Hoy sólo quiero dejar el trocito de esperanza que se me ha quedado pegado en la sonrisa. Ha venido jaleándose, ruidoso, de la mano del sonido y la inquietud de mi hija. Viene pegadito al regusto que hoy me ha dejado el día en estos momentos en que se agota. Esperanza sonora a su lado, en su manera de repetir las definiciones de conocimiento del medio que con gran esfuerzo ha memorizado, en su manera de enfrentarse a los empujones de esta vida, en su manera de contarme lo que ha pasado hoy, lo que piensan las otras niñas y lo que ella cree de verdad, en lo rechonchota que me estoy volviendo entre meriendas y cenas compartidas a su lado. Ella es así; una retahíla sonora e inquieta. Una afrenta que no se rinde. Complicidad y misterio. Ruido, mucho ruido. Y puro baile de ideas, encuentros y sobresaltos.
Pienso en las veces en que le he fallado; en esos instantes en los que mi impaciencia y mi cansancio han cortado el sonido de su presencia. ¡Cuánto me han pesado después! Reconozco la inquietud de su mirada en esos momentos en que nos hemos sentido perdidas; las dos. Creces muy deprisa, princesa. Me duelen las veces en que no he sabido sostener su sonido. Dolor mudo en mi alma. Vamos tan deprisa que a veces los dejamos sin eco, sin voz. Y muy solos. Enturbiados ante nuestras propias limitaciones, limitamos la risa de su alma. Y cuánto pesa después, cuánto… Tanto, que no hay consuelo. No lo hay.
Hoy, consciente de esto, de que afortunadamente los dedos de la mano sobran para contar esos momentos de fracaso, quisiera dejar en esta ventana un poco de este presente que ya es memoria acariciada. Quisiera dejar esa esperanza que se me ha pegado, dejarla en este espacio que no tiene más razón que su mirada. Dejar esta persistente esperanza que se ha colgado de mi sonrisa para que un día ella pueda leerla. Hoy he sido consciente de que ella podrá con cualquier reto, con todo. Ella tiene profundidad, reflexión y magia. Tiempo al tiempo. Y lloro, y río, todo se me mezcla sólo de pensarla… y juro que no se me va a volver a olvidar quién es realmente. Ahora que duerme, me parece aún más infinita.
Mi retahíla es un hilo de consuelo, y todas estas palabras lo son porque en ellas, se siente latir siempre su presencia. Su risa. Su llanto. La infinitud que siento en su mirada cada vez que sobriamente me insta a que le ayude a comprender algo. Me gusta su mirada cómplice, esa que se entrelaza a la mía cuando algo nos recuerda que ella y yo somos las únicas que sabemos de ese misterio. Ella, el misterio y yo. Ojos brillantes. Cuánto se puede llegar a recibir de su mirada por nada. Qué enorme privilegio es poder darle mi tiempo, el que tengo, este tiempo que soy. Este tiempo que a su lado, me hace mejor persona.
Pienso en las veces en que le he fallado; en esos instantes en los que mi impaciencia y mi cansancio han cortado el sonido de su presencia. ¡Cuánto me han pesado después! Reconozco la inquietud de su mirada en esos momentos en que nos hemos sentido perdidas; las dos. Creces muy deprisa, princesa. Me duelen las veces en que no he sabido sostener su sonido. Dolor mudo en mi alma. Vamos tan deprisa que a veces los dejamos sin eco, sin voz. Y muy solos. Enturbiados ante nuestras propias limitaciones, limitamos la risa de su alma. Y cuánto pesa después, cuánto… Tanto, que no hay consuelo. No lo hay.
Hoy, consciente de esto, de que afortunadamente los dedos de la mano sobran para contar esos momentos de fracaso, quisiera dejar en esta ventana un poco de este presente que ya es memoria acariciada. Quisiera dejar esa esperanza que se me ha pegado, dejarla en este espacio que no tiene más razón que su mirada. Dejar esta persistente esperanza que se ha colgado de mi sonrisa para que un día ella pueda leerla. Hoy he sido consciente de que ella podrá con cualquier reto, con todo. Ella tiene profundidad, reflexión y magia. Tiempo al tiempo. Y lloro, y río, todo se me mezcla sólo de pensarla… y juro que no se me va a volver a olvidar quién es realmente. Ahora que duerme, me parece aún más infinita.
Mi retahíla es un hilo de consuelo, y todas estas palabras lo son porque en ellas, se siente latir siempre su presencia. Su risa. Su llanto. La infinitud que siento en su mirada cada vez que sobriamente me insta a que le ayude a comprender algo. Me gusta su mirada cómplice, esa que se entrelaza a la mía cuando algo nos recuerda que ella y yo somos las únicas que sabemos de ese misterio. Ella, el misterio y yo. Ojos brillantes. Cuánto se puede llegar a recibir de su mirada por nada. Qué enorme privilegio es poder darle mi tiempo, el que tengo, este tiempo que soy. Este tiempo que a su lado, me hace mejor persona.
Te quiero, diminuta ana. Algún día leerás esto... y lo sabrás. Sabrás que eres la perfección de mi tiempo.
Ahí,Ana... Claro que sí. Se nota que hay paz en el ambiente. Que no corres tanto. Es en una relativa lentitud cuando se puede percibir todo esto.
ResponderEliminarEstoy muy contenta por ti y por tu eslaboncito.
Sea lo que sea... aguarde lo que aguarde... siempre colgados de la sonrisa de los locos bajitos que nos ponen las pilas y nos hacen caer en que las menudencias son muy importantes.
Gracias por contar tanto bueno. Me alegro por ti y contigo, amiga.
Besos, hedbana. Y buenas noches,
Ana,con cuanta profundidad, has captado el interior de ese pequeño ser. Cuantas posibilidades preciosas, sueñas para ella...
ResponderEliminarSe cumplirán tus sueños, porque generosamente, estás poniendo unos sólidos cimientos.
Mientras, disfruta de su presencia,comparte su alegria y sus ganas de vivír, su curiosidad por descubrír el mundo... esas vivencias,quedarán en tí para siempre, como la mejor recompensa.
Un beso para tí, y para ella
Si pudiera preguntarle qué eres tú para ella, seguro que me diría que se siente escuchada, acogida, que le explicas todo con paciencia, que ve brillar tus ojos con cada uno de sus logros, que eres lo más importante en su vida. Y si le pregunto cuándo le has fallado me respondería rápida y sinceramente: ¡NUNCA!.
ResponderEliminarBesos a las dos.
Tal vez los hijos son un mirarnos a nosotros convertidos en proyecto, en germen de todo lo bueno que se puede vivir.
ResponderEliminarSaludos, Ana.
Qué entrada más bonita, qué palabras más bellas... Y no, querida Ana, tu hija no necesitará leer esto cuando ella sea capaz de entender lo que significa, para saber cuánto la quieres. Sabrá en su día que eres capaz de expresarlo con palabras sabias... Pero saberlo, amiga, ya lo sabe. Lo emanas, está en tu esencia, ella lo bebe, lo hace suyo con cada risa. Ella vive de tu amor hacia ella y por eso duerme ahora tranquila, ese sueño de abandono total que sólo los niños son capaces de dormir. Su corazón está en tus manos y a ti se entrega... y te da besos sinceros de amor eterno.
ResponderEliminarQué bella entrada, Ana...
Besos.
Si, es un privilegio tenerlos y poder darles nuestro tiempo, nuestra vida. Y también es un privilegio gozar de ese amor que ha descubierto la contemplación como un modo de querer. A mi me costó verlo, siempre con prisas, deseando que creciesen. Hacer, hacer, hacer. Pero cuando se entiende que basta con estar, que ni ellos ni nosotros necesitamos más... es una gozadica. Sois muy afortunadas, las dos. Un cariñoso saludo.
ResponderEliminarBien de fondo, bien de forma .... que bien te explicas, Ana.
ResponderEliminarSunsi... estos locos bajitos no tan bajitos ya... caminan, ya lo creo que caminan, muyyy deprisa. ;)) Un enorme beso.
ResponderEliminarMarypaz, ojalá mi sueño se cumpla. Porque mi sueño sólo es lo que a ella le haga una persona serena, a pesar de los chapuzones por los que la vida le hará pasar... comenzamos ahora... ya está dejando de ser una niña. Comienza su libertad!!! Es apasionante y a la vez... ainsssssssss. Un abrazo.
Mi querida princesa del guisante... jajajajaja. Qué enormemente equivocada te veo. Ya te digo yo lo que contestaría: ¡Mamá, eres muy pesada, pero que muyyyyy pesada! Y no te pongas así (soy una cascarrabias, esa es la verdad), no te pongas así que entonces yo pongo así y nos va a salir una tarde como la de ayerrrrrrrrr !!!!!!!!! Y no te hagas la chulita mamá!!!! Que te pones muy chulita!!... y yo me voy a poner a gritarrrrr!!! (ejem... conversación real).
Y claro que le he fallado!!! Su manera de exponerlo sería algo así como: ¡¡¡Mamá, eres la mamá más mala y fea del mundo!!!! (Documento escrito y enviado vía terrestre por debajo de la puerta).
Y por supuesto que también sabe que como su mami nadie. Conversación real:
_ Mi niña, a tí te quiere mucha gente... tienes a todos, a papá, mamá, los abuelos, los cuatro abuelos, ¿te das cuénta de cuánta suerte tienes?... y los primos, los tíos... pero qué suerte tener tanta gente que te quiere peque!!! (Se lo comentaba porque yo no tuve la suerte de conocer a mis abuelos, y me parecen tan necesarios e importantes...)
_ Mamá, ellos se que me quieren, pero realmente quien más me quieres eres tú, porque eres la que me aguantas_ Me dejó de una pieza. Su cabexita con tan solo cinco años sabía perfectamente qué es querer a una persona, quererla tal cual es y pesase lo que pesase en nuestra alma pues esta no lo nota. Se quiere y punto.
Y no hablo más de mi tesoroooo... que me lanzo.
Los hijos como proyecto... sí, Javier, el proyecto de SU libertad. Es enorme. Un abrazo.
Lola, me han emocionado tus palabras... yo creo también que sí, que algo ya sabe. Pero me gustará que algún día, desde su mirada más adulta, pueda posarse por todo esto que no me cabe, ni en el alma, ni en las palabras. Es demasiado grande... Un beso.
Mariapi... la palabra STOP tiene una gran sabiduría. Ojalá no se nos olvide en este recorrido como madres... ;)) Un abrazo.
Modestino... yo no sé si me explico bien o no... pero ojalá, ojalá ella sepa entender más allá de todo eso que defectuosamente soy, de todo eso que a veces me sale ser, y que deja escondido lo que realmente quiero regalarle. A ella, y a quienes me rodean. Un abrazo.
nonono, no he dicho que tú le preguntaras, he dicho si YO le preguntara a ella jajajaj besos, besos
ResponderEliminarpues eso... jajajajaja... eso te contestaría más o menos... jajajajaja... que tiene una mamá muyyyyy pesada que la quiere mucho... jajajajaja
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