Qué difícil es a veces la libertad. No sólo la propia, esa que cargamos en los hombros y que los que bien la conocemos sabemos que va acompañada de incertidumbre, miedo y responsabilidad. Infinita es también la libertad del otro, su comprensión, su realidad, quererla.
Te quiero libre... y qué nada fácil es.
La mirada que se sabe libre no se escuda ante nada. Camina sola. Mira de frente a pesar del miedo, a pesar de la incertidumbre con la que se dan esos pasos seguros. Mirada infinita también, clara y transparente. Mirada que vuela, altiva, con resortes invisibles. Mirada a veces asusente, esa, la de la libertad. Mirada tantas veces incomprendida. Y tan mal juzgado a veces ese respeto a la libertad; a la mía, a la del otro.
Es complicada la libertad, y sin embargo, es la única manera de poder respirarlo todo, de asirlo, de hacerlo nuestro. La libertad como medida para saber de nuestro yo, de ese mí mismo que habito. Y necesitamos hacerlo. Es preciso. Debe ser imperiosa la libertad; se trata de respirar o morir. Morir en el ahogo de la cobardía o reinventarse en el abismo de la libertad, esa es la realidad. A estas ideas me ha llevado la melodía que me dejó el otro día Alfonso. Sobretodo a la idea de la libertad del otro, de ese otro a quien tanto queremos.
Creo que el amor más grande que se puede dar es ese, el que reconoce la libertad del otro, el que busca al otro en su infinito vuelo. Amar es saber que por encima de uno está la respiración del otro; amar es ese y sólo ese "te quiero libre". Amar así se transforma en una afrenta vital. Aquella que me otorgará la medida de mí mismo, eso que realmente yo soy cuando estoy diciendo "te quiero".
Pensar en la libertad me ha llevado a querer mirar las cosas que realmente vivimos, no lo que decimos vivir, sino aquello que sentimos, también lo que presentimos. Observar atentamente lo que percibimos ante nuestros pasos por la vida, y también ante los pasos que los otros dan. Y querer posar la mirada por los desencuentros que la vida nos regala, por esos escenarios falsos que se consideran equivocadamente aciertos, y también por esos otros verdaderos pero no percibidos. Vivir es un enigma. Son muchas las incógnitas que en esta vida han de ser descubiertas. Y querer saber de ese pasear en aras de la inteligencia que es el verdadero vivir, el vivir en libertad. Saber si es posible. Pensar en aquello que nuestra mirada es capaz de dar o no dar, de ser o no ser...
¿Se podría medir el verdadero amor, eso que late en nuestra mirada cuando decimos al otro "te quiero"?
Necesitamos la libertad para poder saber de nosotros mismos, necesitamos vivirla, temblarla, asirla. Y también necesitamos la libertad el otro, saberla, amarla, poder mirar su vuelo. Estemos o no estemos en ese vuelo.... ¿podemos mirarla sin odio? Complicado a veces, ese amor. Ese saber mirar el desencuentro que es casi siempre amar la libertad del amado. Quererlo libre. Toda una afrenta la vida cuando nos hace amantes, ese quererte a mi lado con toda tu respiración, con tu vuelo, con tu mirada altiva. Sólo ahí se halla la medida de lo que yo siento que soy. Tu libertad es mi presencia, tu vuelo, la esencia de lo que yo quiero cuando te miro. Y veo mi amor incombustible, enorme y alegre. A pesar de esa aparente derrota. Deberíamos aprender a mirarnos mejor. Y ahí, en tu vuelo, está la medida de lo que soy, la exacta medida que hoy me hace grande, y libre. Libre también.
Y espero que no se rompa nunca, sea cual sea tu vuelo. Me gustas así, con ese enigma que la libertad le da al brillo de tus ojos. Yo siempre, siempre, te querré libre.
* ... esto es lo que tienen las melodías, las de cada día, y cada una con su retahila. Gracias Alfonso.
** mqm
... GRACIAS.
Juraría que he sido feliz
una vez en la tierra.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
No sé el día, el año tampoco,
ni el siglo siquiera,
ni si fue de mañana o de tarde
o noche serena.
Pero yo juraría que un día
fue la paz de la guerra.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
No sé quién estaba conmigo,
si era blanca o morena,
ni si era de amor o del solo
temblor de la hierba.
Pero yo juraría que fue
verdad verdadera.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
Yo de cierto no sé si fui yo
o fue otro cualquiera:
sólo que era feliz y que toda
la vida lo era.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
(Agustín García Calvo)
"...Pero no mía, ni de Dios, ni de nadie. Ni tuya siquiera."
ResponderEliminarEl final del poema es tan rotundo como demoledor. Inquietante, tanto como la propia idea de la Libertad, una idea tan libre que cada cual tiene la suya propia (sin que ni siquiera sea de uno mismo la Libertad, con mayúscula).
Este poema me removió por dentro cuando lo escuché en el inicio de mi juventud. Desde entonces lo he interiorizado en mi deriva vital. E intento aplicarlo tanto al amor como a la amistad y a mi vínculo con la Vida y la Naturaleza.
Gracias, Ana, por tus palabras libres.
Aceptar la libertad del otro a veces puede ser muy difícil, pero sin duda, en esa afrenta está la medida de nuestro amor, la medida de lo que realmente somos, en la Amistad, en el Amor, en la Vida, en la Naturaleza...
ResponderEliminarAh... la libertad!!!
Que tengas un buen día, Javier, y gracias por tu comentario. Por tu comentario libre... ;))
La libertada que cuesta aveces, pero es necesaria por vivir.. siempre en armonía con el otro u otra.. el amor.. la vida.. el tiempo..
ResponderEliminarMe gusta siempre pasar a leerte..
Un abrazo
Saludos fraternos...
"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida".
ResponderEliminarMiguel de Cervantes Saavedra.
; )...un abrazo
La libertad es un esfuerzo que merece la pena sufrir. Sólo en ella podremos ser quienes somos. Un abrazo Adolfo.
ResponderEliminarTony, gracias por tu presencia con esas palabras. Aventurar la vida por la libertad... valentía de aquel que salió al alba... en ese tiempo en que la vida está aún por nacer...
Gracias por acercarte a mi pequeña ventana.
Un dia lei que el verso no es de quien lo escribe sino de quien lo necesita...asi que tomo prestado el verbo del de Orihuela con la musica de Serrat
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=grdTe5IZqkY
Un abrazo guapa
Mira... yo hoy también te he dejado una melodía en tu ventana, Alfonso. Y gracias, por todas y cada una de ellas... Un beso.
ResponderEliminarJuraría que he sido feliz
ResponderEliminaruna vez en la tierra.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
No sé el día, el año tampoco,
ni el siglo siquiera,
ni si fue de mañana o de tarde
o noche serena.
Pero yo juraría que un día
fue la paz de la guerra.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
No sé quién estaba conmigo,
si era blanca o morena,
ni si era de amor o del solo
temblor de la hierba.
Pero yo juraría que fue
verdad verdadera.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
Yo de cierto no sé si fui yo
o fue otro cualquiera:
sólo que era feliz y que toda
la vida lo era.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas MIL MILLONES DE BESOS
SMUACKSSSSSSSSSSSSSS
SE MUY, MUY .... FELIZ
Siempre excentrico Bunbury, siempre tan artista, muchas veces incomprendido...
ResponderEliminarGracias por tu aportacion Bunburriana anita de Leon.
Anónimo, me lo quedo todo, las palabras, lo millones de besos...
ResponderEliminaray
ay
ay
... en silencio que me he quedado.
(...)
Y a mi me gusta que te haya gustado, por eso mismo, Alfonso, porque Bunbury es diferente...
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