DESMEMORIA.

  

No he vuelto a tener la mirada de la infancia, su irrefrenable avidez. No he vuelto a sentir lo que era no tener miedo, correr libre de incertidumbre y sentir sólo el horizonte. No he vuelto a correr calleja tras calleja detrás del chico que me gusta para hacerme la encontradiza. No he vuelto a pasar toda la tarde  muerta de risa con mis amigas y una bolsa de pipas. No he vuelto a saber lo que era sentirse en las nubes cuando sonaba una canción, o cuando tú sin esperarlo, doblabas la esquina.

No he vuelto a vender entradas para la disco, ni a hacer la fila del duro. No he vuelto a ser Scarlett. Ya no pintarrajeo mis cuadernos, ni los libros, ni guardo la foto del chico que me gusta entre mis papeles. No he vuelto a coger unas castañas asadas en las manos heladas, ni a chupar el frío de los témpanos arrancados a un tejado. No he vuelto a jugar al futbolín. Ni he metido moneda alguna en una máquina para que sonase mi canción preferida. No he vuelto a ser la muda. No he vuelto a ver aquel jersey rojo. No he vuelto a sentir las piedras picudas del río sobre mis pies, ni tampoco me he agarrado a tí para que no me arrastrase la corriente. No te he vuelto a ver.

Algunos sonidos han desaparecido. Me cuesta reconocer que aquellas cosas que me importaron un mundo, hoy, se están desdibujando por completo. Al ver esta foto, he sido consciente de que quizá, hemos perdido demasiadas cosas. Que ni el recuerdo sería capaz de llevarnos de nuevo al lugar que nos dibujó tan espontáneamente felices. Dichosa memoria, mira que es caprichosa.

REVELACIÓN

Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.


Nadie te esperó tanto, Niño Dios. Nadie puso tanto esmero sin dejar que se  le rompiera la esperanza ante los imprevistos. Nadie puso tanta alegría en una cuna tan humilde. Nadie dijo sí tan sencillamente, sin miedo. Nadie te ha amado más, Niños Dios.

Hoy celebro Tu Mirada sobre el mundo, sé que mi voz no tiene aquel eco que tuvo la voz de María cuando te acogió en sus brazos, cuando sonrió el verte en aquel pesebre tan humilde. Nadie como Ella al recibirte. Nadie.

Celebro este día. Que su Verdad no se me olvide el resto de los días que vendrán. Que no haya tristeza ante las dificultades, ni desesperanza. Que sepa ser tan siquiera un leve reflejo de aquella Sonrisa que te acogió con un sí tan rotundo y humilde. Que no se me olvide la humildad de tu Pesebre.


DESDE LA VERDAD, ESTO ES, SER POBRE.
NO PRETENDER QUE NADA NOS CUBRA DE ESPLENDOR, 
NI APARECER DE NINGUNA MANERA ANTE NADIE, 
APRECIAR SÓLO LO NECESARIO SIN DARLE IMPORTANCIA. 
IR RECTAMENTE HACIA EL CORAZÓN DE LAS COSAS. 
Maria Zambrano.


Al lado del Misterio, seáis creyentes o no, os deseo a unos felices días rodeados de las personas que más queréis. Y que la Luz de Esa Mirada envuelva vuestros días, la podáis sentir o no.



113.031




No es un simple número. Esa cifra contabiliza las biografías que en el año 2010 dejaron de existir. Les dimos la no existencia, la no posibilidad, el silencio, antes siquiera de poder pensar qué es lo que hubieran querido decirnos. Les negamos la palabra. Nos dimos la vuelta ante su derecho a ser. No fuimos capaces de crear un espacio en esta sociedad para su posibilidad, para construir lo que tenían escrito en las alas de su libertad. No les dimos opción para ser quienes hubieran querido ser; un inventor, un médico, una arquitecta, la señora que cuidaría de nuestros nietos con todo el amor del mundo, la persona anónima que un día pudiera tendernos la mano en un momento sorpresivamente inesperado, o simplemente, la última persona a la que mirásemos a los ojos o tocásemos la mano. Sin oportunidad de ser, se quedaron para siempre en su tiempo mudo. 

Lo que más me duele al pensar en esa cifra es el número real de embarazos deseados que incluye, y que por circunstancias evitables, se convirtieron en no-realidad, en pura ausencia de futuro. Cuáles fueron las circunstancias de la vida que no ofrecieron mucho más a esa madre que quizá, quizá, no hubiera tomado esa determinación de haber podido ser modificadas. Y lo que me gustaría verdaderamente saber es qué parte de culpa tengo yo en esas circunstancias. Porque me niego a pensar que la responsabilidad es sólo de esa madre que decide terminar con la vida que, sorpresivamente o no, ha ido a colocarse a su lado. Lo que ayer pensaba exactamente al escuchar el debate en la radio es qué parte me toca como ciudadana para poder lograr que una madre que desea su embarazo, no vea como solución el aborto de esa vida. Qué parte está en mi mano para modificar la sociedad, circunstancias o familia que no le dejan otra opción. Yo formo parte de esa sociedad, de los valores que la rigen, soy responsable de ellos tal y como lo soy de los valores que sostienen a mi familia. Y estoy obligada a pensar seriamente en qué puedo hacer para que un embarazo deseado sea posible, sea realidad.

El problema no es la ley del aborto. El problema real y al que hay que enfrentarse es a las circunstancias que hacen que una mujer vea esa ley como una posibilidad, como una salida. El problema está en la sociedad de la que formo parte, que no es capaz de construir una red sólida que consiga que una madre con dificultades pueda encontrar otro camino. Ayer, mientras escuchaba el debate en la radio pensaba en ellas, en esas mujeres que queriendo hacer las cosas de otro modo, no tuvieron fuerzas ni el respaldo necesario para ello. Y aunque no las conozco, lo cierto es que no he dejado de pensar en ellas. 

El ejercicio esencial de la libertad del hombre, la realidad de la dignidad humana, necesita de unas premisas de las que todos, absolutamente todos, somos responsables. Y ahí está mi parte, en lo que yo como ciudadana construyo o dejo de construir. Porque una madre que decide un sí rotundo a la vida, dice sí a un camino muy largo. La educación de un niño, además de a su familia, le compete también a la comunidad en la que ese niño nace; esta debería garantizar una serie de parcelas para que ese niño pueda vivir. Nuestra sociedad ha de ser garante de un estado de bienestar en el que la opción aborto no tuviera que incluir jamás a un sólo embarazo deseado. Y de esa sociedad cada uno de nosotros somos parte. No podemos mirar para otro lado...


EL MENTIROSO

Editorial Funambulista.



  _ Su marido estuvo un instante mirando fijamente el cuadro. Luego se dirigió a su esposa, se inclinó sobre ella, la abrazó de nuevo y comenzó a tranquilizarla: "¿Qué ocurre, querida? ¿Qué diablos ocurre?, le preguntó. Lyon oyó la respuesta.
_ Es cruel.¡Dios mío! ¡Es demasido cruel!



 La verdad, cuando se presenta de golpe, siempre es cruel. Nada es lo que parece. Nunca somos lo que queremos hacer ver que somos. Nunca somos esa máscara que tan laboriosamente hemos ido construyendo, seamos o no conscientes de ella. No somos ese traje que lucimos de cara a la galería. Sólo las personas valientes y libres son capaces de enfrentarse a la desnudez que toda verdad supone; y personalmente tengo la percepción de que en general, somos bastante cobardes.

¿Hasta cuándo el ser humano es capaz de sostener su propia  mentira? ¿Tiene el ser humano consciencia de esa mentira, o de tanto que la ha recreado termina por sentirla verdad? Cuando la mentira habita en el otro, en un ser querido; ¿qué es lo que nos empuja a mantener esa falsedad? ¿Qué es lo que nos incita a ocultar  la verdad que el otro es a nuestros ojos? 

¿Por qué el ser humano se convierte en especialista en ocultar la verdad, sea propia o de las personas a las que ama? El observador no deja de preguntarse, de intentar saber qué hay detrás de la  mentira. Algo le sale de ojo a todo observador cuando se topa con una no realidad, con una no verdad, con una realidad reconstruída con vete tú a saber qué intención; si la de plasmar en los demás una persona que sabes que no eres, o la de engañarse a sí mismo trantando de ocultar esa verdad que sabes muy bien sí eres. Incluso me pregunto si realmente existe consciencia de esta intención, o se trata de un compulsión que no sentimos. Así de patéticos podemos llegar a ser; desoconocedores e ignorantes absolutos de nuestra no-verdad.

De toda mentira, lo que realmente conmueve, es la verdad latente que trata de ocultar. Una necesidad que de seguir oculta, trastornará el alma. Esa necesidad que da respuesta a la mentira, será siempre una herida. Y se puede infectar. Tapar,  velar una verdad que es tan nuestra, o tan del otro, como lo es el color de los ojos, o el rictus de la sonrisa, es tan sólo el comienzo de un calvario del que quizá, nunca seas consciente.

De fondo permanece el espectador, ese yo que observa la mentira, que se pregunta cómo hacer caer la venda de quien mirando, no se ve, ni es capaz de ver a los demás. Es la eterna pregunta; ¿por qué reconstruímos nuestra realidad?, ¿por qué tratamos de construit una realidad que no somos? ¿A quién pretendermos engañar?

Henry James, autor al que he descubierto recientemente, me ha impresionado. He leído dos de sus relatos cortos. Es el espectador de la vida, de la vida-verdad. Es la narración de los sentimientos, de los constructos del alma, de todo aquello que sin saber que somos, somos a gritos, por mucho que nuestra alma crea que tiene otro sonido. Somos a veces lo no esperado, por mucho que se lo negemos a la verdad. A cada paso, sea una mentira o no, estamos gritando nuestra verdad. Otra cuestión es, si estamos dispuestos a escucharla o no. Si queremos estar del lado de nuestra verdad, o de la que los otros esperan. Si estamos dispuestos a tolerar la verdad del otro, o queremos reinventarla. Ese es el dilema; o lo que soy, o la reconstrucción de lo que quiero y no soy.

¿Por qué el ser humano tiene esa necesidad de mentirse y de reconstruir su apariencia de cara a los demás? ¿Tan difícil es ser uno mismo?

DEL SILENCIO





Te fuiste. No sentí tus pasos, no noté que se alejaban. Sólo hoy he sido consciente de que no estás. A veces no damos importancia a las miradas que son calladas, a su silencio, a toda esa forma de estar en el mundo que  las hace invisibles. No se la damos porque desconocemos la fuerza con la que sujetan nuestro mundo. Un día, ante el giro de los acontecimientos de tu vida, tiendes la mano y el vacío te enseña que ya no están. Entonces, vas repasando los numerosos recuerdos que han dejado en tu vida, te paras en esas pequeñas esquinas del tiempo en que coincidistéis al azar. Son más cosas de las que imaginabas; una melodía, una palabra, una forma de mirar, aquella película o esta canción. Y piensas que mientras te acompañaba, había una nota especial en la música de tu vida. Ahora, aunque echas de menos su silenciosa presencia, te dices que tuviste suerte.