Ver en lo que no es perfecto la maravillosa mariposa que llegará a ser no es nada fácil, y sin embargo, su esencia late ahí, en ese conjunto de desencuentros. En lo imprevisible. En la rotunda libertad de nuestra mirada. Sólo es necesario el gran latido de todo aquello que nos regala el tiempo para que se produzca esa infinita transformación. Si hay alguien a quien dedico especialmente estas palabras es a mi hija. A ella y a toda su esencia; a todo lo que aún le queda por descubrir de sí misma. A ese infinito color de su mirada que empieza ya a crecer poderosamente. Te quiero, mariposa.
Muy bellas palabras. Es impresionante que a pesar de ser un texto muy corto no deja de ser poderoso.
ResponderEliminarSaludos
La persona que lo habita lo hace poderoso... en esas palabras está mi hija.
ResponderEliminarY... anda que no me pongo chulita ¿eh?.
Gracias por tus palabras, marcoantoniocastillo.
;))
(meencantapronunciarloasí)
Me ha venido a la memoria,una vez que se me han acabado las lágrimas, una historia que había leído en algún mail... te la dejo aquí.
ResponderEliminarCuentan que un hombre, mientras paseaba por un campo cercano a su casa, encontró un capullo de mariposa y se lo llevó a casa para poder ver cómo nacía. Un día se dió cuenta de que había un pequeño orificio en el capullo, y entonces se sentó a observar, durante varias horas, cómo la mariposa luchaba para poder salir de allí.
Vio cómo se esforzaba para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio. Hubo un momento en el que parecía que ya no progresaba en su intento. Daba la sensación de que se había quedado trabada. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y, con unas tijeras pequeñas, hizo un corte lateral en el orificio para agrandarlo y facilitarle la salida. Así fue como la mariposa vió la luz. No obstante, tenía el cuerpo muy hinchado y las alas pequeñas y dobladas.
El hombre continuó observando, esperando a que, en cualquier momento, las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar el peso del pequeño cuerpo de la mariposa. Nada de eso sucedió, y la mariposa sólo podía arrastrarse en círculos, con su cuerpo deformado y las alas dobladas... Nunca llegó a volar.
Lo que en su ignorancia no entendió el hombre, inmerso en su espíritu salvador, es que la restricción de la abertura del capullo, y la lucha de la mariposa por salir a través del agujero diminuto, era la forma en que la naturaleza forzaba a los fluidos de su cuerpo a ir hacia las alas a fin de que se hicieran grandes y fuertes para poder volar.
La libertad y el vuelo sólo pueden llegar después de la lucha y el esfuerzo. Y al privar a la mariposa de su lucha, ayudándola a salir del capullo, también le privó de su libertad y de su capacidad de llegar al cielo.
Extracto del libro, Aplícate el cuento… Jaume Soler y Mercé Conangla, Ed Armat.
Ah, y gracias por ser grande.
Gracias a tí amiga,
ResponderEliminarYo tengo tres mariposas en distintos estadíos de su metamorfosis...
Un abrazo
Ana, es preciosa esa historia. Es un esfuerzo titánico quedarse mirando... un auténtico esfuerzo. Doy fe. Un beso enorme.
ResponderEliminarEnhorabuena, amig@mi@ por esas tres mariposas... ;)) Un abrazo.
Montse y guisantillo... y tú, diminuta. Historias para aprender. Me ha gutado mucho la de Princesa. El sufrimiento de nacer. Me aplico la lección. Nacemos todo los días.
ResponderEliminarUn beso, ana.