Yo he vivido en Estocolmo seis meses, incluyendo un invierno donde la nieve no se fue de enero hasta marzo, y la verdad es que si el país funciona (pasan las quitanieves, hay buenos sistemas de calefacción, el transporte público funciona con regularidad) es una bendición. Pero lo cierto es que el diálogo que has colgado tiene bastante gracia. Por cierto, ¿por qué siempre que nieva se hace el silencio?
Hola Jota... bienvenido a mi casa. Suerte de ti que entiendes perfectamente el diálogo, yo lo sobreentiendo... a duras penas. Aún así, me identifico totalmente con el gesto... porque aquí, que muchísimo menos, se hace interminable... no bus, no taxis, no coche... la nieve está durísima, hielo... eso sí, en casita fenomenal... Si no se tuviera que salir....
Es cierto el silencio. Recuerdo la nieve en pleno pantano de Luna... y el absoluto silencio. Impresiona de veras. Gratamente. Aunque no dejas de sentir cierta congoja...
Buenas noches, Anita. Siento muchísimo no haber tenido tiempo hoy. Me hubiera encantado una conversación sobre nevadas y calefacción dentro de casa... Mañana espero que sea mejor día.
Una vez me quejé en un poema de haber sido tan estúpido de olvidarme la infancia por quejarme de los inconvenientes de una nevada. El lunes me ocurrió lo mismo, y por la noche volví a lamentar el penoso pragmatismo que me ha hecho envejecer. El mundo hay que mirarlo siempre con los ojos de los diez años, que es cuando nos pasamos los días aplaudiendo el espectáculo de lo que más tarde nos parece una contrariedad.
A este lado de la ventana, al final la infancia es la que ha vencido. He subido al hospital en un coche que patinaba... llegamos, vi nevar como hacía años no veía caer la nieve... bajé el coche después de sacarlo de un intenso pulso con el acelerador... aun así, la risa ha sido vencedora. Afortunada aún, mi contrariedad se quedó disminuída... pero sigo diciendo que lo es; es una enorme contratiedad... nieve, helada, nieve... ufff. Normal que se nos olviden los diez años... Un abrazo navideño, Antonio.
Yo he vivido en Estocolmo seis meses, incluyendo un invierno donde la nieve no se fue de enero hasta marzo, y la verdad es que si el país funciona (pasan las quitanieves, hay buenos sistemas de calefacción, el transporte público funciona con regularidad) es una bendición. Pero lo cierto es que el diálogo que has colgado tiene bastante gracia.
ResponderEliminarPor cierto, ¿por qué siempre que nieva se hace el silencio?
Hola Jota... bienvenido a mi casa. Suerte de ti que entiendes perfectamente el diálogo, yo lo sobreentiendo... a duras penas. Aún así, me identifico totalmente con el gesto... porque aquí, que muchísimo menos, se hace interminable... no bus, no taxis, no coche... la nieve está durísima, hielo... eso sí, en casita fenomenal... Si no se tuviera que salir....
ResponderEliminarEs cierto el silencio. Recuerdo la nieve en pleno pantano de Luna... y el absoluto silencio. Impresiona de veras. Gratamente. Aunque no dejas de sentir cierta congoja...
Un saludo.
Buenas noches, Anita. Siento muchísimo no haber tenido tiempo hoy. Me hubiera encantado una conversación sobre nevadas y calefacción dentro de casa...
ResponderEliminarMañana espero que sea mejor día.
Bssssssssssssssssssssss
No te precocupes, que lo recupermos... a nosotras es precisamente lo que nos ocurre... que nos sale la conversación en cualquier rato... jajajajaja.
ResponderEliminarUna vez me quejé en un poema de haber sido tan estúpido de olvidarme la infancia por quejarme de los inconvenientes de una nevada. El lunes me ocurrió lo mismo, y por la noche volví a lamentar el penoso pragmatismo que me ha hecho envejecer. El mundo hay que mirarlo siempre con los ojos de los diez años, que es cuando nos pasamos los días aplaudiendo el espectáculo de lo que más tarde nos parece una contrariedad.
ResponderEliminarUn saludo, y feliz Navidad.
A este lado de la ventana, al final la infancia es la que ha vencido. He subido al hospital en un coche que patinaba... llegamos, vi nevar como hacía años no veía caer la nieve... bajé el coche después de sacarlo de un intenso pulso con el acelerador... aun así, la risa ha sido vencedora. Afortunada aún, mi contrariedad se quedó disminuída... pero sigo diciendo que lo es; es una enorme contratiedad... nieve, helada, nieve... ufff. Normal que se nos olviden los diez años... Un abrazo navideño, Antonio.
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD!!!!
ResponderEliminarScarlett y yo te deseamos que lo pases genial con tus familiares y personas más queridas.
Besos
Igualmente Frank, un abrazo cibernauta en estos días en que se celebra la Luz del mundo.
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