Pensaréis que me he perdido, que entre palabras me he caído, que estoy perdida entre infinitos y eternidades. Pues no, aquí estoy, de pie y con el pensamiento en alerta. Ni siqueira tengo un minuto de ensimismamiento. Afortunadamente. Las 24 horas del día se me quedan cortas, muy cortas. Quiero atravesar el tiempo, abordar el todo, pero el todo es imposible de abordar en un día. Cada minuto con su carrera. Y aún así, con espacio para ese segundo que nos dice que todo está bien tal cual es, a pesar de las carreras. Y sigue el día a día; con su intemperancia, con su impertinencia, con los empujones que nos dejamos dar de vez en cuando, porque si no los aceptamos, nos harán bajar del tren y nos quedaremos en una estación que no nos gusta. Esfuerzo tras esfuerzo avanzamos; constantes para poder llegar.
Así es el presente; un no poder parar. Aún así, sé que a este tiempo de ahora siempre querré regresar. Que esto de hoy que me aprieta el alma, será añorado en la libertad de ese mañana que me espera. Tiempo en que podré ver por fin el vuelo de esta diminuta que parece no crecer. Y sin embargo crece y lo hace rápido, muy rápido. Echaré de menos estas carrerillas, sus despistes, y sobretodo, esa mirada profunda que pone cuando desde su silencio me está diciendo: ¡mamá, cuánto te quiero!... y entretanto, seguimos con las mates, la lengua y el conocimiento del medio. Ahí estamos, codo con codo, enfado tras enfado, y risa con risa. Las dos unidas por el tejido de diferentes hilos entrelazados; el de las palabras, el de la alegría y el de los enfados. Porque mira que tiene genio, esta diminuta. ¡Y vaya genio!
Así es el presente; un no poder parar. Aún así, sé que a este tiempo de ahora siempre querré regresar. Que esto de hoy que me aprieta el alma, será añorado en la libertad de ese mañana que me espera. Tiempo en que podré ver por fin el vuelo de esta diminuta que parece no crecer. Y sin embargo crece y lo hace rápido, muy rápido. Echaré de menos estas carrerillas, sus despistes, y sobretodo, esa mirada profunda que pone cuando desde su silencio me está diciendo: ¡mamá, cuánto te quiero!... y entretanto, seguimos con las mates, la lengua y el conocimiento del medio. Ahí estamos, codo con codo, enfado tras enfado, y risa con risa. Las dos unidas por el tejido de diferentes hilos entrelazados; el de las palabras, el de la alegría y el de los enfados. Porque mira que tiene genio, esta diminuta. ¡Y vaya genio!
Essssquehayquever de quién habrá heredado ese genio.
ResponderEliminarSaborea pequeños sorbos de cada uno de esos minutos, porque no vuelven... pero los que vienen, también serán hermosos, estoy segura.
Besos
Cat Stevens¡¡¡¡, casi ni me acordaba. Está bien esod e estar unidos por el genio ... :).
ResponderEliminarAna: Disfruta apasinadamete de esas risas, de los enfados y los deberes. Estoy convencida que con todo eso, dentro de mucho tiempo continuará diciéndote "mamá, ¡cuánto te quiero!".
ResponderEliminarBueno...no te conozco y no puedo opinar, pero en lo del genio por aquí se dice que "quien a los suyos parece honra merece"...(es broma) Como yo soy muy geniuda, enseguida generalizo.
Ana... igualita que su madre... jajajaja. Y pasa muy rápido el tiempo, así que habrá que agarrarlo un poco... ;)
ResponderEliminarModestino, siempre con música. A mi esta canción me gusta mucho, sin querer, hace que te pongas a bailar... y lo del genio a dos bandas... uffff... depende del momento... jajajaja... unidas estamos, pero el genio en estéreo... ainssss... (luego uno se recuerda en pleno frenesí... y una de dos, o te ríes... o te pones a llorar desconsoladamente por lo idiota que has sido...) Un abrazo. ;))
Mariapi, eso intento, di-fru-tar-los... entre triángulos escalenos y acutángulos, entre paralelogramos, las formas verbales y las cuentas de dividir... jajajajaja... y todo regado por el genio y figura de la hija, y por supuesto, de la madre. Que es un sol la niña... jjajajaja. Un abrazo.
Pues Ana, no quiero ser pájaro de mal agüero, pero eso pasa en un plisplas.
ResponderEliminarYo ya los tengo mayores y no sabes como echo de menos todo eso que describes...
Hoy precisamente volví a esa edad que tú disfrutas ahora en tu hija, en mi último post y, al recordarlo... Me dio pena.
Un abrazo
Comenté y no sale...
ResponderEliminar¿?
Si no aparece volveré...
Hola amig@mí@... sí, sí estás. Es que tengo habilitada la moderación de comentarios...
ResponderEliminarY sí, esa sensación tengo, de que se pasa todo volando. Cuando veo a chiquitines, últimamente, me llevan al tiempo en que yo estaba con la peque así, tan chiquitina... en el fondo late esa especie de pereza que no quiere ni pensar en volver hacia atrás, pero por otra... se añora muuuuucho... y si pudiéramos volver un ratito ¿eh?... siempre estamos así, entre lo que se echa de menos y las carreras del presente, eso sí, saboreándolas... ;)
Un abrazo muy fuerte.
Estiran el tiempo, deshilachan el alma para volverla a tejer, agotan, roban el sueño y a veces los sueños...
ResponderEliminarDía a día, gota a gota de sangre en las venas.
Añoramos el presente.
Eso son.
Un abrazo.
(me tocó el alma)
Eso son... unos pequeños vampirillos que nos han contagiado para siempre su mirada. Detrás de ella vivimos y viviremos.
ResponderEliminarForeverandneverjamásporsiempreamén!!!
;))
Bonito y entrañable. Eres una buena madre.
ResponderEliminarAl menos, eso intento siempre... Un beso Zambullida.
ResponderEliminarTranquila, diminuta... De momento sólo -SÓLO- son los deberes. No es por desanimar... Anita lunera tiene proyectos mucho más altos que unos burdos y ordinarios deberes. Dónde vas a parar..como decimos en mi tierra.
ResponderEliminarÁnimo, Ana... Era broma... Menudo pulso los deberes. Saldrá...verás. Con la madre que tiene, más le vale.
Besos, leonesa
A ello nos enfrentamos esta tarde de nuevo, después de un despejado fin de semana... ;))
ResponderEliminarLa cuestión es no perder el pulso... Un beso fuerte.