LUNA DE JUEVES

Hoy ha sido una tarde de coincidencias. Mientras iba leyendo unos cuentos, he estado pendiente de los deberes de diminuta; hacía unos ejercicios sobre la Luna, el satélite de la Tierra. A saltos, yo iba y venía de mis lecturas a la suya. En uno de esos saltos, entré en el blog de Sunsi; y volví a toparme con una Luna, la mía. Esa que me ha permitido vivir un poco así como del revés, a mi ritmo y sin dejarme arrasar del todo.

Entre ese ir y venir de tareas, al buscar unos apuntes, encontré una carpeta en la que suelo guardar recortes sobre noticias, editoriales o historias que me gustan y que he ido recortando de diversos periódicos y revistas. Me entretuve revisando esos escritos, y zas!... de nuevo la Luna. Así que me ha sido imposible no traerlo a colación en mi ventana. Os lo dejo para que saquéis vuestras propias conclusiones. Es un artículo escrito por Angel Gabilondo que me ha gustado mucho volver a leer. No recuerdo bien cuándo lo recorté, ni que impresiones saqué entonces al leerlo, lo cierto es que me debió de gustar mucho, porque ahí estaba, entre mis papeles favoritos y guardados.

Os dejo un pedazo de luna, de esa luna que tanto me sorprende, y que en este texto, se explica tan sin revés; con una mirada larga y sensible.






SIEMPRE ESTÁ AHÍ, DE MUCHAS FORMAS; LLENA, CRECIENTE Y MENGUANTE; NUEVA Y VIEJA, BRILLANTE U OCULTA ENTRE LAS NUBES. LA LUNA INFLUYE EN NUESTRO JUICIO, EN NUESTRAS VIDAS… SU LUZ NOS HACE PENSAR.

"… Distraídos, descentrados, alejados de la realidad, desvinculados de determinados intereses, quienes parecen estar en la Luna carecen de la capacidad de hacerse cargo de la situación. Se verían tan convocados y afectados por ella, en su extremo, vendrían a ser contempladores de otra realidad, unos lunáticos. Pero no sólo es así, ni siempre.

Mirar la Luna puede llegar a ofrecer nuevas perspectivas. Para empezar, nos libera de quedar fijados en el dedo que la señala, y vamos directamente a lo que interesa. No sólo su embrujo, su hechizo, sino aspectos más materiales, su tamaño su brillo su proximidad influyen en nuestro juicio. Nuestra sangre también se ve afectada como las aguas del mar y sigue el curso de las mareas.

La Luna llena regala buenas noches para nacer o para morir, plenilunios para pasiones y amores. Pero, sobre todo, la Luna se encuentra a la distancia de lo que resulta una cercanía suficiente pero no asequible, la de la imposible posesión, la de lo que no puede tomarse y nos mira, y refleja el ser mirado. Nos vemos en esos reflejos, nos reflejamos en ese mirar. La Luna es reflexión. Nos da qué pensar, nos hace pensar. Nos saca del limitado horizonte de lo inmediato.

Sabemos que esa luz nocturna que tanto precisamos se nos entrega desde ahí, como un cristal que ofrece otros escaparates y abre otras posibilidades, otros inicios. Resuena así en la difícil novedad de cada lunes. Pero, sobre todo, nos requiere para que atisbemos otras pisadas, las que se muestran en un determinado soñar, imaginar, desear, las que sustentan la capacidad de procurar algo diferente; algo mejor. Si no pasamos por ello, si no somos capaces de estar en la Luna de vez en cuando, siquiera como lugar de paso, aunque no de residencia, no hay espacios en los que habitar.

Sin Luna no hay Tierra. Pensar es en cierto modo un distraerse de las ocupaciones, de la utilidad, de la rentabilidad de cada acción, de cada mirada, de cada paso. Sólo si en cierto modo se sabe estar en la Luna, poner los pies en ella, la Tierra es hogar. No hay en verdad una auténtica casa sin puertas ni ventanas, sin la ensoñación de abrir y de cuestionar los límites de nuestra vida, tantas veces vulgar, mediocre y aburrida. El cabrilleo de esa luz despierta la voluntad de nuevas posibilidades."

10 comentarios:

  1. Soy adoradora de la luna. Me hipnotiza. Hubo una temporada en la que cómplices, jugabamos a ver quien se dormía primero.Yo mirándola o ella mirándome... Yo siempre perdía.
    Muy bueno el artículo.
    Besos Ana

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  2. Me llama poderosamente la atención que, de forma tradicional, a los que se dejaban llevar por la luna y su resplandor incierto se les llamaba «lunáticos» con las reminiscencias de locura que ese término conlleva. Abstraerse en la luna es de iluminados o de ensimismados. A mí la luna me fascina. Y es cierto, siempre está ahí, aunque no la veamos. Dominando nuestras mentes y nuestros ciclos. Poderosa.
    Besos miles, Ana

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  3. Es un buen lugar al que mirar en común desde distintos lugares. Cuando la mire esta noche pensaré que tal vez tú y tu diminuta la observáis desde la ventana de vuestra casa. Gracias, un abrazo, bonita.

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  4. Ana lunera. Precioso el texto...pero más importante es pillar el fondo... Ahora entiendo lo que quieres trasladarnos cuando dices que estás distraída... La noche, el silencio y esa gran bola que refleja sin que duelas los ojos...Un momento plácido para mecerte si es luna creciente o menguante, como una hamaca. Y un recorrido pausado si está toda llena... Su atracción succiona lo banal, lo que no debería quitarnos la paz ni un segundo.

    Un día, Anita... no sé cuándo... veremos juntas la luna llena reflejada en el Mediterráneo.

    Un beso, leonesa

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  5. Me encanta la luna, es tan...mágica y relajante.
    Besos mil!!!

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  6. Me encanta la luna, es tan...mágica y relajante.
    Besos mil!!!

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  7. La Luna siempre está ahí.
    ...
    Cuando atraviesas el río de Plata.
    En las noches lechosas, cuando los sueños se adhieren entre sí.
    Todas y cada uno de las noches de vela.
    Y el día que nació ella.
    ...
    La Luna siempres está ahí.

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  8. Encantador blog el tuyo, un palcer haberme pasado por tu espacio.

    Saludos y un abrazo.

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  9. Me gusta saber que todos vemos la misma luna. Sí, es terapeútica, sólo que a veces,mecachis, hay que bajarse...Besos

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  10. Veo que no soy la única, y es consuelo... jajajaja. Sí, ahí está la luna, el ensimismamiento, esa ausencia que tiene como eje el pensamiento callado.

    Un abrazo.

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