WHERE DO THE CHILDREN PLAY?


Cuánto han cambiado los escenarios de nuestra infancia. En los días en que regreso a mi pueblo con la peque, siempre tengo la necesidad de contarle anécdotas en las que le describo ese pueblo en mi infancia. Si me paro a pensar, el cambio ha sido esencial, es otro escenario completamente distinto al que recuerda mi infancia. En aquel entonces, las calles eran nuestras, también los alrededores. Los niños lo habitaban en total libertad, el pueblo entero, cada esquinazo. Horas de bicicleta, de carreras, de juegos por las calles, cualquier calle. Todo él podía ser explorado por los niños en cualquier momento. Libertad. Infancia. Tiempo de infinitos caminos. Imaginación desbordada. Escenario de muchas conquistas y derrotas. Aquel tiempo de la infancia late aún hoy, en cada una de sus aceras, aunque ya no sea la misma acera. Todo ha cambiado, es cierto, pero no lo es menos, que también todo permanece. Aún así, cuando regreso a aunque sé que sigue siendo el mismo pueblo, algo en el alma late y me dice que no, que ha cambiado quizá demasiado. Que ya no se lo puedes regalar a tu hija del mismo modo en que lo viviste, que aquel escenario ya no existe. Ya no es lo mismo, sólo tu puedes sentir la resonancia de aquel tiempo, tú, y tus amigos de la infancia. Quizá tenga que ser así, pero ya no puedes hacer ese regalo. La libertad de las infancias de ahora ya no tiene la infinitud de las de antes. Y esa libertad, esa infinitud del pueblo, quienes lo habitamos, lo sabemos. Y se echa de menos, porque esa libertad, se la quisieras regalar, ya, ahora, a tus hijos.

Libertad para saber de cunetas, callejas y atajos; de lugares misteriosos, historietas y leyendas; de caídas, golpes y heridas. Caídas que nunca contabas. Escenario infinito para saber enfrentarnos al camino. Para saber de nuestro orgullo y volvernos a levantar, así, heridos pero chulitos. Aquella libertad del aire que se respiraba en esa sensación de velocidad, esa que sentías en la cara cuando a volandas casi te dejabas caer por las afueras, allá, en aquella carretera de antaño tan mágica, con tu bicicleta nueva.

(...)

Oh, I know we've come a long way,
We're changing day to day,
But tell me, where do the children play? ...



* Imagen: dibujo de Picasso.

2 comentarios:

  1. Ana. No puedes ser más explícita. Esos veranos de bici, sin miedo a la oscuridad, con los bocatas de la meriennda y un alto en el camino bajo los árboles.

    Ahora... en casa, con el ordenador o la play.

    Me has trasladado tu añoranza. Bendita añoranza... porque significa que vivimos todo aquello y podemos recordarlo.

    Un beso grande, grande como tu recuerdo.

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  2. Podemos recordarlo, si.

    Un abrazo Sunsi.

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