Ana María Matute.
Y así es. La ausencia de imaginación empobrece cualquier paso. La mirada es opaca, y el camino supongo que muy largo. Peligrosa andadura la de aquella mente férrea, estricta, escrupulosa, firme y poco habitada por la luna. La luna, lunera, cascabelera. O que al menos, sepa sonreir ante ella, aunque no la lleve en la mirada. Ojos de luna. Imaginación, inocencia, restos de infancia. Siempre al lado de todos esos trasgos que viven entre uvas, a lado de esas ondinas infinitas, que nos remueven la mirada, nos la envelesan, hasta hacernos dar con los pies en las nubes. Y el olor del vino. Nunca olvidé a ese Trasgo del Sur. Ni su mirada perdida ante el olor a vino. Ni a esa princesa tontina. Y siempre que estoy en buena compañía, en una terraza, con una cerveza, o un buen vino, y una alegre conversación, profundamente brindo por tí. Y por mis amigos.
Recuerdo un día en una entrevista en que oí que lo que más te hubiera gustado es ver a esa gente que lee en el metro leyendo un libro tuyo. Y yo pensaba, pensaba para mí, lo estupendo que sería conocerte, poderte hacer saber que yo iba a todos los sitios con tu querido Olvidado Rey Gudú, ese que no es tan pequeño... subir y bajar con él en los brazos, en uno de eso veranos de calor, piscina y risas. Y yo quería que me pudieras ver así, con tu libro a todas partes.
Sí, nunca me acercaré a nadie que no tenga imaginación, y que tampoco sepa dejar llevar por las ondulaciones de los Trasgos del Sur. Ni por el olor infinito del vino. Ay, si yo te lo puediera contar...
... Y no, no, jamás nos fiaremos.
Grande Ana Maria Matute. Una generacion posterior de la Zambrano...tu ya me entiendes.
ResponderEliminarun abrazo guapa
Tarde tranquilita de sábado ¿eh?.
ResponderEliminarDisfrútala.
Un beso.
Hermosa entrevista.. gracias por presentármela, que no la conocía..
ResponderEliminarUn gusto siempre pasar por tu blog..
Un abrazo
Saludos fraternos
Que disfrutes tu fin de semana...
Adolfo, no te la pierdas, si puedes. Saludos.
ResponderEliminarNube en forma de gato:
ResponderEliminargato que come lunas,
sigiloso carnivoro del cielo,
disfrazado de nube
o embozando en lo oscuro,
gato de devora estrellas.
Agazapado, vigila las órbitas
y las engulle en la noche,
gato que come lunas.
A mi tampoco me gustan
los gatos.
A mí es que me ponen muy nerviosa... no sé si son los ojos... o su desconfianza... no sé...
ResponderEliminarBesos, Ginesillo.
Hermosa entrevista, sin duda. Me ha llamado la atención, sobre todo, el pasaje en que Ana María Matute dice que la infancia se pierde súbitamente, al igual que, en el Sáhara, el sol desaparece súbitamente en el horizonte. Quizás tenga razón; llega un momento en que nos damos cuenta de que ya no somos niños y que todo ese mundo luminoso de la infancia se ha desvanecido. Por eso, entre otros motivos, existe la poesía: para recobrar, aunque sólo sea en la memoria, la infancia perdida.
ResponderEliminarUn abrazo.
La desaparición de la infancia... sí, a mí también me ha llamado la atención ese párrafo. Pero yo creo que esa fue su experiencia, a ella la niñez se la robó la llevó de un golpe la guerra civil, por eso me ha llamado dolorosamente la atención esas palabras que ella dice: ... es que te quedas sin nada, te quedas con las manos vacías, tienes que empezar de cero... Y sin embargo no desaparece.
ResponderEliminarYo no tengo esa percepción en la pérdida de mi infancia como un ocaso tan fulminante, sino como la variación de la luz en un atardecer de verano... hasta que se pierde. Si es que se pierde del todo... pero ella a esto ya lo llama inocencia, la inocencia, que puede llegar hasta los 90 años.
Es un privilegio escucharla. Sí.
Non coment. Martín Gaite. Siempre que alguien la nombra me acuerdo de ti... de tus autoras... de tu amor a la lectura.
ResponderEliminarGracias por traerla, Anita.
Un beso