Siempre imperceptible, vas y vienes, te quedas un rato, y te vas. Nada importa que no haya realidad al otro lado, nada. Sólo el latido de unos minutos y su recuerdo son verdad. Un día, te enfrentas a lo incomprendio, a lo inasible, a aquello que nunca hubiera querido mirar. Y de repente, ante la pérdida de todo lo querido, aparece tu sonido. Esa presencia que los demás no pueden ver, ese lado que no te sale dar. El lado amorfo de los momentos inesperados. Ese que tu soberbia no puede habitar. Tú, tan poco comprendido. Nosotros, en nada parecidos.
Incomprensión. Invisibilidad. Percepción no presentida.
Incomprensión. Invisibilidad. Percepción no presentida.
Cómo podrían si no han latido en la misma risa, en el mismo sonido, en el mismo llanto. No han habitado la frontera del abismo. Esa frontera imbatible que nos hace caer, en la oscuridad, sin remedio. Profundo, profundo y sin asidero. Acantilado imprevisto. Tú y yo, caminantes de pasos lentos y dormidos, sin destino. Eso hemos sido. Tú, el sonido de una voz que se para, que no tiene prisa y se queda. Permanencia insonora. Una voz que no deja de querer, que no olvida, ahí, desde la nada de mi presencia, en esa nada de lo que mi mirada reflejaba. Y tú te quedaste en ella, a pesar de tu abismo, y sostenías el sonido de mi risa. Instantes amorfos de soledades percibidas. Dos abismos confrontados a la resonancia de la risa. Eso somos. Eso seremos.
Y hoy es noviembre, y hoy ha amanecido un día triste; gris y silencioso. Y yo sólo sé ser lo que soy. Recuerdo. Despedida. Memoria. Eso late hoy en el silencio de este gris. Sin final, te ataré con todas mis fuerzas…
Y hoy es noviembre, y hoy ha amanecido un día triste; gris y silencioso. Y yo sólo sé ser lo que soy. Recuerdo. Despedida. Memoria. Eso late hoy en el silencio de este gris. Sin final, te ataré con todas mis fuerzas…
Permite que te explique, que no tengo prisa,
no importa que tengas algo mejor que hacer,
así nos podemos quedar toda la vida,
así si me dejas, no te dejare de querer ...y al final,
te ataré con todas mis fuerzas,
mis brazos serán cuerdas al bailar este vals ... y al final,
quiero verte de nuevo contenta,
sigue dando vueltas
... si aguantas de pie.
Cuánto late ahí dentro, Ana. Te va a explotar el corazón... como el final no sea pronto. Digo... Que igual me equivoco... ¿o no?
ResponderEliminarBesiños.
No, Sunsi... ya no explota. Si no explotó en su momento, seguirá recio. No lo dudes. Y aunque detrás de lo escrito estamos, también es una manera de reinventarse. A saber qué será verdad y qué no, de todo esto. Sólo son palabras, no las interpretes, no las dejes reposar en la soberbia.
ResponderEliminarNosotros, los que las dejamos... somos aún mucho más. Un abrazo enorme.