MEMORIA




Te reconozco en la exacta forma en que tu ausencia se ha quedado a mi lado. Tiendo mis manos hacia ella, y la acaricio lentamente. Rememoro tu risa, el exacto sonido que deja cuando me rodea. Es lo que más echo de menos, y son muchas las veces en las que desde este silencio, me refugio en ella, en tu risa. Risa espontánea, risa que es también como la mía, que saltarina y sorprendida siempre te sigue. Tu risa me arrastra. Y pienso que la vida, es la suma de todos esos momentos, de todos esos instantes en que nos hemos podido reconocer en el otro. Si algo nos ha hecho felices, cuando lo analizamos bien, podemos encontrar que en ese instante, siempre habita la presencia de un otro, o de su sombra; ese modo en que su recuerdo ha ido a posarse en nuestra retina. Son muchas las veces en que después he sonreído, aunque tú ya no estés. Lo que queda en el recuerdo, lo que tiene siempre la mejor estancia de ese baúl que es la memoria, es ese tú. Y siempre se vuelve, inconscientemente, a ese instante en que el mundo, dejó de girar.

Sólo me interesa lo que veo de ti. Nada me importan las referencias de lo que pudieron ver otros. Nunca mi juicio sobre un persona se sustenta en lo que otros dicen, en lo que otros sienten, en los que otros saben. Es como negar la realidad, algo así es; la verdad de esas miradas, tu verdad en los otros, me importa muy poco. Yo sé lo que veo en ti, y con esa verdad me quedo. No me importa tu pasado. Tampoco tu futuro. Me instalo en el presente, en este, y le doy mil vueltas a tu risa. Me instalo en ella, y respiro esa levedad que tiene tu mirada cuando se posa en la mía. Y me la cuento mil veces. Tu mirada flota. Y poco más importa. Tú eres la memoria de mi tiempo nuevo, de ese comienzo que intemperante, luchaba entonces por salir. Tú, y ese sonido de tu risa; el peldaño necesario para que este tiempo que ahora soy, fuera posibilidad.



8 comentarios:

  1. ¿Te habrás quedado a gusto después de poner semejante huevo, no? La eternidad de este presente, dices. Qué fácil te salen estas palabras, qué belleza encierra tu mente. Puñetera.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. jajajajaja... si yo te contara de eternidades... jajajaja.... y sin embargo ya sabes, hay gente alérgica al huevo, y a la eternidad... pelos como escarpias que se les pone...

    ... y el mundo sigue... y cada loco, con su tema.

    Un beso guisantilla.

    ResponderEliminar
  3. Tienes una actitud inteligente ante la vida, amiga.

    ResponderEliminar
  4. Pues espero poder diseccionar esa inteligencia contigo, Zambullida. Para que así me puedas regalar la tuya; esa sabia mirada que dejas sobre las cosas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Acabarás tropezando, como me pasó a mí ayer.
    No se puede ser tan confiada.Las personas engañan amiga.
    Los recuerdos están bien, pero a veces el tiempo los distorsiona.
    ¡Suerte!

    ResponderEliminar
  6. Amig@mi@... si he de tropezar, no será ni el primer tropiezo, ni el último. Pero eso es vivir... un inmenso viaje!!!!

    Gracias... ;)

    ResponderEliminar
  7. "Yo sé lo que veo en ti, y con esa verdad me quedo".
    Ana, hoy le he dado vueltas a esto, en lo injusto de contaminarme con la visión de otros, en eternizar una etiqueta previa sobre alguien. Gracias.

    ResponderEliminar
  8. Mariapi, yo también estoy en eso, en lo injusto que es colocar una etiqueta que no hemos percibido nosotros. A todos nos ha sucedido; la colocamos y nos la han colocado.

    Viviendo y aprendiendo que estamos... Gracias a ti por estar. La verdad es que la entrada de hoy me salió muy confusa. Sólo quería expresar gratitud hacia esas personas que son guía inesperada en momentos de incertidumbre. En fin... en otro momento me quedará menos torpe... limitaditos que somos. Un abrazo.

    ResponderEliminar