Mircea Cartarescu
Ed. Funambulista.
El titulo fue lo que me empujó a acercarme a este libro, es atractivo, me supo buscar, me había sabido llamar la atención. Al leerlo recordé estas palabras de Frigyes Karinthy:
How could man and woman understand each other?...
They want entirely differents things,
each wants the other.
He de confesar que en un principio tuve la idea de que los escritores que tienen ya un hueco en el mundo literario se pueden permitir el lujo de escribir sobre cualquier cosa, esa fue mi primera impresión, en los inicios de la lectura. A medida que fui leyendo los diferentes relatos empecé a comprender la unidad del libro; la armonía escondida que recoge cada uno de los relatos, cada una de las cercanías sentidas que describe el devenir de cada historia. Fui comprendiendo lo que el libro quería expresar con esas cortas narraciones que poco tienen que ver entre sí, que permanecen aisladas. A través de ellas veía pasar veladamente la esencia doliente de la búsqueda, la añoranza del otro, ya sea presente, pasado o futuro.
Cada una de esas narraciones recoge un dolor diferente, una alegría melancólica, una esencia de despedida, un duelo por lo vivido. Un recuerdo de aquellas personas que pasaron rozándonos desde el silencio, añoranza por todos los seres que nos acompañaron y nos quisieron, aquellos que no supimos ver desde lo que eran, con lo que nos ofrecían. Personas a las que también quisimos, aunque no las supiéramos mirar. Pasado y también presente. Porque hoy quizá, nos ocurra más de lo mismo, probablemente.
¡Que ciego es el ser humano a veces en su querer encontrar!... Esa nada absurda y fría en la que a veces buceamos, realidad de presencias que no vemos, que ni siquiera llegamos a intuir. Soledad inventada. Por el contrario, qué difícil ha sido también la tarea de esperar a ser visto. Permanecer al lado sólo rozando lo que se ansía, sin necesidad de poseerlo, con miedo a hacer ruido porque el sueño se podría esfumar del todo. ¡Qué vanidad tan grande!, y ¡qué trágica es su moneda!...
Leemos y se nos olvida el relato, ya no importa la historia que se cuenta, el tiempo o el lugar en el que se desarrolla. Y es que ahí estamos nosotros, lectores desprotegidos, aislados, buscando al otro para poder encontrarnos a nosotros mismos. El ser humano, sabedor de que viéndose en el camino elegido, perderá o habrá de perder a quien fue o está siendo el absoluto otro. Cada historia narra el misterio del ser humano, el infinito valor de cada persona. Cada historia habla de las presencias que hemos perdido sin haberlas acariciado tan siquiera, del tiempo en que ellas dieron y en el que nosotros no supimos ni recoger ni dar nada. Y también de aquel tiempo en que dándolo todo, no nos vieron, no nos supieron mirar.
A lo largo del libro se va haciendo evidente una presencia catártica, una misma esencia en cada relato, el dolor habido como precio por recuperar la esencia de la persona que no supimos ver, de quien pasó rozándonos tan siquiera... y el infinito dolor por no haber sido mirado a los ojos. En esos relatos se refleja la esencia doliente del ser humano, infinita, abrumadora y real. También su presencia dañina. Con esto vivimos todos.
Ed. Funambulista.
El titulo fue lo que me empujó a acercarme a este libro, es atractivo, me supo buscar, me había sabido llamar la atención. Al leerlo recordé estas palabras de Frigyes Karinthy:
How could man and woman understand each other?...
They want entirely differents things,
each wants the other.
He de confesar que en un principio tuve la idea de que los escritores que tienen ya un hueco en el mundo literario se pueden permitir el lujo de escribir sobre cualquier cosa, esa fue mi primera impresión, en los inicios de la lectura. A medida que fui leyendo los diferentes relatos empecé a comprender la unidad del libro; la armonía escondida que recoge cada uno de los relatos, cada una de las cercanías sentidas que describe el devenir de cada historia. Fui comprendiendo lo que el libro quería expresar con esas cortas narraciones que poco tienen que ver entre sí, que permanecen aisladas. A través de ellas veía pasar veladamente la esencia doliente de la búsqueda, la añoranza del otro, ya sea presente, pasado o futuro.
Cada una de esas narraciones recoge un dolor diferente, una alegría melancólica, una esencia de despedida, un duelo por lo vivido. Un recuerdo de aquellas personas que pasaron rozándonos desde el silencio, añoranza por todos los seres que nos acompañaron y nos quisieron, aquellos que no supimos ver desde lo que eran, con lo que nos ofrecían. Personas a las que también quisimos, aunque no las supiéramos mirar. Pasado y también presente. Porque hoy quizá, nos ocurra más de lo mismo, probablemente.
¡Que ciego es el ser humano a veces en su querer encontrar!... Esa nada absurda y fría en la que a veces buceamos, realidad de presencias que no vemos, que ni siquiera llegamos a intuir. Soledad inventada. Por el contrario, qué difícil ha sido también la tarea de esperar a ser visto. Permanecer al lado sólo rozando lo que se ansía, sin necesidad de poseerlo, con miedo a hacer ruido porque el sueño se podría esfumar del todo. ¡Qué vanidad tan grande!, y ¡qué trágica es su moneda!...
Leemos y se nos olvida el relato, ya no importa la historia que se cuenta, el tiempo o el lugar en el que se desarrolla. Y es que ahí estamos nosotros, lectores desprotegidos, aislados, buscando al otro para poder encontrarnos a nosotros mismos. El ser humano, sabedor de que viéndose en el camino elegido, perderá o habrá de perder a quien fue o está siendo el absoluto otro. Cada historia narra el misterio del ser humano, el infinito valor de cada persona. Cada historia habla de las presencias que hemos perdido sin haberlas acariciado tan siquiera, del tiempo en que ellas dieron y en el que nosotros no supimos ni recoger ni dar nada. Y también de aquel tiempo en que dándolo todo, no nos vieron, no nos supieron mirar.
A lo largo del libro se va haciendo evidente una presencia catártica, una misma esencia en cada relato, el dolor habido como precio por recuperar la esencia de la persona que no supimos ver, de quien pasó rozándonos tan siquiera... y el infinito dolor por no haber sido mirado a los ojos. En esos relatos se refleja la esencia doliente del ser humano, infinita, abrumadora y real. También su presencia dañina. Con esto vivimos todos.
I met my old lover
On the street last night
She seemed so glad to see me
I just smiled.
And we talked some old times
And we drank ourselves some beers.
Still crazy after all this years,
Still crazy after all this years...
Paul Simon
Hoy es un día especial para mí.
ResponderEliminarDespués de recorrer varios desiertos, de atravesar un par de cordilleras y de nadar a través del gran océano, creo que encontré lo que buscaba.
Un socia literata.
Se llama Ana.
Acaricia dulcemente las palabras, vive intensamente cerca de los límites del dolor humano y a decir verdad se divierte escribiendo.
Le lanzo un reto imposible y me responde, con calma y sosiego, afirmativamente.
Cuidaré muy mucho a esta socia, pues del devenir de nuestra singladura, tal vez surjan nuevas rutas en la aventura de la palabra.
Iré de cara. Lo primero lo primero.
Haré partícipe a mi esposa de tamaña empresa. Que los vientos del Atlántico conozcan la envergadura de nuestro velamen.
A partir de hoy, tan solo existirá un límite.Aquel que nuestra imaginación no sea capaz de saltar.
Si fuera ola, si por un momento fuera viento embravecido, si mi alma se convirtiera en peligroso arrecife de coral, temblaría al observar esta nueva nave.
Gobernada por mentes abiertas y generosas, capaces de divertirse escribiendo, valerosas ante los peligros de la página en blanco, la nueva nave surcará los mares con la potencia de la sangre joven.
Porque cualquiera que se atreva a romper los límites de lo conocido hasta ahora, está predestinado a obtener el más alto galardón jamás soñado.
La satisfacción de dejar escrito un legado a sus hijos.
Y luego...¡que arda Troya!
Veamos... veamos que nos sale tirando del hilo.
ResponderEliminarUn abrazo Driver.
Driver tiene toda la razón, Anita. Esa sensación también la tengo yo. Acaricias las palabras. Se deslizan con una suavidad como si fueran de seda.
ResponderEliminarMe quedo con la referencia del libro.
¿Qué te ha propuesto, Driver... que es terrible cuando tiene una idea? Su cabeza bulle, va a quinientos por hora...
Un beso, guapa
Libro atractivo: tomo nota y bienvenida al mundo del blog propio.
ResponderEliminarHola Modestino, encantada de leerte por aquí. Un saludo.
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