VACACIONES.

Nos vamos...
Diminuta ha regresado ruidosa, alegre e incombustible.
:P


26 DE JULIO.

FELICIDADES A TODAS LAS ANAS DE MI VIDA.

Santa Ana y María. Pintura de Leonardo da Vinci.




El corazón no es fuego. Es como un espacio que dentro de la persona se abre para dar acogida a ciertas realidades. Lugar donde se albergan los sentimientos inextricables, que saltan por encima de juicios y de lo que puede explicarse.

(...)

Y a veces arde en él una LLAMA que sirve de guía en las situaciones difíciles, una luz propia que permite abrirse paso allí donde parecía no haber paso alguno; descubrir los poros de la realidad cuando se muestra del todo cerrada.
María Zambrano.




*En recuerdo de esa LLAMA que vino a posarse en cada una de mis derrotas.

ÁRBOLES.


El camino que recorremos en este tiempo llamado vida, lo único que pone a prueba es la coherencia entre nuestra libertad y la responsabilidad que de su mano asumimos. Da sentido a lo que decimos y demostramos. La vida es demasiado inteligente como para dejarse manipular. El final será el que nosotros hayamos elaborado de la mano de esa libertad, a pesar de los bosques encontrados, del miedo vivido y de las sombras por alumbrar. Siempre hay árboles sólidos al lado, otra cosa es que hayan pasado de largo sin haberlos visto o que no los hayamos sabido cuidar. La vida es un enorme incógnita por descubrir: seamos coherentes, vivamos en cohesión y disfrutemos de las agradables sombras que el camino siempre nos regala: los amigos*. Cuida a tus amigos, no les dejes marchar.


*Dedicado a todos y a cada uno de ellos.

EL ALMA EN VERANO.











"Siempre me ha gustado tumbarme mirando al techo, es mi preparación para soñar, para calmarme o para decidir cualquier cosa. Y cuanto más espacio medie entre los ojos y la tapia contra la que se estrellan, más libre es el viaje del pensamiento, más sorpresas puede dar." CMG

IRES, VENIRES Y TACONES.

Así estoy; voy, vengo, vuelvo a ir, vuelvo a regresar. Regreso a mi inconstancia, a mi locura, a mi ir y venir que parece no tener mucho sentido, la verdad. No hay manera de centrarse. Mi mente bulliciosa no encuentra recodo en el camino en el que parar, sigue, sigue, sigue... La casa es una pista de aterrizaje para todo aquello que tenga a bien aterrizar. La engalanan mil libros y otras mil tazas. No hay concentración, ni rutina, ni objetivo que conquistar. Todo es un ir y venir de la presencia, de la mente, sin agarrarse a nada concreto, nada tiene tiempo en el devenir de los días. Incluso la lectura no tiene riendas marcadas. El sueño también permanece a su libre albedrío. 

Sin embargo concibo este espacio de caos como un descanso, saber que nada es ni tiene que estar de ninguna manera concreta le da a mi espíritu alas, me hace tocar la libertad y me acerca poderosamenta a la verdad de mi vida. Ese fluir de las cosas tan anecdótico y aleatorio es una sabia nueva que en cierto sentido recoloca el mundo de mi mente. Sin obligaciones, la verdad se presenta nítida, grande, irrevocable y ligera. Podría volar con ella.

No saber a qué razón responden los hechos nos coloca ante la mirada de un yo que puja por salir verdadero, es una afrenta. El caos nos acerca a la Verdad. También a sus hijas directas: esas pequeñas verdades que vamos descubriendo mientras vivimos, de las que no somos del todo conscientes, y de las que no alcanzamos a ver a dónde nos pueden llevar. Hoy se muestran más rotundas que nunca:

_Creo rotundamente en Dios.  

_Soy, a pesar de mis tropezones, una persona enormemente feliz.

_ Y te estoy echando mucho de meeeeeeeenos, Diminuta. _De las personas que me rodean eres la que más necesitaba: ordenada, serena, profunda, tranquila, enigmática, poderosa, alegre y coqueta... . Eres la antítesis que da sentido y verdad a mi presencia caótica, deshilvanada, vehemente,  imprevisible y desconcentrada. Joooo... pero cómo te estoy echando de meeeenosss. Y una cosa, cuando veas los zapatos y la pamela que me he comprado... te vas a morirrrrrrrrrrrrr. De la envidia. Bueeeeeno, vaaaaleeee... te los dejo ponerrrrrr :)_

TE quiero DIMINUTA.

¿CÓMO ERA ENTONCES?...

Dicen que a través de la mirada de nuestros hijos recordamos nuestra infancia. Así lo creo. Al lado de Diminuta he vuelto a recordar la mía. Ahora, cuando ya está a tan sólo un paso de decirle adiós definitivamente a su infancia, también regresan algunas cosas de aquel tiempo en que yo era como ella. Si me pienso adolescente, irremediablemente me viene al recuerdo la tienda de mi madre. Me veo en ella eligiendo los colores más bonitos para hacer una labor, y recuerdo la alegría _y adicción_ que empezar una labor supone.

Hoy, cuando pienso en la adolescencia tranquila que viví, pienso que sin buscarlo, tuvo que ver en todo ello esa pequeña tienda de hilos, lanas, colores, labores que tenía mi madre. Cuando la tienda inició su andadura, yo tenía exactamente la edad de Diminuta. A partir de entonces cuántas horas le dedicamos sin que nadie nos dijera estar obligadas a nada. Ver todos esos colores era una atracción total, reconocer el tacto de cada especialidad, leer las revistas... aprender los trucos de cada labor, los giros de la lana, la sorpresa ante el desconcierto. Era dejarse arrastrar por la imaginación. Siempre salía perfecto aunque a priori estuvieras con tus manos y el hilo hecha un lío, pero si seguías las indicaciones de la revista, ¡voilá, estaba hecho!

Me quedaba absorta y maravillada ante las posibilidades que un hilo tiene en las manos de una persona. Observar, aprender y dejarse llevar fueron todo uno. Aprendí cadenetas, puntos enanos, palitos, palitos dobles, punto bobo, ochos, calados... ahora menguo aqui, aumento por allá, lo uno al cuello... Llegué a sentirme tan entretenida en aquel pequeño espacio que pensar en que tendría que idear el siguiente escaparate era todo un premio, el proyecto del mes; elegir el tema que pondríamos _ropita de bebé, labores del hogar, chaquetas, jerséis, gorros... _ las tonalidades, los complementos, hacer la prenda que expondríamos... Todo era emocionante.

Durante todo junio, a saber por qué razón, se me ha venido una y otra vez a la cabeza aquel tiempo. Veranos de labores, de piscina, y de primeras soledades. Me ha dado por pensar que quizá mi adolescencia no fue tan adolescente _dolorosa_  porque había encontrado una labor que me gustaba, que me entretenía, que me hacía sentir útil, que activaba mis neuronas... y sobretodo, que me hacía sentir mayor. Es curioso, quizá aquella pequeña tienda me salvó de los demonios que todos atravesamos cuando el mundo se presenta como un dolor. No otra cosa es adolecer. Y pienso que el dolor que fue el abandono de tu mejor amiga, el de no encontrar tu lugar exacto, el de no entender muy bien qué te pasaba... fue menos duro al lado de tantos colores, de tantas posibilidades entre las manos, y porque rodeándolo todo, estaba la presencia callada y amable de mi madre _hoy pienso que el silencio y la presencia es lo que  mejor consuela al alma_ pues no sólo me enseñó lo que sé, también me dio la libertad y confianza para hacer y deshacer labores, escoger los hilos y crear espacios de colores, imaginar muestras para hacer realidad el escaparate que mi imaginación iba creando día a día. Nunca dijo no a nada.

He pensado mucho en todo esto ahora que Diminuta empieza su andadura adolescente. Ojalá  pueda encontrar una labor que le aporte ese remanso de silencio en su inicio de adolescencia. Ojalá pueda ser posible para que no todo se alborote. Para que en el silencio de una labor, un cuadro o una lectura, la vida le deje el señuelo de la esperanza. No otra cosa fue aquel tiempo entre hilos y labores al lado de mi madre. Ahora, que lo miro en la distancia, lo veo totalmente claro. Fui afortunada por la esperanza que todos esos colores escondían, y por la presencia y el tiempo habitado al lado de mi madre. Puede parecer tonto, pero en realidad son esas cosas sencillas las que al final nos sostienen de pie. Qué buenos recuerdos me ha traído este verano.