EL SUEÑO DE LOS DISCÍPULOS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS.
Reproducción parcial de un texto de María Zambrano.
El sueño creador. Apéndice. Editorial Turner.
(...)
Se detuvieron entre los olivos, se quedó Él solo, y dijo a los discípulos: “Velad”. Y Él quedó bajo el Padre en el centro del círculo de su soledad. Por tres veces traspasó el círculo, por tres veces descendió; dormían a pesar de la reiteración de la demanda. Él les dio tiempo, la libertad, y aun espacio propio, les colocó en el lugar del Hombre. Y se durmieron.
Y al caer en la pesadez del sueño dejaron vacío el lugar del Hombre; tiempo, libertad, asistencia a la verdad desde la realidad que acecha. Y se quedó sin sostén la cruz que para el hombre forman la verdad y la realidad; verdad, libertad y tiempo en alto, realidad-libertad, brazos que se abren, la cruz en que la humana condición se alza y al par se extiende, asciende y se derrama. Y desertaron de su puesto de centinelas, ya que tenían que ser los vigías de ese lugar, centro divino y todavía humano, donde Él todavía en esta tierra pedía al padre su “fiat!”.
Y Él se quedó desasistido en su condición impar, sin comunicación con el Hombre, sin recibir de hombre alguno, no ya la palabra, que no pidió ni era posible que de hombre alguno recibiera, sino esa atención encendida, esa especie de respiración del ser, análoga al aliento de los animales que asistieron a su nacimiento terrestre. Solo, sin aliento de vida invocó el “fiat!” del Padre.
Y ocurrió el silencio, silencio en que no hay palabra alguna que pase, silencio que es la sombra de un entendimiento en el interior, en la condición humana, que sólo pasivamente se recibe recogiéndose en su vacío. Este divino silencio era el que, encendidos en la vigilia, habían de recibir, de recoger, de guardar los discípulos. Quedó así desertado el lugar de la condición humana y su única menera de participar. Y Él solo, quedó a solas.
Y al caer en la pesadez del sueño dejaron vacío el lugar del Hombre; tiempo, libertad, asistencia a la verdad desde la realidad que acecha. Y se quedó sin sostén la cruz que para el hombre forman la verdad y la realidad; verdad, libertad y tiempo en alto, realidad-libertad, brazos que se abren, la cruz en que la humana condición se alza y al par se extiende, asciende y se derrama. Y desertaron de su puesto de centinelas, ya que tenían que ser los vigías de ese lugar, centro divino y todavía humano, donde Él todavía en esta tierra pedía al padre su “fiat!”.
Y Él se quedó desasistido en su condición impar, sin comunicación con el Hombre, sin recibir de hombre alguno, no ya la palabra, que no pidió ni era posible que de hombre alguno recibiera, sino esa atención encendida, esa especie de respiración del ser, análoga al aliento de los animales que asistieron a su nacimiento terrestre. Solo, sin aliento de vida invocó el “fiat!” del Padre.
Y ocurrió el silencio, silencio en que no hay palabra alguna que pase, silencio que es la sombra de un entendimiento en el interior, en la condición humana, que sólo pasivamente se recibe recogiéndose en su vacío. Este divino silencio era el que, encendidos en la vigilia, habían de recibir, de recoger, de guardar los discípulos. Quedó así desertado el lugar de la condición humana y su única menera de participar. Y Él solo, quedó a solas.
(...)
¿Qué habría pasado si los discípulos hubiesen velado, y por la vigilia encendidos, hubieran participado a través del silencio en ese instante? ¿Qué hubiera ocurrido si la desasistencia de los discípulos no hubiera dejado vacante el lugar del Hombre?
Y sin embargo Tú nunca has dejado solo a mi silencio. Recuerdo la Esperanza de una noche larga, sola, oscura e interminable. Allí Tu Cruz, el sentido ante mi absoluta soledad. Tú Señor, me acompañaste durante todas esas horas de dolor. En Tu silencio, en esta Semana Santa, lo que más me duele es mi sueño; mi no-vigilia en cada una de las veces en que habiendo podido estar, mi libertad no estuvo.
Te agradezco Ana que me hayas ayudado a descubrir a María Zambrano ... he de confesar que no había leído nada de ella.
ResponderEliminarQuiero escribir un comentario, pero sólo me salen absurdeces al lado de esta maravilla. Gracias por compartirla, y por enseñarme tantas cosas.
ResponderEliminarBesos
Modestino, nunca es tarde para llegar a unas palabras tan infinitas. Me alegro de ser esa mano que te las acerca, es un privilegio. :)
ResponderEliminarAna, nada es absurdo, ni tan siquiera esos conatos de palabras que nos quieren salir ante algo tan hermoso como es la palabra de María Zambrano. Para mí ha sido un gran regalo de la vida, y me es inevitable no compartirlo. Un besote gordo, gordo, gordo.
;)
El sueño es sueño, ayer, hoy y lo será mañana... aquí, allí, en cualquier lugar...
ResponderEliminarHas visto la película "The gospel of John"?
Me da la impresión de que te gustará...
;)
Besos
Hola amig@mí@... tiempo de silencio ;))
ResponderEliminarApuntaré tu recomendación; quizá pueda ser posible en un ratillo de alguna de éstos días. Un abrazo.
Las palabras de María Zambrano. Gracias por traerlas a tu hilo, Ana.
ResponderEliminarHoy, jueves santo, la institución de la Eucaristía. El momento en el que Jesús se hace pan. Pienso en esos sagrarios con iglesias vacías. Solo... Se hizo pan para nustro alimento, para que pudiéramos reconfortarnos... y muchas veces lo dejamos solo.
Hoy la tradición nos empujará a recorrer sagrarios adornados con palmas. Hoy estará mnos solo.
Gracias,Ana. Y gracias por Zambrano
Un beso Sunsi.
ResponderEliminarGracias, Ana. Tus palabras han actualizado una petición antigua: Que sepa ser Cirineo. Que aunque sea "obligada" sepa coger la Cruz, propia o de otros, para aligerarles el peso. Un beso.
ResponderEliminarMariapi, que sepamos ser Cirineo, sí, lo describes perfectamente: que nuestra libertad no se niegue a sí misma la capacidad de hacer lo que Él hubiera hecho de estar en nuestro lugar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Preciosa forma de exponer ese hilo en la soledad del instante y del silencio...
ResponderEliminar"Velad" y el cielo se pobló de estrellas y angustia.
Un dolor y un alegría infinita se
hacia eco en la noche.
Y el maestro Jesús, cumplía en esta tierra y en el cielo su "Fiat" al Padre "Hágase Señor tu voluntad .
Rafael D
un beso y silencio, buenas noches
ResponderEliminarRafael, gracias por asomarte a mi ventana. Por dejar tus palabras. Saludos.
ResponderEliminarMarta... silencio. Buenas noches.
:)
Ante tan hermosas palabras, las tuyas y las de María Zambrano, nada puedo, nada me atrevo a añadir. Besos miles. :)
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, Lola.
ResponderEliminar:)
Así estoy yo: sin aliento, sola, vacía y esperando que en la Vigilia Él salga a mi encuentro ¡Feliz Pascua de Resurrección!
ResponderEliminarUn abrazo Zambullida.
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