DESPEDIDA

Allí estabas, pero tu mente se había ido lejos. Escuchabas su voz desde tan lejos, que sólo era un rumor, la percepción de alguien muy lejano. Su sonido se confundía con la presencia de las olas. Te preguntaste si quizá eran así las despedidas cuando a quien se despide se le sabe ya punto final. Serenidad. El principio de un adiós se hacía presencia frente a ese sonido de mar. Tu alma se dijo a sí misma que aquello era un desasirse, un dejar de ir a la deriva, que por fin se abriría un camino, sin necesidad de tregua, sin sentir la necesidad de mendigar. Desasirse y convertirse en brisa marina. Sin el eco de esas reminiscencias de afecto que tanto te han arrastrado siempre, hasta dejar de ser tú. Nada quedaba ya. Sólo la oscuridad y el tímido sonido de un adiós.Te levantaste tranquilamente y te viste paseando. Te apetecía bordear aquel mar, aquel Atlántico que había sido principio, y que ahora, en una noche sin luna, te traía palabras de final.
_ Las cosas un día se acaban. _ te dijiste sin pronunciar palabra alguna. Sólo el rumor de la noche te pudo oir.
Y aquella que no imaginaste ser nunca, eras. Esa era tu mirada real, la del abandono. Te sentaste en el borde de una roca. Sólo permanecía una oscuridad plena; sólo el rumor del agua, y tu pensamiento, que parecía habitar aquel escenario sin presencia. Habías dejado de ser impaciente y desencontrada . Tu mirada buscaba un punto fijo ante aquella oscuridad, un punto visible. Necesidad de certeza. Parecías buscar algo serenamente. Y ocurrió. Allí mismo, a solas, fuiste capaz de llorar ante aquella oscuridad tan honda, fuiste capaz de encontrarte con el eco de una voz; la tuya. Y tus lágrimas comenzaron a brotar limpias, serenas, abundantes. Fluían solas, muy solas. Soledad del agua; lágrimas y mar. Sabor a sal. Y allí, en aquella serena noche de mar profundo, por fin, supiste que habías llegado al final. Por fin podías sostenerlo en tus labios. Y sentiste en ellos el temblor de una inusitada oración.
_ ¿Nos vamos? _ Te dijo bajito, sin querer romper el silencio.
_ Sí claro. _ Te levantaste disimulando, en silencio. Y sin palabras, caminaste el resto del sendero. Ya sólo querías llegar; llegar a casa.

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