UN LUNES DE NOVIEMBRE


Se ha levantado el día con una espesa niebla... ¡qué terrible parece entonces noviembre nada más comenzar el día! Y sin embargo, a pesar de lo evidente, ahí estaba esa diminuta intuición; el sol saldría esplendoroso. Mañana de niebla, tarde de paseo... oigo el eco de una voz. La voz de mi padre. Y efectivamente, poco a poco el sol ha ido inundando la mañana.

Y con el sol, las ganas de ir poniendo orden al otoño; una estación que en mi cabeza es lenta, triste y sin horizonte. En noviembre, se van dejando de lado las cosas, importantes o no. Se olvidan. El alma cae irremediablemente en un tiempo basal. Supervivencia. El más mínimo movimiento. La actividad normal necesita de un mayor esfuerzo, todo se hace cuesta arriba en noviembre. Y sin embargo hoy no... hoy el sol ha roto con todo, ha rasgado la inapetencia y la ha convertido en polvo brillante . Y de repente, toca colocar armarios. Y es curioso como al ir recolocando cada cosa en su sitio, la armonía se hace sentir. Retirar lo que ya no nos sirve. Adecentar aquello que necesitamos y que está un poco olvidado, metido en cualquier rincón. Se necesita tranquilidad para poder reorganizar los armarios. Silencio y soledad. Lo mismo ocurre con el alma, tan pesarosa en este mes, alma jadeante que no recuerda consuelo alguno, que se siente pesarosa, sin rumbo y atolondrada. Noviembre, lunes; toca recolocar los armarios. Revisar las estancias de este pequeño espacio que habito: los huecos de los armarios, los del alma. Voy a ir abriendo cada caja, a desdoblar cada jersey, a seleccionar proyectos, a crear espacio.

Y a lo tonto, he recordado una pequeña candela; la relectura. Volver a aquellos párrafos que un día me hicieron sentir. Volver a lo ya sido, y mientras doblo jerséis me digo que quizá para eso sirva noviembre. Para volver a ser. Para colocar armarios, para ir colocando las intuiciones del alma, para dejarse llevar de nuevo por aquellas historias con las que una vez levantamos la mirada. Noviembre, el tiempo de los espacios nuevos, el mes creador de estancias vacías. Noviembre; tiempo de espera, intuición de eso que no se sabe pero que ha de llegar, que se anhela. Noviembre; presentimiento del porvenir.

How many roads must a man walk down... before you call him a man?

How many times must a man look up... before he can see the sky?
How many years can a mountain exist... before it's washed to the sea?

The answer, my friend, is blowin' in the wind...


3 comentarios:

  1. Anita. Me ha emocionado este post. Me he reconocido en él. Noviembre. Otoño. Tonos ocres. Todo muy ralentizado... Tiempo de espera. Casi como el adviento ...

    Gracias, diminuta

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  2. Un beso Sunsi... en unos minutos a descansar... por aquí todos duermen ya.

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  3. Ana, como me ha gustado este escrito. Describe a la perfección el otoño y sus lentos atardeceres.

    Se refleja en él, tu sensibilidad creadora y las palabras que empleas, estan llenas de una belleza uníca...

    Besos

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