LEJANÍA

“Las mujeres son la única esperanza de África, amigo mío... Sólo damos comida a las mujeres. En los hombres... No confiamos en esos idiotas ni para que nos digan si es de día o es de noche. No señor. Venden nuestras gachas en los mercados. Hacen que sus mujeres preparen bebidas fuertes con ellas. Compran cigarrillos, armas, chicas. Los hombres son unos inútiles. Las mujeres hacen los hogares, los hombres hacen la guerra. Toda África es una gran lucha de sexos, amigo mío. Y la mujeres son las únicas que se dedican a hacer el bien.”
Markus Lorbeer, en “El Jardinero Fiel” de John Le Carré




Cuando ví esta película por primera vez, me fascinó. Me enganché enseguida a la historia. Dejé pasar un tiempo, y me leí el libro. Y quizá porque ya sabía cómo acabaría la historia, o quizá por la falta de los colores de Africa, siempre quise volver a la película. Pocas veces ocurre así, al revés; que la película es mucho más un todo que la historia del libro. Inolvidable.

Hoy que la he vuelto a ver, resuenan aún en mi retina los colores de Africa. Todo su silencio. Allí, donde la vida se pierde entre un lamento de sonoridad insonora. Nadie parece oír. La vida vale muy poco en algunos lugares, para nosotros los occidentales, esas vidas valen muy poco allí y sin embargo, cuando puedes escuchar, te das cuenta de que es impresionante oír el eco de ese continente de dolor. El eco de la sonrisa africana. Más allá de los confines del mundo, resonará ese eco. Y seremos juzgados por ello. Por no oír lo que se nos daba. Por dejar pasar de largo la oportunidad que se nos ofrecía para estar al lado de ese sonido.

Y en esta mezcla de sentimientos, he recordado a la madre de silencio que ayer estaba ingresada al lado de mi hija. Su niño enfermo, su bebé en la cuna, y ella allí, tan ensimismada en el silencio. Madre africana de silencio_ me dije. No conocía mi lengua, evidente que yo tampoco la suya. Me limité a sonreír. Ella permanecía atenta a la la sonrisa que me salía cuando miraba a su bebé tan hermoso. Cómo me hubiera gustado poder cogerlo. No me atreví por miedo a romper una intimidad. Observé qué soledad destilaban sus ojos aun cuando sostenía al bebé en sus brazos. Sólo estuve unas horas a su lado en el hospital, mientras terminaban unas pruebas, luego mi hija y yo nos fuimos sin hacer demasiado ruido para nos despertar al bebé. Dijimos bajito adiós y ella sonrió. Se quedó de nuevo ensimismada en su silencio. Y pensé en lo pequeño que era todo lo que se le ofrecía, qué pequeña toda nuestra sanidad nacional, en relación a lo que había perdido. No le quedaban ya arrestos a su sonrisa africana. Las dos horas fueron de silencio entre gestos amables y sonrisas tímidas. Pero no hubo sonido de risas africanas, no las pudimos sentir. Fueron tragadas por el silencio, y quizá también, por el miedo. Desde su silencio, todo le tenía que parecer hostil, lejano e insonoro.


9 comentarios:

  1. Que profundo y bello tu articulo.. las mujeres son la única esperanza de África..

    Cuanta verdad encierran las palabras..

    Un gusto leerte siempre..


    Un abrazo
    Saludos fraternos..

    Que tengas un feliz fin de semana..

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  2. Muy bonito lo que cuentas, mucho

    Sobre África hay un libro maravilloso, desde mi punto de vista, de Ryszard Kapuscinski titulado "Ébano", impresionante¡¡¡

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  3. Adolfo, que tengas tu también tiempo de descanso.

    Sí, Modestino, lo he leído, he leído varios libros de Ryszard Kapuscinski, es uno de mis periodistas favoritos. Gracias. Que tengas un estupendo sábado.

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  4. ... gracias por compartirlo. ¿Dónde se compran miradas profundas como la tuya?
    Besos
    Ana

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  5. Anitaaaaaaaaaaaaa... no más flores. Porque yo no soy lo de aquí... soy muchas cosas más. Soy límite. Y no todo lo que soy... ejem... es como aquí, y tú lo sabes, que me conoces pero bien... jajajajaja.

    Además de mirar hemos de ser capaces de saltar a la acción. Y es un salto de titanes que a veces no somos capaces de dar... por cobardía, miedo o soberbia... a saber qué hay detrás.

    Besotes.

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  6. Ana. Entro y te dejo estas letras. Sólo para que sepas que he visto y leído. No puedo añadir nada más...

    Bueno, sí. Darte las gracias por mirar esa dirección.

    Un beso

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  7. Sunsi, te animo a ver la peli. Un abrazo.

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  8. Ana, no son falsos elogios. Tengo la mala costumbre de decir lo que pienso, siempre desde el cariño. Si es bueno, cae mejor, pero cuando sea malo, si es que algún día lo es, también te lo diré. Y este es una maravilla.
    A todo el mundo le pasan cosas todo el tiempo, pero solo algunos, como tú, son capaces de mirar más allá. ¿Qué culpa tengo yo de que hagas eso? No puedo hacer otra cosa que aprender de ti.
    Más besos

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  9. Ainssss.... jajajaja. Mi querida Ana... incorregible siempre... jajajaja.

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