LAS PALABRA CALLADAS.

Semana Santa.


  "Ahora la madre debería permanecer en la sombra. Se había acabado el tiempo de las respuestas cercanas y se iniciaba el silencio de la fe en que la nube del ángel no dejaría de protegerme, mientras la espada de Simeón se afilaba más y más para henderse en mi corazón de madre. (...)

Volví a mi pequeña casa de Nazaret, recorrí todos los caminos, me senté en todas las piedras conocidas, acaricié los viejos muebles. Retorné al pozo, a la majada, al arca, al horno y a la rueca; al oloroso taller de José, a los campos de la siembra y la siega, a los panoramas de nuestros paisajes y a las horas de mis alegrías y mis lágrimas. Porque mi hijo nos iluminó y nos salvó a todos con su vida y su palabra. Pero para mí lo mejor sigue y seguirá siendo el perfume concentrado de aquellos vivos y dulces recuerdos, las palabras calladas, que conservo con infinita ternura y medito a diario en mi corazón. (...)

A mí también me tocaría cumplir con la palabra y entrar por la puerta estrecha. Yo lo vi avanzar como oveja entre lobos. Sabía las trampas que urdían a su paso los escribas y los fariseos. Y finalmente estuve allí, de pie, destrozada y serena, el día de su hora. **

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Pienso en el corazón de María, en esa noche oscura que hasta llegar a la Luz, tuvo que  sentir eterna. Pienso en su corazón atravesando la infinitud del dolor por el sufrimiento de quien fuera el sol de sus días. Pienso en su soledad y en su palabra callada. Ella estuvo allí, firme; reafirmando su presencia de consuelo al lado de su hijo en el momento de la Cruz. Así fue en cada uno de sus días. Gracias Madre.

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** Párrafos del libro: Las palabras calladas de Pedro Migel Lamet.