LA LÍNEA DISCONTINUA DEL TIEMPO.



Pasa demasiado deprisa. Es lo que tienen los ires y venires llenos de actividad. De repente, en un momento dado se detiene el tiempo, y te das cuenta de que desconoces algunas de las coordenadas de su escenario.

El miércoles llegué un poquillo más tarde del trabajo. Diminuta _que ya no lo es_ estaba en casa ya. Como yo me demoraba, se le ocurrió cotillear en una caja en la que voy guardando cosas insignificantes que van acumulando historias a los recuerdos de mi vida. Ella estaba maravillada. Encontró las notas que yo sacaba en parvulitos, las tarjetas de identificación de la universidad, tarjetas de biblioteca, tickets de viajes, fotos... Se reía con mis anécdotas, y se le notaba feliz descubriendo hechos que desconocía; esa presencia nunca imaginada de su madre aún niña, joven, lejana... Nos estuvimos riendo un rato, y anduvimos totalmente sumergidas en las historias que la memoria siempre anda presta a volver a contar. _Cuéntamelo, cuéntamelo otra vez papá, aunque sea repetido_ esa era yo. Una personita ávida a escuchar historias... una, otra, otra, la misma otra vez... Contar y escuchar historias, esa era la cuestión, el eje de toda relación. Y así lo ha heredado Diminuta....

Después, cuando ya cada una condujo la tarde a las tareas rutinarias_deberes y lectura_ aunque mi mente parecía estar centrada en un libro, lo cierto es que se sentía llena de perplejidad. Era incapaz de concentrarme en otra cosa que no fuera la imagen de la joven que fui; aparecía nítida y clara. Hasta esa tarde había sido el olvido. La vida vino a imponerse de una manera tan arrolladora que no tuvo posibilidad.

Me pregunto si el día de mañana esa joven silenciosa se llevará bien con la señora que aparecerá en el espejo cuando de nuevo se mire. Si ese momento en el que mire de frente al tiempo tendrá armonía, si esa señora sabrá ser esa joven sin perder la razón. Me pregunto si se llevarán bien. Si sabrán entender que la unidad que son ha tenido necesariamente que nacer desde este olvido absoluto que ahora existe.

Ha sido difícil reconocerse en el no-ser, ser este tiempo de olvido que es premisa para seguir latiendo. Saber que aquella joven no se ha ido nunca aunque en cierto modo ya no esté. Que permanece en la ausencia que soy con toda su imposibilidad. Es complejo sentir. Vivir. Observar el reflejo del tiempo.

Entonces pensé que la medida de nuestro fracaso, la medida de lo que no llegamos a ser, es el triunfo de nuestra alma. Y que por eso, sólo por eso, nunca morimos del todo, aunque creamos no existir.

¿Lo entenderá así la señora que un día me encuentre al mirarme en el espejo? ¿Sabrá aprehender entonces la joven que fue?

6 comentarios:

  1. _siempre los hechos permanecen_si acaso en unos_nos detenemos con más_ en-tre-te-ni-mien-to ... Y nos reconocemos entre líneas :)

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  2. Yo creo que eso depende, en gran medida de lo bien puestas que estén las piedras que cimientan las bases del edificio adulto que construimos encima. Si en algún momento se construye con material deficiente, o sobre suelo demasiado arenoso, seguro que la casa se cae. Y respecto a los pisos superiores, los que se alcanzan en la madurez tardía, en la vejez, lo mismo, supongo.
    Besos, chica. Yo guardo también mi caja de recuerdos, y empiezo a llenar las suyas.

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  3. El paso del tiempo es inevitable, Ana, y como consuelo, pasa para todos. Todos vamos subiendo escalones y cuando uno alccanza el de más arriba, su ocupante anterior ya ha subido uno más. Creo que al menos nos da tiempo para aprender a llevarnos bien con su paso y siempre nos deja recuerdos que nos rememoren lo que fuimos una vez.
    Besos

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  4. Me ha costado tres intentos comentar con la verificación esa. La odio.

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  5. Qué prestoso el momento y los instantes regalados que tenemos cada día y gran parte de las veces ni nos damos cuenta de ellos.
    Gracias por compartirlos.

    Besines utópicos, Irma.-

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  6. Me gusta guardar cosas insignificantes porque la vida se llena con esas nimiedades, los momentos que se escapan en el tiempo y que tienden al olvido a menudo los podemos rescatar de ese no ser a través del recuerdo y lo que es más bonito volver a sentir.

    Un abrazo

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