Invisible, te paseas por mis palabras. Me pregunto qué es lo que te empuja a seguir sobre ellas cuando no eres capaz de comprenderlas, de entrar un poco en lo que ellas quieren expresar; esa realidad que habitan. Vuelves una y otra vez, y no sabes muy bien qué te mueve a hacerlo. O quizá sí, sí lo sepas. Desde el silencio de tu mirada dejas caer de vez en cuando todo tu pensamiento sobre ellas. ¿Qué te dicen? ¿Qué es lo que te atrae o repele de ellas que sientes la necesidad de estar aquí?
Necesitas leerlas, ver cómo son, cómo se mueven en este mundo tan amplio de la red, tocarlas desde tu perspectiva. ¿Por qué? ¿Qué sentimientos hacen que entres por aquí, que busques las palabras que no entiendes? Aquí sólo hallarás el recuerdo de lo que un día te contrarió. No busques nada en ellas. Se necesita una mirada neutra para poder entrar en estas palabras, y no sacarlas de quicio. Para no juzgarlas. Aún no has sido capaz de comprender que mis palabras no son mi yo. Que yo no soy como ellas. Pero tú eso no lo sabes, quizá porque tú sí te ves como tus palabras. Las mías, sencillamente, no lo son. Muchas veces lo quisiera, sí, parecerme un poco a ellas, a todo lo que desde su limitada posibilidad quieren expresar. Otras no, otras no quisiera para nada ser igual a ellas. Son soberbias, se creen que lo saben todo. Y amiga mía… el todo, es un imposible. Nadie es todo en la misma medida en que nadie es nada.
Pero tú necesitas volver, buscas la brecha que te pueda acercar a un juicio, tienes la necesidad de arruinarlas, de apocarlas, de dejarlas ridículas. Y es cierto, muchas veces, lo son. Ridículas y soberbias. No me juzgues cuando te encuentres con ellas, cuando las busques. Yo no soy estas palabras, no estoy en ellas. Ellas son independientes, nada tienen que ver con lo que a mí me pueda hacer inmensamente grande, tampoco con todo aquello que me pueda volver infinitamente miserable. No soy ellas, ni tan siquiera estoy aquí. Mis palabras sólo son pensamiento, aquello que yo veo, que deseado o no, en absoluto llego a ser por mucho que a veces lo quisiera. La calma y la intemperancia no suelen estar nunca en la misma estancia. Somos pura contradicción, por eso no me hallarás en estas palabras. Nunca somos lo que nuestras palabras son. Siempre seremos mucho más… o mucho menos. No se sabe bien. Nunca.
Necesitas leerlas, ver cómo son, cómo se mueven en este mundo tan amplio de la red, tocarlas desde tu perspectiva. ¿Por qué? ¿Qué sentimientos hacen que entres por aquí, que busques las palabras que no entiendes? Aquí sólo hallarás el recuerdo de lo que un día te contrarió. No busques nada en ellas. Se necesita una mirada neutra para poder entrar en estas palabras, y no sacarlas de quicio. Para no juzgarlas. Aún no has sido capaz de comprender que mis palabras no son mi yo. Que yo no soy como ellas. Pero tú eso no lo sabes, quizá porque tú sí te ves como tus palabras. Las mías, sencillamente, no lo son. Muchas veces lo quisiera, sí, parecerme un poco a ellas, a todo lo que desde su limitada posibilidad quieren expresar. Otras no, otras no quisiera para nada ser igual a ellas. Son soberbias, se creen que lo saben todo. Y amiga mía… el todo, es un imposible. Nadie es todo en la misma medida en que nadie es nada.
Pero tú necesitas volver, buscas la brecha que te pueda acercar a un juicio, tienes la necesidad de arruinarlas, de apocarlas, de dejarlas ridículas. Y es cierto, muchas veces, lo son. Ridículas y soberbias. No me juzgues cuando te encuentres con ellas, cuando las busques. Yo no soy estas palabras, no estoy en ellas. Ellas son independientes, nada tienen que ver con lo que a mí me pueda hacer inmensamente grande, tampoco con todo aquello que me pueda volver infinitamente miserable. No soy ellas, ni tan siquiera estoy aquí. Mis palabras sólo son pensamiento, aquello que yo veo, que deseado o no, en absoluto llego a ser por mucho que a veces lo quisiera. La calma y la intemperancia no suelen estar nunca en la misma estancia. Somos pura contradicción, por eso no me hallarás en estas palabras. Nunca somos lo que nuestras palabras son. Siempre seremos mucho más… o mucho menos. No se sabe bien. Nunca.
Supongo que las palabras tienen el poder de crear realidades, pero sólo a veces. Al fin y al cabo, las palabras son cárceles que nunca consiguen expresar lo que realmente ocultan. El lenguaje es una limitación de las emociones. Estamos solos, siempre.
ResponderEliminarBesos.
Palabras, que incitan al pensamiento, que abren caminos, que cierran puertas, que unen, que dispersan...
ResponderEliminarY más...
Bello como siempre visitarte, la canción esta formidable..
ResponderEliminarPara estas fechas.. que la pases de maravilla..
Un abrazo
Saludos fraternos..
Feliz día...
Un comentario profundo y una canción preciosa. Feliz domingo ... aunque enseguida es lunes ;).
ResponderEliminarEl lenguaje es una limitación de las emociones... me gusta esto que has escrito Lagarto. Y sin embargo, a ti se te da muy bien la descripción de las palabras. Claro que nos metes en cada laberinto...
ResponderEliminar;)) Un abrazo.
Palabras volanderas amig@mi@, que nos traen, nos llevan y nos mantienen a flote... Un beso.
Adolfo, un abrazo. Espero que estés recuperado de todo lo que te deja así, como ausente. De todos modos pienso que es parte de tu "ser"... que siempre estarás en esas ausencias de las que luego salen palabras y colores.
:)) Un abrazo.
Modestino... en fin, yo hoy tengo metido en la cabeza que es lunes. Vamos, que como que vivo adelantada... ;)) Espero mañana lunes no volverte a desear feliz domingo, aunque con los despistadillos nunca se sabe. Todo puede pasar... ainsss. Un abrazo.
Sin duda, somos mucho más que nuestras palabras, pues el lenguaje sólo es una de las múltiples formas de expresión del espíritu humano. Sin embargo, aunque resulte imposible la identificación absoluta entre el escritor y la escritura, creo que hay que dejar en nuestras palabras, sin reservas ni reparos, el conjunto de emociones, memorias, anhelos y pensamientos que llevamos en nuestra conciencia y que nos define como individuos. Y, si escribimos con una sinceridad razonable, no debe importarnos que a algunos les desagrade lo que escribimos, pues las sensibilidades humanas son tan diversas que los desacuerdos son inevitables.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ramiro, un abrazo lo primero. Se te echa de menos. Me encanta cómo te has expresado. Es cierto, la escritura ha de ser siempre sincera. Lo es. Y sin embargo, no nos delimita, aunque sí nos defina en parte. No existe identificación absoluta, eso quería decir. Identificación, por supuesto, se podría notar quién escribe qué. Pero somos aún mucho más. O mucho menos... a veces. Otro abrazo.
ResponderEliminarSí son soberbias las palabras, Ana, a veces parecen tener vida propia, porque adjudican a quien las ha escrito el criterio de quien las lee. Es como si tuvieran cierto grado de autonomía.
ResponderEliminarBesos.
Palabras volanderas... Ana. Una vez que las dejas crecen, son ellas, sólo queda la presencia de la historia que necesitó ser narrada, del pensamiento que quiso ser libre. Del autor nada queda, aunque siempre esté.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Hola Ana.me encanta el video que has puesto, y por supueto tu comentario, las palabras , esos instrumentos de comunicación tan importanes, para mí son algo muy grande, y yo creos que muchas veces , es más fácil decir las cosas con palabras escritas, que decirlas a la cara,
ResponderEliminarsigue escribiendo así.
un abrazo.
Blanca,
Por cierto, después de mucho tiempo, hoy he vuelto a actulilzar, me ha costado, pero ya lo he conseguido¡¡¡, ahora ya lo haré más a menudo.
ResponderEliminar¡Lo tengo!
ResponderEliminar¡Por fin, tras algunas pruebas, he encontrado un estilo donde lo que escribes se corresponde inequívocamente con lo que eres!.
La pista me la dio un manual de comunicaciones telegráficas.
Ejemplo REAL.
"Avisa con tiempo la próxima vez que vengas a Madrid. STOP. Queremos comer con vosotras. STOP. Que las niñas jueguen. STOP.Que los adultos parloteen. STOP.¿Os gusta el cocido?.STOP.¡Podríamos hacer una lectura en voz alta en la sobremesa!. STOP"
Éste es de los textos tuyos más bellos que he leído.
ResponderEliminarBlanca... qué enorme ilusión tener tus letras por aquí. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarDriver! Siempre me sorprenderás, estoy seguro. Es lo que tienen los magos. Por supuesto que en Madrizzz... quedamos todos. Toditos, todos. Te gustará mi familia madrileña.
Zambullida, muchísimas gracias. Eso me hace mirar este texto de otro modo... no creas que me gustó mucho cuando lo solté. Un abrazo muy fuerte.
...por supuesto que tú no estás en las palabras que nos traes, y seguro que no eres como vienen, a saber de donde las traes, y donde estaban antes de que llegaran aquí.
ResponderEliminarLo que sí es cierto que Tú estás entre ellas y según caen, quien las lee imagina un acierto de cabeza y alguna que otra corazonada...
Besines!