LA LECCIÓN DE MÚSICA

Pascal Quignard.
Ed. Funambulista.
 

Dicen que este libro es una pieza clave en la obra de Pascal Quignard, es el origen de Todas las mañanas del mundo, un libro que habla de música, que trata de las pasiones que provoca la música. Sainte Colombe, el personaje central, y Marais, una especie de discípulo suyo, viven inmersos en desencuentros, y les lleva toda una vida deshacerlos.La lección de música está formado por tres relatos: Un episodio extraído de la vida de Marin Marais, Un joven macedonio desembarca en el puerto del Pireo y La última lección de música de Chang Lien. Los tres relatos cuanto menos son enigmáticos y de una atracción que se hace consciente. Están construidos por párrafos que se sienten como una especie de pincelada, cada uno de ellos aporta un color al relato. Relatos que se van descifrando instante a instante, párrafo a párrafo, sin que lleguen a desvelarse del todo. Me ha parecido un libro extraño, un libro que no he acabado de aprehender, como una especie de desencuentro que aún así, mantiene con clara constancia la atracción por su lectura. La verdad es que no sabría calibrarlo, contenerlo y definirlo en mis palabras.Un pequeño misterio se intuye en cada párrafo, una especie de historia que queda aún por desentrañar... como si hubieras rozado algo que no llegas a sentir del todo, pero que sabes con certeza que está, que lo estás tocando. Y de fondo, el misterio infinito de la voz humana, el dolor por la ausencia de la infancia en la voz, y siempre, el anhelo de su retorno, voz infante que regresa ante el eco de una viola de gamba.

"Las voces humanas son en sí mismas sonatas que se abren a gritos. Se extienden entre el gorjeo y el balbuceo. Luego vienen las voces blancas de la angustia y el timbre metálico de los maníacos, las afonías terribles del desasosiego, la voz sorda, baja y mortecina de los depresivos y por último la voz destimbrada de los viejos en el momento de morir".
 
"Sainte-Colombe, en verano, se encerraba en su jardín en una pequeña caseta de tablones que había levantado en las ramas de una morera, con el fin de tocar allí la viola con mayor tranquilidad y placer. Marais se deslizaba por debajo de esa caseta; allí escuchaba a su maestro y podía disfrutar de algunos pasajes y toques particulares con el arco que a los maestros del arte les gusta reservarse para sí; pero esto no duró mucho, al darse cuenta Sainte-Colombe y cuidar de que su alumno no le escuchara más".
 El libro es una especie de meditación, un ir y venir sobre el misterio de la voz humana, sobre la música. Sorprendente y misterioso. Inabordable y atractivo. Como el pálpito de algo que se sabe certero, pero que no está a nuestro alcance asumir. Como el silencio que se queda atrapado detrás de ese sonido infinito que se oye por primera vez. Y exactamente igual a la rosa que te tienden pero que a tu mano le es imposible llegar. Aún así, no dejas de estirar tu brazo para alcanzarla. Creo que el libro que he leído, es una cosa así. Infinito y poco asible, como el sonido de una viola de gamba.

8 comentarios:

  1. Ciertamente hay algo de misterio en estos músicos como Sainte Colombe, que probablemente se debe a su afán por ser únicos e irrepatibles, por eso tocaba aislado, en la película también queda todo muy velado y secreto.
    De hecho tanto la voz humana como algunos instrumentos de cuerda, tienen esa capacidad mediante un timbre propio de cada uno(persona o instrumento), que les da algo inconfundible, diferente.
    A mí por ejemplo, la voz de una persona, me dice mucho más de ella que su retrato.
    Un poco como decíamos ayer, a propósito de la sonrisa escondida del cuadro de Sorolla, hay que descubrir aquello que queda oculto a primera vista o en este caso a primer "oído". Hay voces que son un poema auditivo-musical-afectuoso, que digan lo que digan, enganchan...
    La psicologia dice que las mujeres somos bastante sensibles a las emociones provocadas por el habla. En cambio los hombres lo son más porla imagen visual.

    Un abrazo.

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  2. Es cierto... la voz tiene alma. Y misterio. Y atracción. Hay voces que no deberían caer en el olvido jamás, a las que siempre necesitaremos regresar, aunque ya no sea posible. Quizá por ello ese vacío, ese misterio, esa ausencia de entendimiento, ese no saber muy bien de nosotros mismos. Somos conscientes de que falta la voz que era un mundo.

    Algo así he sentido ante la lectura de cada párrafo. Confieso que hay algo que quizá no he podido asumir... algo que sencillamente se me escapa.

    Misterio.

    Por eso de vez en cuando vuelvo a abrir este libro en apariecnia pequeño, y me quedo leyendo... como sin comprender. Sintiendo que ese libro desde su aparente pequeñez, me queda grande.

    Gracias por dejar tu comentario Montse.

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  3. Ana:

    He leído este artículo sobre "La lección de música" y me ha gustado mucho; de hecho, ya me habías adelantado un poco en los comentarios que dejaste en mi blog.

    El fragmento que habla de las voces humanas es muy poético; tiene una intensidad perturbadora y angustiosa. Definir las voces humanas como "sonatas que se abren a gritos" es una imagen desgarradora.

    He escuchado con gusto la "Marcha para la Ceremonia de los turcos". Aunque ya la conocía, nunca viene mal escuchar una música de Lully, una de esas melodías majestuosas y palaciegas que escribía para el Rey Sol.

    Enhorabuena por el blog.

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  4. Gracias Ramiro.

    Me alegra que hayas entrado por aquí, en esta bitácora que aún no sabe muy bien qué es lo que la sostiene. Que va como a cachos...

    Saludos.

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  5. Anita. El fragmento de las voces humanas ... supongo que deliberadamente corto para crear una tensión en el alma del lector. Es la sensación que me ha dejado... me ha turbado. Conozco esas voces. Son las que desafinan, las que se salen del pentagrama... igual que sus vidas. Ya sabes. Cada cual lee según lo que ha vivido. No somos una tabula rasa a estas alturas de la historia. Existe el filtro donde las voces tienen nombres... El filtro del alma irrepetible de todos y cada uno de nosotros.

    No sé si habrá algún director de orquesta que consiga que los desafinados puedan tocar también en la orquesta.

    Gracias, Ana. Un post de una sensibilidd exquisita.

    Besiños

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  6. Ana, te dejo un aquí un fragmento de un pedazo de trozo roto, de un párrafo desgajado, de unas líneas deshilachadas, que están tejiendo un cuento sin empezar.
    Cuando una los trozos te los mando.
    ...
    "No oía nada.
    Tras el fallecimiento de su madre, no oía nada.
    La voz, ese poderoso instrumento que tanto amaba, se había marchado sin despedirse.

    Pasó tres días aislada.
    Una isla desierta.

    Al cuarto lo empezó a notar.
    Un murmullo. Una tenue vibración.
    Tan sólo un estertor imperceptible.

    Al rato la intensidad subió.
    Aquello era un sonido sordo, un color sin luz.

    Se asustó un poco, y luego se dejó llevar.

    Temblaba por dentro. Su corazón, durante unos segundos, impulsó la sangre a la velocidad de la luz.

    Y entonces lo soltó todo de golpe.
    Un grito seco.

    "Las quillas abren la olas, las popas miran estelas".

    Una vez, y otra.

    "Las quillas abren la olas, las popas miran estelas".
    ...
    Lo primero que decía desde que encontró a su madre tendida en la cocina.

    Aquello fue una señal.
    Su vida estaba a punto de cambiar.
    ...
    "Las quillas abren la olas, las popas miran estelas".

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  7. Driver, cuando perdemos la voz de alguien, algo se rompe del todo. Algo termina. Fin. Y se tiene que volver a empezar.

    La vida ha de ser nacida de nuevo. Volvemos a empezar.

    "Las quillas abren la olas, las popas miran estelas".

    Yo quisiera eso al menos, tener una estrella a la que mirar... y un espejo.

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  8. Sunsi, hablas de tensión en el alma del lector. Así me que he quedado, con el libro pendiente de un sentimiento como desencontrado, libiano y agobiante a la vez.

    Las voces son una especie de misterio. Y cada cual lee según lo vivido. Como bien dices... no somos tabla rasa. Incógnita, más bien.

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