veces ocurre, conoces personas deshabitadas. Y es tremendo, porque es algo que no se puede enseñar... no...
ResponderEliminarSaludos.