EL LADRÓN DE BICICLETAS


Poder ganarse un futuro.
Caminamos para llegar a aquello que anhelamos,
para sostener el futuro de nuestros hijos con la mirada.
Y sin embargo, son ellos, a veces,
los que sostienen la nuestra.
Así... tan en silencio.

Esta película de Vittorio De Sica ganó un oscar en 1949 a la mejor película en habla no inglesa.

Antonio, el protagonista, consigue un trabajo que supone para él un estado de equilibrio, algo aproximado a esa palabra tan ajada que es la felicidad. Ante esta nueva circunstancia vuelve a sentirse una persona digna, sabe que su esfuerzo va a dar de comer a su familia. Para trabajar necesita un bicicleta, así que su mujer y él venden parte de las cosas que son su pequeño mundo para conseguirla. Sabe que ese gesto sostendrá el porvenir tan deseado. Pero la dicha se verá truncada, pues le roban la bicicleta. Su búsqueda hilará la trama de la historia. Una historia que está llena de gestos, perspectivas, miradas. Será una búsqueda dura, a través de ella iremos al encuentro de lo que nos enfrentará al realismo más duro; la mirada vacía de aquellos a quienes les ha sido robado el porvenir. La mirada del futuro cuando se queda sin posibilidad es la que encontramos en Antonio cuando deambula por las calles buscando su bicicleta. Sin posibilidad, no podemos sostener el futuro de nuestros hijos, pero necesitamos saber que el porvenir nos está esperando. Sin esa esperanza, no podemos continuar.

Poder ganarse un futuro habita en cada una de las posibilidades que el presente contiene.



El niño, testigo de todas las actuaciones de su padre, acoge la mirada de un padre derrumbado. Nada más infinitamente duro. Nada tan desgarrador como ese dejar de ser héroe en la mirada brillante de un hijo. En el tiempo final de la película, padre e hijo caminan pensativos, unidos por lazos invisibles. Y en primer plano, el gesto de una mano... esa pequeña mano que es recogida por una mano fuerte, llena de rabia, y protectora. Siempre protectora.

La interpretación de Lamberto Maggiorani en el personaje de Antonio es de una desolación infinita. Es curioso saber que no era un actor profesional, sino el obrero de una fábrica. Él sí podía saber lo que se esconde detrás de la mirada que sabe perdido el porvenir, no necesitaba interpretar. Su expresión es la de quien ve su porvenir truncado, justo en el momento antes de haberlo tocado. Es ese vacío de futuro, que es todo un grito de silencio, lo que ahora se toca; la existencia está en juego. Sabe que está solo. Y que a su lado permanece la mirada de su hijo, sus manos, sus pasos. Y sabe que a pesar de todo, quiere poner en sus pequeñas manos un trozo de esperanza, una especie de descanso, una tregua. Y se le ocurre entonces comprar un trozo de pizza, un trozo de tiempo que huela igual que una tarde de sábado.

Es una película de respiración lenta y contenida.

Y será cierto... perdida la mirada,
aún seguiremos buscando el porvenir.
Como si fuera un instinto, un reflejo,
la terca conspiración de la esperanza.


4 comentarios:

  1. Hola Ana, cuanto tiempo sin passar, lo primero felicitarte a ti y a tu hija por ayer, espero qeu pasarais un buen día¡¡
    Yo tambien tengo una hija que se llama Anna, lo que ocurre que ayer no me encontraba bien, y no pude hacerle nada especial, se lo haré hoy, viene a comer su mejor amiga, y su comida preferida..
    La pelicula que comentas, la ví hace muchos años, y me pareció preciosa, creo qeu es de las mejores películas,pero el argumento es inmejorable y muy bien hecha.
    Espero que estes pasando un buen verano. cuando haces vacacione`s.Un beso y ya intentaré pasar mas de vez en cuando, pero ahora entre las niñas, y la familia, no paro casi en casa´
    uN BESO

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  2. No siempre podemos cuando queremos. Pero lo cierto es que queremos. Eso es lo importante. Lo celebrarás genial. Felicidades para tu hija, y para todos vosotros.

    Me alegra saber de ti, Blanca. Sigue disfrutando del verano. Saludos.

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  3. Querida Ana... tocando la fibra.
    Una película de siempre. La vi hace tanto tiempo que casi no me acuerdo. Una bicicleta. Tremendo que las necesidades de una familia dependan de ella. Ahora se me ocurren demasiadas cosas que se derrumbarían como un castillo de naipes y que contrastan con ese símbolo:una bicicleta. Tener o no tener. Esos mínimos sin los que es imposible subsistir.

    Más de uno y de una deberían verla.Y descubrir todo lo que pende de aparentes insignificancias como una bicicleta.

    Gracias, guapa.

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  4. A veces la existencia depende de algo tan sencillo, que parece mentira no encontrar una mano que te lo acerque.

    O simplemente, que tus ojos no alcancen a verlo, a saber qué cosas tan infinitas dependen de presentes tan sencillos.

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