Miradas y silencios sostenidos
que no encuentran reposo
en ninguna mirada
que no encuentran reposo
en ninguna mirada
ni en palabra inhabitada.
Risas que no nos dicen nada,
extraño en nosotros
esos sonidos que retumban
sin ser entendidos por el alma.
Mi casa habitada por el silencio
y por la sencillez de tu palabra
que sigue teniendo el mismo eco
desde el día en que fue pronunciada.
Silencios que son miradas,
esos sonidos que retumban
sin ser entendidos por el alma.
Mi casa habitada por el silencio
y por la sencillez de tu palabra
que sigue teniendo el mismo eco
desde el día en que fue pronunciada.
Silencios que son miradas,
miradas que son silencio.
Y detrás, tan sólo una palabra,
de sencillez arrolladora.
Me gusta tu silencio,
ese, el que habitas con tu mirada.
Y detrás, tan sólo una palabra,
de sencillez arrolladora.
Me gusta tu silencio,
ese, el que habitas con tu mirada.
(...)
Precioso ana....me he quedado sin palabras.
ResponderEliminarun abrazo
¡Ana! Primero me ha encantado ese poema... Los silencios no importan cuando la mirada es capaz de decir tantísimas cosas... Lo malo es una mirada que no dice nada... una mirada silenciosa.
ResponderEliminarY luego... he visto el vídeo. ¡Por Dios! Cuántas sensaciones diferentes he sentido en apenas 12 minutos: tristeza, luego alegría, pena... despues alivio... ¡Qué maravilla de video, Ana! Gracias!!!!!!
Existe un número creciente de personas, generalmente de poca solidez de entendederas, que abandonan sus tierras para ser empleados, vivir en un piso, ir al cine, gozar del espectáculo de ver pasar la vida y eliminar de su existencias todo riesgo o sorpresas, excepto, claro está, el riego de la vida.
ResponderEliminarMe voy a dormir...
Anitaaaaaa. Pero qué bonito el poema. Y el vídeo. Fíjate que tengo cola para el ordenata y los he amenazado. Me ha pasado exacto que a Rocío. Primero monotonía... qué tristeza. Y lo mismo, con una mirada al otro lado del cristal y los cartelitos... ya no es lo mismo. Mira... cuando desaparece la chica del despacho por poco me meto dentro del ordenador y extrangulo al jefe. Pobre chaval.
ResponderEliminarTermina bien. Menos mal, Ana. Me gustan las historias que terminan bien. Peazo post, guapísima.
Un beso gordo, Ana de León.
¿De dónde sacas estos vídeos?
Alfonso, un beso. No digo nada, que estás sin palabras... jajaja ;))
ResponderEliminarRocío, el vídeo es muy chulo ¿verdad?. Hasta llega uno a ponerse un poquillo nervioso.
Ginesillo, supongo que la vida también va a temporadas... Hay veces que necesita uno guarecerse en ese tiempo quieto, de comodidades rutinarias, ser simplemente espectador... y otras, se necesita estar en la tierra, en su riesgo, ser creador de tu tiempo... Hay personas tan valientes, que permanecen en ella siempre, en ese permanecer todo el rato en el tiempo creador. La vida es muy variada.
Sunsi, a mí también me gustan las historias que acaban bien, eso no quiere decir alegremente, pero sí un final redondo, bien... y esos vídeos andan flotando por la aldea global, y me parece tan generoso que nos regalen esas cortas historias tan bien construidas. Me encanta el género de los cortos.
Un abrazo fuerte.
Y a todos, gracias por haber dejado aquí el testimonio de vuestra mirada. Que sea un buena semana esta... que es más cortita. Saludos.