La traición, suele asaltarte cuando menos lo esperas, y normalmente, de la mano de quien menos imaginabas. Y traiciconeras son también, algunas palabras amables.
El cerebro nos juega malas pasadas. Las palabras amables, hay veces, que hubieran estado más bonitas en el baúl del silencio. Quietitas ahí, sin ser pronunciadas, es donde se tenían que haber quedado. A estas alturas del día, no sé por qué me ha dado por pensar en esto; en esas veces en que me hubiera gustado poderme tragar mi propia amabilidad. Quizá porque ya es el último coletazo del viernes, he recordado esas pequeñas traiciones que tienen a veces, algunas palabras amables.
Recuerdo una tarde de trabajo. Acabábamos de repartir las meriendas a los enfermos. La unidad estaba muy tranquila, a esas alturas de la tarde el ritmo es pausado, como de siesta. Al ir a recoger las bandejas, amablemente les pregunté que qué tal había ido la merienda. Ellos contestaron que bien, y Luis, un paciente muy educado y culto, comentó que se iba a meter en la cama para ver si cogía un poco el sueño con la lectura, y así poder domir un ratito de siesta antes de que comenzasen a llegar las visitas. Yo, con un gesto sonriente, comenté:
_ Eso esta muy bien, merienda tranquila, reposo y ¡a dormir A PIERNA SUELTA!
Salí de la habitación con las bandejas y continué con la ronda por la unidad, viendo a todos los enfermos.
Media hora más tarde, tuve que entrar en esa misma habitación para administrar una medicación al compañero de Luis. Cual es mi gran sorpresa al ver, dos prótesis de pierna, colocaditas al lado de su mesita. Juro que sentí sudoración profusa, taquicardia y mareos. Luis parecía dormir, y yo que no me recuperaba de la impresión, deseaba que así fuera… que estuviera dormido profundamente. Puse la medicación; veloz y silenciosa salí de la habitación. De camino al control de enfermería no sabía si reír o morirme allí mismo de la vergüenza. Al llegar al control, con cara de agobio, les dije a mis compañeras que me sentía muy mal, y les comenté lo sucedido. Yo no tenía ni idea de que tuviera dos prótesis. Cuando Luis estaba levantado por la habitación caminaba perfectamente, sin un solo ademán que te pudiera hacer pensar ni tan siquiera en una leve cojera. Cuando acabé de contar lo sucedido, mis compañeras se quedaron mudas, pero en un segundo, sólo se podía oír el estruendo de sus carcajadas.
He de decir, que tuve unas compañeras que cumplieron su palabra; les había pedido que no estuvieran riéndose de mí durante toda la semana después de habérselo contado. No lo hicieron. Se estuvieron riendo durante todo el año, exactamente el tiempo que duró mi contrato. Eran geniales. Y el Sr Luis, un encanto; a partir de entonces, siempre me guiñaba un ojo al cruzarse conmigo en el pasillo. Y por ese guiño sé certeramente, que no dormía.
Qué bueno el vídeo , Ana. Lo había visto...pero hace mucho tiempo.
ResponderEliminarA eso se le llama meter la "pata" literalmente. Y supongo que D. Luis, en el fondo, se estuvo riendo por dentro todo el año, igual que las enfermeras.
Cooorcho con las palabras amables. Que a veces te sale el tiro por la culata.
Besos, diminuta. Que sea un buen fin de semana. ¿Hay exámenes a la vista? Te recomiendo taichí...
Yo también he tenido mis cortes, mis meteduras de pata. Una vez en Salou una chica, a la que oí un claro acento extranjero, me dijo si podía marcarle un número en una cabina telefónica y cuando escuchara el "dígame" le pasara el auricular. Así hice, pero no contestó nadie.
ResponderEliminarAntes de despedirla le pregunté de que país era, y me dijo -con ese acento extraño- que era espalola; yo -estúpido de mí¡- le dije: "anda ya¡¡¡", y ella me contestó: "Es que soy un poco sorda" ... "tierra trágame"....
Ana:
ResponderEliminar¡ay, perdóooonameee, perdóoonameee!, pero es que aún me estoy riendo....Tremenda tu metedura de "pata", geniales Les Luthiers. Gracias por estas risas . Un abrazo
Mariapi, en fin... si yo te contara. La verdad es que cuando me leo aquí, me digo a mí misma... hija mía, pero qué seria y filosófica te pones aquí... todo el santo día ahí, entre infinitos, eternidades, y sosteniendo el mundo !!!!!!... y claro... me digo a mí misma... ay, ay, ay... si te conocieran en tu salsa... jajajajaja. De estas tengo unas cuantas. Prometo superar la timidez aqui y contarlas... yo no soy esta... esta de aquí... tan infinita!!!! jajajaja Ríete agusto, lo puse para eso... porque estamos en fin de semana!!!
ResponderEliminarModestino, tengo meteduras de pata, para morir... en fin... y te puedo decir que afortunadamente todas esas personas que me vieron meter la pata así, tienen un corazón enorme... pero que muy enorme. No se lo tomaron NUNCA a mal. Y créeme si te digo... que las tengo peores... para que te hagas una ideas, mi pandilla de universidad cuando decían por lo bajini "cállate Rose"... lo decían normalmente por mí... ainnnssss
Sunsi, el Sr Luis era encantador, y mira, de aquella leía a Miguel Delibes (pienso que no deja de ser un estupendo recuerdo), y yo de aquella tenía sólo 22 años, se tuvo que morir de la risa cada vez que me saludaba por los pasillos... porque yo siempre pensaba al verlo... ¡¡¡quién lo iba a decir que sus piernas eran dos prótesis!!!... ainssss ¡Era tan elegante con su batín...!
Y sí, me examino de MATEMÁTICAS... jajajajaj. Ainssss
mmmmmm.... mmmmmm... mmmmm...
(ya me estoy concienciando de la tarde que me espera...)
que sean leves las mates!!! mira que he repasado con cada uno de mis hijos las tablas...y sigo sin retenerlas... las mates y yo, enemigas forever!!!!
ResponderEliminarPaciencia y a por el aprobado!!! besos (yo tengo sociales y catalán)...toy de los nervios y Billy Joe tan tranquilo tocando la guitarra.... desespero!!!!!
Uy, yo tengo un especial tino para meter la pata hasta el infinito y más allá. Así que me he reído, pero con la boca pequeñita :-)) En prácticas nos utilizaban a las estudiantes para hacer la historia completa del paciente. Le pregunté a una señora que si estaba casada. Ella me respondió que sí pero que no vivía con su marido, "que se había ido a por tabaco". Me sentí tan mal, que se me quitaron las ganas de hablar (pero me duró poco...)
ResponderEliminarMarta... pues yo me las sé de carretilla, pero ainssss... la peque tiene una luna demasiado grande!! Saber las sabe... pero se le descuelga la concentración cuando menos lo esperassssssssssss... ainsss. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarAna... a veces es inevitable meter la pata... pero hija, una vez metida... no te quitas del pensamiento lo guapa que estarías si te hubieras quedado calladita... ay, ay, ay. Un beso.
Es muy bueno, : ),me pareció muy gracioso.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Tony por tus palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarLas palabras pueden dar coscorrones, eso sin duda. Tenía una compañera que a todos los ancianos les llamaba abuelo/a. Un día atendimos a un señor bastante mayor y ella erre que erre con abuelo para acá y para allá. El buen hombre le dijo cuando ya no podía más: hija, soy sacerdote, nunca me casé y no tengo hijos...! Ella colorada hasta la congestión, sin saber qué decir, salvo un susurrante «disculpe» salió de la habitación a toda mecha...
ResponderEliminarBesos miles
Paso a saludarte y decirte ¡Hola!
ResponderEliminarTe visito y me encuentro en cada post.
En la risa y en tus pensamientos.
Un abrazo.
Alicia
LOla, ya lo creo, unos estupendos coscorrones nos damos a veces... un abrazo.
ResponderEliminarAlicia, bienvenida. Quizá, los sentimientos, sean siempre universales. Ser humano es precisamente eso, ser, sentir, llorar, reír... Un abrazo y encantada de saludarte.
Muy graciosa tu anécdota Ana!!!...jajaja
ResponderEliminarA mi me ocurrió una vez con un cliente que se llamaba señor Vaca de apellido
y el encargado del taller donde trabajaba se llamaba señor Bou que traducido al español es Buey..
pues nada un día los presento a los dos y les digo Señor Vaca le presento al señor Bou…
Cosas que pasan….
Bordeaux, pues tuviste valor en presentarlos... jajajaja. Un abrazo muy fuerrrrte.
ResponderEliminarEl don de meter la pata, querida amiga, no lo posees tú solamente, es un don ampliamente repartido y creo que todos hemos tenido la necesidad de compartilo con otros para su desgracia y la propia jajajajaja. Por cierto, me encanta Les Luthiers, les sigo desde hace muchísimos años, me alegra encontrar otra seguidora.
ResponderEliminarTú, sigue diciendo esas cosas tan bonitas, no estás de ninguna forma, más bonita calladita. :)
No creas Lissete... que he tenido cada momento!!!... jajaja. Un abrazo, y sí, seguirán mis retahilas por aquí. Gracias por valorarlas tan así... Un abrazo.
ResponderEliminarEstá bien poner algo intrascendente y que nos saque unas carcajadas...
ResponderEliminarPara tristezas y melancolías siempre hay tiempo.
Un saludín
Pues sí, viene bien cambiar el registro... ;) Un abrazo Santa.
ResponderEliminarja, jaaa, qué bueno. No creo que se molestara, en absoluto. La amabilidad siempre etá por encima de las palabras, que se mueven en un universo mucho más cerrado y emocionalmente limitado.
ResponderEliminarMe encantan les Luthiers!
besos.
Una anécdota para no olvidar, desde luego.
ResponderEliminarMás que palabras amables, me parece consecuencia de las frases hechas. Es lo que tienen, que a veces están hechas...para otros.
Saludos.
No, yo tampoco creo que se molestara, tú lo dices bien; la amabilidad estaba por encima de cualquier interpretación, por encima de las palabras (me ha gustado mucho esto que has dicho: la amabilidad está por encima de las palabras)
ResponderEliminar;) Un abrazo NoSurrender.
Hola Javier... el contexto sí... cambia, y ya hemos metido las "patas"... Un abrazo.
Bonita historia ¡Gracias!
ResponderEliminarA tí, Zambullida, por estar aquí.
ResponderEliminarEn el trabajo había un conserje cojo, muy buena gente, al que en mi departamento todos los días le saludaban con un "qué tal andas hoy". Aunque se profería con cariño y respeto, yo nunca me permití esa libertad. Hay líneas que me son muy difíciles de traspasar.
ResponderEliminarCuriosa y divertida historia, Ana.
Un saludo.
Yo tampoco me hubiera permitido pasar esa línea de haberlo sabido... Un abrazo Fernando.
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