EXCURSIÓN

_ Mamá, he estado toda la noche despierta, me despertaba y había pasado una hora, me despertaba y había pasado otra… ¡qué nervios! Tengo muchas ganas de llegar, de ir a nuestra tienda, de montar a caballo, de salir a por hojas, de estar en el campo.

Son las primeras palabras de la diminuta al despertar. Hoy se va de excursión y será la primera vez que duerma fuera de casa. Ayer, nerviosas las dos con los preparativos, hasta hemos discutido. La culpa ha sido mía. Al final, he alcanzado a ver que no era un capricho, que tenía razón, y preparamos las cosas como ella había pensado.

Y fui consciente de que por las carreras del día a día, por el cansancio, porque ya no podemos más, estropeamos a veces la ilusión de los demás. Consciente de ello recapitulé toda la noche. No puede ser que nuestras deficiencias, nuestro dolor, se anteponga a todo en la perspectiva de los demás. Yo tampoco dormí muy bien. Apuré hasta al final ese yo que soy; confundido, cansado, agotado. No dormí. Pero me levanté con la firme propuesta de no volver a dejar que mi cansancio ralentice la ilusión que mi hija pone en cada cosa, su generosidad, y su mirada alta, elevada y generosa. Y eso que aún no era consciente de la grandeza que diminuta siempre es.

Hoy al levantarse, en sus ojos, no quedaba rastro de esa discusión; es más, puedo decir que al minuto de haber pasado, justo al ir a la cama una vez todo preparado, en ella sólo permanecía la ilusión de lo que estaba por venir. Lo pasado ya no pesaba. No había rastro de la discusión. Lo que pesaba era el hoy. El ahora. Y lo más importante; ese beso con abrazo de oso que siempre nos damos antes de ir a dormir. En un instante yo era su mami, y no ese adulto que se había ofuscado por cansancio, y ella era mi hija y nada podía ensombrecer la ilusión del presente, ni de lo que estaba por venir. Mañana se iba de excursión. Mañana era un día de ser mayor.

Desayunamos, nos pusimos guapas, y nos dirigimos al cole. Empieza ya a desvelarse la mujercita presumida que un día será. Y al salir de casa, comenzaba la libertad de mi hija, ese tiempo en que ella solita habría de gestionar todas sus cuitas. Ella tendrá que aprender a gestionar todos sus problemas. Sus encuentros y desencuentros; y también sus alergias, que son un bagaje importante. Allí iba ella con todas sus maletas, la de la ropa, la de las comidas…. Nos dirigimos a coger ese autobús que para ella era el sonido del mundo. De su propio mundo; ese que ella empieza a construir para sí.


Durante el trayecto en el coche (me encanta verla de perfil, ahí sentadita, de copiloto inquieto y parlanchín) su conversación fue esta:

_ Mamá, ayer todo el mundo decía con quién quería compartir su cabaña. Todas teníamos amigas, pero C. se quedó sola, nadie quería ir con ella._ C. es una niña con deficiencia física, camina mal, pero es una niña muy alegre. Es como un cascabel. Se me puso un puño en el corazón, enorme, pesaba como el mundo. Y me quedé en silencio. Y mi mirada se quedó en un absoluto parón. Ella, mi diminuta seguía parloteando.

_ Y yo lo que hice es irme con ella. Le dije a C. que yo sí quería ir con ella. Y luego dijo N. que ella se venía con nosotras. Y C, dejó de llorar. Y las tres vamos a compartir una de esas tiendas de madera. Y a lo mejor A. se viene con nosotros… qué ganas tengo de montar a caballo. Dice C. que a ella le gusta mucho montar a caballo. Y a mí también me gusta mucho…

Y sin más, me encontré llorando. Porque si C. fuera mi hija, o si mi diminuta algún día estuviera ante dificultades, agradecería a la vida que pusiera en su camino a una diminuta tan enormemente grande como lo es ella hoy.

_ ¿Por qué lloras mami?_ Me mira toda sorprendida.

_ No lloro diminuta, sólo respiro con el corazón. Y quiero que sepas una cosa: estoy orgullosa de ti. Muy orgullosa. ¡¡¡¡TE QUIERO DIMINUTA!!!_ Se me podía oír gritar bien clarito...

Y pensé en la suerte de mi agotamiento desde que este ser inquieto se colocó en mi tiempo. Sé que a veces la vida me supera, que es un enorme enredo, que no puedo más, pero no hago más que dar gracias porque el desorden de su nombre es el inicio de un palabra que  es siempre feliz. Tu eres siempre feliz. Eres la generosidad. La mirada alta. La risa serena.

Gracias diminuta. Me siento tan pequeña a tu lado… tan pequeña… y me quedo esperando tu regreso, mientras puedo sentir el eco de tus risas, de tu tiempo libre, de tu vida.


16 comentarios:

  1. Estoy en una biblioteca, y la gente me ve llorar. Me emociona tu hija, y la discriminación que sufrió C. Benditos corazones limpios. Un beso, bonita

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  2. No lo has podido expresar mejor; "Benditos corazones limpios".

    Un abrazo Pesolet.

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  3. Sí, la generosidad de los niños es espontánea... aunque su crueldad puede tener el mismo tamaño -el rechazo que cuentas es muestra de ello-. Creo que en casi todas las ocasiones, nuestros hijos siguen nuestros patrones de conducta. Quiero pensar que, si mis hijos son buenos y generosos, lo han aprendido de su padre y su mamá-yo.
    Y quiero pensar que lo que se siembra se recoge... a mí me ha funcionado. Espero que tu hija, nuestros hijos, cuando tengan alguna dificultad en su vida encuentren a alguien bueno en su camino. Es lo justo. ¡Ojalá se les pudiera dejar «ese asunto resuelto»
    Besos miles, Ana. Y gracias por una entrada tan bonita.

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  4. Ana:

    La anécdota que cuentas es conmovedora. Hace poco, he leído que las últimas investigaciones acerca del cerebro humano apuntan a que está configurado de manera que tendemos a cuidar y preocuparnos de los más débiles. Durante algún tiempo, yo he mantenido una visión profundamente pesimista del ser humano: he llegado a pensar que es cruel por naturaleza y que guarda en sí más capacidades para el mal que para el bien. Sin embargo, ejemplos como el de tu hija demuestran lo contrario. Enhorabuena por tener una hija de corazón tan puro.

    Un abrazo.

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  5. Lola... si pudiéramos dejar ciertos asuntos resueltos ¿eh?... ay, los padres, que prestos estamos siempre a regalar nuestras manos a los peques... Gracias por comentar. Es muy bonito lo que transmites. :)

    Ramiro, a mí me emocionó mucho. Ojalá que el tiempo no la cambie, ojalá su mirada tenga siempre ese corazón. Me alegro muchísimo de tenerte por aquí. Un abrazo.

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  6. Ana, disfruta mucho de ese corazón generoso, disfruta ahora con esa niñez alegre, de los abrzos de oso, de las charlas sin fin en el coche...echo de menos a "mis chicos" cuando eran niños...besicos.

    ¿A que tienes muchas ganas de verla...?

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  7. Ana, tu hija tiene un corazón generoso. Estoy segura que tu has contribuido a plantar esa semilla en su álma.

    Tu diminuta se está haciendo mayor, y la ilusión por vivir le hace olvidarse de todo lo demás.

    Deseo que la experiencia nueva para ella, le haga feliz.

    Un beso para las dos

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  8. Ana,

    Hoy no me importa sumarme a aquella afirmación que los hombres también lloran...

    No me importa, sumarme, porqué siempre me conmueven las historias de niños, y en este caso la que nos traes... no me importa porque no hay nada más emocionante que ver como en el corazón de tu hija se despierta su inocente compasión, y así lo digo... es inocente porque no tiene los vicios que la madurez o la inmadurez puede desdibujar una compasión mal encaminada. Es inocente y es compasión, porque no dejo de ver empatía en su amiga, y porque en vez de ver historias de enfermos, o del “que debemos hacer”, es mucho más que eso … y puede ser ¡que bonito será jugar a indias en esas cabañas con mi amiga...! ...y si mi amiga no puede correr “¡ella será la jefa india de la cabaña!” “¡ella será Toro Sentada!.”..así con rectitud de intención, sin cuentos, ni carambolas, sino con un corazón generoso, que quiere a sus amigas.

    Pues amiga Ana, me emocionan las historias de niños porque, en su recta intención, en sus juegos de inocencia, nos hacen ver lo estelares que son esos momentos, de su “pequeña” humanidad.

    Y lloraré siempre que vea a un niño, dándome un ejemplo de inocente intención y de noble corazón, porque me emociona; y me alegrará mucho que ese niño o niña sea la hija de una bloggera amiga, porque me sabré rodeado de gente de mucho bien.

    Gracias y Enhorabuena Ana, bss a las dos.

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  9. Los niños son más sabios que los adultos y enseguida lo perdonan todo. Nos perdonan nuestros miedos pues ellos ven el mundo amplio y sin límites. Nosotros somos los que tenemos que aprender de ellos y ponernos rectos y brillantes cual espejos para que su reflejo termine siendo el nuestro y así poder ser tan felices como ellos. Me encanta leerte hablar de diminuta. Besos.

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  10. Con una copilota así, ya pueden venir cuestas y curvas.
    Vista de perfil y con el fondo del paisaje pasando a toda velocidad, esta copi empieza a conducir sin necesisdad de carnet.
    Dentro de nada serán ellas quienes, haciendo de copi, marquen el camino.
    ...
    Me imagino sus palabras.
    "300 metros. Derecha, tercera.
    Rampa. Segunda. Toque de freno.
    Despejado. Cuarta. ¡Gas!".

    La copilota.

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  11. ¿Cómo era eso de hacerse como niños para entrar en el reino de los cielos?.

    Un abrazo¡¡¡¡

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  12. Soy sincera Mariapi, sí, se me ha hecho larga y he pensado que a lo mejor pasaba frío... porque no le gusta nada abrigarse y aquí por las noche ya hiela. Y hoy por fin... regresa. Y me gustaría que el tiempo pasara más lento... algo más lento... en un par de años le ha dado por ir muyyyy deprisa. Un abrazo fuerte Mariapi.

    Marypaz, tú no tienes el corazón más pequeño que ella. Se nota en tu palabra. Un abrazo fuerte.

    Tomae, es cierto, ese corazón, esa compasión es muy distinta a una compasión adulta. Ojalá no la hubiéramos perdido. Porque ella se lo habrá pasada muy bien al lado de C, sin haber vuelto a pensar que lo que ella hacía era compasivo. Ella quiere jugar, divertirse, y lo habrá hecho. Un abrazo.

    Lisset, cómo no te va gustar diminuta si tu la vives en directo; tiene otro nombre, es cierto, pero la mirada, la altura y la infancia es justamente la misma; esa que nos enseña a ser un poco más brillantes cada día. Un abrazo fuerte.

    Es cierto Driver! Con una copilota así... el mundo se hace pequeño!
    Qué suerte tenemos eh? (tú por partida doble, suertudo, más que suertudo) Un abrazo.

    Modestino... supongo que es eso, el quid de la cuestión. Y sin embargo, nos liamos, nos liamos... tendremos que aprender a tirar del hilo, del hilo necesario; del ejemplo de la infancia. Un abrazo.

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  13. Llego tarde, Ana... Pero ayer leí el post y te aseguro que como te enfurruñes por una nota justita en mates o en lo que sea te caneo...

    Esta criatura está creciendo con los brazos abiertos, el corazón de par en par a un mundo que niega el pan y la palabra a los que son menos, a los que sufren... Está aprendiendo cosas que no vienen en los libros y que es fruto de una semilla muy pequeñita ("alguien" la ha sembrado) que ha sido regada todos los días y ahora aflora con sus pequeños pasos hacia la libertad para amar. Y obras son amores...

    Gracias por contarlo. Cuesta tragar, chiqueta.

    Un beso, Ana...y otro para tu diminuta.

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  14. Pues sí... soy una lerda... por dejarme arrastrar de unas notas que no valen nada... nada de nada... si lo que se quiere es ser persona.

    Un día un profesor me lo dijo; no te preocupes por las notas, tu hija es una niña que se está abriendo camino en la vida, y te puedo decir que lo está haciendo muy, pero que muy bien. Las notas a esta edad no significan nada. Estamos construyendo personas, no currículums.

    Y ahí estoy, pero claro... uno a veces es tonto, lerdo y simplón.

    Gracias Sunsi. Sí, cumple lo del caneo si vuelvo a meter la pata.

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  15. Son estadíos que van recorriendo en su vida, o que recorremos con ell@s en la vida y que unas veces nos apenan, otras nos emocionan y casi siempre nos sorprenden.
    Cómo la mía pequeña es de la misma edad, te entiendo...
    El sábado también duerme en casa de una amiga, y a buen seguro ( siempre lo hace) me mandará un SMS por hora.
    Ahora estamos jugando al parchís,
    Ahora nos vamos a merendar.
    Ahora salimos al jardín...
    y así todo el día.
    Y NO SABES LO QUE ME GUSTA.
    Y de la generosidad que demuestra tu hija ¿Qué te digo?
    ¡Enhorabuena!

    Un abrazo y qué te sea leve :)

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  16. Es estupendo recorrer ese camino a su lado... ;)
    Gracias Montse. Y sí, ha sido muyyyy leve... aunque he de reconocer que la noche se me hizo un pelín larga. Pensaba en que podría tener frío... por estos lares ya hiela. Y diminuta duerme siempre destapada... "cuitas tontas de mami"... porque ahora que ya regresó me ha dicho que frío no tuvo, jjajaja.

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