CONCIERTO PARA DISPARO Y ORQUESTA

Ed. Funambulista.
Portada del libro de Mario Lacruz
 

Estupenda historia de literatura negra ubicada en un espacio jocoso, fino y constante, que sólo una inteligencia hecha de palabras puede transmitir. Una estupenda historia narrada desde un sentido del humor fino, desde una presencia que no incita a la carcajada siempre ruidosa y superficial, sino que nos lleva de la mano de la sonrisa, más silenciosa, profunda y siempre inteligente.

La narración está llena de descripciones fascinantes, donde el uso de adjetivos se convierte en el arte de ir identificando las cosas no desde lo externo, lo dado... sino desde la percepción del autor, desde esa inteligencia íntima, sensitiva y sublime que sin duda debió poseer Mario Lacruz.

Palabras que demuestran una sencillez y humildad hasta rozar lo austero, lo seco, y sin embargo acompañadas siempre de esa musicalidad sin estruendos que surge cuando se nos empieza a esbozar la sonrisa, cuando percibimos ese humor inteligente del que está hecha toda la narración. Porque la historia que se nos cuenta no hubiera sido la misma sin esa inteligencia emocional hecha de palabras que debió ser Mario Lacruz.

En efecto, nunca se sabe por donde saldrá la bala... y es que se empieza a leer el libro con la idea de una novela negra, de intrigas... y resulta ser todavía mucho más, una parodia estupenda en la que se encuentran definiciones que describen circunstancias que podemos sentir cualquiera... y que nos sacan la mas profunda de las sonrisas. Porque... ¿quién no ha sentido alguna vez que tiene el seso deperdigado?... ¿o acaso no nos hemos sentido en la misma necesidad de contestar igual que lo hace Withey en mucha de las situaciones tensas que la vida nos brinda?... Yo confieso que sí, que hubiera deseado en más de una ocasión decir:
"No, soy Caperucita Roja. Da esa prodigiosa casualidad". Y me ha quedado resonando en el alma esa prodigiosa casualidad...

Sí, ha sido una prodigiosa casualidad encontrar las palabras de Mario.
La sonrisa a lo largo de la narración me ha llevado a pensar en Mario Lacruz numerosas veces. A lo largo de la historia está presente con sus directas alusiones al lector... y hasta me lo he imaginado brindándome un guiño. Y he pensado mirando más de una vez la foto de la solapa trasera... me de dicho varias veces: Mario, eres un bribón con suerte y un pillo redomado... eso es lo que eres. Al final ha sido eso, eso de que no se sabe nunca por donde saldrá la bala. Y mi sonrisa ha sido de gratitud, a secas.

Gratitud por permitir el diálogo entre autor y lector (... al lector las historias nos llevan irremisiblemente al autor, a su vida), gratitud por lo aportado a nuestro sentir desde las palabras que un día dejó escritas. Gratitud por lo que sus palabras dejan en el silencio de mi pensamiento, por todo lo que su silencio es, eso que no se ve y que tanto cuenta, por todo lo que aporta a mi saber ser desde esta historia sencilla y entrañable del antihéroe que sin él saberlo, es el ser más valiente.

Gratitud que me lleva a imaginar que soy yo la que le pregunta a Mario:

_
¿No estás contento?

Y conseguir la grandeza de alma por respuesta:

_
¿Qué quieres que te diga?... La verdad es que como protagonista de novela policíaca he resultado un fracaso. No he sido valeroso ni inteligente, ni he descubierto al culpable, ni he enamorado a la chica... Me han dado golpes por todas partes y he llegado siempre tarde a todo. Ni siquiera he tenido el consuelo de un brillante final con declaraciones sensacionales, detenciones espectaculares y agudas observaciones.

La medida del fracaso es lo que nos hace grandes, pero claro…“It´s what you can´t see that matters”. Y esto forma ya parte de la vida real, no de la narración.

Sirvan estas mis palabras de gratitud.
Gracias Mario. Por el valor de tu silencio.

(dedicado a C.)

3 comentarios:

  1. Pinta atractivo.
    Te sigo.

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  2. La mejor inauguración, Anita.Esa complicidad que tú tienes con el autor y sus palabras. Un libro. Has empezado con un libro y el eco ... la resonancia en todos esos silencios que nos brinda la vida. Silencios que son más sonoros que las voces huecas.

    Besos, Ana de León.

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  3. ¡Buen arranque de viaje!
    Ya sabes.
    Cuando quieras que inventemos...,sólo tienes que decirlo.
    De hecho ya hemos compartido "tarde de tortilla", conversación de resurrección, encargo himaláyatico, pensamientos de oficio...
    Es lo que tiene conducir, conoces mundo, cruzas vidas, nacen cuentos.
    Cuando tú digas nos hacemos unas carreras.
    Rompiendo la barrera del sonido.
    Más rápidos que la luz...
    el pensamiento.

    Suerte en tu recién estrenada carretera.

    Te espero en la curva que tú digas.
    Dispuesto a conducir.

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